La llegada 22

Lesiones

Tardaron tres días en volver. Mikel no podía hacer fuerza con una pierna porque le sangraba y los ex-esclavos estaban realmente malnutridos. Por suerte tenían ayuda, comida y conocían los lugares, por lo que podían parar a descansar en pueblos y aprovechar las camas de las casas.

Al llegar a destino, Mikel llevó a todos al hospital de campaña. Debido a la cantidad de gente que llegó, hubo una llamada a todo aquel con conocimientos de medicina para ayudar. Los médicos hicieron un triaje de todos los que llegaron y los clasificaron por gravedad y por tipos de soluciones. Los que necesitaban atención médica o no estaba claro lo que tenían, los pusieron en una sala a la espera de que los médicos terminaran los triajes. Los que tenían simplemente cortes o deshidratación, los pasaron con los que estaban aprendiendo o con el personal de enfermería. A Mikel lo atendió un médico. -Qué de gente ayudando. -dijo Mikel. -Sí, es lo bueno de este sistema. Hay mucha gente que viene a aprender cosas básicas de medicina y nos sirven para hacer curas o ayudar a hidratar. Alguno está aprendiendo mucho y terminará por convertirse en médico. -¿Ah sí? Qué suerte. -Bueno, así funciona. Aunque ya no tengamos facultades de medicina, tiene que haber médicos. Mira tu hija, se le da genial y muestra interés. -¿Mi hija Uxue está aquí? Pero si tiene solo diecisiete años. -Ya, lo de los dieciocho años para entrar en la carreta ya terminó. -Ah, claro, tiene todo el sentido del mundo. -dijo Mikel sintiéndose un mal padre por no saber ni lo que estaba aprendiendo su hija. -Tienes el brazo roto. Una rotura bastante limpia además. Lo demás está bien. Las heridas no están infectadas. Mantenlas limpias y terminarán siendo solo una cicatriz. -Una más. -Sí, vas servido. Oye Mikel ¿Te duele o puedes aguantar? A lo mejor Uxue podría ayudarme a escayolarte el brazo. -No, aguanto bien. Pero déjala, que tiene mucho curro. -No, si yo la dejo trabajar. El que va a tener que esperar eres tú. Seguro que a ella también le hace ilusión curarte. -Ah, vale, entonces sí.

Mikel esperó varias horas para ser atendido por su propia hija. Mientras esperaba vió a Amaia sentada y curando heridas. -Mira como sigue ayudando en todo lo posible, aunque ella seguramente se pasará coja el resto de su vida. -dijo Mikel entre dientes.-Tenía que haber ido con ella, ahora no estaría así ¡MIERDA! -¿Qué mascullas? -le dijo Uxue. -¡Ah, kaixo maitia! -¿Has avisado a ama de que has vuelto? Yo creo que no sales vivo de esta. -¿Eh? -Te has ido sin avisar. Está muy preocupada. -¿En serio? -Joder. De verdad se te ha olvidado vivir en familia ¿no? -Esa lengua, no digas palabrotas. -Pon el brazo, anda. Así practico a poner escayolas antes de que ama te mate. -¿Estará muy enfadada? Igual tenía que haberla avisado. -Es un mínimo, sí.

El médico que había atendido a Mikel se pasó a supervisar, pero no dijo nada y dejó hacer a Uxue. -No te ha corregido. -Ya. -Eso es que lo haces muy bien. -Supongo. Ya he puesto muchas escayolas. -¿Cuanto tiempo llevas haciendo esto? -Empecé justo después de llegar. Estábamos sanos y ví que, aunque sobraban médicos, no había nadie aprendiendo medicina. Pregunté y me ayudaron muchísimo desde el primer día. -Sí, así se planteó en el referendum. -Sí, nosotros todavía no habíamos llegado. Me gusta el sistema. -¿De verdad? -Sí. Y ya me han contado que fuiste el impulsor. Que diste un mitin increíble, que todo el mundo te aplaudió y tal y cual. -¿Yo hice eso? -Supongo que las historias van cambiando con el tiempo ¿no? -Sí, supongo. Un día de estos te cuento lo que pasó. Pero que sepas que me engañaron. -¿Te engañaron para que te convirtieras en el lider espiritual del pueblo? -Es nuestro Lenin, jijiji... -dijo Julio mientras se acercaba. -¿Lenin? ¿El comunista?– preguntó Mikel. -No sé quién es. -dijo Uxue. -¿No lo aprendiste en el instituto? Oh, no, claro. No fuiste al instituto. Jijiji... -dijo Julio. -Mira Uxue, este es el hombre que me engañó para que soltara el rollo en la tarima. -Hola Julio. -dijo Uxue. -¿Le conoces? -preguntó Mikel. -Sí claro. -Tenía curiosidad por conocer a tu familia. -dijo Julio.-Me caen bien. -No les líes, te lo advierto. -dijo Mikel. -Oh, no, no. Solo venía a ver como estás. Otro día hablamos de liarte. Ahora descansa.

Y se fue. Entonces apareció Izaro corriendo. Abrazó a Mikel llorando. -¡ESTÁS VIVO! -Está bien, ama. Solo un brazo roto. No le quedarán secuelas. -¡CAPULLO! -dijo Izaro y golpeó a Mikel en la pierna donde tenía la herida. -¡AY! -gritó Mikel por el dolor. -¡Y MÁS AY QUE VAS A DECIR COMO TE VUELVAS A ESCAPAR SIN AVISAR A LA FAMILIA!

En medio de la bronca, Mikel vió a Amaia riéndose a lo lejos. Sonrió. -¡PERO NO TE RÍAS CACHO CABRÓN, QUE HEMOS ESTADO MUY PREOCUPADOS! -Izaro, Izaro maitia. Déjame explicarte. -¡NI EXPLICARTE NI LECHES, QUE ME TIENES CONTENTA! -Izaro por favor. -¡QUÉ! -Me voy a ir. -¿QUÉ? ¡NO! -Escucha. -¡QUE NO! -Hay mucha gente en la cordillera cantábrica. Hay que salvarlos. -¡PUES QUE VAYA OTRO! -No pueden, nadie más está preparado. Solo Amaia podía y ahora está coja. -¡QUE NO! -Izaro, maitia. Lo siento de verdad. Pero hay gente viva que necesita nuestra ayuda. Y tengo que ayudarla. -¿¡PERO CUANTO TIEMPO!? -Posiblemente tardaré años. -¡QUE NO!

La discusión era interminable. Mikel había tomado la decisión y no se iba a echar atrás. Izaro no lo iba a aceptar nunca. Al final les echaron del hospital de campaña por la escandalera que estaban montando. Por supuesto, la discusión siguió en casa. -Izaro, Mikel tiene razón. -dijo Txomin. -Gracias Txomin. -dijo Mikel. -¡NI DE COÑA! ¡TE HEMOS PERDIDO DURANTE DEMASIADOS AÑOS, NO TE PUEDES VOLVER A IR! -A ver maitia. Tengo más de cuarenta años. Solo queda una oportunidad de salvar a esta gente. Con cincuenta años seguro que estaré retirado por pura y simple incapacidad. -¿Y? -Que hay personas vivas a las que debemos salvar. Ya somos varios miles de personas aquí. Iremos a la ribera navarra y plantaremos un campamento. Y luego hay que llegar hasta el delta del Ebro. -¿Y ESO QUÉ TIENE QUE VER? -Que vamos a abandonar Donosti. Hay que salvar a la gente antes de que eso pase. Y antes de que yo sea demasiado viejo. Si no, todos ellos morirán. -¡PUES QUE LO HAGA OTRO! -¿Y quién lo va a hacer? No hay nadie preparado. -Yo lo haré. -dijo Ainara. -Posiblemente, dentro de unos años. Pero hasta entonces mucha de esta gente morirá. No podemos permitirlo. -¡Pero tú eres... tú eres...! -Ya lo sé Izaro. Ya lo sé. Pero tienes mucha familia aquí. Debes seguir. Y yo volveré. -¿Y si no vuelves? -Lo haré. -No lo sabes. Tú mismo me dijiste que eras un suicida con mala suerte. -Esa frase es mía. -dijo Amaia cortando la conversación.-Mikel tiene razón. Yo ya no sirvo para nada y no hay nadie más preparado. Dani tiene buena voluntad pero no es capaz. Y no lo va a estar. -¿Y yo? -dijo Ainara. -A tí te entrenaremos Ekhi y yo. En unos años estarás preparada, pero aún no lo estás. -dijo Amaia. -Yo también creo que debe irse. -dijo Nerea. -Y yo. -dijo Unai. -¡No, pero... NO! -dijo Izaro. -Lo siento maitia, es lo lógico. Hay vidas que salvar. -¿Cuanta gente quedará en el mundo? -dijo Txomin, dando por terminada la discusión. -No lo sé. Unos pocos millones, si hay suerte. -dijo Nerea reafirmando. -Éramos más de siete mil millones. -dijo Txomin. -¿Queda uno de cada mil? uffff... qué duro. -dijo Nerea. -No tenemos ni idea. Lo que sabemos es que si no salvamos a los del cantábrico, muchos morirán. -zanjó Mikel. -No te vayas Mikel, por favor. No puedo perderte otra vez. -suplicó Izaro. -Piensa que me voy de viaje de negocios. Como cuando me fui a Argelia a poner placas solares ¿te acuerdas? Me pasé semanas fuera con Uxue recién nacida. -Sí, Uxue casi sale volando por la ventana. -dijo Izaro. -¡AMA! -gritó Uxue. -¡JAJAJAJAJA! Es una sensación que hemos tenido todos los padres, por suerte no lo hacemos. -le dijo Nerea a Uxue. -¡OYE! -dijeron Ainara y Unai. -¡JAJAJAJAJA! -Mikel se reía. Estaba triste por abandonar a su familia, pero feliz al ver que cada vez estaba más integrado en ella. Poco a poco.

Unos días después, Mikel fue a ver a Julio. -Oye. -¡Hombre, el heroe lisiado! jijiji... -dijo Julio. -El otro día viniste a verme al hospital. -Sí. -¿Por qué? -Una visita de cortesía. -No me lo creo. -En serio. -Que no me lo creo. -Vale, vale. No eres tan zopenco como crees ¿sabes? -Menos coba. -Tenemos un nuevo referendum. -¿Ah sí? -Sí. -Y me necesitas para conseguir tus objetivos. -No, no. No es eso. El referndum es para decidir como hacer el paso a la ribera navarra. -¿Eh? -Muchos no se quieren ir. -Es lógico. -Sí, pero aquí tenemos escasez de comida, de sitio... Cuanta más gente viene, más problemas. -Ya. -Mi idea es crear un grupo polivalente para preparar el terreno. Limpiar maleza, preparar viviendas, acondicionar tierra de cultivo, capturar animales... -Es un buen plan. -Y luego ir enviando grupos poco a poco. Ir ampliando tierras de labranza, etc. -¿Y yo qué pinto aquí? -Me encantaría mandarte, eres el mejor de los “polivalentes”. Pero ya sé que te vas de turismo. -¿Ya lo sabes? -Lo sé todo, querido. -¿Entonces? -Necesito que me apoyes. -¿Hay otro plan? -Hay una serie de personas que prefieren que todo el mundo se quede aquí. -¿Tu idea es vaciar Donosti? -Sí. -Oye ¿Y mantener ambos sitios activos? Y que ambos pueblos colaboren. -Ya lo he pensado, pero me da miedo que se generen tensiones entre pueblos. -Bueno. Ese es tu trabajo ¿no? -¿Me estás insinuando que prepare un sistema de comercio justo entre dos pueblos? -No, te estoy diciendo que prepares un sistema de comercio justo sin dinero entre dos pueblos y que pueda crecer a más pueblos. -¿A más pueblos? Esto se pone interesante, jijiji... -La cordillera cantábrica tiene montes más bajos y más zonas llanas para vivir en la situación actual. -Es decir, que crees que encontrarás a más gente viva que en el pirineo. -Sí, eso creo. Y cuanto más grande es un pueblo, más dificil es controlarlo. Mi idea es que los pueblos sean siempre pequeños. -Mmm... déjame pensar sobre ello. Si tenemos muchos pueblos pequeños con comercio justo, cada pueblo debería tener lo más básico cubierto y apoyarse en otros para otras mejoras. Y tener un excedente por si algún pueblo hermano sufre algún problema. -Eehhh... ¿sí? -a Mikel ya se le escapaba la idea. -Tenemos radios de corto alcance, podríamos comunicarnos con soltura entre pueblos. Mmm... un sistema parecido al telégrafo, con saltos intermedios. -¿Eh? -Calla, estoy pensando. Si es el Ebro, podríamos navegarlo para transportar mercancias pesadas, aunque habría que investigar el tipo de barcos que necesitaríamos. El Ebro no es el Guadalquivir. –... -Y subir por los afluentes hacia el pirineo para tener acceso a otros bienes o para el pastoreo. -Eh... -Y podríamos incluso rotar a personas entre distintos pueblos, evitando la endogamia y fomentando la hermandad entre pueblos. Una especie de mini-erasmus. -¿Así piensas? -Así en frío. Si me das tiempo me hago un mapa completo de como debería funcionar el mundo. -Jo-der. -Tengo mucho que pensar, me voy ¡IKER! ¿donde estás? -dijo Julio mientras se alejaba en busca de Iker. -¿Y el referendum? -Ya no te necesito. Todo el mundo estará de acuerdo.

Pasaban los días y Mikel mejoraba del brazo. Ya ni se acordaba de las heridas. Izaro iba aceptando que Mikel iba a partir otra vez y los niños cada vez le entendían mejor. Pero Amaia no mejoraba. Hacía rehabilitación, descanso y lo que hiciera falta. No mejoraba nada. Eso significaba que los tendones estaban rotos.

El referendum fue como la seda. Ya que Julio había preparado el terreno. Dió la sensación de que Julio había perdido el referendum y que cada uno haría lo que quisiera. Solo Iker y Mikel sabían que eso era exactamente lo que Julio quería. Mikel se fijo en que no había ningún colaborador de Borja. Preguntó y le dijeron que se fueron todos juntos al destierro. Creían que andaban por Álava, pero tampoco lo sabían a ciencia cierta.

Llegó el invierno. Mikel ya estaba curado y se puso a entrenar fuerte para llegar bien a la primavera. En primavera partía. Empezó a ir con unos leñadores a cortar árboles para coger fuerza, por mucho que la entrenadora personal le dijera que no lo hiciera. Quería entrenar mientras era útil para la comunidad. Cuando no estaba cortando árboles, estaba entrenando con Ainara o pasando el tiempo con la familia. Uxue le enseñó cosas de medicina que le podían venir bien.

Llegó la primavera. Estaba preparado. -Suerte Mikel. Más te vale volver. -le dijo Amaia. -Volveré. -Como no vuelvas voy a buscarte con muletas y te traigo a rastras. -Ya te gustaría. -Pues sí. Me curaré y la próxima vez vamos juntos ¿vale? -Amaia... -¡ME CURARÉ! -Vale, vale...

Fue a ver a la familia. -¿No quieres recapacitar? -dijo Izaro. -Al menos haz como hacía Amaia, ir y volver cada poco tiempo. -dijo Txomin. -No, no puedo. Tengo que limpiar todo y salvar a mucha gente. Tengo prisa. -Pero es la última vez que vas. -dijo Izaro. -Sí, la última. No creo que mi cuerpo aguante otra más. -Aunque aguante. -cortó Uxue.– agur aita. -¿Me has llamado aita? -dijo Mikel con una sonrisa. -Eres mi padre ¿no? ¿O tenéis algo que contarme? -¡JAJAJAJAJA! No, no. Seguro que soy tu aita.

Se dieron un gran abrazo en familia. Xabi se unió el último. Seguía sin reconocerlo como su padre. -Cuando vuelva me pasaré más tiempo con todos. Sobre todo contigo, Xabi. –...sí, claro. -dijo Xabi. No le gustaba mucho la idea.

Cogió la bicicleta y partió en busca de supervivientes mientras él mismo se volvía a convertir en un superviviente.