Una maraña

Me constituye el deseo; reconocer esto significa para mí el inicio del entendimiento de mí mismo. Creerme un ser de deber me aliena porque me aleja de mis deseos que son espontáneos por naturaleza. Pero temo al deseo: me temo, pues. ¿Pero cómo sé que soy mis deseos? Porque pienso en mi felicidad y en mi libertad, y pienso en perseguirlos. Libertad es desear y hacer en pos del deseo, y la felicidad viene, acaso, de esa libertad. Este es el deseo porque lo que da la felicidad es lo que nace de une; nadie puede imponer ni el deseo ni la felicidad, por más maleable que aquél sea. Que conste que no pretendo argumentar, sino describir; trato de dar pinceladas que bosquejen los collores de mi alma, por decirlo de alguna manera. Lo despierto y lo atento son lo propio de lo libre y espontáneo: la mente se fija con gusto en lo que le causaplacer, pero no así en lo que no le interesa, a menos que intervenga un gran esfuerzo de la voluntad. Trabajo en un empleo motivado sólo por el deseo de sobrevivir y por el miedo de quedarme pobre y hambriento (si no muerto). La mayor parte de mis vínculos se ven mediados por el dinero — es decir, por mi trabajo y por la condición actual de mi subsistencia. Cuanto más debo menos libre soy porque más dependo de la labor enajenada, del tiempo que vendo a otro renunciando a mi deseo, con el fin de sobrevivir y de tener bienestar y seguridad. Entonces la esfera de la supervivencia crece y se hace no sólo fundamental sino también final; y la esfera de la vida se reduce y yse vuelve periférica, secundaria. Se trocan los fines por los medios, la realización de la felicidad y su condición de posibilidad. El ocio se vuelve entretenimiento, el negocio se vuelve trabajo. Es interesante notar que al negocio entre las clases dominantes de la antigua Roma se lo consideraba en cuanto que negación del ocio (neg-otium). Es decir: trabajar es lo que haces cuando no estás haciendo lo que quieres. Hoy el papel se invierte en los hechos y en los términos, porque nosotros concebimos el ocio como entretenimiento o distracción. Nos entretenemos mientras no trabajamos, nos distraemos del trabajo, descansamos para poder seguir la labor del día siguiente. Nuestros juguetes de consumo, nuestros entrañables lujos no son sino meros divertimentos. Los hobbies y pasatiempos son accidentales. Quien hace deporte o lo hace para divertirse o porque es su trabajo: en el primer caso la práctica de su actividad predilecta se relega a la esfera del entretenimiento; en el segundo caso se vuelve un deber de origen externo (¿qué pasa los días en que no quiere entrenar o salir al campo?). ¿Pero no es mejor dedicarse a algo que une a veces quiere hacer, en vez de algo que nunca se quiere? Parece que sí; pero no olvidemos que nada garantiza que lo seguiremos queriendo. Cuando alguien hace una actividad como medio y no como fin — cuando la motivación es extrínseca y no intrínseca —, después suele pasar que se pierde la motivación intrínseca. He ahí el peligro de vender la vocación.

Viendo todo esto, bien parece que la única manera de restablecer el orden natural es hacer del trabajo negocio (medio) y de la distracción ocio (fin). Hacer de los fines fines y de los medios medios requiere una práctica conciente, encendida, a veces contradictoria; pero ahora me cuesta distinguir su forma. Si hemos de seguir el adagio libertario de hacer coincidir los fines y los medios, entonces parece que hemos de sacrificar un poco de libertad voluntariamente para recobrarla. O acaso, más bien: recobrar un poco ahora para recobrar el resto en el furuto. Por esola necesidad de armar el deseo: hacer instrumento de guerra lo que ha de ser fruto y herramienta en la época de paz. Herramienta: la autonomía; fruto: la consecución de los deseos, y la realización de las capacidades.

(Terminé argumentando, aunque no muy bien, ni con ideas muy originales. Pero ver mis pensamientos plasmados en texto y expuestos en el espacio público me permite verlos como lo que son: objetos del pensamiento, símbolos que interactúan para organizar el mundo y a sí mismos; una parte del entramado variopinto de mi mente, que a su vez se desprende del de la cultura, y se entreteje con él. Prestarles atención a sus patrones y sus fibras es la labor de quien trata de vislumbrar entre ellas un lugar y un sendero.)