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Dilema de una no escritora

¡Miércoles! ¡Qué terrible situación, pasarme a mí, alguien muy lectora, con firmes y múltiples opiniones, creo yo, en su mayoría razonables, que justo me vengan a pedir un artículo para Aguafuertes! ¡Justo a mí! Ironía total, leo tanto, escribo tan poco... y con lo que me gusta. No, profe, me duele confesarlo, no soy ninguna gran escritora, menos que menos Roberto Arlt, tragaré libros de tapa a tapa, pero eso de nada sirve, sigo siendo una no escritora.

¿Por qué? ¿Qué hace el escritor? Sabe expresarse en el papel. Qué caradura de mi parte, pretender hacerme pasar por uno con mis torpes palabras. Moría de horror frente a esta página en blanco, sólo imaginá, si el bloqueo del escritor es odioso, ¡cuánto más lo será para una no escritora! Innumerables ideas agolpábanse y bullían en mi pobre cerebro, sobre la falsedad, la despreocupación, la timidez, el abuso de insultos y muchas más, y frustradas, sólo podían permanecer ahí, no podían viajar a mi mano derecha, sosteniendo una birome que ni se animaba a tocar el papel. “No puedo, no puedo”, parecía decirme, y yo la observaba compasivamente. “Yo tampoco, yo tampoco”, le contesté. Quizá, ella no quería colaborar con una no escritora. La muy engreída.

En fin, no me tildo de idiota ni tampoco de muy modesta, así que reconozco que esta obra salió realmente bien, pero ¿de qué me sirve si yo habría preferido expresar otros pensamientos y sentimientos? ¿Significará esto entonces un fracaso de escritora o un éxito de no escritora?

#Prose