La llegada 14

Aprovechando recursos

Julio le había pedido la linterna a Mikel y se había ido riéndose. Maldito viejo, siempre dos pasos por delante y sin explicar lo que quería hacer. Mikel decidió ir a por Amaia, estaba muy enfadado. -¡Amaia! -Ah, por fin vienes a bufarme. -¡Pues claro! ¡A ver qué hostias te crees! -Perdona, en serio. -No, mira, confiaba en tí. Me has engañado. -Eh, eh, tranquilo, que no es para tanto. -¿Que no es para tanto? -Yo lo único que he hecho, a petición de Julio, ha sido avergonzarte en público para que entraras agobiado al referendum. -¿Y ya está? -Ni siquiera sabía para qué lo hacía. Según Julio “Mikel cabreado hablará más. Y lo necesitamos”. Iker también me pidió que confiara en Julio. -Joder, os fiais de un viejo loco, eh... -No, a ver. Ese viejo es demasiado inteligente y nos lía a todos. Seguro que Iker sabe más que yo. Vamos.

Ambos fueron a ver a Iker, que se había quedado en la plaza de la constitución. Estaba recogiendo las sillas. Mikel se había empezado a tranquilizar, se había alterado mucho al principio pero ahora empezaba a verlo en perspectiva. -Aupa Iker -dijo Amaia. -Habéis tardado más de lo que pensaba. -respondió Iker. -¿Nos cuentas lo que sabes? -¿El qué? ¿Como os ha usado? jajaja! Bienvenidos al mundo del Doctor Julio. -¿Siempre es así? -Lo de hoy ha sido mucho más de lo habitual, pero siempre buscaba maneras de liar a la gente, de que participaran en debates, etc. -A ver, no te enrolles y cuéntanos lo que te dijo. -cortó Mikel. -Va, vamos a sentarnos y os cuento.

Iker sabía bastante más. Julio sabía que Borja era el mayor peligro de aquel referendum y hacía tiempo que tenía en la cabeza como hacerlo para destrozarle. Según Julio Borja “es nuestro Cicerón. Y no queremos que injurie a Sergio Catilina para salirse con la suya”, así que preparó contramedidas.

Gracias al capitán Grijalba se enteró de la existencia de Mikel y Amaia. Ella le pareció más asequible y un día, como el que no quiere la cosa, se acercó a conocerla. Esperó hasta que saltara la chispa del referendum, que sabía que se iba a dar, y ahí se lanzó a organizarlo todo. Se aseguró de que Mikel conocía a Borja y Dani. Ya se había asegurado antes de que el capitán Grijalba le contara a Dani todo lo necesario sobre Mikel, por lo que ya lo admiraba. También pidió al capitán que pusiera a Dani, “un chico sin malicia, perfecto para este trabajo”, haciendo las encuestas de la entrada.

Una vez dentro de la plaza todo el mundo sabría que Mikel era el heroe. Por supuesto, Mikel debía estar un poco acelerado, una pequeña ayuda a que abriera la boca. Y ya de paso, también estaba encima del tablado, mejor posición que la de Borja, sentado entre el gentío. Solo faltaba que Mikel dijera algo con sentido común para que la gente confiara ciégamente en él. Debían pensar “es un héroe que solo piensa en nuestro bien. Lo que él diga es seguramente lo mejor para todos”. Así que Julio se aseguró de estar al lado de Mikel y de ir, digamos, “ayudándole a entender” lo que estaba pasando en el debate.

Y así fue como Julio había engañado a todo el mundo menos a Iker, a quién encomendó la tarea de explicarles esto a Mikel y Amaia. “Una vez que todo haya salido bien, ojito”. Mikel flipaba. -¿Pero ese puto viejo qué coño? -Es demasiado inteligente, siempre lo ha sido. -dijo Iker. -¿Se piensa que somos borregos y que nos tiene que guiar o qué leches? -Bueno, el tema del comportamiento gregario está muy estudiado. Y Julio es un especialista. -¿Comportamiento qué? -Mira, un ejemplo. Creo que tú eres muy buena gente y que siempre has intentado ayudar al que lo necesita. -¿Y qué? -¿En el cole no te encontraste con situaciones donde a uno le estaban machacando por gordo, por gafotas o por lo que fuera? -Sí, claro. -¿Y no te uniste ni una vez? -Mmm... sí, pero era un crío. -Ya, pero tu cerebro actuó sin pensar. Es un mecanismo, si la mayoría lo hacen no debe estar mal. Es solo un mal ejemplo para que lo entiendas. Pasa con todo en la vida. Muchas veces tomamos decisiones sin pensar porque “es lo que se hace”. Y el inteligente es el que sabe aprovecharse de ello. -Ya, pero este referendum no es válido. -Oh, sí. Lo ha sido. Piensa que Borja ha ido con unas cuantas personas ya convencidas para que apoyaran lo que dijera. Que han usado soflamas para dar fuerza a lo que él decía, etc. Al final, los unos por los otros. -Pues menuda mierda. -Política pura y dura. -Nunca me ha gustado la política. Qué puto asco todo. -Bueno, piensa que has sido partícipe de un resultado que es bueno para casi todos. -¿Para casi todos? -Me preocupan Borja y sus secuaces. Han perdido y no lo pueden permitir. Algo tramarán. -¿Algo? -Sí. Por ejemplo, que haya robos, o agresiones. Y que dentro de un tiempo se convoque otro referendum porque “este sistema no funciona”. -¿En serio? No creo que nadie sea tan hijo de puta. -Es la técnica estándar. -Joder, estáis puto enfermos. En serio.

Mikel y Amaia se fueron a descansar. Mikel le dijo que se iba a Usurbil a practicar con el arco. Amaia le acompañó. Terminaron pasando varios días allí, Mikel no quería volver. Sabía que según volviera todo el mundo le miraría.

Al tercer día, Amaia empezaba a estar cansada de estar allí. -Mikel, vámonos. -No, estoy bien aquí. Además, hacía tiempo que no entrenaba bien y en breve nos vamos a por aliens. -No nos vamos. Viene el invierno. -Pues me voy yo solo. -No te vas, viene el invierno. -Sí me voy. -No, no te vas. Tú mismo dijiste que hay que tener un campamento en condiciones antes de que llegue el invierno. Las hojas de los árboles ya están casi sin hoja, debe ser diciembre. -Pues me quedo aquí preparándome para la primavera. -¿Te tengo que agarrar de la oreja como a los niños pequeños? -Oye niñata, que aquí la que no sabía coger responsabilidades eras tú, eh... -Pues imagínate si te estás comportando como un niñato, que hasta yo te tengo que dar lecciones. Levanta el culo y vámonos, coño. -Bffff...

Cogieron las bicis y se dirigieron a Donosti. Entrando por la Concha se fueron acercando al Boulevard. Se veían algunas pequeñas hogueras encendidas, hacía frío. Según entraban al Boulevard, la gente se volvía y les señalaba. A Amaia no le importaba, pero a Mikel le superaba ese protagonismo. No dejaba de ser un electricista anónimo de pueblo, le conocía la gente a la que él conocía. Y nadie más. Mikel aceleró hasta el campamento grande donde estaría el capi. -¡El heroe! -Calla. -Joder, qué mal te ha sentado esto, chico. Ni que fuera algo malo. -Que te calles. -Déjalo tranquilo. A todos nos ha pasado alguna vez que una situación nos ha superado. Ya se acostumbrará. -dijo Julio, que apareció de la nada. -Ya estamos todos. -Hola Julio. -dijo Amaia.

Después de una breve conversación sin nada nuevo que decir, Julio sacó la linterna y dijo. -¿Sabéis qué? -¿Has descubierto como funciona? -Oh, no no no. Yo no soy físico ni ingeniero. -¿Entonces? -Oh, que ha llegado uno nuevo que sí lo es. Ingeniero electrónico para ser exactos. -¿eh? ¿Y ha descubierto algo? -Llegó ayer, dadle tiempo. Le he dicho que iríamos a verle. Y de camino deberíamos recoger a Ekhi. -¿Ekhi? -Sí, Mikel le conoce. -dijo Julio. -¿Yo? -Sí, te estuvo avasallando a preguntas sobre la katana y el arco. Muy majo. -Ah, ese. No sabía ni su nombre. -Un chico muy interesante. jijiji... -¿Y estás con uno de tus planes? Como intentes manipularme te reviento. -Oh, cierto. Eso también os lo quería decir. Iker y yo hemos elaborado una legislación básica. Digamos que hemos hecho la Ley de las XII Tablas para el nuevo mundo. -¿La qué de qué? -se quejó Mikel. -Oh, nada, nada. Hemos redactado una serie de leyes básicas. Tipo no matarás, o no romperás deliberadamente las herramientas de trabajo. Algo básico con lo que todo el mundo esté de acuerdo. Por supuesto, deberemos votarlo en referendum. -¿Y si alguna ley sale que no? -Ufff... no creo. Nos hemos preocupado mucho de que sean las típicas cosas con las que todo el mundo está de acuerdo. Lo dificil puede ser que acepten los castigos. -¿Castigos? -Sí, trabajos forzados, cárcel o incluso, expulsión. -Expulsión es pena de muerte. -dijo Amaia. -Ya, pues no mates a nadie, que quieres que te diga. -Y otra cosa. -dijo el capitán Grijalba. -Suéltalo. -Ya no somos militares. Hemos hecho una reunión entre nosotros y hemos decidido pasar a ser fuerzas civiles. -¿Eh? -Al final es lo mismo, pero si alguno de nosotros rompe alguna ley, será juzgado como cualquier otro. No habrá tribunales militares ni nada. Seremos más parecidos a policías que a militares. -¿Y eso no deberíamos decidirlo entre todos? -preguntó Mikel. – es lo que se dijo en el referendum anterior. -Oh, no. Es algo absolutamente interno. Simplemente dejamos atrás antiguas estructuras que ya no valen. -Tiene sentido. -dijo Amaia. -¿Sí? Dijimos que todo en asamblea. -Mikel: si por ejemplo tú decidieras que dejas de usar el arco y que te dedicas a la carpintería ¿habría que votarlo? -preguntó Amaia. -Visto así... -Pues ya está. No te pases de demócrata. -zanjó Amaia. -Ok, ok ¿Entonces como funcionaréis? -Oh, parecido a como funcionamos ahora. Ahora soy “jefe” en vez de “capitán” y la jerarquía será menos estricta. Por lo demás como hasta ahora, nos aseguraremos del bienestar de la gente, de que la ley se cumpla y mandaremos patrullas a ver si los robots se mueven y a buscar gente viva. -Ah, ok. -¿Nos vamos? -Vamos.

Amaia, Julio y Mikel fueron andando a buscar a Ekhi. Todo el mundo se apartaba de su camino, mirando a Mikel con admiración. Mikel estaba rojo de la vergüenza. De repente, apareció una adolescente y le dijo “¿Eres el heroe? ¡Gracias por matar aliens!” y le abrazó. Amaia se empezó a reir a carcajadas, pero entonces toda aquella distancia que ponía la gente se perdió. Todo el mundo quería hablar con el heroe, tocar al heroe, agradecérselo todo. Y empezaron a pedirle que siguiera matando, que salvara a la humanidad. Mikel se quería morir.

En estas apareció Dani con otro soldado y empezaron a apartar a la gente. El jefe Grijalba, viendo aquello, se acercó y pidió a la gente que se separara un poco. Por primera vez en su vida, los militares habían salvado a Mikel. La potente voz del jefe Grijalba explicó que, aunque Mikel había matado un montón de robots, era un hombre muy sencillo y que se agobiaba con estas muestras de cariño. Que agradecería que se le tratara como a uno más. Todo el asentamiento rompió en aplausos. Mikel se quería meter bajo tierra o algo ¿Es que todo lo que hiciera o dijera le convertía en más heroe todavía?

Siguieron andando y la gente le respetó bastante. Pero Mikel seguía sintiéndose muy incómodo. Odiaba sentirse distinto, que todos le miraran. Era demasiado, él era un tipo simple, un zopenco. Ni quería ni merecía todos esos halagos y esas mierdas. Encontraron a Ekhi y Julio fue a hablar con él. -Ekhi, vente con nosotros por favor. -dijo Julio. -¿Yo? Es un honor. -Sin honores ni hostias. -espetó Mikel. -Miiiiiiiiikel -le dijo Amaia. -Vaaale, vaaaale. Me callo. -Nos vamos a por el nuevo, el ingeniero electrónico. -dijo Julio. -Ah, vale. -dijo Ekhi.

Emprendieron otra vez el camino y Julio aprovechó para decirle a Ekhi que necesitaban su ayuda. -¿Mi ayuda? ¿Para qué? -Quiero que enseñes lo que sabes a Mikel y a Amaia. -Pero si ellos son los heroes. -No, no, el heroe aquí es Mikel. -Se rió Amaia. -Cabrona. -Le dijo Mikel. -Chicos, haya paz. Además, Ekhi lo ha dicho perfecto. Mikel empezó antes y por eso ha matado más aliens, pero en la segunda vaina Amaia fue igualmente importante ¿verdad? -Sí, es la heroína de aquí. Y ella todavía es joven. Todavía tiene tiempo de matar mucho antes de ser demasiado vieja. -dijo Mikel. -¿Por eso me estás ayudando a entrenar? ¿Para cuando tú ya no puedas? -Hombre, claro. -Imbecil. -¿Pero qué he hecho ahora? -No, nada. -Amaia estaba realmente cabreada.

Julio quiso explicarlo. -Mikel, Amaia no quiere ser tu relevo, quiere que seáis un equipo. Y tú todavía no lo has entendido, zopenco. -¿En serio? -¡PUES CLARO, IMBÉCIL! -gritó Amaia. -Perdona. -Mikel volvió a ponerse rojo. -Grmpgf... Te perdono, zopenco. -A lo que íbamos. Mikel y Amaia han matado mucho alien, pero les falta preparación específica. Y aquí Ekhi puede ayudar mucho. -explicó Julio. -¿Y eso? -Aquí donde le véis, este chico fue instructor de las fuerzas especiales. Además, es un verdadero fanático de las armas antiguas ¿me equivoco? -¿Pero como sabe eso Don Julio? -dijo Ekhi. -Oh, Gipuzkoa era muy pequeño. Y ahora más. jijiji... -¿Y qué puedo enseñar? Creo que se manejan muy bien. -No sé, pero podríais ir a tu casa y verlo ¿no? -¿También sabe eso Don Julio? -Sí, claro, jijiji... -se reía Julio. -¿El qué? -Luego os lo enseño, chicos.

Llegaron a donde les llevaba Julio. Allí había un hombre y otros tres niños. -Hola -dijo Julio. -Ah, hola. -dijo el hombre. -Hola, soy Mikel. Venimos a hablar contigo sobre la linterna. -Oh, no, no. No es él. Es su pareja. -dijo Julio. -¿Qué? Ah, perdona. Pensaba que... -Oh, no pasa nada. Ha ido hacia el club náutico, estaba agobiado. -¿Vosotros habéis sobrevivido bien? -preguntó Amaia asombrada de encontrarse con una familia completa. -Sí, bastante. Nos fuimos a Alkiza, un pueblecito al interior. Y allí no apareció nadie. Vivíamos tranquilamente con otras 5-6 familias. -¿Y por qué habéis venido? -Lo discutimos. Al final decidimos venir a ver qué tal vivís y decidir si nos quedamos o no. -¿Y qué os parece? -A mí me gusta. A Luis no tanto. Veremos. -¿Y por qué no le gusta? -Allí vivimos en casas, con chimenea y tal. Excepto por la falta de luz, se vive como vivíamos antes. Tenemos huerta, animales y no hemos pasado penurias. Aquí vemos que viene mucha gente sin nada y cuesta. -Ya, claro. Bueno, siempre podéis ayudar al más necesitado. Creo que ahora es lo único que importa. -Sí, sí, claro. Veremos qué hacemos.

De camino al club náutico, Amaia le dió un capón a Mikel. -¡ay! -Eso por homófobo. -¿Yo? -¿Dos hombres no pueden casarse y tener hijos o qué? -¡Pero si yo no he dicho nada de eso! -¡Pero se te ha notado! -¿Hay que explicártelo todo? La sorpresa ha sido por equivocarme de persona. Además, los 3 niños se parecían al padre. Así que son propios, no adoptados. -¡Muy bien sherlock! -dijo Julio. -¿Y tú sabes de qué va? Por supuesto que lo sabes, viejo chiflado. -dijo Mikel. -Oh, sí, pero no importa. Ahora son hijos de Luis y Jon. Y los niños son felices. -Estoy de acuerdo. Si los niños son felices, el resto no importa. -dijo Mikel.

Llegaron al club náutico y allí estaba Luis. Mirando al mar. Se acercaron y saludaron. -Hola Luis. Estos son Mikel y Amaia, ya te he hablado de ellos. -Hola. -Y este es Ekhi. -Hola.

Se pusieron a hablar, le enseñaron la linterna y le explicaron que habían probado con un generador eólico entre otras pruebas. -Esto es imposible. -Lo sé. -dijo Mikel -¿Eras electricista verdad? -Sí, ya ves. Nuestros trabajos ahora valen poquito. -Sí, supongo que sí. -¿Qué opinas? Supongo que tú tendrás más idea que yo. -No tengo ni idea. Por las pruebas que he hecho en Alkiza, entiendo que es algo así como un problema de aceleración, pero no me cuadra. -¿De aceleración? -Hice pruebas de echar al fuego distintos materiales. Aceite, alcohol, gasolina... Todo arde, pero no arde como antes. Arde como... Despacio. -¿QUÉ? -Sí, creo que lo que han hecho los aliens es evitar las explosiones. Por eso no funcionan las balas, ni los motores de combustión, ni todas esas cosas. -¿Y la electricidad? ¿Por qué no funciona un generador eólico o uno solar? Ahí no hay explosión. -No lo sé. Por eso digo que no me cuadra. -¿Y no puede ser que hayan capado también la velocidad de los electrones? Se supone que la electricidad son electrones y viajan a toda velocidad por los cables. Igual no permiten esa aceleración. -Mmm... podría ser, pero creo que no. Porque el electrón ya se mueve a esa velocidad dentro del propio átomo. O entre distintos átomos. Si hubieran conseguido eso, nos habríamos deshecho por perder nuestra integridad atómica. -¿Entonces? -No lo sé. Hace tiempo que decidí que había que abrir la mente y aplicar el método científico. -¿Eh? -dijo Mikel. -Básicamente: cuestiónalo todo, cree solo en las pruebas ya confirmadas y sigue el hilo, a ver a donde te lleva la realidad. -Ah, vale. O sea, que vas a hacer pruebas usando de base lo poco que sabes y a ver si sacas conclusiones. -Exacto. -Llevo toda la vida aplicando el “método científico” y sin saberlo. -dijo Mikel. -Eso es porque eres una persona inteligente. -dijo Luis. -No te equivoques, soy un zopenco. -Por lo que he oído de tí desde ayer, eso no es cierto.

Le dejaron la linterna a Luis y se despidieron. Julio dijo de también debía irse, así que Ekhi les guió a su casa. -Supongo que tendréis curiosidad. -dijo Ekhi. -Sí, un poco. -Mirad, yo vivía en Amara Berri. En una casa enorme. Cuando me divorcié decidí que usaría el dinero que gané a raíz del divorcio para los caprichos que nunca había podido darme. -¿Y qué caprichos eran? -Armas antiguas, de todo tipo. Mi casa es una especie de museo. -¿eh? -Arcos, espadas, lanzas... Ya lo veréis. -¿Ganaste dinero al divorciarte? -Sí, bueno, mi ex-marido era un hombre muy rico. -Mira Mikel, otro marica, insúltale o algo. No pierdas la oportunidad. -se rió Amaia. -¡Hijaputa! -gritó Mikel. -Ya he visto que no sois homófobos, ya. -Se rió Ekhi.

Llegaron a la casa. Era inmensa y con varios pasillos que se cruzaban. Allí había miles de armas, unas pocas de fuego, pero la mayoría no. Ekhi les preguntó como sobrevivían en el bosque, como cazaban, como mataban a los aliens, si había algún otro peligro... -¿Asesinos en el bosque? Eso lo cambia todo. -dijo Ekhi. -Solo hemos visto un grupo de 3. Me cargué a dos. -Pero el tercero huyó diciendo que vendría a por nosotros. -dijo Amaia. -Además, los cazadores que me enseñaron a sobrevivir en el bosque decían que había más grupos. -Vale. Entonces voy a hacer un pequeño resumen. -Adelante. -Avanzáis, o bien de noche o bien por dentro del bosque. En zonas frondosas, con zarzas y ramas. Pocas veces zonas abiertas. -Eso es. -Descansáis, o bien en casas abandonadas o bien dentro del bosque. Tampoco son zonas abiertas. -Eso es. -Cazáis con arco y flechas, pero siempre dentro del bosque o en claros que hay dentro del bosque. -No se puede cazar de noche. -Claro, claro. A los aliens los atacáis, o bien con arco y flechas desde una zona segura, o bien de noche. -Eso es. -Y llevas. Arco, flechas, katana, hacha y cuchillo de supervivencia. -Cuchillos. -¿Varios? -Sí, ahora llevo 3. Uno pequeño del ejército suizo, una multiusos de esas. Y luego dos de tipo Rambo. -Vale. El pequeño es un gran acierto, que lo sepas. Seguimos, problemas que tenéis. -¿Problemas? -Sí, cosas con las que no os apañáis. -Ah, yo no he tenido problemas hasta ahora. Amaia sí, no tiene fuerza para usar estos arcos. -Claro, es lógico. -dijo Ekhi- deberías usar uno de poleas. -¿De poleas? -Sí, espera que te traigo uno.

Ekhi le trajo un arco de poleas. A Mikel le gustó mucho también. -No Mikel, usa el que es sin poleas. -Pero este es mejor, tengo mejor puntería y más potencia de tiro. -Ya, pero este no es tan resistente y se tarda más en armar el tiro. Mejor que cada uno lleve un arco de un tipo. -Vale, vale. -Sigamos. Cada uno un hacha. Yo haría lo mismo, uno lleva un hacha más grande y otro más pequeña. No la uséis para combatir a menos que sea imprescindible. -Vale. -Cuchillos. Me parece bien llevar 3 cada uno. Yo llevaría un cuchillo de supervivencia, uno suizo, luego os enseño lo que tengo a ver si es mejor que lo que tenéis, y uno de trinchera. -¿De trinchera? -Sí, un cuchillo muy puntiagudo. Sirve sobre todo para peleas sucias, sin sitio. O para asesinar por la espalda. Yo lo cogería sin puño americano, tipo bayoneta pero más corto. Mirad, algo así. Os puede servir tanto para peleas por sorpresa con asesinos como para fundir robots.

Ekhi les enseñó unos cuchillos y les recomendó uno a cada uno. -Ahora pasemos a las espadas. -Ok. -Las espadas os sirven única y exclusivamente para pelear contra los asesinos. En principio en sitios cerrados y en pelea en grupo. -Aham. -Bien, en principio os recomiendo llevar dos cimitarras cada uno. Pero no sé. -¿No sabes? ¿Y eso? -Porque las cimitarras hay que llevarlas a la cintura, os molestarán al moveros. Además, pelear con dos cimitarras requiere mucho entrenamiento. -¿Algo tipo lo que usaba Drizzt Do'urden? -preguntó Amaia. -¿Quién, qué? -dijo Mikel. -Sí, algo así. Pero con un guardamanos de mayor tamaño. -dijo Ekhi. – Drizzt Do'urden es un personaje de unos libros de fantasía. -Los leía cuando vivía en la borda. Cuando pensaba que no tenía nada mejor que hacer. -Ah, ya me acuerdo ¿eso leías? Ni idea. No soy de leer. -dijo Mikel. -Bueno, a lo que íbamos. Que no me convence.Los podríais llevar a la espalda, en plan peliculero, pero os molestará con la mochila de monte. -¿entonces? -¿La katana era cómoda? -De llevar sí, pero casi nunca la saqué. -Ya, es que es demasiado grande. Una Wakizashi o una ninja-to mejor. Venid, venid.

Ekhi fue a una sección llena de armas japonesas. -Poneos de espaldas. Os voy a coger medidas.

Fue poniendo distintas espadas en la espalda de cada uno y rotando la hoja a ver en qué ángulo iba mejor. Al final se decidió por una hoja corta y recta para Amaia, y otra un poco más larga y más curvada para Mikel. -Creo que así no os molestarán en la espalda. Además, podréis sacar rápida y fácilmente las espadas de su vaina. -¿No llevamos dos? -No, no hay sitio. He pensado una cosa. Dejadme un rato y os hago un boceto de como llevaríais las armas con la mochila. Si os convence os hago las guardas en cuero. -Ok.

Ekhi les hizo un boceto. La espada iba cruzada en la espalda, saliendo el mango por el lado derecho. Al otro lado un carcaj cuadrado y estrecho, con capacidad para pocas flechas pero que se podía llevar con la mochila puesta. Para terminar el cuchillo de trinchera iba cruzado en la parte baja de la espalda, con el mango hacia la mano izquierda. -Así podéis pelear con dos manos. Tipo esgrima española. Sería muy adecuado en el bosque y contra los asesinos. -Me encanta, pero son pocas flechas. -El resto pueden ir en un carcaj normal enganchados a la mochila. O en una bolsa de mano, me dijiste que llevabas una ¿verdad? -Sí, está bien. Tienes razón. -dijo Mikel. -A mí también me gusta, pero yo no sé usar esas cosas. -dijo Amaia. -Esa es la segunda parte. Os voy a enseñar a pelear con espada.

Mikel y Amaia salieron de allí agradecidísimos. Quedaron 3 días después, era el tiempo que necesitaba para hacer las guardas. Les pidió que vinieran con mochilas cargadas para ver qué tal e ir modificando alguna cosa. Así lo hicieron.

Una vez terminados los ajustes de las guardas, empezaron con el entrenamiento. Primero de uso básico de wakizashi y ninja-to. Luego cogieron espadas de madera y pelearon contra Ekhi. Durante varias semanas se pasaron casi todo el día allí, intentando golpear a Ekhi. O al menos que se moviera. Ekhi les esperaba en posición de guardia y ni siquiera consiguieron que echara un pie atrás.

Una vez que tuvieron suficiente nivel, Ekhi les puso protecciones y se pusieron a pelear el uno contra la otra. Se dieron unos buenos golpes, pero aprendían mucho.

Para terminar, Mikel inventó un estilo de lucha que era mezcla entre lucha de katanas y esgrima española. No era un estilo elegante, pero era muy efectivo en distancias cortas y peleas rápidas. Les enseñó todo lo posible.

Un día en el que ya se acercaba la primavera, Mikel dijo que había que prepararse para salir. -Sí, además yo no puedo enseñaros mucho más. -Muchas gracias Ekhi. Estamos mucho mejor preparados que antes. Tanto mejor armados como mejor entrenados. -dijo Amaia. -Oh, no hay de qué. Si llego a saber que esta colección serviría para salvar a la humanidad, hubiera gastado más en espadas ¡jajaja! -Oye Ekhi, quiero que vengas con nosotros. -¿Yo? No podría. -¿Que no? Eres mejor que nosotros en todo. Lo que tienes que aprender de supervivencia te lo enseño en dos días. -dijo Mikel. -No, en serio, no puedo. -Por favor. No es que te necesitemos nosotros. La humanidad te necesita. -dijo Amaia, intentando obligarlo. -No, no, es que NO PUEDO.

Ekhi se dió la vuelta y se quitó la camiseta. Tenía una enorme cicatriz recorriéndole toda la columna vertebral. -¡HOSTIAS! ¿Y ESO? -No me gusta enseñarlo, pero no quiero que os vayáis pensando en que no quiero ayudar. -¿Qué te pasó? -preguntó Amaia. -Un accidente de moto. Casi me quedo parapléjico. Tengo ahí dentro un montón de chapas y tornillos. -¿Y secuelas? -Puedo andar normal, pero ni puedo correr, ni saltar ni hacer giros bruscos. Si hubiérais conseguido que diera un paso atrás en la lucha de espadas me hubiera caído al suelo. -Oh, joder. Lo siento. -dijo Amaia. -Bueno, ya no hay mucho que hacer. Por suerte todavía puedo enseñar a unos novatos. -Claro, así no podrías enseñar a las fuerzas especiales. -No, no podía.

Era la hora de prepararse. Mikel y Amaia se fueron a Usurbil, cogieron sus mochilas, sus bicicletas. Pusieron alforjas en las ruedas de las bicicletas para llevar más carga. En unos pocos días se iban a deshacerse de todas las vainas posibles. No sabían cuando iban a volver. No sabían si iban a volver.