Drayla

§utilidad.

Tu sutilidad y mis ojos cerrados oliendo los detalles del ambiente. Soy de olores, de ojos cerrados y de tacto débil. Porque me suele traicionar todo lo que acaricio y lo sé porque cierro los ojos para oler tu sutilidad...

Por qué §erá. Por qué será, me pregunto yo. Que conforme pasa el tiempo todo parece repetirse de la misma forma pero sin seguir encontrándole el sentido.

Que aún queden corazones disecados que aprendieron a latir sin sangre.

Que por no mezclarse en nada callan la boca y se espantan los actos de tanta ironía.

Que todavía crea y me ciegue, y camine descalza sobre ascuas. Y busque consuelo de mi sed escarbando en la arena.

Cómo es posible la tristeza sea hermosa y nadie la vea...

Ļa excusa.

¿Qué fue antes, la mentira o la excusa? Dímelo tú, que sólo tienes la excusa para mí y para el resto, la verdad.

Çariño§

Cuando el alma se parte y tú no la oyes es porque estabas repartiendo tu cariño por otros lugares. Muy lejos del mío.

Ąirę.

Le respiro con suavidad porque hoy duele. Cómo es posible que no pueda ni respirarte tranquila.

§auce§ y ąmąpoląs.

Entrevetada la luz de la luna juega a seducir amapolas. Yo siento amor por los sauces. Porque parecen que lloran y espero viento, siempre espero viento para oírlos aullar.

Y para que bailen las amapolas, su rojo sangre. Mi eterno esperar. Una luna que seduce también los juncos de mi cuidado arrozal.

Hay penas de rojo baile y sauces que ríen aunque parezcan llorar. Hay lunas que se esconden del mundo. Detrás de los sauces. Seduciendo amapolas. Haciendo que nunca me rinda el esperar.

Đe§pertąr

No quiero que despiertes de nuevo otra vez, maldita seas. Ahogas mi llanto, salinas embarradas mirando el horizonte. Tan cruel. Sádica, silenciosa, hiriente.

No despiertes, ya no tengo sueños. ¿Qué más quieres? Me rompo y con tu larga uña escribes tus burlas. En el filo de mi navaja. La que me mata si la dejo a tu voluntad. Mi ahogo en la garganta es tu sonrisa. El desgarro de mis nervios, tus caricias. El áurea negra que me cubre, tus aposentos.

No despiertes.

Ąlmą§

Cálidas, frías como el corazón que las gobierna, tristes por necesidad, derruidas por ambición. Aterradas por falta de compasión, abiertas y vulnerables porque quieren dar lo que no recibieron. Hambrientas de vida, famélicas de amor sin espinas. Valientes pero aterradas. Cobardes por ocultar su valor.

Dueñas de sí mismas y amas de nadie. Rotas por maldad. Llenas de vanidad y soberbia. Maltrechas. Poderosas y amables. Del color que los demás quieren. Incoloras en la Soledad.

Almas. Y su refugio ante la insensibilidad.

Hįlo§.

Las rarezas se unen con hilos preciosos y preciados. Como la soledad de la espera. Como las cadenas invisibles de la lucha inútil.

Días de espanto, de no poder andar sin romper los hilos por culpa de la torpeza ante tanto dolor.

Días de amor tiznado por la sombra de la sinrazón.

§e rompió en ļa mađrugađa.

Mi cuerpo le pertenece, sin pacto, sin sangre mezclándose en heridas. Le pertenece y si así lo desea, a mitad de la noche me desgarra una pierna sacándome de mi inducida paz. Me hundo en el colchón con un grito que no reconozco como mío. Me revuelvo, me toco el pecho para comprobar que no está aplastando mi corazón.

Me siento en el borde de una cama torturada tanto como yo. Miro la hora, entre lágrimas, tiemblo y le imploro a mi cabeza que se mantenga en su sitio. Al cuarto intento consigo ponerme de pie mientras su lengua me desgarra la pierna derecha. Agarrada a las paredes, deambulo. Agarrada a los muebles me soporto. Agarrada, mi pierna, intento darle vida con la mano que aún me sirve para algo.

Llega el día y comienzan sus ansias por seguir. Me parte la espalda, mi cintura se quiebra como el tallo de una flor sin nombre.

Quien lo ve lo entiende. Quien lo sufre lo calla. Quien lo hace, a diario, parece que siempre quiere más. Por aburrimiento. Porque mi cuerpo le pertenece, aún estando rendida como ahora parece estar acariciando mi cabeza mientras susurra... “mañana, más...”