La llegada 13

¿Gobierno?

El otoño llegó. Empezaba a hacer frío y en Donosti había cada vez más gente. Según Amaia, ya eran más de 500 personas. Muchas más de las que esperaban. -Iré a hablar con el capi. -¿Te vas a meter en lo de formar gobierno? -Tengo la sensación de que está aprovechando el paso del tiempo para afianzarse en el poder. No estoy seguro porque casi no andamos por aquí, pero me lo huelo. -¿Y si esperamos un poco? Nos fijamos bien y a ver qué pasa. -Estamos en otoño, viene frío. Si queremos salir de aquí y pasar el invierno en condiciones, el tiempo corre en nuestra contra. -Ah, claro. Vamos. -¿Vienes? Bien. -No te voy a dejar solo, que sin mí la lías. -Ñiñiñi.

Cogieron las bicicletas y se acercaron a la zona de tiendas que habían montado los militares. Había dos grandes tiendas, un hospital de campaña y la comandancia. Fueron directos a la comandancia, allí estaba el capi. -Hola capi. -¡Hombre! ¿que tal chicos? -Oye, que lo de la dictadura militar se te da muy bien ¿pero vamos a hacer algo o no? -Sin paños calientes, eh... -Ni puta falta que hace ¿vas a hacer algo? -Estoy muy ocupado organiz... -Ya, que no vas a hacer. -Es que no tengo tiempo, debo... -Mira. Hay dos opciones. O se hace la reunión que dijimos o no. -¿Y si la montas tú? -¿Yo? -preguntó Amaia -Pareces bastante más inteligente que el “heroe”. -Gracias -dijo Mikel, aunque sabía que posiblemente fuera verdad. -Ya, pero yo no estoy preparada para eso. -Pues tú dirás. -Ok, ok. Yo lo organizo, pero buscaré ayuda. -Como veas. -dijo el capi. -Yo te ayudo en lo que pueda. -dijo Mikel. -Ala, que nos vamos.

Fueron por el pueblo, habían conocido a algunas personas y Amaia quería preguntar a un par de ellos. -Hola Don Julio. -Hola maja.

Julio era un señor bastante mayor, barba blanca y caminaba con un bastón. Hombre de hablar pausado y con pinta de saber mucho más de lo que aparentaba. Si se le preguntaba como había sobrevivido, empezaba a contar historias y a divagar. A Amaia le pareció el ideal. -Oye, me han encomendado una cosa y me gustaría tener tu ayuda. -¿Ayuda de un viejo decrépito como yo? -Mikel y yo no estamos contentos con lo que tenemos ahora, esta especie de dictadura militar sin que nadie se queje. Vamos a montar una especie de referendum. -Oh, qué interesante. -¿Sabes algo de política, sociología y esas cosas? -Alguna que otra cosa, jijiji... -¿No me lo vas a contar? -Llegado el momento, querida. Llegado el momento. -Ok ¿tienes alguna idea de como deberíamos hacerlo? -Sí, sí. Déjame un rato para ordenar ideas y te cuento. Mientras ¿por qué no vas a hablar con Iker mientras tanto? Podría ayudarnos. -¿Iker? ¿Quién es? -El chico más alto que hay por aquí. Jugaba al baloncesto, creo. -Vale, sé quién es. Vamos Mikel. -Voy. -dijo Mikel.

Amaia decidió hacer caso a Julio y no hablar con la otra persona en la que ella había pensado. -Hola ¿Iker? -Sí, soy yo. -Soy Amaia y este es Mikel. Julio nos ha dicho que viniéramos a hablar contigo. -¿Ah sí? ¿Y sobre qué? -Queremos montar un referendum. -¡jajaja! Ese maldito profesor, siempre está donde debe estar. -¿Es profesor? -¿No sabéis quién es? Fue decano de la universidad, le echaron por... digamos... “diferencias políticas”. -¿Ah sí? -Sí, tiene un doctorado en sociología, otro en filosofía y otro en ciencias políticas. Una cabeza como pocas. -¿Y por qué me manda donde tí? -Por dos cosas. Una, para reirse de mí. Y dos, para ganar tiempo. -¿Entonces no pintas nada? -Bueno, algo sí. Fui alumno suyo y montamos un referendum ficticio en clase. Dijo que le gustó mucho mi enfoque. -¿Vienes? -Sí, claro. Os sigo.

Y allá que fueron. Pero Julio no estaba donde lo habían dejado. Apareció una mujer. -¿Buscáis a un señor mayor de barba blanca? -Sí. -Ha dicho “si una chica, un chico alto y uno con pinta de ex-soldado preguntan por mí, diles que les esperaré en la puerta del Koldo”. -¿Pinta de ex-soldado? -dijo Mikel. -Un poco sí, aunque también de ex-presidiario. -se rió Amaia. -¡Oye! -Iker ¿tengo razón o no? -preguntó Amaia con malicia. -Bueno... yo... esto... -balbuceó Iker. -Vale, o sea que sí. -zanjó Mikel. -Te ha cambiado la cara en este tiempo Mikel. Antes eras un señor madurito y atractivo. -se burló Amaia. -Vete al zara o algo, niñata. -se enfadó Mikel, aunque en el fondo estaba contento de que Amaia fuera abriéndose cada vez más.

Los tres se acercaron a la biblioteca Koldo Mitxelena, que estaba fuera de la zona habitada. -Kaixo profe. -¡Hombre Iker! ¿Qué te parece lo que plantean estos señores? Son de los tuyos. -¿Qué? -Un golpe de estado, claro. -No planteamos eso. -Un poco sí.Admitidlo. Y en eso Iker es un experto. -¿Eh? -Cuando hicimos aquella representación del referendum, aquí el profe fue retorciendo la historia hasta obligarnos a tomar partido si el resultado del referendum no se aplicaba. -¿Y? -Yo fui bastante radical. -Aaaahhh... -Y -interrumpió Julio- es lo que va a pasar aquí seguramente. Que haremos un referendum en el que saldrá que nanay de dictadura militar, pero los militares no lo aceptarán. -Y por eso está Iker aquí -dijo Mikel. -Exacto. No eres tan bruto como parece, heroe. -¿EH? -Conozco tu historia, aunque me gustaría que me la contaras con calma. Pero pasad, pasad, ya lo tengo todo preparado.

En la entrada del edificio había una gran mesa. En una esquina había colocado unos cuantos libros, debajo un montón de folios. También había unas figuritas de playmobil. -¿Y todo esto? -¿Alguien tiene ganas de leer a filósofos? Os dejo una pequeña selección. Sartre, Lenin, Habermas, Kropotkin... Estaría bien que los leyérais y entendiérais antes del día del referendum. Por cierto ¿cuando es? -Todavía no tenemos fecha, pero nos gustaría que fuera cuanto antes. No da tiempo a leer todo eso. -dijo Amaia. -Yo no me leo eso ni en mil años. -dijo Mikel. -Oh, vaya, me lo temía. Entonces tendréis que confiar en mí, que sí los he leído, jijiji... -Te lo estás pasando como un niño pequeño, profe. -le dijo Iker. -Un poco, sí. -dijo Julio sonriendo. -Bueno, entonces os haré una pequeña explicación de lo que tengo en mente. Para eso usaré los argambois estos. -Playmobil. -Argambois modernos. -seguía diciendo Julio, sin dejar de sonreir. -Primero necesitamos saber para qué nos sirve la gente que sobrevive. -¿eh? -dijo Mikel. -Oye Mikel. Haznos un favor ¿Puedes ir y traernos comida y agua? Creo que estaremos aquí unos pocos días y estaría bien no tener que salir a comer. -Vale, os libráis del zopenco. -dijo Mikel. -Ah, sí, también, jijiji... -se reía Julio. -¡OYE! -dijo Amaia saliendo en defensa de Mikel. -Tranquila, si tiene razón. A mí se me dan mejor otras cosas. -Tranquilo Mikel, eres el más importante de este referendum. Ya te llegará el momento. Ahora vete por favor, trae comida y luego vete a conocer gente por ahí, a ver si conoces a alguien interesante. jijiji...

A Mikel no le caía bien Julio, esa actitud de “esto lo tengo controlado y soy más listo que nadie” podía ser realmente peligrosa. Siempre había alguien más listo que tú. De todas formas, tampoco podía hacer nada. Mikel no era político, no sabía de política. Antes del aterrizaje siempre decía “a mí me da igual la política, lo que me jode es que haya gente muriéndose de hambre y millonarios. Ni una cosa ni otra, joder”. Y ahora, no sabía bien como, era parte fundamental de una organización de un referendum político.

Pasaron 3 días en los que Mikel conoció a prácticamente todos los supervivientes. Tampoco es que tuviera nada mejor que hacer. La conversación solía ser algo así: -Hola, soy Mikel. -Yo XYZ ¿qué tal? -Bien, lo mejor posible. -Sí, tal y cual ¿de qué currabas? -Era electricista. Ahora solo sirvo para sobrevivir, supongo. -Ah, claro, claro. Yo era ABC. Menos mal que sé hacer 12345. -Ya, claro, claro. Adiós.

Con algunos tuvo conversaciones más largas. Le explicaron como perdieron familia, amigos, casa, etc. Todo el mundo estaba con el alma rota. Y Mikel no tenía ganas de contar sus mierdas a nadie, así que callaba y escuchaba. Entre todas las personas con las que mantuvo conversaciones más largas, hubo unas pocas personas que le llamaron la atención.

Un soldado llamado Dani que perdía el culo para ayudar a todo aquel que lo necesitara, llegando incluso a incumplir órdenes para hacerlo. Habló bastante con él en esos días. Resultaba que Dani admiraba profundamente a Mikel por como había acabado con las vainas. A Mikel le daba vergüenza hablar con él, pero Dani no perdía ocasión.

Un señor que se interesó mucho por la katana y el arco que siempre llevaba encima. Parecía saber mucho de armas, pero no soltaba prenda. Por no decir no dijo ni su nombre.

Y un pijo. El pijo se llamaba Borja, como no, y Mikel le conocía. Había trabajado en su casa, poniendo toda la instalación en trifásico porque “el jefe de mantenimiento de mi empresa me ha dicho que es necesario, así que en casa también”. A Mikel le habían llamado como apoyo de la empresa certificada para trabajar en trifásico, pero aún así le había tocado lidiar con el pijo. Y solo tenía ganas de partirle la boca. No entendía como semejante engendro de persona había logrado sobrevivir. Bueno, sí. Tenía una megacasa con un terreno enorme en las afueras de Donosti, todo rodeado de muros. Había sobrevivido porque su jardinero se había quedado y había cambiado todo el jardín por una huerta. También había cazado para él. Clasista hasta para sobrevivir, el hijo de puta.

Al cuarto día, Amaia e Iker fueron a buscar a Mikel y se lo llevaron a la biblioteca. Allí les esperaba Julio con su eterna sonrisa pícara. -Bienvenido Mikel. -Aupa. -Te voy a contar por encima lo que vamos a hacer ¿has conocido a alguien interesante? -Poca cosa, la verdad. Pero todo el mundo está muy jodido. -Sí, supongo que un apocalipsis como este es lo que tiene. Jijiji... -¿Te ríes de este desastre? ¿En serio? -Oh, no te enfades, es que ya soy muy viejo y la vida no me importa tanto como a vosotros los jóvenes. Bueno, ven, ven.

Y Julio le explicó el plan. Habían hecho una especie de maqueta con papeles doblados y los muñequitos. Se haría en la plaza de la constitución, en la parte vieja donostiarra. Se permitiría entrar solo por un lado y se pediría identificación a cada persona que quisiera votar. Ya de paso, se aprovecharía para hacer una pequeña encuesta. La encuesta sería: nombre, edad aproximada, sexo, minusvalías y capacidades. Sería bueno saber si había médicos, pastores, carpinteros o cualquier otra profesión que fuera primordial en este momento. Una vez dentro, se harían una serie de preguntas que se debatirían e irían votando en orden. Dependiendo de la respuesta a cada pregunta iba cambiando la siguiente pregunta, para que no hubiera preguntas sin sentido. Era una verdadera currada. -¿Y yo qué pinto en todo esto? -preguntó Mikel. -Oh, realmente nada especial, simplemente estabas por aquí cuando empezamos con la idea y no queríamos que te sintieras desplazado. Te lo contamos antes que a nadie y luego estarás con nosotros sobre el tablado que hay montado allí. -¿Hay un tablado? -Sí, creo que había alguna celebración de algo el día del aterrizaje. -Ah ¿Y no habías dicho que yo era el más importante del referendum? -¿Yo? No sé, a lo mejor. Estoy mayor y chocheo. Tú tranquilo, estate con nosotros y no te cortes de hablar si lo crees necesario. jijiji...

Otra vez esa sensación de que jugaban con él. Le empezaba a coger asco al puto viejo este cabrón.

Los días siguientes fueron frenéticos. Hablar con el capitán, buscar sillas para todos, avisar a todo el mundo del tema... Sorprendentemente, los militares ayudaron bastante a organizar las cosas, sin poner trabas ni alargar los plazos. En poco tiempo llegó el referendum y allí no faltaba nadie. Incluso gente que había llegado uno o dos días antes estaba allí, expectante. Mikel entendía que, como organizadores, ellos debían estar los primeros allí. Pero Julio le dijo que no, que ya irían con calma, que los militares se encargarían de las tareas organizativas.

Llegaron cuando había unas 20 o 30 personas dentro. Hicieron cola para entrar y pasar la encuesta. Casualmente, el soldado Dani estaba en la mesa haciendo las encuestas. Mikel le saludó. -Mikel, tengo que hacerte la encuesta. -Dime. -Nombre. -Mikel Agirregomezkorta. -Edad. -mmm... creo que 36. -¿Estás gagá? ¿No te sabes ni tu edad? jajaja -dijo Amaia detrás de él. La gente se rió y Mikel se avergonzó. -Tenía 33 cuando el aterrizaje, creo que han pasado 3 años ¿no? -dijo Mikel por lo bajini. -Sexo. Pongo varón. Minusvalías. -siguió Dani. -No. -La última ¿qué sabes hacer? -Mmm... era electricista, que ahora no vale para nada. Supongo que solo sé sobrevivir. -¡PUES COMO TODOS LOS QUE ESTAMOS AQUÍ, MONGOLO! -gritó Amaia riéndose. Todo el mundo se reía. Mikel miró con furia a Amaia.

Entonces Dani se levantó de la mesa y gritó. -¡UN RESPETO A ESTE HOMBRE, QUE ES EL QUE HA ACABADO CON MILES DE ALIENS Y HA APAGADO LAS DOS VAINAS QUE NOS PERMITEN VIVIR AQUÍ! ¡ES UN PUTO HEROE Y LE DEBÉIS LA VIDA!

Mikel se puso como un tomate. Agachó la cabeza y pasó la mesa mientras todo el mundo le miraba y le señalaba. Se fue directo al tablado, donde le esperaba el capi. -Vaya, ahora resulta que eres un heroe famoso. -Cállate. Me piro de aquí. -No, no te vayas. Esto es importante. Toma un poco de agua y relájate, enseguida vienen tus amigos y te escondes. -Mis amigos... voy a matar a Amaia ahora mismo.

Iker, Amaia y Julio llegaron juntos bastante más tarde. -¡Te mato! -Perdona Mikel, ha sido sin mala intención. -Y ahora tengo que estar sobre el tablado, donde todo el mundo me está mirando. -Ya, ya, perdona, en serio. Quédate conmigo, prometo compensártelo cuando pueda. -¡Pero mira! ¿Todo el mundo me señala, no voy a volver a andar tranquilo en este puto pueblo! -Va, antes o después se iban a enterar. Vamos a pensar en lo de ahora, que es más importante. Mikel, tranquilízate y, si tienes algo que decir sobre los temas a tratar, no te cortes ¿vale? -dijo Iker. -No pienso abrir la boca. -Si no abres la boca ganarán los militares o la gente como Borja. -dijo Julio. -¿Conoces a Borja? -preguntó Mikel. -Sí, un poco. Un verdadero despojo humano.

El capitán Grijalba se presentó ante todo el mundo y explicó que este referendum era idea de las cuatro personas que estaban sentadas a su derecha. Amaia, Mikel, Iker y Julio. Después dió un pequeño speech sobre la necesidad de la convivencia y del respeto, etc, etc. Por último, explicó que se iba a plantear una pregunta con distintas opciones, se daría un tiempo para debatir y por fin se iba a votar. Dependiendo de la respuesta, se haría una segunda pregunta relacionada con la misma fórmula de debate y votación. Y así hasta el final. Cuando terminara el referendum se repetirían los resultados en voz alta. Por último, tanto el texto de las posibles preguntas y las votaciones resultantes quedarían a disposición de quién las quisiera leer.

Y con esto empezaron las preguntas. Que si querían que fueran los militares los que mandamases... Un montón de discusiones por cada pregunta. Al rato llegó una pregunta que formó una gran conmoción “¿Quieres que no haya gobierno aparte de unas leyes básicas y todo lo importante se decida en asamblea?”. Y ahí se montó la marimorena. Gritos, insultos... Aquello no se iba a terminar. Iker se levantó y pidió calma con las manos. -Señores, señores. Así no vamos a ninguna parte. Si no podemos debatir con tranquilidad no llegaremos a ninguna conclusión. -¡Eso es comunismo! -gritó alguien al fondo. -Realmente es más parecido al anarquismo, jijiji... -les dijo Julio a Mikel y Amaia. Se lo estaba pasando teta. -¡Yo no quiero que un señor me mande porque sí! ¡mejor en asamblea! -¡Sí, como ahora, que lo estamos discutiendo todo de puta madre! -gritó otro.

La conversación degeneró por completo. Mikel callaba. Amaia callaba. Julio callaba. Iker se desesperaba. Poco a poco, la mayoría fue apoyando el “no”. Borja llevaba la voz cantante con su chulería. A Mikel se le hincharon las pelotas. -A ver, dime una cosa ¿por qué dices que un “sistema de clases” como tú dices es mejor? -le preguntó Mikel a Borja. -Porque con ese sistema de clases la humanidad llegó a donde llegó. El comunismo es un desastre para la economía, nos moriremos de hambre.

Mikel recordó una cosa. Sacó la carterita con el billete de 500€ del bolsillo. -Mira, esto son 500€ ¿sabes cuanto vale esto ahora? -¡jajaja! ¡Pues 500€, claro! -No vale nada. Te los regalo. -¡Vale! Con esto puedo pagar a gente para que me haga las cosas. -Oye Gustavo -así se llamaba el jardinero de Borja, Mikel le conocía de cuando trabajó en su casa y sabía que era buena gente. -Dime Mikel. -Te hago una pregunta. Borja te paga 500€ por irte con él a su casa como hasta ahora. Yo no te doy nada pero te ofrezco vivir aquí, haciendo lo posible por ayudar y recibiendo la ayuda de todos ¿Qué eliges? -Yo me quedo aquí, Mikel. -¿Por qué? -preguntó Julio. -Porque ahora ese precioso billete de 500€ solo podría cambiarlo por bienes y servicios aquí, con el resto de gente. Y si me estás dando la opción de conseguir esos bienes y servicios que necesito sin pagarlos. -Es decir, que el dinero no tiene ningún valor ahora. Solo nos tenemos a nosotros y a nuestros semejantes. -zanjó Julio. -Lo que sea. Si no puede haber lujos y debemos trabajar para garantizarnos lo básico, lo mejor es que lo básico sea para todos. -dijo Julio. -Yo propongo una cosa. Le pediremos a cada uno que viva aquí todo lo que pueda dar por los demás. Y entre todos haremos lo posible para que cada uno de los que está aquí tenga todo lo que necesita. -dijo Julio. -Digámoslo así: De cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades. -añadió Iker. -Me gusta como lo dices, aunque igual deberías dejarte perilla Iker -se rió Julio. -jajaja!

Mikel no había entendido nada, pero todo el mundo estuvo de acuerdo. Vida en colaboración.

Las preguntas y respuestas siguieron. Gracias al billete de 500€ y a que todo el mundo sabía que Mikel era el heroe mata-aliens, cuando cualquier discusión se alargaba alguien siempre decía “¿Y qué opina Mikel de esto? Yo lo que diga Mikel”.

Mikel odiaba esto, pero sentía que debía ayudar. Si no estaba seguro les preguntaba a Amaia, a Iker y a Julio, que le guiaban.

Al final de la tarde, el referendum terminó y todo el mundo se fue a su casa. Mikel estaba agotado pero se acercó a Julio, que iba sonriente, y le preguntó. -¿Te has aprovechado de mí? -¿Se ha notado? -Eres un cabrón. -No, no lo soy. Ven conmigo y te lo explico.

Mikel y Julio se alejaron del gentío, se acercaron al paseo nuevo y se sentaron mirando al mar. -A ver, explícame. -¿Tú querías que un hijo de puta clasista como Borja Mari se hiciera con todo el poder y que todo el mundo le obedeciera? -No, claro que no. -Pues hoy había tres opciones. Seguir con la dictadura militar, pasar a un sistema tipo monárquico donde Borja y alguno de sus secuaces iban a mandar, o bien lo que ha pasado. Yo solo me he asegurado de que pasara lo que tenía que pasar. Y te necesitaba. -Habérmelo contado. -No podía, tenía que ser de verdad. Tú te definiste muy bien, eres un zopenco. Eres buena persona, ayudas sin malicia, haces lo necesario. Pero no sabes mentir, no sabes engañar. Y ellos sí, amigo mío. Ellos saben hacerlo. -Y tú también. -Sí, pero yo no tengo la labia necesaria para enfrentarme a gente que ha estudiado para eso toda la vida. Gente como Borja. -¿Y yo sí? -Tú tienes algo mejor. Tienes el respeto y la admiración de todas las personas vivas que te conocen. -Y por eso Amaia se ha burlado de mí al entrar. -Claro. -Y por eso te has empeñado en que yo estuviera ahí arriba, nervioso. Para que se me hincharan las pelotas y me pusiera a hablar. -Exacto. -¿Y como sabías que iba a decir algo convincente? -Porque había hablado con Amaia. Esa chica te conoce mucho, más de lo que crees. Me dijo lo del billete de 500€ y otros datos interesantes. Esperaba algo así y te he ayudado en cuanto he podido. -¿Lo de la perilla? -La frase que ha dicho Iker es de Lenin, el que fundó la URSS. -Ah, sí. Sé quién era ¿entonces ahora vivimos en una comuna anarquista? -Más o menos. Estamos entre una mezcla de comuna anarquista y una organización del neolítico. Ahora nos toca a Iker y a mí hacer mucho trabajo de concienciación, de hacer entender a la gente como deben funcionar las cosas. -O sea, que vas a mandar. -Oh, no, no. Ni la más mínima intención. Yo lo único que recomendaré es que los médicos se dediquen a la medicina y no al pastoreo. Y que los naturópatas, que tenemos 2, enseñen a los médicos sobre hierbas medicinales. -¿Hierbas medicinales¿ -No tenemos antibióticos, muchacho. Y en breve ni otras cosas porque caducarán. Estamos tirando de reservas del hospital Donosti, pero hay muchas cosas ya caducadas. -¿entonces? -Habrá que ser imaginativos y aceptar que el el ajo desinfecta o que el café es bueno para el asma. Tenemos que sacarle chispas al conocimiento para vivir bien. -¿Vivir bien, en serio? -Sí muchacho, podemos hacerlo. Ahora pasamos de sobrevivir a vivir. Y ahí vuelves a entrar tú. -¿Qué? -Tienes una linterna que funciona ¿verdad?