La Memoria del Escorpión

metadivagación

(1)Me he dado cuenta de que la mayoría de inputs que llegan a mi cerebro del exterior, por más triviales e insignificantes que sean, en realidad acaban convirtiéndose en una tarea para poner a prueba mis esquemas y mis reglas.

Estos esquemas son un compendio inasible y mutante, siervos de la hipervigilancia y de aspiraciones ideales pero imposibles, que tratan de delimitar en un proceso infinito y nunca satisfactorio cual es la respuesta ideal ante cualquier cosa. Si, en ocasiones hay pequeñas cosas que interiorizas y podrías llegar a hacer inconscientes y rutinarias, porque tus esquemas han determinado que no son relevantes, o no chocan de manera irresoluble, o no van a ponerte delante de ninguna expectativa de conflicto.

No se si alguna vez había llegado a planteármelo tan “a fondo”. Tampoco se si es otro ejercicio más de meta-meta-ser infinito y absurdo, de esos que tanto parecen ¿gustarme? o si sirve de algo llegar a un “insight” de este estilo.

(2)[[Me cuesta mucho imaginar como se sentiría esto bajo otros “cerebros”. No digo que el mio sea único y especial, en realidad todos lo son. Lo que pasa que algunos consiguen adaptarse de forma más “invisible” porque encajan bien en las dinámicas sociales en las que tienen que desenvolverse. Creo que si que he conocido personas en las que he reconocido expresiones, maneras de hablar o de referirse a sus procesos que si se me han hecho más similares, al menos en algún ámbito. Pero luego siempre hay un velo cercenador que lo cubre todo y que pretende cortar todo por un mismo patrón, y pone una línea divisoria arbitraria entre lo “normal” y lo “patológico”. Siempre que he acabado expresando mi vivencia acerca de algunas experiencias la respuesta habitual es: “Eso es normal”. La frase para “hacer el bien” y tranquilizar más perversa de la historia. Y es peor aún cuando va seguida de: “Lo que tienes que hacer es X, Y, y no te vendría mal un poco de Z”. Y ante la falta de opciones supongo que te fuerzas a encajar. Siempre agarrándote a algo que sientas que al menos es tuyo y no puedan quitarte. Por supuesto sale regular. A veces directamente mal. Y al final acabas envuelto en un ciclo sin fin con fases de “aparentemente funcional” (casi muerto por dentro) / “no funcional” (pero no parece “encajar” en esos moldes “no funcionales”).

Lo que pone en mi parte de baja es: “Deterioro de la regulación del estado de ánimo”. Diría que ese es el menor de mis problemas. Por lo general, y hablando al menos de mis últimos años, lo que siento es una falta de estado de ánimo. O soy como un autómata o un peso muerto con el que me cuesta cargar aunque eventualmente lo hago, principalmente, para evitar conflicto. Frases de niñez para el recuerdo: “Va siempre por la vía del mínimo esfuerzo”, “es inteligente pero es muy vago”, “parece que nada le interesa”]]

(1)Si todo lo que tengo son esquemas y reglas, ¿estoy “vivo” realmente?

Si, puedo razonar (¿Qué son sino esos esquemas?), pero también puedo fantasear. Y supongo que las fantasías si son enteramente “mías”, aunque en ese mundo existan más personas. Personas que se corresponden con personas reales, pero no dejan de ser un espejismo. Un retrato dibujado con atención, pero que siempre deja la huella del dibujante impresa en el papel.

Las fantasías pueden ser anhelos (a veces ultra mundanos, a veces ultra utópicos), pueden ser temores (el miedo. al dolor, al otro, siempre al acecho), o pueden ser simples divagaciones de la imaginación sin una valencia emocional clara. Relatos sin apenas imágenes, y palabras que se van borrando según son enunciadas por un canal insonorizado.

Mundo imaginario apenas cognoscible y quiméricamente comunicable, pergaminos enteros repletos de esquemas y fórmulas contradictorias entre si. ¿Hay algo más?

¿Quedaría algo bajo la piel si estos artefactos fueran succionados y volatilizados?

Quiero creer que la ardua composición de estas infinitas e imposibles reglas no responden a un criterio arbitrario. Y desde luego no corresponden a acoplarse lo mejor posible al esquema social hegemónico porque a cada paso se han ido radicalizando más en su contra. ¿Podría inferir con esto que en realidad también tengo de manera genuina esa capacidad de sentir empatía que tanto peso quiero otorgar en mis reglas y esquemas? Espero que si, aunque sinceramente, menudo método para llegar a una certeza de estas características (horror). Se que puedo sentir, y en mi vida he llegado a sentir bastante potente (creo, no se como compararlo), pero también se que es una facultad que me llevaba por delante, y no estaba basada en la empatía sino en el miedo. Para tranquilizar a quien lea de poder estar ante el “ser sin emociones ni afecto”, creo que poco a poco estoy consiguiendo sacar a flote algunas de esas emociones. Es en cierta parte doloroso, y muy fatigado, porque normalmente son como punzadas ante las que lo único que tengo son esos dichosos esquemas y todas sus multivariantes. Y aunque a veces creo que “consigo” hacerlo bien, no se si esto tiene realmente sentido. ¿Es tan complicado? Otras veces que me levanto más peleón y con el autoconcepto subidito, pienso simplemente que es que la mayoría de gente va siempre en automático, y en lugar de un puto castillo de esquemas flexibles multivariables tiene “vibes”, o unos pocos axiomas, y simplemente tira, y vive, y ya está. Y lo que ha ido a su favor es BIEN, y lo que fue con fricción es MAL. Y no tengo claro si me da envidia o lo desprecio completamente.

Pensé que esta entrada iban a ser 3 frases y menuda turra ha salido. Encima siempre acabo con la sensación de que “exagero” porque salvo algunas partes que han dado algún pinchacito, estoy tan tranquilo. No se, que le den por culo a los esquemas un ratito. A esto le doy a publicar sin repasarlo. Estoy cansado.

(1) –> Hilo inicial de pensamiento (2) –> Hilo adyacente de experiencia personal más “concreta” pero que no sabía muy bien como meter

#metaDivagación

Últimamente mi manera de escribir es más de alguien que coge una hoja rasgada en una libreta y dibuja las frases que van surgiendo en su cabeza sin demasiado apego por una estructura, una forma, o una conclusión que dirija esas premisas a un lugar concreto. No se si es fruto de mi estado, de la época que atravieso, o de mi falta de costumbre de poner en común con 'la otredad' todos esos discursos e ideas inconexas que se agolpan en mi cabeza.

Supongo que es un momento de crisis, y que la falta de estructura y forma de mi propia vida toma cuerpo en las propias palabras que se escurren por mi teclado.

También soy consciente de que he plasmado pensamientos no muy positivos, que quizá no son los indicados para iniciar conversaciones. Con esto tengo cierto dilema. Creo que a veces estar en un pozo y poder ser transparente con ello es necesario para que la salida de ese pozo pueda ser 'auténtica' y no forzada. No creo que siempre haya que correr tras los cantos de sirena de la desesperanza, pero desde luego ponerte tapones e ignorar siempre su melodía puede abocarte a la 'tunel-visión' de seguir en tus trece de manera errada.

Más allá de positivo/negativo, quizá lo interesante de esto es que creo que estoy más dispuesto a dejar los alegatos a medias, y el deseo de ser 'visto' ha ido desplazándose por el de querer comunicarme (más bien afrontar comunicarme, desearlo creo que siempre lo he deseado), y querer completar esos alegatos con la visión de otras personas (al menos eso es lo que quiero creer). Creo además firmemente que ningún texto por bien escrito que esté, y apabullantes que fueran sus conclusiones, no sirve de nada si no incita a querer discutirlo o decir algo al respecto. Cuando todo esta completamente atado no hay margen para otro camino. No puede surgir otra conversación. No hay manera de que pueda construirse nada nuevo. Solo aceptación o negación. Te lo compro o no te lo compro.

Aceptando que todos al final fantaseamos con que lo que escribimos consiga algo (aunque ese algo solo sea conexión momentánea), me gustaría que ahora pudiera servir más para iniciar conversaciones y encontrar gente con sentires e inquietudes similares con las que quizá poder hacer 'algo', y no solo un mero desahogo y canalización de la frustración e impotencia vital que tiendo a atesorar.

No obstante, sigo leyendo algunas de las cosas que escribía hace ya tiempo, y me gusta el brillo distinto que a veces se traslucía de ellas. Quizá más 'infantiles', hijas de otro tiempo, pero me gustaría ir recuperándolas de vez en cuando aquí, aunque esto no sea un blog (al menos de momento), y solo sea mi pizarra particular, caótica y sin sentido, donde escapar del límite de caracteres que las plataformas sociales inevitablemente tienen, y salir del bucle infinito de mi cabeza donde no dejan de agolparse palabras y conceptos que no encuentran salida.

Ojala encuentre también personas, que sientan la necesidad de 'excederse' con las palabras, no porque no sean capaces de escuchar, sino porque sienten que cualquier matiz se queda corto y siempre hay puntos ciegos que se quedan sin explorar, y poder comunicarme con ellas a través de textos más largos, que con toda su largura, no dejen sin embargo atrás su esencia de ser una conversación. Como una conversación por carta.

#metaDivagación