La Llegada 24

Viaje al Oeste

-Oye María -Dime novato. -¿Por qué vienes conmigo? -¿Yo voy contigo o tú vienes conmigo? -¿Puedes dejar de ser tan gilipollas? ¿Por qué vienes conmigo? -Oh, porque me diviertes. -Por lo que veo, no me necesitas. -No, pero supongo que vas al Sur, hacia Osorno. -Sí ¿y? -Que allí hay vainas. Quiero ver como te las cepillas. -¿Como si fuera la tele? -¿Ves algo más interesante que hacer por aquí? Desde que cerraron los cines me aburro mucho. -Joder que imbecil eres, en serio. -¡jajajaja!! Me caes bien, novato.

De todas formas, María conocía todos los asentamientos humanos de la zona, lo que le ahorró tiempo a Mikel. En general la gente fue bastante receptiva y se preparaban para viajar a Donosti. Mikel esperaba no saturar Donosti, estaba mandando muchísima gente.

Un día llegaron al final de la cordillera, al fondo se veían tres vainas. -Vale novato. Tu turno ¿como lo haces? -Espero a esta noche para decidir. -Oh, mira, un par de robots se han perdido y están aquí al ladito ¿no les quieres ayudar a volver con su mamá robot gigante? -Joder que insoportable eres. Recuérdame que te corte el cuello una noche de estas. -¡Ya te gustaría!

Mikel bajó entre los árboles hasta encontrarse cerca de los robots, buscó ángulo de tiro y disparó. Robot fundido. Volvió a subir, María no estaba.

Enseguida apareció de la nada. -¡Es verdad que se pueden matar! -dijo divertida -¿Donde te habías metido? -Oh, buscando sitio en primera fila, no quería perderme detalle. -Como habrás visto, según matas a un robot, el otro huye. -Intenta huir. -¿Qué? -Mira.

El otro robot estaba en el suelo, cerca del primero. -¿Tú también matas robots? -Es el primero, solo quería probar. -¿Como lo has hecho? -Con un shuriken. -¿Le has acertado con un shuriken? -Claro. Por cierto, luego tengo que recogerlo, que no tengo tantos.

Esperaron a la noche. Perfecto, niguna vaina tenía luz roja. -¿Entonces? -preguntó María. -Voy, entro y reviento al robot gigante. -Iré contigo. -Nunca entramos dos. Uno se queda en la retaguardia. -¿Has tenido compañía? –...sí. -Oh... se pone triste... ¿algún otro novato que murió por tu culpa? -No. Y cállate.

No la aguantaba, era absolutamente inaguantable. Tenía ganas de arrancarle la cabeza cada vez que abría la boca.

Bajaron y corrieron hasta la primera vaina. Mikel entró en silencio. María le seguía. -Te he dicho que no entres. -susurró Mikel. -Un poco tarde ¿no? -respondió María.

Entraron y se encontraron al robot gigante enchufado a los mandos, como siempre. María estaba alucinada, aquello era nuevo para ella. Mikel se acercó y fue a fundir la luz pero, en un rápido gesto, María se puso delante, sacó la ninja-to y fundió al robot gigante. -¿Y ya está? -Tardan una media hora en perder toda la energía, pero al ser de noche no nos afecta. -Ah, eso solo es cuando los matas fuera ¿no? -Eso es. -Me dijiste que tenía más robots dentro y que los podía sacar. -Mira. -dijo Mikel señalando hacia arriba. -¡Espectacular! ¡Está lleno de robots!

Salieron y volvieron al bosque. Descansaron y al día siguiente se colocaron en la mejor posición posible para atacar la siguiente vaina. En tres noches habían terminado con las vainas de la zona. -¿y ahora? -Ahora voy al Norte y sigo buscando gente. -Ah, vale. Y ahí es cuando te encontré yo, yendo al Norte y encontrándote de morros con la secta. -Sí.

María conocía cada centímetro de terreno. Mikel iba en bicicleta y María le seguía corriendo. Mikel no forzaba la marcha, pero aquello era increíble, no podía ser que ningún humano pudiera seguir ese ritmo durante tantas horas al día.

Se pasaron semanas viajando juntos, yendo a asentamientos, liberando esclavos, matando asesinos, fundiendo robots. Hasta que un día le dijo... -Creo que puedo confiar en tí. -¿En serio? ¿Ahora? -Sí, bueno. Y que un poco más adelante están Iñaki y Nuria. -¿Como lo sabes? -Lo sé. Ven que te los presento.

Mikel siguió a María, pero ella fue acelerando el ritmo hasta que él no la pudo seguir. Iba a más de diez metros de ella cuando se paró y dijo. -¡BUH! -¡Ah! ¡JODER MARÍA, SIEMPRE IGUAL, COÑO! -gritó Nuria. -¡JAJAJAJA! ¿No vas a cambiar nunca? -Hola queridos. Traigo un juguete nuevo. -¿Un chico nuevo? -Sí, es novato pero tiene potencial. Os presento a Mikel.

Mikel estaba llegando justo en ese momento. -Hola. -Hola. -Hola. -¡Qué alegría, que hermanamiento! -se reía María. -¿Este es el chico nuevo? Parece que está preparado. -Sí, soy yo. Tú eres Nuria ¿Y tú Iñaki? Tu cara me suena. -Jugaba al futbol. -¿Profesional? -Sí. -De eso será. No seguía el fútbol, pero lo calzaban a todas horas en todos lados. -Sí, era famosete. -Y ahora ¡PUM! No eres nadie ¡jajajaja! -se reía María. -María, eres asquerosa. Deja a la peña en paz, en serio. -cortó Nuria. -Ba, ignórala. Siempre está a la defensiva, como si nada le importara. -dijo Iñaki. -Oye Mikel ¿te unes a nosotros? Unirte o algo, claro. -Tengo mucho que hacer, podéis venir conmigo si queréis. -Mikel quiere llegar al finisterre. -dijo María. -¿Y eso? -Tengo que salvar personas. -¿Qué? -Tenemos un asentamiento grande, de miles de personas en Donosti. -¿San Sebastián? Eso está lejos. -Sí, queremos movernos hacia la ribera navarra para conseguir mejores sitios para sembrar y pastorear. -¿Y allí no hay aliens? -Ya no. -Mikel es un asesino de aliens -dijo María con burla. -¿En serio? -Son robots. Y sí, se pueden romper.

Mikel les contó muchas cosas. A Iñaki y Nuria les pareció muy interesante, pero decidieron no ir todavía. -¿Y vendréis conmigo a Galicia? -No, tampoco. Aquí vivimos bien y así vamos a seguir por ahora. -Ok, como veáis. -Yo te acompaño un tiempo Mikel, que me divierto mucho contigo. -dijo María. -Lo mismo nos dijo a nosotros, un día se cansó y desde entonces nos vemos de ciento en viento. -le explicó Nuria. -Y siempre aparece de la nada, asustándonos. -añadió Iñaki. -Sí, sí, me voy haciendo a la idea. -Pero en el fondo es buena gente. Aguántala y ya está.

Iñaki y Nuria guiaron a Mikel a una cueva. -Es nuestro hogar, o algo así. Tenemos reserva de comida, un riachuelo limpio pasa cerca, hay caza... Se está bien. -¿No robáis? -¿Robar? ¿Nosotros? -JAJAJAJA -se reía María.-Una pequeña broma Mikel, no se te puede decir nada. -ME CAGO EN TUS MUERTOS, MARÍA, EN SERIO. -JAJAJJAA -se rieron todos.

Mikel decidió pasar unos pocos días allí, cogiendo fuerzas. Empezaba a refrescar y necesitaba estar fuerte. -Quédate a pasar el invierno, una cueva con una fogata es un buen sitio para pasar el invierno. -Tengo prisa. Quiero llegar a finisterre y volver con mi familia. -Si te vas seguramente morirás. -No sé, déjame pensarlo. Estaré unos días cogiendo fuerzas y luego decido ¿ok? -Ok. -Y gracias chicos. -Encantados. -Iñaki y tú sois encantadores. No como... -Sí, sí. Pero nos salvó la vida y nos enseñó a sobrevivir. -A mí solo me ha tocado los cojones.

Durante los días en los que Mikel estuvo allí hubo una gran tormenta. La pasaron bien gracias al refugio, pero empezaba a hacer frío de verdad y los días eran ya bastante cortos. -Si no es invierno, poco le queda. -Tienes razón. Igual debería quedarme. -Quédate hasta que empiece el calorcete, lo que antes era Marzo. Y luego sigues. -Sí, eso haré. Es mejor tardar en volver que no volver.

Mikel, Nuria, Iñaki y María pasaron allí el invierno.