Indias en Barcelona (#pr0n)

Esta parte será la más pornográfica de las 3 que van a componer este relato. Tiene un alto contenido sexual, así que vosotros mismos. Por otro lado, es totalmente prescindible porque en la tercera parte se hará un repaso por encima de lo que se cuenta aquí.

Nos llama el Jordi. Que quedamos a las 16:00 para tomar algo antes de ir al Sonar. Que hoy pincha Glumbunchifu o algo así. Si no fuera por la gente iba a ir al Sonar la madre del topo.

Después de comer, me despido de Nuria, le pido que le dé un beso a María y me cojo el metro. Ya estoy con el chip barcelonés puesto. Ya no pienso en lo vivido allí, simplemente me muevo en metro o en autobús como lo hacía cuando vivía aquí. Es mi casa y siempre lo será, supongo.

Allí está la bona gent, en una terraza. Los muy subnormales se suben a sillas y mesas para saludarme a gritos. Tiene que venir el camarero a pedirles que se comporten. Parece que hay cosas que no cambian. Y me alegro.

Nos tomamos una cerveza bien fresca y nos vamos a Montjuic. Llegamos; gritos, ruido, fiesta. Odio esta música, pero estoy en mi salsa. Subido a hombros del gigantón del Francesc con una copa en la mano y las gafas de sol puestas. Joder, un montón de gente conocida. Seguimos siendo famosos, nada ha cambiado.

Punchin-punchin, popopopo. Es lo mejor que puedo decir de esta música. Me encuentro a Laura, tiene la misma cara de adorar esta música que yo.

Laura es una chica pequeñita y delgada. Pelo castaño, piel morena. Unos ojazos marrones que te atraviesan y un culo espectacular. Hace bastante deporte y se jacta de ejercitar el culo para tenerlo siempre perfecto. “Tengo culo pantene” es su frase.

El resto de la conversación nos lleva irremediablemente de camino a su casa.

Llegamos a su casa y me pide que la espere en el sofá del salón. Tarda mucho, pero por fin... – Hola Levi ¿vienes? – Hola. Has tardado. Pensaba que vendrías en un picardías o algo. – Si quieres me lo pongo, pero te he preparado otra sorpresa. – No, no. No hace falta, estoy ansioso.

Me lleva a su habitación y enseguida entiendo qué ha estado haciendo. Ha puesto una sábana impermeable para juegos con lubricante. Además, hay dos pañuelos de seda atados al cabecero de la cama. La chica va en serio. Le miro, me mira un poco cohibida. Sabe que si no me van estas cosas, la noche puede haber terminado. Sonrío, la beso. La acaricio. Me agarra fuerte, me quita la camiseta. En 5 minutos ya estamos desnudos. Saca un lubricante y lo echa por encima de la cama. Nos tumbamos y empezamos a jugar. En 5 minutos ambos estamos hasta arriba de lubricante, las caricias son más intensas, nuestros cuerpos se juntan y resbalan uno contra otro. Es realmente excitante. Me ata a la cama bocarriba. Se me sienta en la cara, dice que no se baja hasta que no pueda más. No puedo decirle que me duele la mandíbula, no puedo pedirle que se baje, no puedo cogerla con los brazos y bajarla. Así que decido seguir y seguir hasta que se canse ella. Como aguanta la cabrona.

Se tumba a mi lado, tiritando. – Ha sido brutal. – Sí. – Joder, joder, joder. Qué ganas te tenía. Y tú por ahí con novia y sin ponerle los cuernos. – Sí. – ¿Te ha gustado la sorpresa? Igual me he pasado para una primera vez, pero como sé que te va la marcha en general he pensado que también te iría en la cama. – Sí. – ¿No vas a responder nada más? – No. – ¿Eh? – Duele. – ¿El qué, la mandíbula? – Sí. – JAJAJAJA perdona. Te dejo descansar un rato.

Un rato después, ya sin dolor en la mandíbula y la lengua, digo los piropos que tenía pendientes. – Te veo totalmente agotada. Vete a la ducha y voy quitando la sábana para que puedas dormir. Luego ya me ducharé. – Galante hasta el último momento, me gusta.

Se ducha, vuelve y según se tumba cae dormida. Cojo mi ropa y me voy a la ducha. Cuando salga de la ducha llamaré a Nuria a ver si puedo ir ya a su casa. Me meto en la ducha y mientras me lavo entra Lucía a mear. Viene con una camisetita enana y unas braguitas muy sexys. Actúa como si no me hubiera visto, pero la mampara de cristal es transparente y el baño está justo al lado. No digo nada. Salgo de la ducha, me agarra la polla y se la lleva a la boca.

Después de un buen rato, se levanta, me agarra de la mano y me lleva a su habitación. Me besa y me dice “no te dejo irte”. Empezamos a besarnos, me empotra contra la pared. Para y me dice. – Antes de seguir tento que decirte algo. – Dime. – Soy virgen y quiero seguir siéndolo. Es una promesa. – Bueno, eso es un problema ¿no crees? – No, simplemente significa que no puedes meter tu pollón en mi coñito. Lo puedes meter en mi boca o en mi culito ¿te parece bien? – Parece más que satisfactorio. – No te preocupes que no te vas a quedar con ganas de más. – Joder...

Lucía me mira a los ojos, sonríe y se agacha delante de mí para volver a lo que había estado haciendo antes. Se emplea a fondo hasta el final. Me mira a los ojos. Me suelta y me deja tomar el aire unos segundos.

Me siento en el suelo a descansar y ella mira por la ventana. Tiene un cuerpo estupendo. Rubia, con el pelo cayéndole en tirabuzones por los hombros. Es bastante alta y estoy seguro de que tiene complejos por sentirse gordita. No entra en los cánones de belleza actuales, no está suficientemente delgada. Pienso para mí mismo que odio esos cánones. Vivan las chicas altas, de piernas largas pero con buenas curvas. Me mira, se sonroja un poco. – ¿qué miras? – Estaba pensando que tienes un cuerpo espectacular. – Ay, calla bobo. Ya sé que eres un zalamero. – Date la vuelta y déjame mirarte. – ¿así? – Ufff... Según mi gusto por las mujeres, eres absolutamente perfecta. – ¡Calla, que me sonrojo! – Vale, me callo, te lo diré con las manos.

Me acerco a ella. La agarro de la cintura y la acerco a mí. Empiezo a acariciar su cuerpo con la yema de los dedos, despacio. Brazos, hombros, espalda... Oigo como su respiración se acelera. Me agarra la polla. – Para, ahora me toca a mí. – No se me da bien estarme quieta. – Tendrás que intentarlo.

La pongo de espaldas, mirando por la ventana. Respiro en su cuello, noto como se estremece. La agarro de la cintura y empiezo a subir, lentamente, le agarro los pechos y los masajeo suavemente. Bajo una mano hasta su pubis, a 1cm del clítoris. Ahí me paro. Me agarra la mano para que baje. – No, espera. – ¡No quiero! – Aguanta, merece la pena.

Le pongo las dos manos en las caderas y bajo besando su columna vertebral. Cuando estoy de rodillas, mi mano entra por entre sus piernas y me pongo a masturbarla muy despacio. Se tira para adelante para que le lama. Lo hago. Se apoya en la mesa que hay al lado, no puede parar de gemir, casi gritar. Mete la mano en un cajón de la mesa, saca algo y me lo da. Lo miro, lubricante. – Dame. – Te he dicho que esperes. – ¡DAME! – Ok, luego sigo.

Me pongo en pie, me lubrico y la lubrico bien con el dedo. Me entrega un pequeño plug tipo “zanahoria”. Lo lubrico y se lo meto despacio para que se vaya relajando y lubricando. Lo muevo despacio, lo saco, lo lubrico y vuelta a empezar. – Para ya con eso y empieza ¡que me tienes LOCA! – No quiero hacerte daño

Me coloco y empiezo a intentarlo, cuesta. Me vuelvo a lubricar, ahora un poco mejor. Cuando ya está dentro poco menos de la mitad, se queja. – ¡No tan adentro, loco! – No llevo ni la mitad, cielo – ¡JODER! – Tranquila, no te haré daño

Muy muy despacio, usando solo la punta y echando más lubricante cada poco, se va relajando, va disfrutando. Poco a poco me voy animando, cada vez más dentro, más fuerte. Siempre con cuidado de no hacer daño. Gime, cada vez más alto, vamos bien. Vamos muy bien joder. Llega al orgasmo de manera brutal, un temblor enorme la sacude. Paro. – Joderjoderjoderjoderjoder – Pufff... ¿estás bien? – Qué puta locura de orgasmo ¿qué coño ha sido esto? – Un orgasmo anal. – Ya, sí. Pero nunca había tenido uno así de bestia. Joderjoderjoder. – ¿Te tumbo en la cama? – Sí por favor. No puedo moverme. – JAJAJAJA! voy ¿Es posible que hasta ahora todos los orgasmos anales los tuvieras con estimulación del clítoris al mismo tiempo? – Sí, creo que sí. – Parece que nunca habías tenido un orgasmo anal de verdad. – Madre de dios. Esta sensación me supera. Dame un rato.

Me voy al baño a lavarme, con cuidado de no despertar a Laura. Son las 10 de la noche y me duele la polla. Pero esto todavía no ha terminado. Lo sé yo y lo sabe Lucía.

Me lavo bien, aunque no hay restos, me doy un agua rápida en el cuerpo para quitar el sudor y vuelvo. Lucía me está esperando. – Había pensado en hacer lo mismo otra vez, pero creo que estoy un poco irritada ¿me das un rato? Me acabo de poner una cremita calmante de Aloe Vera. – Sí, claro, sin problema. – ¿Quieres que te compense por este pedazo de orgamo? – Ya lo has hecho antes ¿recuerdas? Ha sido bestial. – Ya, pero luego te he dejado sin acabar, pobrecito mío. – ¡JAJAJAJAJAJA! Sí, vamos. Estoy hoy en plena sequía. – Ya, pensándolo bien... ¿también quieres descansar? – Un ratillo, luego creo que clavaré mi cara entre tus piernas. – Me encanta tu romanticismo. – Si quieres lo hago a la luz de las velas. – Deja, deja, que montamos un incendio y Laura nos pilla. – ¿Te puedo hacer una pregunta? – Sí, claro. Lo que quieras. – ¿Qué es eso de la promesa? – Ah, claro. Mi madre. Es muy creyente y quiere que llegue virgen al matrimonio. Hace años tuve una movida gorda y estuvieron a punto de echarme del insti. Mi madre consiguió que siguiera, no sé ni como. – Aham ¿algo relacionado? – No, peleas entre chicas. Le partí la nariz a una que me hacía bullying. – Ups. Perdona; sigue, sigue. – Bueno, se lo agradecí mucho pero me dijo que no era suficiente. Que quería que siguiera un camino más recto en la vida. Me hizo jurar sobre una biblia una serie de cosas. Entre ellas la de llegar virgen al matrimonio. Lo cual es una putada. – ¿Putada? ¿Por? Creo que te arreglas muy bien. – Porque no quiero casarme. – Oooooooooooohhhh... Sí que es una putada. – Me muero porque me metas la polla por el coñito, en serio. – Pero bueno, te has buscado formas de “trampear” el asunto. – Ya ¿qué quieres decir? – ¿No has probado con un consolador? – Eso es trampa. – Técnicamente no pierdes la virginidad. Si quieres te como el “coñito” como dices tú mientras te meto un consolador. – Me acabo de empapar solo de pensarlo.

Y a ello que fuimos. Se levantó, fue al cajón y sacó un consolador. – ¿Pero cuantos tienes ahí? – Tres. Me los regaló un ex. – ¿Puedo ver el tercero? – No lo he usado nunca, es una sobrada. – ¿A ver? Jo-der, parece un artículo de broma o así. Menudo cacharro. – Ya, el primero, el pequeñito fue para aprender a relajarme. Me vino muy bien. El segundo lo he usado alguna vez, pero no es muy habitual. Con este ni me atrevo. – Normal ¿que son, 30cm o así? Es del tamaño de mi antebrazo. – Más o menos, sí... Oye ¿a tu antebrazo no le llamaban “el cascanueces”? – ...sí – ¿y eso? – ...Digamos que tengo mucha fuerza en el antebrazo. Una vez me rompí varios dedos apretando una nuez para romperla con una mano. – ¡ouch! – sí. Bueno, dejemos el artículo de broma de lado y vayamos a lo nuestro.

Se tumba en la cama, me acerco, la beso en la boca. La acaricio y voy bajando mis besos por todo su cuerpo. Se nota que está excitada y nerviosa. Sigo bajando, llego al muslo y sigo bajando. – ¿Qué haces? – Tomármelo con calma, relájate y disfruta. – Nonono... – No me hagas ir demasiado rápido, que pierde la gracia. – pero... – Cierra los ojos y siente.

Cierra los ojos, respira hondo y se relaja un poco. Llego hasta la altura de sus rodillas. De ahí voy subiendo poco a poco, besando y lamiendo la parte interior de sus muslos. Voy muy despacio y noto como se desespera, pero no me dice nada. Llego a las ingles, me paro ahí. Sin llegar a tocar, me agarra la cabeza para forzarme. Aguanto un poco y luego me dejo llevar por ella. Empieza a gemir muy alto. He cogido el bote de lubricante por si acaso, me unto un dedo y lo introduzco. Patalea y sigue gimiendo. Un segundo dedo, grita “SIIIIIIIIIII”. No parece que vaya a costar. Cojo el consolador, lo empapo en el lubricante y meto solo la punta. Aprieta sin querer. Paro, no quiero hacerle daño. Espero un rato a que se vuelva a relajar, está tan nerviosa que no llegará al orgasmo. Sigo estimulando su clítoris con la lengua. No se relaja, cojo su clítoris entre los labios y aspiro, poco a poco, cada vez más fuerte. Se está centrando en su clítoris y olvida que en su vagina hay un consolador, se relaja. Voy metiendo más poco a poco, parando cada poco. Ya hay medio dentro. Lo dejo así por ahora, empiezo a sacar y meter el consolador despacio. Ya está, está disfrutando sin pensar en que es su primera penetración vaginal. Llega el primer orgasmo, “jodeeeeeeeeeeeeeeeer!”. Bajo la intensidad un poco, espero y vuelvo a subir. Ahora uso el consolador un poco más fuerte, ya ha entrado casi todo. Aquí viene otro “si, si, siiiiiiiiii!”. No es de las calladitas, no.

Seguimos así durante un buen rato, pierdo la cuenta de los orgasmos que le provoco. Al final mi boca no aguanta, sigue con secuelas del trote anterior, y le dejo todo el trabajo al consolador. Ahí deja de tener orgasmos, pero sigue disfrutando y no me pide que pare. Empieza a masturbarse y a la vez se mete un dedo por el culito mientras yo la penetro con el consolador. Aquí viene otro “madre, madre, madreee!!”. Para, me pide que pare.

Descansa unos minutos y se va a la cocina, desnuda. Vuelve con una botella de Aquarius y algo para comer. Es verdad, son más de las 11 y no he comido nada desde hace como 8 horas. Comemos en el suelo y nos bebemos la botella rápidamente. – ¿Quieres irte ya o quieres seguir? – Estoy en casa de Nuria y está currando hasta tarde, así que hasta dentro de 2-3 horas no puedo ir a su casa. – Oh, entonces no tenemos más remedio que seguir, jijijiji... – Lo estoy deseando. – Oye, ya que estamos siendo tan claros el uno con el otro, te quería preguntar. – Dime. – ¿Has dicho en serio que te parezco tan atractiva o lo dices como piropo porque tú eres así de adulador? – Todo el mundo me dice que soy un zalamero y un adulador pero ¿sabes qué? Siempre lo digo en serio. – ¿sí? – Creo que andas un poco justa de autoestima ¿no? – Estoy gorda. – No es verdad. Ven aquí.

Se acerca y se sienta con su espalda contra mi pecho. Me apoyo en la pared y empiezo a acariciarla. – Mira, sé que los cánones de belleza actuales dicen que las flacas son las guapas. Pero eso no es verdad. Te voy a hacer un repaso con lo que pienso de tí ¿vale? – ¿en serio? – ¿No te parece bien? – Sí... no, no sé. – No voy a ser cruel, si es lo que temes. – Vale, vale. – Vamos a girarnos y a mirarte en el espejo ese. Mira tu pelo. Tienes un tono dorado precioso y con unos tirabuzones muy muy monos. Por lo que sé no te haces nada especial en el pelo ¿no? – No, mi pelo es así desde niña. Me lo cuido lo normal. – Vale, sigamos. Tus ojazos verdes, redonditos, de largas pestañas. Tienes una mirada preciosa. Cuando estabas agachada frente a mí y me has mirado a los ojos, me has atravesado con la mirada. He tiritado. – No seas zalamero. – Estoy siendo sincero. Me gusta ser sincero con la gente cuando puedo. Sigamos. Tienes una nariz respingona muy mona. No veo pegas aquí. Tu boca es pequeñita, muy mona y tus labios son carnosos y bonitos, muy sexys. – Sí, puede que sí. Me gustan mis labios. – Tienes un cuello largo y esbelto, pero sin pasarse. Bonito cuello. – Ya Levi, ya sé que no soy fea. Ese no es el problema. – Ahora viene lo mejor.

Le agarro las tetas, las empiezo a acariciar. Sus pezones reaccionan rápidamente. – Tus pechos son grandes y redondos, con una aureola pequeñita y un pezón muy respingón ¿qué talla usas? ¿95? – Sí, 95 copa C. – Me encantan tus tetas. Si estuvieras más delgada no podrías tenerlas así de bonitas. – Ya, pero mira qué tripón. – No tienes tripón. No tendrás los abdominales marcados, pero eso no es un tripón. Tu nivel de tripón y culo es equivalente al de Marilyn Monroe. Y dicen que es la mujer más sexy de la historia. – ¿Me acabas de comparar con Marilyn Monroe? – En tu nivel de “gordura” sí. – Joe Levi, te pasas. – No me malinterpretes. He dicho que estás tan “gorda” como ella. Lo que pasa es que los cánones de belleza cambian. A mí me gustas más así que más flaca y sin estas preciosas tetas. – Me estoy poniendo perra. – ¿en serio? Vaya, no me lo esperaba. jejeje...

Sigo acariciando sus pechos, rozando sus pezones con mis dedos. – Tienes las manos super suaves. No sabes cuanto me gusta tu tacto. – Gracias ¿sigo? Hablemos de tu culo. No tienes nada de celulitis ni nada. Culo redondo, un poco respingón y bonito. Te gustaría tenerlo como Laura ¿no? – ¿Y a quién no? Tiene un culo perfecto. – Perfecto, para ella, que es pequeñita y fibrosa. Totalmente incompatible con tu tipo de cuerpo. A tí este culazo te queda estupendo.

Le digo mientras bajo una mano y se lo toco como puedo. – Además, no lo tienes nada flácido. Si te soy sincero me ha sorprendido. – Joder, Levi. Al final va a resultar que estoy buena. – Estás buenísima cielo. Buenísima. Sigamos con tus piernas. Largas, con una forma bonita, sin nada de celulitis, perfectas para llevar una microfalda. – A veces lo hago, parezco más alta. – Tengo que admitir que siento mucha atracción por las chicas altas y con curvas. Eres totalmente de mi estilo. – ¿qué mejorarías de mí? – Nonono, no quiero hablar de eso.

Apoyo mi mano en su vagina, intentando cambiar de tema. – mmmm... sí... pero dime ¿qué mejorarías de mí? – Ok. Dos cosas. Una la autoestima. Y dos, el poder follarte por ese coñito tan bonito y tan depilado que tienes. – Tendrás que volver a romperme el culito. – Sí, qué remedio, jejeje... – Ven. Siéntate en la cama.

Me lleva a la cama, me sienta y se pone de rodillas delante de mí. – ¿Otra vez? – Me gusta, me excita un montón. Y contigo más, que casi no me cabe en la boca. Como “la tengo pequeñita”... – Veo que has atendido a lo que te he dicho. – Claro que sí.

Empieza a chupar otra vez, con auténticas ansias. Veo que mete una mano en su coñito para masturbarse mientras chupa. Me mira a los ojos casi sin pestañear. Ha atendido a todo lo que le he dicho y está intentando usarlo para que me guste más. Es espectacular.

Al rato coge el lubricante, que ya está bastante gastado, y me lo pone en la punta del pene. Lo expande a todo el pene con la mano mientras va chupando los testículos. Cuando termina, se levanta y se sienta sobre mí, de espaldas.

Me cabalga cada vez más fuerte, más rápido, estamos muy excitados y no tenemos tiempo para andar con sutilezas. Después de un buen rato, veo que está perdiendo fuerza. Ya llevamos un buen trote y no quedan muchas fuerzas. Me levanto dentro de ella, la empotro contra la pared y empiezo a darle yo. – ¡¡Aaarrrgh!! ¡SÍ, SÍ, DAME FUERTE, JODER!

Pongo mi mano en su coñito, meto el dedo corazón y el anular dejando el clítoris a la altura de la almohadilla del dedo gordo. Aprieto y refriego. – ¡Me corro, me corro, me corroooooooooo!

Esta vez no pienso parar, la agarro con la otra mano para que no pierda el equilibrio y sigo. Empieza a tener orgasmos uno tras otro, al rato yo también voy a correrme. – ¡Joder, yo también me corro! – ¡En el culo no, en la boca!

Se sale, se pone de rodillas y me corro en su boca. Me fallan las piernas y me caigo al suelo. Ella tirita. – No puedo más. – Eso ha sido increíble Lucía, no me lo esperaba para nada. – Ya, bueno, no ha sido una gran idea. Pero hace un buen rato que he dejado de pensar. Ha sido absolutamente inconsciente. – Y tanto, un Ass to Mouth. Te puedes haber pillado cualquier cosa. – Igual sí. Voy a tomar antibioticos por si acaso. – ¿Eh? – ¿No lo sabes? Soy médico, me puedo autorrecetar. – Hablando de lo de casarnos... – ¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!! Qué idiota eres Levi, qué idiota eres. Me encantas. – Es mutuo. – Oye, en serio, no puedo más. Llevo más orgasmos que en toda mi puta vida ¿quieres dormir aquí un rato y luego te vas? – La verdad es que yo también estoy agotado. Me quedo.

Es la 1 de la madrugada. Nos vamos a la cama. Nos dormimos al instante.

Me despiertan unos labios en mi polla. Entra el sol por la ventana. Parece que hemos descansado un montón de horas. Joder, joder, que buena es chupando. Si sigue así no voy a tardar nada. De repente, para. – Buenos días. Quería hacerte una pregunta. – ¡No pares! – Primero la pregunta. – ...Dime – ¿Te gusta que te estimulen la próstata? – ¿Meterme un dedo por el culo? No he probado. – ¿Y eso? No eres de los que se andan con remilgos. – Será la educación, no sé. Me da cosa. Tengo en la cabeza lo de que los hombres metemos y a las mujeres os meten. – ¿quieres probar? creo que te va a encantar. – Uff.. no sé, en serio. Me da cosa. – Va, si no te gusta paro. – Bueno, vale. Pero si digo “para”, paras enseguida. – Ok, ok.

Empieza a chupar otra vez, al poco rato noto como un dedo entra en mi culo. Por experiencia ajena, sé que lo único que debo hacer es relajarme. Si me relajo no duele. Bien, no duele. De repente un placer indescriptible me inunda. Me corro inmediatamente. Un orgasmo brutal, con un grito que han escuchado hasta en Badalona. – Vaya, parece que te gusta. – Ma-dre-mí-a. – jijijiji – Hazlo otra vez. – ¿En serio? – Sísísísí. – ¿Ya? – Sísísísí. – ¿Y me lo trago otra vez? – ¡Por favor!

Y lo hace. Esta vez tardo más en correrme, pero la sensación es incluso mejor que la vez anterior. Balbuceo, no puedo hablar bien. – Mira, algo que no esperaba. Levi callado. – No puedo, no puedo. – De nada. – Gracias, sí. Muchas gracias. – Con todo el placer que me diste anoche, esto es lo menos que puedo hacer. Si Laura no estuviera en casa, te dejaría correrte en mi cara. Pero no quiero andar saliendo a ducharnos. – Eres de lo que no hay. – Solo si mereces la pena. – ¿Merezco la pena? – Mucho.

Me besa. – Mira, creo que tu grito ha despertado a la bella durmiente. Voy a vestirme y saludarla. Estate callado, que no nos pille. – ¿Y yo como me voy? – Los domingo suele irse pronto, espera a que se vaya y te piras. – Ok.

Lucía sale de la habitación y se va a hablar con Laura. – Hola Lau. – ¡Luci! Menuda noche has pasado, cabrona. Aunque yo también. – ¿Sí? No me he enterado. – Me tiré al Levi, tía. – ¿en serio? – Bueno, más o menos. – ¿qué has hecho? – Le obligué a comerme el coño hasta que le reventó la mandíbula. Lo hace muy bien, por cierto. – ¿Levi? ¿Ha vuelto? – Parece que ha venido de visita. Sabes que me ponía mucho, no podía perder la oportunidad. Ahora ya se puede pirar a su pueblo o lo que quiera. – Me alegro por tí. Aunque igual tenías que habértelo follado. Se decía que tenía pollón. – Mmm... sí, lo tiene. Pero quería hacer esto. – Jijijiji... Pena no haberlo pillado yo. – Habérte venido al Sonar. – Paso de esa música. – No duramos ni una hora allí, nena. – Ya, pero eso no lo podías saber. – Tens raó. Pero ahora cuéntame tú. Que no me has dejado dormir, zorra. Menudos polvazos te has echado. – Creo que ha sido la mejor vez de mi vida. – Ya te creo. Tú siempre has sido de gritar, pero lo de hoy no lo había oído jamás. – Un pasote. Ahora está tirado en la cama, dice que no se puede ni mover. – ¿Le conozco? – No le conozco ni yo... – ¿Pero tú? ¡Pero si tú nunca te acuestas con desconocidos! – Es que está muy bueno. Muy muy bueno. – ¿Puedo entrar a saludar? – Ni se te ocurra. Me enfado en serio. – Vale, vale. De todas formas voy tarde, me tengo que ir. – Ok. – Me cojo la tostada y me piro. Besitos... – Bye guapa.

Laura sale de casa. Lucía me dice que espere 5 minutos, me duche y ya. Eso hago. Salgo de la ducha, tengo un café y una tostada en la cocina. Se lo agradezco mucho. Desayuno, llamo a Nuria y me voy. – Nuri ¿estás en casa? – Me acabo de despertar ¿donde andas? – Nada, ya te contaré. Voy a tu casa ¿hoy curras? – No, hoy todo el día contigo. Mañana ya curraré. – Ok.

Doy un beso a Lucía, le agarro fuerte el culo. – Hasta otra, bombón. – Gracias. – A tí. – No, en serio. Me has subido mucho la moral. Me siento más guapa y todo. – Eres guapa, tienes cuerpazo y eres una diosa en la cama. No lo olvides. – Hasta pronto Levi. – Adiós Luci.

Salgo, Barcelona me saluda con sus coches, su ruido. En la acera veo a Laura de espaldas a mí. Espera a un taxi o algo así. Salgo de allí a toda velocidad, tuerzo la esquina y me dirijo al metro. Me voy.