La llegada 19

¿Qué es familia?

Mikel abrió los ojos. La luz le molestaba y no veía bien pero ahí estaba Amaia, a su lado con cara de alegría. Estaba más rellenita, se alegró.

¿Quién estaba a su lado? No lo veía bien, era una mujer. Sonreía mucho.

-¿Izaro? -¡MIKEL! ¡ESTÁS DESPIERTO! -No puede ser, estás muerta ¿estoy soñando? -¡No, no, no! ¡Mikel, maitia, mírame! ¡Soy Izaro, soy tu mujer!

Izaro le abrazó y ambos empezaron a llorar. Despues de muchísimo tiempo llorando abrió los ojos y vió que Amaia no estaba. Enseguida apareció, le acompañaban Txomin e Nerea, que estaban muy cambiados. Les acompañaban tres adolescentes y un niño de unos nueve o diez años, suponía que eran Uxue, Unai, Ainara y el pequeño Xabi.

Amaia se quedó en un discreto segundo plano, sonriendo. Uxue abrazó a su padre con amor pero de forma dubitativa, Xabi agarraba la mano de Nerea y no se acercaba. Luego vinieron Unai y Ainara, que le dieron un dulce beso en la mejilla y se alejaron. Para terminar Nerea y Txomin le dieron un gran abrazo y le dijeron “la familia está bien, todos estamos bien ahora que te vemos vivo”.

Llegó un médico y pidió a todo el mundo que se fuera un rato, que necesitaba comprobar como estaba. Todo el mundo se fue menos Amaia. -¿Eh? ¿Tú no te vas? -dijo Mikel, con los ojos llorosos. -Oh, no. Esto era una pequeña excusa. Necesitaba hablar contigo y sabía que si era por tí te pasarías el resto de tu vida mirando a tu familia con ojos llorosos. Nenaza. -¡Pero diles que vengan! -dijo Mikel. -No, espera. Mientras el doctor vé como estás, hablamos. Quiero contártelo yo, que luego seguramente nos veremos poco. -A ver, suéltalo. -Llegué aquí, hablé con Julio, Iker y el jefe Grijalba. Me pusieron al día de como van las cosas y les informé de lo que habíamos hecho. Entonces me dijeron que tu familia estaba aquí. -¿Qué pasó? -Que Iker, Julio y Grijalba están con los preparativos... jejejeje... ya sé que quieres saber qué pasó con tu familia. Pero me encanta verte así, tan vulnerable. Nenaza. -¡Pero dime! -Ok, ok. Fui a ver a Izaro, al principio no me reconoció porque estaba en los putos huesos. Hablé con ella y fui a ver al resto. -¿No conocías a Txomin e Nerea? -De vista, eran viejos para mí. -Ah, claro. Sigue. -Sí. Les expliqué donde estabas y lo que hacías. Que eres el puto superheroe de este cuento. Ya lo sabían y no les sorprendía. Me explicaron que, cuando vieron venir a los robots bajando por la pared salieron corriendo sin coger nada, que fueron a Zilbeti y que estuvieron unos pocos días allí escondidos. Que un día Nerea decidió volver a la cabaña y vió todo el rastro de pisadas de los robots, también vió que faltaba tu mochila de supervivencia y alguna cosilla más. Que sabían que estabas vivo y te buscaron durante días, pero no te encontraron. Al final tuvieron que seguir viviendo, esperaban que aparecieras por allí y como no lo hiciste pensaron que habías muerto. -¡Pero no debían volver! ¡Era muy peligroso! -Ya, eso les dije. Pero no lo sabían y no tenían otro sitio al que ir. -No se me había ni pasado por la cabeza que podían estar ahí. Hemos pasado tantas veces por al lado en estos años... -Ya, te pregunté una vez si querías ir a verlo ¿te acuerdas? -Sí. Y dije que no, porque solo servía para remover el dolor ¡Hubiera podido vivir con mi familia! -Ya, ya ¿sabes eso que me dices que no podemos culparnos por los errores pasados? Aplícate el cuento, majo. -Pero ¡ES MI FAMILIA! -No me grites, que no estoy acostumbrada. -Necesito salir de aquí. -No puedes. Estas deshidratado y malnutrido. -¿Y por qué no me ponen un gotero y me piro? -Porque han pasado muchos años y no quedan goteros. -Tómate este riquísimo brebaje con agua, sales, azúcares y miel. Te tienes que meter un par de litros al día. -¿Cuanto tiempo? -No sé, hasta que te recuperes. -Calculo que en tres o cuatro días estarás como para darte el alta, Mikel. -dijo el médico.– ahora me voy y hago pasar a tu familia ¿vale? -Sí, por favor. -dijo Mikel. -Ok. Yo me voy también. Estaré con Ekhi entrenando. -¿Entrenando? -Sí, en cuanto esté bien recuperada me voy hacia Cantabria. Ya sé que tú no vienes, pero las vainas no van a desaparecer solas. -¡No puedes ir sola! -Tú disfruta de tu familia, que ya has cumplido de sobra. Además, eres viejo. Tienes 43 años. -¿Tantos años han pasado desde que nos fuimos? -Sí. Yo acabo de cumplir 30. -Felicidades ¿cuando? -Hace dos días, cuando te encontramos tirado en la puta carretera. Puto suicida. -Hablaremos antes de que te vayas. Conseguiré que no te vayas. -No lo conseguirás, pero vale. Hablaremos.

La familia de Mikel volvió a entrar, se volvieron a abrazar, se dijeron miles de veces cuanto se habían echado de menos. Amaia se fue, feliz y triste a la vez. No se había sentido así de sola desde que murió su padre.

Al final los dos días de ingreso se convirtieron en cuatro. Al tener que beber el brebaje con suplementos naturales en vez de médicos, la hidratación se alargó más de lo deseable. Pasaron esos días hablando, contándose sus últimos años. Julio, Ekhi, Unai, Iker y el jefe Grijalba se pasaron varias veces, pero Mikel no tenía mucho tiempo para ellos.

Cuando le dieron de alta, Mikel se fue a vivir con su familia, empezaron la rutina y ahí se dió cuenta de que algo no iba bien. Miraba a su familia, 7 personas que se amoldaban al 100% entre ellas, que habían convivido prácticamente las 24 horas del día juntos durante los últimos 9 años. Y luego estaba él, que había sobrevivido solo o en compañía de Amaia. Que no sabía relacionarse con su mujer, sus hijos, sus mejores amigos y los hijos de estos. La época en la que consideraba a estas siete personas como su familia había quedado muy atrás. Tanto tiempo hacía que su propio hijo Xabi, de 10 años, no le conocía. La última vez que le vió gateaba y ahora le llegaba a la altura de la nariz.

Uxue tenía 17 años, se había convertido en una mujercita guapísima. Ella sí le recordaba, pero no le consideraba su padre. Realmente no lo era. Txomin había sido más padre para Uxue que él.

Unai y Ainara le miraban como a un extraño. Le conocían como “el padre de Uxue” y luego fue como un padre para ellos durante un año más o menos. Luego desapareció y lloraron su pérdida. Pero había pasado demasiado tiempo para dos adolescentes de 16 y 14 años.

Un día, Izaro le agarró la mano y le llevó a pasear. -¿Te acuerdas cuando éramos novios y te traía a la Zurriola a pasear? -Sí. -No te gustaba. -Estaba todo lleno de niños pijos repeinados intentando ligar. -Y a tí esas cosas no te gustaban, te gustaba la gente que iba de cara. -Siempre he sido así. -Todavía me acuerdo como ligaste conmigo. -¿Sí? Yo no. -Sí. Viniste y me dijiste “oye Izaro, que quería decirte una cosa. Que eres preciosa, hostias”. -¿Dije eso? -Yo ya estaba pillada por tí y no sabía como hacer para que un bruto como tú se fijara en mis insinuaciones. -Ni me daba cuenta de esas cosas. -No, ya lo sé. Te conozco, Mikel. -No sé si me sigues conociendo. Antes sí, me conocías mejor de lo que yo me conocía a mí mismo. -Por eso te he traído a pasear. Porque veo que estás fuera de lugar. -Tengo la sensación de estar viendo un teatro. Vosotros sois los actores, yo el espectador y a veces me pedís que interactúe. -Pero cuando lo haces queda artificial. -Exacto. -Lo sé. -¿Me sigues conociendo? -No... creo que no. Has cambiado mucho. Tanto en el físico como en lo mental. Eres más solitario, más callado, sueltas menos tacos y gritas menos. -¿Sí? No me he dado cuenta. -Y estás siempre atento, tenso. Como si siempre pensaras que algo nos va a atacar en cualquier momento. -Es la costumbre. -¿Los asesinos? -Sí. -¿Cuantos has matado? -Ciento cuarenta y tres -¿Te sabes el número exacto? -Son personas. -¿Y aliens? -Son robots, no aliens. No se mueren, los rompo. Pero he acabado con más de mil directamente y decenas de miles indirectamente. -¿Quieres decir matando a su jefe? Perdón, rompiendo. -Sí. Yo suelo decir que los fundo, porque les rompo la luz del morro. -¿Por donde disparan? -Eso es. -Estás aún más loco que antes. -Según Amaia, soy un suicida con mala suerte. -Por lo que me has contado de tus últimos años, es una buena descripción.

Se sentaron en Sagües. -Aquí nos parábamos a mirar. -Yo miraba el mar y tú la playa. -Realmente miraba a los surfistas con el neopreno bajado. -Viciosa. -Antes te gustaba, jiji... -Sí, creo que sí. Amaia siempre dice que... -De ella también quería hablarte. -¿Está bien? ¡Donde está! ¡Voy a ayudarla! -No, no, para. No le pasa nada. -¿Entonces? -¿Sois pareja? -¿Qué? ¡No! -¿Entonces? -Somos compañeros. -¿Nada más? No sería raro, sería normal. Pero quiero que seas sincero conmigo. -No, no, no. No somos nada sexual ni amoroso. No ese tipo de amor al menos. -¿”Ese tipo de amor”? Creo que debes explicarte un poco mejor. -Nos hemos salvado la vida mutuamente más veces de las que puedo recordar. Hemos sobrevivido a situaciones muy duras juntos, nos hemos curado heridas infectadas. He llegado a tener la sensación de que compartíamos cerebro. Ahora es parte de mí, la necesito para vivir. -Eso es amor. -Pero es otro tipo de amor. Como esos gemelos que viven toda la vida juntos y lo hacen todo juntos. Es ese tipo de amor. -¿Entonces?... -No, no nos hemos acostado. -¿Seguro? No me parecería mal. Y la chica siempre ha sido una preciosidad. -Seguro. Y no sigas por ahí, que me siento incómodo. -Con ese culito respingón... -¡CALLA! -¡Jajajaja! ¿Ves como sigues siendo el mismo? Te ponen incómodo el mismo tipo de cosas. -¿Tú crees? -Sí. Hablar de haber matado ciento treinta y tres personas... -Ciento cuarenta y tres. -Eso. Hablar de haber matado a ciento cuarenta y tres personas, sin problemas. Hablar que alguien tiene el culo bonito te supera. -¡Es que es distinto, joder! -Sí, por cosas como esas me enamoré de tí. -¿Y lo sigues estando? -Sí, lo estoy. Pero hemos cambiado mucho. Los dos. -Sí, supongo que sí. -No te niego que tú has cambiado más que yo. Eso es cierto, tanto en lo físico como en lo mental. Pero lo importante es que debemos volver a conocernos y a encajar los unos con los otros. -Ahora ya no hablas solo de tí. Mis hijos no me conocen. -Eso será lo más dificil, no te conocen lo sufiente y ahora les cuesta. -Su padre es Txomin. -¿Qué? ¡No! Su padre eres tú, pero él ha estado ahí más tiempo que tú. -Y ha ejercido de padre más que yo. Por cierto, lo habéis hecho increíble. -¡Gracias! Son buenos chicos, los 4. -Ya me he dado cuenta. -Eso sí, no voy a dejar que te los lleves a matar robots. -No lo pretendía. -¿No quieres que sigan los pasos de su padre? -Mejor electricistas, es un oficio de futuro. -Sí, jajajajajaja.

Decidieron volver. -Lo vamos a conseguir ¿vale? -¿Seguro? Sigo pensando que estoy fuera de lugar. -Ten paciencia, no lo fuerces. Poco a poco volveremos a las mismas dinámicas. -Eso espero. -Y quiero que traigas a Amaia a la familia. -¿Eh? -Sí, no es tu punto fuerte. Has dejado sola a Amaia. No tiene a nadie y tú te has alejado de ella. Está sola. -¡Jo-der! No lo había pensado. -Pues ahora vete a donde ella, pasa tiempo con ella también. E invítala a venir con nosotros. Con paciencia haremos que ella también sea familia. -Eres la mejor, siempre lo has sido y siempre lo serás.

Mikel le dió un beso y se fue a por Amaia. Izaro sonrió, pero era una sonrisa triste. Sabía que Mikel tenía razón. Ya no eran familia. Y no sabía si lo volverían a ser.

-Ni de coña -dijo Amaia. -¡Pero...! -Que no me voy a meter en tu familia. No me jodas. -¡Pero...! -A ver, Mikel. Que lo entiendo. No me quieres dejar sola. Que hemos pasado las de dios juntos y que somos super importantes el uno para el otro. Eso no lo has dicho pero sé que lo piensas. -¡Pero...! -Y yo pienso igual, pero no me voy a meter en tu familia. Tú has hecho tu trabajo. Has salvado miles de vidas, has abierto un camino hasta el puto delta del Ebro. Y me has enseñado a ser una ninja pija. -¡Pero...! -Eres de lo más elocuente ¿o sabías? Pero no, no voy a ir con tu familia. Ahora me toca a mí salvar vidas. En dos días me voy hacia Cantabria. -¡No! -No te he pedido opinión. Lo que sí tengo claro es que lo haré de otra forma. -Voy contigo. -Que no. Tú has terminado tu trabajo. Ahora tienes que volver a tu familia y seguir protegiéndolos. Te recuerdo que toda esta historia empezó porque querías proteger a tu familia. Ahora tienes la oportunidad de protegerlos. -¿Entonces? -Mira, te explico mi plan. Voy hacia Bizkaia, planto campamento y bajo lo justo hacia Burgos. -Eso ya está limpio. -Cierto. Pues a Cantabria. La cuestión es que no bajaré tanto como bajaba contigo. Solo quiero liberar los montes, que es donde puede haber gente viva. -Ok, así mucho más fácil. -Y cuando lleve unos meses y me sienta cansada, me vuelvo. Una vez aquí descanso unos días y me vuelvo a ir. Y así las veces que haga falta hasta Bayona. -¿Bayona? Eso está aquí al lado, en Francia. Y también está limpio. -La Bayona gallega, tonto. -¿Hay Bayona gallega? No tenía ni idea. -Al sur de Vigo. -Pero no puedes ir sola. -Me acompaña Dani. Ha estado entrenando. -¿Está preparado? -No, pero al principio no dejaré que se meta en líos. Ya se hará. -¿Y si no se hace? -Yo me hice y estaba menos preparada que él. -También es verdad. Entonces ¿no puedo hacer nada para convencerte? -No, no puedes. -¿Y no puedo ayudarte de alguna forma? -No, no puedes. Te toca disfrutar de tu vida. Te lo has ganado, heroe del pueblo. -¡Calla! -Te echaré de menos y estaré menos segura, pero me irá bien ¿vale? -No, no vale. Pero tampoco puedo evitarlo. -No, no puedes.

Mikel y Amaia se abrazaron un largo rato. Los dos días siguientes Mikel estuvo mucho tiempo con Amaia, no podía creer cuanto la echaba de menos ya. Y eso que no se había ido.

El día de la despedida Mikel lloró. -Quita llorica. -dijo Amaia entre lágrimas. -Has empezado tú, niñata.

Se volvieron a abrazar. Amaia y Dani partieron. Mikel se quedó mirando como las dos bicicletas se alejaban. Izaro le abrazó por detrás. Despues vino Txomin y le abrazó por un lado, Nerea le abrazó por el otro. Enseguida se unieron los cuatro hijos e hicieron un círculo para abrazarlos a todos. Mikel volvió a llorar.

Estaba en casa, estaba en familia.