La llegada 23

Superviviente sorpresa

El primer día llegó al campamento esclavista. Se acercó con sigilo. Allí no vivía nadie. Vió los cadáveres o lo que quedaba de ellos. Decidió dormir allí y comer de lo que había allí. Por suerte tenían reservas. Al día siguiente empezaba el viaje de verdad.

Al amanecer cogió la bicicleta y se acercó a Santander. Todo limpio. Se metió en la ciudad por si quedaban supervivientes. Se encontró a unas cuantas familias que se habían puesto a sembrar en la zona del palacio de la Magdalena. Les explicó que había esclavistas, asesinos y demás y les convenció de ir a Donosti.

De ahí fue a Cabárceno con miedo. Allí podía haber animales peligrosos. Se acercó y vió a varios animales muertos. La mayoría no habían podido salir y, al no tener alimento, habían muerto. Allí no había gente. Fue hacia el sur. Sabía que hasta Burgos estaba limpio, debía ir más hacia el Este. Se dirigió a Villadiego, era lo lógico.

“Este-sur-este-norte, eso es lo que debes hacer, Mikel” se repetía mentalmente. La idea no era tanto acabar con las vainas como encontrar supervivientes, pero si encontraba alguna la iba a fundir. Eso estaba claro. Allí estaban, cuatro enormes vainas esperando a que las reventara. Aquella misma noche se acercó a la primera. Tenía luz roja pero había una pequeña casa justo fuera de la zona roja. Fundió robots, se metió en la casita y esperó al amanecer. En cuanto el robot gigante asomó, lo reventó de un flechazo. Esperó media hora y se fue de allí.

A la noche siguiente se fue a acercar a la segunda y se dió cuenta de que había dos muy cerca. Y sin luz roja. Un chollo. Se metió dentro de la vaina, fundió al robot gigante y se fue a por la otra. Así sí que se avanzaba rápido.

La tercera noche fue igual de fácil. No había luz roja, así que entró y fundió al robot. Subió a la zona montañosa.

“Si sigo a este ritmo, en unos pocos meses me cepillo la cordillera entera”. Se dijo a sí mismo. Aún así, no debía bajar la guardia. Bajar la guardia era estar a punto de morir, ya lo había comprobado demasiadas veces.

Subió por Aguilar de Campoo. Encontró otro asentamiento en Reinosa, pero era raro. Iban todos vestidos igual. Se acercó despacio a ver qué pasaba allí. Había silencio, demasiado silencio.

A mediodía un hombre con una túnica llamó a todo el mundo. Se pusieron a cantar una especie de rezos. -¿Pero qué...? -pensó Mikel.

Esperó y escuchó. Los rezos incluían frases como “salvadnos del mal humano, dioses venidos del cielo” o “los dioses sin brazos nos conducirán al paraíso”. ¡Era una secta que adoraba a los robots!

Aún así, debía bajar y hablar con ellos. Así lo hizo cuando acabaron el rezo. -Hola.

Todos le miraron, nadie le respondió. -¿Hola?

Nada. -Holaaaa

El hombre de la túnica se acercó. -Hola hermano ¿vienes a unirte? -¿Qué es esto? -Estás en la hermandad del dios redentor. Aquí adoramos a los auténticos dioses, que son los que vinieron del cielo a poner paz y amor en el mundo. -Han asesinado a la mayoría de la población mundial. -El mundo estaba en guerra, había hambre y enfermedades. Han venido a salvarnos de todo eso. Debemos rezarles para llegar al paraíso. -A la mierda. -Hermano, déjame decirte que...-dijo el de la túnica agarrándole del brazo. -¡SUÉLTAME! -Hermano, la violencia no es el camino. -Vale, vamos a hacer una cosa. Déjame subir ahí arriba. Al púlpito ese. Suelto mi monserga y me piro. -No puedo dejarte hacer eso hermano, es un lugar sagrado. -Pero has dicho que la violencia es mala ¿no? -Sí, pero... ¿donde vas?

Mikel se dirigió al púlpito. Como ya se suponía, aparecieron varios pacíficos hermanos armados con cuchillos y espadas cortas que le invitaron amablemente a alejarse. Así lo hizo. Salió corriendo hacia un pequeño montículo que había en un lateral y se puso a gritar. -¡GENTE! ¡HE MATADO DECENAS DE MILES DE ALIENS DE ESOS ASQUEROSOS! ¡PARA SER DIOSES CAEN COMO PUTAS MOSCAS SI LES PINCHAS EN LA LUZ DEL MORRO! ¡ESTA RELIGIÓN ES UNA FARSA, SI QUERÉIS VIVIR EN PAZ ID A DONOSTI! ¡ALLÍ TENEMOS SANIDAD, EDUCACIÓN, MANTAS Y HASTA POLICÍAS ARMADOS QUE OS PROTEGERÁN! ¡ALEJAOS DE ESTE CULTO TAN PELIGROSO!

Los pacíficos hermanos armados le empezaron a perseguir, pero Mikel era más rápido. Se alejó rápidamente y se escondió en el bosque. Se quedó cerca para espiar.

Tal y como esperaba, el de la túnica se fue al púlpito y soltó un precioso speech sobre las mentiras y que Mikel era un enviado del demonio. Se acercó por otro lado a ver si oía hablar a alguien. No hablaban, pero notaba el miedo en sus caras. Al anochecer se acercó a un pequeño grupo que estaba en una esquina, trabajando la tierra. Y, escondido, les habló. -Si queréis huir os puedo proteger. Aunque luego tendréis que ir solos hasta Donosti.

Varios de ellos salieron corriendo hacia donde sonó la voz. Otros se quedaron quietos, pero uno dió la voz de alarma. Enseguida aparecieron los hermanos armados. Mikel ya no quería jugar más. “En la oscuridad y con antorchas, parecen nuevos”. Disparó una flecha, otra y una tercera. Los otros seguían viniendo ¿estaban tontos o qué? Una cuarta flecha. Demasiado cerca “todos conmigo y en silencio” les dijo y los alejó hacia un lado. “Detrás de ese montículo, yo me alejo y me encargo”. Mikel desapareció en las sombras.

Se movía y disparaba. Así acabó con otros tres. Los que quedaban vivos no reaccionaban. “¿Pero qué?”. Bueno, daba igual. Estaba gastando muchas flechas, así que guardó el arco y sacó el cuchillo.

Se acercó por detrás y se quedó quieto esperando el momento. Se levantó y cortó un cuello. Se alejó a la oscuridad, se movió a otro sitio y fue a por otro.

Siguió hasta que todos los monjes armados cayeron. Entonces se levantó y salió al poblado. -¿QUEDA ALGUIEN QUE ME QUIERA ENFRENTAR? -gritó.-ME HE CEPILLADO A TODOS VUESTROS PACÍFICOS PROTECTORES. -¡Los dioses mandan que acabemos con ese demonio, hermanos míos. No tengáis piedad! -oyó decir al de la túnica. Tres hombres se acercaron sin mucha convicción, pero todo el resto se quedó quieto o se alejó a los bosques.

Mikel cogió la Wakizashi pero la mantuvo en su vaina, no necesitaba matar a estos pobres. Además, iban desarmados. Les golpeó en la cabeza y todos cayeron rápidamente. Se acercó al de la túnica. -Ríndete. -¡Por el amor de los dioses! -Tú estás zumbado, SON PUTOS ALIENS QUE HAN VENIDO A MATARNOS! -le gritó. -¡Debemos rezar! -A la mierda, te rajo. -¡No! ¡Perdóname! -Dime una cosa ¿quién inventó este culto? -¡Yo, fui yo! -Ok, súbete al púlpito y dí de qué va esto.

El de la túnica se subió al púlpito. -Antes de hablar quítate esa túnica, anda. -le dijo Mikel.

Se quitó la túnica y se puso a hablar. -LO SIENTO. TODO ESTO FUE IDEA MÍA. YO ERA EL LIDER DE UN GRUPO DE TESTIGOS DE JEHOVÁ Y SE FUE TODO AL CARAJO CON EL ATERRIZAJE DE LOS ALIENS, ASÍ QUE DECIDÍ APLICAR LO QUE SABÍA PARA SOMETER A LOS CRÉDULOS. Y ESTOS, CON ARMAS, SE ENCARGARÍAN DE SOMETER A LA GENTE QUE SE ACERCARA. -¡ES DECIR, QUE ESTA RELIGIÓN ERA MENTIRA Y QUE SE HA APROVECHADO DE VOSOTROS! -dijo Mikel. -¡OS PIDO PERDÓN! -¡A VER, LOS QUE QUIERAN VIVIR EN COMUNIDAD Y AYUDAR AL PRÓJIMO SIN RELIGIONES NI MIERDAS, QUE SE DIRIJAN A DONOSTI! ¡RECOMIENDO IR A ALGUNA GRAN SUPERFICIE DE DEPORTES A POR UNA BICICLETA PARA PODER TARDAR MENOS! ¡Y LLEVAD PROVISIONES, QUE TARDARÉIS EN LLEGAR!

La gente se acercó a Mikel a agradecerle lo que había hecho. Resultaba que, aparte de unos pocos convencidos, había muchos que; o bien estaban alló por supervivencia, o bien porque no les dejaban salir.

Mikel les explicó a todos como funcionaban las cosas allí. Y pidió que, los que fueran, advirtieran a Grijalba y demás del hombre de la túnica. Debía ser juzgado. Después de que Mikel le explicara que no existían las penas de muerte o castigos corporales, el hombre de la túnica aceptó ir y enfrentarse al juicio.

Mikel se alejó y se fue a dormir. Aún no se fiaba de esa gente. A la mañana siguiente siguió el camino. En Torrelavega encontró otro campamento grande. Se acercó despacio. Nada de esclavos, nada de sectas... Buena pinta. Entró. -Hola. -¡Alguien vivo! ¡Jefe! -Ah, vale. Tenéis jefe. -Sí, sí.

Se acercó un hombre grande. -Hola. Soy Manuel. El jefe de este poblado. -Hola, Mikel. -¿Necesitas nuestra ayuda? -Oh, no. He venido por si necesitáis la mía. -¿En serio? -Sí. -Pues no necesitamos nada, gracias. Vivimos muy bien. -Ya veo, ya. Oye ¿Por qué eres el jefe aquí? -Oh, porque soy el maś fuerte. -Ah, vale. Gran argumento. -¿Me estás retando? Te advierto que una vez vencí a un alien. -Qué interesante. -¿Me estás vacilando? -No, a ver, tranquilízate. Solo he venido a ver si os va bien. Que sepas que hay grupos de asesinos armados por ahí. También me he encontrado con una secta... -Ah, sí, los de reinosa. No son peligrosos. -Ya, pues me han atacado. Pero bueno, ya no hay secta. -¿Te has cargado a la secta? -Solo a los que me han atacado. A lo que iba. Que también hay esclavistas. -Ya ¿y? -¿Estáis preparados si os atacan? -¡Pues claro! ¡Yo los venceré a todos! -¿Vas bien armado? Porque los asesinos van muy bien armados y viajan en grupo. -¡Que vengan! -Vale, tú eres imbecil ¿ALGUIEN QUE TENGA CEREBRO POR AQUÍ?

Manuel se enfadó e intentó golpear a Mikel. Mikel esquivó fácilmente el golpe, le agarró del brazo y tumbó a Manuel. Sacó un kunai y lo colocó sobre su cuello. -Como te iba diciendo, si os atacan estáis muertos. -¡Hijo de puta! -Eh, eh, que te he vencido ¿Ahora yo soy el jefe de aquí o como va esto?

Una mujer se acercó. -Técnicamente sí. Manuel impuso la ley del más fuerte y así elegimos al gobernante. -Vale, yupi. Soy el jefe ¿Te suelto ya o vas a volver a atarcarme, Manu? -Vale, vale...

Manuel se alejó como un perro herido. Estaba muy enfadado. -A ver, que se acerque todo el mundo por favor. -dijo Mikel.

-Os voy a explicar de qué va esto. Tenemos un gran campamento en Donosti. Médicos, agricultores, artesanos... De todo lo que necesitaría una ciudad antes de la revolución industrial. Funcionamos sin jefes, las reglas básicas se van votando en referendum y todo lo que hay es de todos. Tenemos también antiguos militares convertidos en policías. Ellos están preparados para evitar asaltos de asesinos si los hubiera. Os recomiendo ir allí a vivir. Yo ahora sigo camino, tengo que llegar hasta Finisterre. -¿Te vas? -le preguntó la mujer. -Sí, sigo camino. -Pero eres el jefe. -Oh, bien. Pues deshago la regla del jefe anterior. Ya no hay ley del más fuerte. Aquí reina la anarquía y que cada uno haga lo que quiera. -¿En serio? -A ver, anarquía tampoco. Llamémoslo comunidad. Yo os recomiendo iros. Si decidís no hacerlo, sentaos a hablar y decidid entre todos como queréis vivir. -¿Entonces no eres nuestro jefe? -Si queréis un jefe, quedaos con Manu. Parece que las cosas van bastante bien aquí. -¿Conmigo? -dijo Manuel sorprendido. -Sí. Aparte de un poco bocazas, pareces un buen jefe. No veo a nadie desnutrido, tenéis viviendas decentes, ropa... Tiene buena pinta.

Manuel se tranquilizó, se sentaron y hablaron entre todos. Decidieron prepararse e irse a finales de verano. Mikel estaba contento con la decisión, aunque no añadió nada a lo dicho al principio. Cenaron todos juntos y Mikel se quedó a dormir. Por la mañana le invitaron a desayunar y Mikel se fue.

“Son buenos chicos, espero que lleguen bien a Donosti”. Se dijo y partió hacia Comillas por la costa. De allí empezaría a bajar, a ver qué se encontraba.

De repente, oyó una voz. “Eres un sobrado ¿Lo sabías?”

Mikel saltó de la bicicleta, cogió el arco y una flecha y se parapetó rápidamente. -¿Quién anda ahí? -Oohh... ¿ahora te pones tenso? -¿Quién eres? Muéstrate. -¿No sabes donde estoy? jajajaja, novato...

La voz sonaba por el Este, pero no podía estar seguro. Miraba, observaba movimientos, ruidos, algo. No había nada que diera pistas de donde estaba ¿era peligroso? ¿estaba armado? ¿Le había estado vigilando? Y si era así... ¿desde cuando? -Muéstrate. -¿No me quieres buscar? Prometo no matarte. -Muéstrate. -Vaaale, vaaale. Qué nervios, chico. Contra Manu estabas más tranquilo.

¡Estaba ahí el día anterior! ¿Era parte del pueblo? ¿Le había seguido desde allí? Imposible, se habría dado cuenta de que le seguían.

De repente, vió a una persona pequeña caer de un árbol cercano ¡Pero si ahí había mirado un montón y no se movía ni una rama! Imposible. -Ya me he mostrado. Mira, no llevo armas a distancia. Puedes venir. -¿Estás solo? -dijo Mikel mientras miraba alrededor ¿se había vuelto confiado? No podía ser. -Tranquilo novato, si quieres te llevo de la manita a buscar a tu mamá. -¿Estás solo? -aquella persona quería enfadar a Mikel, estaba claro. No podía bajar la guardia. -jejejeje... sí, sí. Estoy sola ¿Si me acerco me disparas? -Solo si pienso que eres peligroso. -Oh, soy peligrosa, pero no para tí. Por lo que he visto no eres mala gente, solo un poco novato y descuidado. Me acerco, pero no me dispares ¿vale?

Mikel esperaba, con la flecha cargada pero sin apuntar. Aquella sombra se empezó a acercar, vestida de negro, con la cabeza tapada... ¡Llevaba un arma colgada en la espalda! Inmediatamente Mikel apuntó. -¡Suelta el arma! -Ni de coña, novato. -¡SUELTA-EL-ARMA! -Que no. Yo no suelto mis armas. -¡O sueltas el arma o disparo! -Tú mismo.

Mikel decidió hacer un disparo de advertencia, la flecha pasaría muy cerca de su cabeza y daría en el árbol del que había bajado.

Justo antes de disparar vió como aquella persona se ponía tensa, bajaba el centro de gravedad, Mikel disparó. La persona se apartó de un salto. La flecha se clavó en el árbol. -¿Un disparo de advertencia? Me decepcionas. -Suelta el arma. El próximo disparo no será de advertencia. -dijo Mikel, dándose cuenta de que hubiera esquivado la flecha. -Dale. -No quiero matarte. Quiero que sueltes el arma. -A ver, novato ¿No te has dado cuenta de que hubiera esquivado la flecha? ¿TAN novato eres?

Mikel sentía que esa persona que tenía delante la podía matar en un instante. Nunca había sentido esa sensación ¿qué hacer? Estaba bloqueado. -¡Mira, el novato no sabe qué hacer! ¿Quieres que te lo diga yo? -Habla, pero no te acerques. -Te has dado cuenta de que, hagas lo que hagas, podré contigo. –... -Ese silencio dice tanto... Me encanta. Bueno, sigo. Y ahora deberías salir corriendo, pero supones que podría haber más gente. –... -Bueno, pues solo te queda una opción. Confiar en mí. Me acercaré y hablaremos. Si no soy de fiar, mueres.

Realmente no había otra opción. Si no se fiaba, estaba muerto. Si se fiaba, tenía una posibilidad. -Está bien, bajo el arco. Pero te quedas a una distancia prudencial. -¿que te permita sacar la Wakizashi? Muy lenta. Con una ninja-to como esta tendrías una oportunidad. -dijo señalándose el arma. -Por si acaso.

La persona se acercó, se quitó la capucha y se bajó la máscara que le cubría la cara. -Me llamo María. -Mikel. -Lo sé. -¿Eh? -Llevo días vigilandote. -No me había dado cuenta. -Lo sé ¿Vienes y nos sentamos? -Mantén la distancia. -Déjate de hostias y ven.

María le dió la espalda a Mikel y se desvió el camino. -Podrías aprovechar ahora para atacarme. -No quiero atacarte, solo quiero que no me ataques. -Lo sé, yo sí me fío de tí. -Si llevas días espiándome sabes a lo que te atienes. -A un novato que va de justiciero, sí. -No soy ningún novato. Llevo años sobreviviendo. -Ya, pues no me has detectado hasta ahora. Y tienes una técnica de combate mano a mano más bien floja, perdona que te lo diga. -Era cinturón negro de Judo. -Oh, qué miedo.

¿Quién coño era esta chica? ¿Como podía haberle seguido durante días sin que él se diera cuenta? ¡Le había seguido incluso yendo él en bicicleta, maldita sea! Mikel se fijó en como andaba, sin pisar nada que pudiera hacer ruido... ¿Y ese calzado? ¿Eran zapatos de ninja? -¿Te estás fijando en mis andares o en mis Tabi? -¿Tabi? -Las botas. -Ah. -¿Me estabas mirando el culo? Eres un cochino. -No, eh, yo, no... -¡jajajaja! Novato y vergonzoso. Me caes bien Mikel.

María se sentó en una roca y ofreció otra como asiento a Mikel. -¿Está suficientemente lejos? -¿Qué? -La piedra. -Ah.

Mikel se sentó. Tenso. -Vas muy bien armado, Mikel. -¿Quién eres? -María, ya te lo he dicho. -Ya ¿Qué quieres? -Tenía curiosidad. -Explícate. -¿No te vas a relajar? -Acabas de esquivar una flecha. -Ah, claro, claro. -¿Como coño haces eso? -Entrenamiento. -¿Puedes explicarte un poco? -A ver, tranquilo. Si quisiera matarte ya estarías muerto. Si quisiera desarmarte, estarías desarmado. Si quisiera inmovilizarte... -Estaría inmovilizado, ya. -Sí, eso. Que estés tranquilo. No tengo malas intenciones. Solo quiero saber de qué vas. -¿Yo? -Tienes nombre vasco, acento vasco. Hablas de una comunidad en Donosti ¿Qué coño haces aquí? -Quiero salvar gente. -Oh, el heroe. -No soy ningún heroe. -Eres demasiado novato para ser un heroe. -No soy ningún novato. -Aclárate chico ¿qué eres? -No lo sé. Yo solo quiero salvar gente y matar robots. -¿Robots? ¿Te refieres a los aliens? -Sí, son robots. -No se pueden matar. -Sí, es fácil. -¿Has matado robots? -Matar no, fundir. He fundido miles. -¿Miles? ¡Mira el heroe novato, qué majo! -¿Te estás riendo de mí? -dijo Mikel. -Oh, no, no. No te enfades, heroe mío. Salva a esta pobre princesa. -Si tan buena eres, funde robots. -No me hace falta, no entran en los bosques. -Ni funcionan de noche, lo sé. -¿No funcionan de noche? -Es la mejor manera de fundirlos. Se agrupan de cinco en cinco. Vas, te metes en medio y les revientas la luz. -Oh, qué fácil. No se me hubiera ocurrido. -Y luego hay que ir a la vaina y fundir al robot gigante. -¿Robot gigante? ¡Qué interesante! -Si no hay luz roja alrededor, se puede entrar y reventarlo. Si hay luz roja creo que los robots que hay dentro te atacan. -¿No lo sabes? -No he probado. -Ah, claro, claro. Entonces ¿si hay luz roja como “fundes” al robot gigante ese? -Por la noche mato robots de alrededor. Luego preparo un lugar defensivo y le disparo un flechazo al amanecer, cuando saca la cabeza para ver cuantos robots faltan. -¿Saca la cabeza? ¿Y si no lo fundes qué hace? -Al principio saca más robots de dentro de la vaina. Y cuando se le terminan empieza a salir a recoger robots averiados para repararlos. -Sabes mucho de ellos. -Es una larga historia. Cuéntame la tuya. -Oh, ok. Soy María, como ya te he dicho. Nací en Oviedo, pero pasé mi niñez en Japón y estudié con Masaaki Hatsumi, uno de los más grandes del Ninjutsu. Llegué aquí pocos meses antes del aterrizaje y puse en práctica todos mis conocimientos para sobrevivir. -¿Ninjutsu? ¿El arte marcial de los ninjas? -Uff... Es un poco más complicado que eso, pero algo así, sí. -¿Entonces eres una ninja? -Algo así. Digamos que tengo las habilidades necesarias para serlo. -¿Y vives sola? -Bueno, más o menos. Tengo un lugar de reunión preparado. Hay otras dos personas como yo que andan por ahí y de vez en cuando volvemos al lugar de reunión. -¿Más ninjas? -Oh, no, no. Son Iñaki, un chico de Bilbao, y Nuria, una chica de Gijón. -¿Saben sobrevivir? -Les he enseñado cosas básicas, se apañan bien. -Ah ¿y como vivís? ¿Robáis, asesináis o algo para sobrevivir? -¿Y qué si lo hacemos? ¿Piensas matarnos? -Debería. -Vale. Primero, no puedes. Segundo, no somos asesinas. -Ok ¿Qué hacéis? -Lo lógico, buscamos comida y, si las cosas van mal, robamos un poco de algún poblado. -Ah, ladrones. Está bien. -Hay que sobrevivir novato. -Podríais ir a vivir a ese pueblo y ayudar. -Qué aburrido eres, novato. Qué aburrido. -Es posible.

Mikel estaba absolutamente tenso. Aunque la conversación le decía que esa persona no iba a matarlo, su cuerpo se negaba a relajarse. Aquella persona era realmente peligrosa. -Oye Mikel, me gustaría hacer una prueba -Dime. -Soltamos las armas y me atacas. -¿Qué? -Quiero ver cuanto sabes. Prometo no hacerte mucho daño. -No. -Va, no seas aburrido. Si no tendré que atacarte con armas y ahí ya no puedo prometer nada. -No me das opción. -No, ninguna. -Entonces sí.

Mikel dejó todas sus armas, se quitó también todo lo imprescindible. Incluso se quedó descalzo. Necesitaría toda la agilidad posible para tener una oportunidad. No se creía que aquella persona no le fuera a hacer daño. -Bien, ven aquí y atácame como quieras. -Voy.

Mikel se acercó, se movió rápidamente a un lateral e intentó darle una patada en el muslo. Ella dió un saltito y se alejó. -¡Con ganas! -dijo María.

Mikel cerró los brazos frente a él para protegerse y entró de frente, con una patada al estómago. Ella dió un pasito a un lado, se acercó y golpeó suavemente en las costillas a Mikel. -Así no vamos a ninguna parte. O entras en serio o cojo las armas. -dijo María.

No quedaba otra, tenía que entrar a saco. Se puso en guardia, se acercó amagando un rodillazo e intentó agarrar a María para hacerle una llave. Ella dió un pasito lateral y luego un saltito hacia atrás. -Mejor. Otra vez.

Mikel lo volvió a intentar, esta vez dió un salto hacia adelante mientras intentaba golpearla con el puño en la cara. Ella se agachó rápidamente y se colocó de tal manera que la inercia de Mikel hizo que él se cayera al suelo. Ella hizo el amago de golpearle en el cuello. -Pum. Estás muerto. -dijo María.

Mikel se levantó, subió los brazos y se dispuso a atacar otra vez. -No, ya está. Ya he visto lo que quería ver. -¿Lo que querías ver? -Atacas con miedo a perder. Eso puede significar dos cosas. -¿Dos cosas? -O bien eres un machito de esos que no saben perder, o bien tienes algo que perder ¿Familia? –... -¡FAMILIA! Qué mono... -Deja en paz a mi familia. -¡jajajajajaja! El novato tiene sentimientos, me gusta.

Mikel cogió sus armas, María se tensó y también cogió las suyas. Pero Mikel se dió la vuelta y se alejó. -¿A donde vas? No te he dado permiso para irte. -No necesito permiso. Eres imbecil. Olvídame. -Oh, venga, no te enfades. Estábamos tan agustito... -Que me dejes. -Vaaale ¿si te digo donde hay un poblado de esclavistas me perdonas? -¿Esclavistas? -Va. Y hasta te ayudo a acabar con ellos. -Te escucho.

María llevó a Mikel a un pequeño valle muy escondido. Si hubiera ido solo, seguramente se lo habría saltado. -Mira, ahí tienes tu poblado. -dijo María. -¿Cuantos son? -Dieciocho esclavistas y más de sesenta esclavos. -Muchos. -Oh, no tantos. Esta noche tú te pones ahí a disparar y yo me encargo del resto. -¿Así de fácil? -Procura no matarme y será fácil. -Ok.

María era una persona muy desagradable, pero era realmente buena en lo que hacía. Sabía que ella podía acabar con todos ellos sin problema.

Cuando se acercaba la noche, Mikel cogió su saco de flechas y se puso en el sitio que le dijo María. Atacaría cuando se empezaran a encender las antorchas. El sitio era ideal y María le había dicho donde ponerse solo con ojear la zona. No, no podía ser. Ya lo tenía planeado de antes.

Mikel tensó la cuerda y disparó. Escuchó gritos y vió una sombra esconderse tras una de las cabañas. Mikel siguió disparando mientras veía como una sombra fugaz aparecía de la nada, le clavaba un kunai a un esclavista y volvía a desaparecer. Mikel tuvo tiempo de matar a seis esclavistas, del resto se encargó María. Increíble, era demasiado buena. Aquello no podía ser real.

Bajó al poblado, donde le esperaba María con las flechas que había recogido de los cadáveres. -¡Muy bien! ¡Seis disparos, seis muertos! ¡El novato tiene puntería! -No me llames novato. -Oye, heroe novato, que igual deberías hablar con esos ex-esclavos que están flipando. Seguramente no sabrán si queremos matarlos, convertirlos en sus esclavos o liberarlos. -Sí.

Mikel habló con ellos mientras María se encargaba de sacar los cadáveres de allí. Cuando los ex-esclavos se tranquilizaron y estallaron de alegría, Mikel fue a ver a María. -¿Qué haces? -No sé ¿alejar cadáveres? -¿Para qué? -Porque los cadáveres atraen depredadores ¿quieres que vengan los lobos? -Hostia, cierto. Te ayudo. -GRACIAS. Una señorita como yo no debería estar haciendo estos trabajos tan pesados. -Señorita los cojones. -JAJAJAJAJAJA

Aquella noche cenaron con los ex-esclavos. Mikel les explicó como estaban las cosas, como llegar a Donosti, les recomendó parar en la zona de Noja a descansar, etc. Después de cenar, María se alejó. -¿No duermes aquí? -No, yo duermo sola. -¿Eh? -Novato. Si duermes con gente, esa gente puede matarte. -Y yo pensaba que era desconfiado. -Esa gente a la que acabas de salvar puede ser despiadada y tú vas armado. Si quieren tus armas, te matarán mientras duermes. -Oh, cielos. Por eso no quieres irte a un poblado. -La paranoia es la primera norma de la supervivencia, novato.

Mikel durmió en una cabaña, aparte de todos los ex-esclavos. Decidió atrancar la puerta “por si acaso”. Aún así no durmió bien. A la mañana siguiente salió, enseguida apareció María. -¿Nos vamos? -Nos vamos.