La llegada 29

Expansión

Ese mismo día, Mikel salió del pueblo y se fue a Castejón, un pueblo cercano. Dejó a Amaia y a su familia preparándose para ir con él. Iñaki, Nuria y otras muchas personas que se habían presentado voluntarias estaban organizando una caravana para empezar a seguir el Ebro y encontrar otra localización adecuada para asentar el pueblo. -Cucu -¡Ah! ¡HOSTIAS MARÍA, QUE ME MATAS DEL SUSTO! -¡jajajaja! Qué mono es mi salvador. -Casi me da un infarto, joder. Me cago en tus muertos. -Solo venía a agradecerte lo que has hecho. Pero no tenías que hacerlo. -¿El qué? -Decir que mataste tú a Borja. Lo maté yo por algo ¿sabes? -¿De qué coño me hablas? -¿Eres así de tonto o es que hoy tienes el día obtuso? Que yo maté a Borja para que no tuvieras que matarlo tú. Y con matarlo quiero decir que no dijeras que lo habías matado tú. Esa gente necesita un heroe. Y tú eres ese heroe. Debes ser perfecto a sus ojos. -Yo no soy ningún heroe. -Para ellos lo eres. Eres el que ha salvado miles de vidas, ha acabado con esos asquerosos robots asesinos. Una cosa es que seas un malhablado y que huelas mal... -¿Huelo mal? -Apestas. Pero a lo que iba. Y otra cosa es que piensen que eres un asesino a sangre fría. Ahora eres un heroe capaz de asesinar a cualquiera. Ahora te adoran y te temen. -¿Y qué? Yo no quiero ser su heroe. -Eso no lo decides tú. En estos tiempos en los que nos ha tocado vivir, la gente necesita un referente. Alguien perfecto en el que confiar ciegamente. Si no lo hay, lo buscarán. -¿A qué te refieres? -A dios, o dioses, lo que sea ¿No te has dado cuenta de que nadie reza? ¿De que nadie pide una iglesia ni nada parecido? -No me fijo en esas cosas. -Te tienen a tí, mongolo. Creen en tí. O creían. A ver como reaccionan ahora. -Iñaki y Nuria me dijeron que había que protegerte. -Ya. Ya les he echado la bronca. -¿Te enteras de todo? ¿Pero tú donde hostias te ocultas? -Eso da igual. La cuestión es que no hay que protegerme a mí. Mi trabajo es y será verlo todo desde las sombras y actuar en consecuencia. Es a lo que me dedico. -Tú también tendrás que asentarte en el pueblo alguna vez. -No tengo ni la más mínima intención. -¿Y la escuela de mata-robots? -Eso fue idea tuya. Y por lo que he visto, tienes gente preparada. Amaia es buena. Mejor que tú, de hecho. -Pero si hice lo que quise con ella. -Ya. Pero si ella entrenara conmigo como lo hiciste tú, te revienta. -Sí, puede ser. Es realmente buena. -Bueno. Para que lo sepas. A partir de ahora yo me dedico a lo mío. Si alguna vez quiero hablar contigo o necesito algo de tí, apareceré. Si no, no existo. -Ok. -Les he dicho lo mismo a Nuria e Iñaki. Ya no existo. Ya he entendido cual es mi función en este juego. -¿Función, juego? -Oh, sí. El juego de los aliens tiene muchas vertientes. Juegan ellos y jugamos nosotros. Cada uno tiene su función. Si queremos ganar necesitamos al heroe, que eres tú; la heroína, que es Amaia; al soporte familiar, que es tu familia; a los proveedores de bienes y servicios, que son la mayoría del pueblo... De todo. Por cierto, me cae bien Julio. A lo mejor un día le hago una visita y le asusto un poco. -Podríais ser familia, par de retorcidos. -¡Sí, me gusta como piensa! ¡jajajajajaja! Bueno, me voy. Ya nos veremos. -Vale. Gracias. -¿Por? -Por todo. Eres increíble, niña. -¿Niña? Esas confianzas, viejales, que me chivo a tu señora. -¡jajajaja! -Oye. -Dime. -Gracias a tí. Por todo.

María se fue, pero a los 15 segundos sacó la cabeza y dijo. -Ah, una cosa. Si desaparece un poco de comida cada día, no busquéis ratas. -Jejeje... ok, ok.

Al día siguiente su familia se juntó con él y se pusieron a vivir juntos. Amaia también estaba allí, habían hecho buenas migas mientras Mikel había estado fuera.

Dos semanas después una caravana de más de cien personas partía de allí. -¿No es demasiado? -Y hemos convencido a un montón de gente para que se quede. Se querían venir casi todos. -le dijo Nuria. -¿Y qué buscamos? -Un lugar llano, con buena tierra de cultivo, pero también con buen acceso hacia la montaña y con árboles. -¿Árboles? -Sí, todavía nos cuesta mucho fabricar cosas de piedra, así que necesitamos árboles. -Aquí está jodido. -Ya. A malas, nos pondremos cerca de algún pueblo con casas de ladrillo. A ver si podemos desmontar las casas y montar las nuestras. -¿Solo eso? -No, habría que pedir madera a Milagro. Un coñazo.

El mejor sitio que encontraron y en el que todavía había cobertura era cerca de Gallur, en la confluencia entre el Ebro y el Arba. No había suficientes árboles, pero por lo demás era muy buena zona. Por suerte, empezaron a enviar troncos desde Milagro. Al principio con carros de bueyes y luego con unas barcazas preparadas a tal efecto. Pocos meses después, tenían un asentamiento de primer nivel y mucha gente de Milagro se había mudado.

Por lo que sabían, seguía llegando gente de Donosti, con quién también mantenían relación comercial. Ahora ya era un pueblo más de la que llamaron “federación de supervivientes” y todos funcionaban en comunidad y nadie trabajaba más de seis horas al día. Debido a la cantidad de personas que tenían conocimientos de artesanía y de la poca cantidad de pastores que había, se decidió en votación que todos los que estaban físicamente preparados debían aprender pastoreo y pasar pequeñas partes del año cuidando animales. Así había rotación y los pastores seguían siendo parte del pueblo. “Y hacemos entender a todo el mundo que tu trabajo no es el más importante del mundo, trabajamos la empatía” añadía Julio.

Amaia había partido con Iñaki a buscar una vaina, al sur. Mientras, Mikel y los demás, entrenaban a un grupo de adolescentes a ser futuros mata-robots.

Un día, Mikel estaba paseando por la orilla del río. Se había decidido plantar dos árboles por cada uno que se cortara para madera. Ahora la orilla era un criadero de árboles jóvenes. También miraba como algunas personas estaban trabajando en hacer un arroyuelo para regadío. -Hola Mikel. -Ah, hola Iker. -Creo que esto ha sido algo bueno ¿No crees? -¿Esto? -El dividirnos en tres pueblos. -Ah, creo que sí. No tenemos capacidad de gestionar pueblos grandes, funcionamos mejor en pueblos pequeños en... ¿como era? -Federación. -Eso. Federación. -Pues quería decirte que toca hacer otro pueblo más. Somos demasiados y sigue llegando gente. -¿En serio? -Sí, me gustaría que os volviérais a mudar. -¿Has hablado con mi familia? -Sí. Ya me han dicho que te pregunte a tí, que ellos no tienen problema. -¿En serio han dicho eso? -El hogar está donde está tu gente, Mikel. -Es cierto. Es una gran verdad. -¿Te irás? -Sí, cuando Amaia vuelva, hablo con ella y me voy. -Ok.

Y así, lo que era un asentamiento en Donosti se fue convirtiendo en tres, cuatro, cinco y hasta seis pueblos. Habían pasado dos años y Mikel había salido dos veces a por robots, siempre con Ainara. Le tocaba partir de su campamento en Sástago. -Mañana salimos, Ainara. -No sé si podré. -¿Qué? -Tengo que decirte algo. -¿Qué pasa? -Creo que... estoy embarazada. -¿En serio? ¡Enhorabuena! Me alegro muchísimo. -Calla, que todavía no lo sabe nadie. -¿Qué? ¿Ni Oscar, ni tus padres? ¿Nadie? -Quería estar segura. Te lo digo a tí porque no quiero andar poniéndote excusas para no ir. Pero hasta que esté segura del todo, esto se queda aquí. -Ok, ok. Oye, dime una cosa ¿era planeado? -Sí, sí. Oscar y yo vamos en serio. -¿Ahora como se hace? ¿La gente se casa o algo? -No, simplemente decimos que es parte de la familia. -Ah, vale. A lo simple. Me gusta lo simple. Pues espero que vaya todo muy bien, ven aquí que te abrace.

Se abrazaron largo rato. -Voy a buscar a Iñaki y Nuria, a ver si alguno quiere venir conmigo. -Eeeehhh... -¿Qué? -¿No te enteras de nada o qué? -¿Ellos también? -Sí, Mikel, sí. -¿Pero qué coño? Tengo que ir a felicitarlos. Pero ahora no tengo con quién ir. -Sí, los estudiantes no están preparados aún. Habla con Amaia. -Acaba de volver, hay que dejarla descansar. -Si no es con ella no te vas. -Ok, ok.

Mikel fue a hablar con Amaia. -Ah, aupa Mikel. -Oye. -Dime. -No tengo con quién irme de caza ¿te apuntas? -¿Sabes que volví ayer? -Sí. -Vale, me apunto. Pero dame unos días para descansar. -¿Así de fácil? -Así de fácil. Lo haremos por los viejos tiempos. -Me alegra que haya sido así de fácil. -Has venido camelándome tanto... No he podido decir que no. -¿Camelando? ¿Yo? -Nada, que no aprendes. Tira, anda. -Avísame cuando estés lista.

Mikel fue a avisar a su familia de que partiría unos días más tarde. Estos se alegraron mucho de la noticia. Todos menos Izaro. -Lo que tienes que hacer es dejar de salir ya. -Izaro, maitia, sabes que aún no puedo. -Me prometiste que lo dejarías después de Galicia, el tiempo pasa y sigues yéndote. -Estamos entrenando a gente, pero tardarán en estar preparados. -Tienes 46 años, Mikel. Cuarenta y seis años. -¿Y qué quieres decir con eso? -Que, como me dijiste hace años, ya no está para ciertas cosas. -¡Estoy en plena forma! -Tu cuerpo no va a aguantar este trote mucho tiempo. No quiero que mueras. -No tengo elección, maitia. Hay que seguir matándolos. Si no nos matarán a todos. Os matarán a vosotros. No puedo permitirlo. -Hace tiempo que no sabes qué hacer si no es estar matando aliens. Ahora es tu vida. -No, mi vida sois vosotros. Y por eso debo hacer esto.

Izaro se fue llorando. Iker se acercó. -Tranquilo Mikel. Se le pasará. -Cada vez que me toca irme tenemos la misma discusión. -Pero ella lo entiende. -Ya, pero tiene razón. No puedo seguir así muchos años. -¿Estás pensando en dejarlo? -Sí. Pero ahora no me han dejado esa opción. -¿Como? -Iñaki y Nuria van a ser padres. Y luego tendrán que cuidar al niño. -Ya... -Y Ainara igual. -¿Ainara está embarazada? ¡Qué alegría! -¡Mierda! ¡No se lo podía contar a nadie! No abras la boca o te reviento. -Soy una tumba. -Ni a ella, que me mata. -Ok, ok. jejejeje... -Entonces solo quedamos Amaia y yo. Y no puede ser. -¿No? -No. Si salimos los dos juntos, al volver no habrá nadie para salir. -¡Es verdad! -No podemos estar siempre fuera. Hay que organizarlo. Voy a ir a hablar con Iñaki y Nuria. -Oye, antes de que te vayas. Quería comentar una cosa contigo. -Dime. –... -¡Dime! -Es que no es fácil. -Suéltalo. -¿Estás matando gente? -¿¡QUÉ!? -Hay un rumor. La gente te tiene miedo. -¿¡QUÉ!? -Están pasando cosas. -¿Te puedes explicar? -En estos años ha habido unos pocos casos de... digamos... muertes sospechosas. -Joder, a mí no me lo compliques. Dilo de una puta vez, coño. -Vale, vale. Ha habido casos de gente que empezaba a planear un grupo de fuerza para cambiar las cosas e implantar algo más, digamos, capitalista. Y han aparecido muertos. -¿Qué? -Sí. Siempre muerte natural. Pero ya empieza a ser mucha coincidencia. -¿Y sospecháis de mí? -Yo no, pero hay gente que dice que si fuiste capaz de matar a Borja a sangre fría... -Ya no soy el heroe al que adoran. Ahora me adoran y me temen. -¿Qué? -Nada, cosas mías. Mira, yo no he sido. -Ya. Pero es que hay más casos no relacionados. Gente que, sospechábamos que robaba y aparecía muerta. -¿Sospechábais? -Lo sabíamos pero no teníamos suficientes pruebas. -Ya, claro. -Bien, he venido a decirte dos cosas. Una, preguntarte para asegurarme de que no eres tú, cosa que ya sabía. Y dos, advertirte. -¿Advertirme? -A lo mejor alguien se quiere vengar. Tú ten cuidado. -Joder que cosas más bonitas ¿esto no era el pueblo idílico donde todo el mundo compartía? -Algunas personas son malas por naturaleza, Mikel. Y eso será así siempre. -Ok. Andaré con cuidado.

Mikel fue a hablar con Nuria e Iñaki. Estaban a la orilla del río, pescando en soledad. -Hola chicos ¡Felicidades! -¿Ahora te enteras? ¡jajajaja! -Mejor tarde que nunca ¿no?

Se abrazaron. -Vienes a organizar la matanza de robots ¿verdad? -¿Eh? ¿Como lo sabéis? -Eres un libro abierto, Mikel. Estás aprendiendo, pero todavía no sabes ser sutil. -No creo que aprenda nunca, a mi edad ya no se aprenden cosas nuevas. -Sí, eso debe ser. -De eso os quería hablar. -¿De que a tu edad no puedes seguir matando robots? Pues estás hecho un toro, cabrón. -dijo Iñaki. -Ya, pero tengo cuarenta y seis. No puedo seguir a este ritmo. -No vamos a salir ahora. -No, ahora no. Salgo con Amaia. -¿Y Ainara? –...eeehh... está indispuesta. -Vale, jejeje... dile que enhorabuena. -¡PERO QUÉ...! -Tranquilo, no se lo diremos a nadie. -¿Como coño lo hacéis? -Da igual. Oye, sigamos. Ya veo el problema. -No somos suficientes. -Ok Mikel. Vamos a hacer una cosa. -dijo Iñaki. -Dime. -¿Le has pedido a Amaia que vaya contigo de caza? -Sí, en cuanto descanse unos días se viene. -Ok. Haremos una cosa. Vais los dos pero no vayáis a la vaina que hay al lado de Teruel, esa para mí con un novato. -Pero es la última que sabemos donde está. -Ya. Y es fácil de matar, rodeo por la serranía de Cuenca y aparezco al lado por el bosque. Si voy con un novato necesito facilidad. -Ok. -Mientras estáis fuera entrenamos a los alumnos. Cuando yo parta con algún alumno... -¿Con quién irás? -Con Noah, supongo. -Sí, creo que es la más preparada. -A lo que iba. Cuando yo parta con Noah, vosotros instruís. Para el siguiente turno debemos tener a otra persona preparada. -Ok. Y quedaríamos Amaia, Noah, otro alumno y yo. Creo que elegiré a Haizea. -Con eso tenéis que aguantar unos años, hasta que nuestro peque crezca lo suficiente y pueda volver a salir. -Ok, supongo que no hay otra opción. Y entonces me retiraré y me encargaré de la formación. -Creo que es la única opción que nos queda. Eso sí. No podéis fallar. -¿Fallar? -Si cualquiera de los cuatro muere, estamos jodidos. -Ah, vale. Entendido. Otra cosa... ¡María!

Esperaron unos segundos en silencio. Nada. -María, sé que estás ahí. -dijo Mikel. -No, no lo sabes. -No te sentía pero sabía que estabas ahí. -Vaaale, dime viejales. -Deja de matar gente. -¿Yo? -Sí, ya has oído lo que me ha dicho Iker. Deja de matar gente. -No. Son peligrosos para la comunidad. -En esta comunidad no matamos gente. -Yo no soy parte de la comunidad, solo la protejo. No mandáis sobre mí. -María... -Si ahora te vas y deja de morir gente, la gente dirá que has sido tú. -¡HOSTIAS! -¿Te acuerdas que te dije que lo de dejar de ser el heroe perfecto era una cagada? Ahora ya sabes por qué. -¿Tienes que matar a alguien mientras yo no esté? -Sí. Pero tranquilo, tengo un par de candidatos. -Oye, María, no puedes. -Déjalo, ya se ha ido. -dijo Nuria. -¿Como lo sabes? -Porque la conozco.

Mikel le explicó a Izaro el plan. No le gustó, pero era mejor que nada. Unos días después, Amaia le dijo que ya estaba lista. -Ok, ya sabes lo que me dijo Iñaki. -dijo Mikel. -Sí. -¿A donde iremos? -Te propongo empezar por sitio conocido. -¿Eh? Ahí no hay vainas. -Escuuuuuuuuucha. Hace años, en aquella salida grande que hicimos, terminamos en el parque natural dels Ports. -dijo Amaia señalando el mapa. -Sí, me acuerdo. -Según tengo entendido, de ahí podemos ir hacia el sur. Está lleno de bosques. Lo que sería al Este del Maestrazgo. -No parece mala idea. Toda la parte de la costa hacia el sur está sin mirar. -Hay que ir hacia Castellón de la Plana, Valencia... Ahí tiene que haber vainas. -Ok ¿cuando? -Lo que tardemos en prepararnos. -¿Dos días? -Dos días. -Como cuando éramos jóvenes. -¡Oye! ¡Yo todavía soy joven y bella! -¡jajajaja! -¡Si hasta tengo pareja! -¿En serio? ¿¡PERO POR QUÉ COJONES NO ME ENTERO DE NADA!? -Porque te pasas el día enseñando a unos niños como ser mata-robots. Y el tiempo libre lo dedicas al 100% a tu familia. -¿Te tengo abandonada? -Qué mongolo eres, en serio ¿Qué coño me vas a tener abandonada? Lo que pasa es que las conversaciones que tenemos son todas “de trabajo”. -Bonita forma de decirlo. “De trabajo” ¡jajajaja! -Calla, mongolo. -¿Le conozco? ¿Es guapo? Bueno, eso da igual ¿tiene dinero? -¿Dinero? ¡jajajajajajaja! Estás sembrao macho. -Tengo mis momentos. Ahora en serio ¿bien? -Muy bien, una gran persona. -Me alegro cielo.

Y se dieron un abrazo.

Dos días después, ya estaban listos para partir. -¡Portaos bien! -dijo Nerea. -Lo intentaremos -rió Mikel. -No os arriesguéis. -dijo Izaro. -Lo haremos bien. -respondió Amaia.

Y salieron siguiendo el río, dirigiéndose al Este. Ese mismo día llegaron al parque natural. Lo cruzaron para empezar a bajar y Mikel ordenó parar con el puño. -¿qué? -susurró Amaia. -Humo. -¡Si! -Despacio y en silencio.

Activaron las radios, dejaron las bicicletas y se acercaron en silencio. En pleno parque natural había un pueblo, Alfara de Carles, y había humo saliendo de una chimenea. -Tú izquierda, yo derecha. -Ok. -Sin mostrarse. -Sí.

Se acercaron despacio, con mucha cautela. Vieron gente hablando, eran unos cuantos. Tenían unas huertas operativas, algunos animales... Todo parecía estar bien. -¿Entramos? -susurró Amaia por radio. -No, espera. Hay que espiar. -¿Por los tejados? -Por los tejados.

Cada unos subió a un tejado y se puso a espiar. No llevaban armas, tenían mascotas, había niños... Todo normal. -¿Bajamos? -susurró Amaia por radio. -No, seguimos expectantes. -Mikel... -Toda cautela es poca. -Ok.

Amaia sabía que Mikel tenía razón. -Mikel. -Dime. -Uno habla de que ha venido de Madrid. -¿Madrid? Eso está a tomar por culo. -Sí, llevan tiempo aquí porque todo el mundo conoce la historia. -Ok. Sigue escuchando. Esta noche les espiamos dentro de casa a ver si no tienen armas. -Ok.

Llegó la noche y vieron como las pocas familias que había se retiraban cada una a una casa. Escogieron las que tenían adultos en buena forma física para ver si tenían armas dentro. Nada, todo limpio. Escucharon conversaciones familiares, peticiones a los niños para que se portaran bien en la mesa... todo normal. -Aquí todo ok. Nos vamos y mañana Entramos -dijo Mikel. -Ok.

Salieron del pueblo, volvieron a las bicicletas y allí montaron un campamento para dormir. A la mañana siguiente se despertaron, recogieron todo y salieron hacia el pueblo. -¡Oh, mirad, viene gente! -¿Gente?

Estaban todos muy sorprendidos, pero no había ningún signo de amenaza. -Hola, somos Mikel y Amaia. -Hace años que no vemos a nadie nuevo. -Desde que llegaron Paco y Lucía de Madrid. -Os pedimos que vengáis todos, nos gustaría hablar con vosotros. -dijo Amaia. -Voy a llamar a la gente. -¿Cuantos sois? -Algo menos de cien personas. -Muchos. -Bueno, este pueblo tenía cuatrocientos habitantes. Y han venido unos cuantos de fuera. -Por lo que sabemos, un 25% de un pueblo es algo inaudito. -Muchos de los que vivían aquí han muerto de viejos, pero hemos venido unos cuantos de fuera. -¿De donde sois? -Nosotros de Barcelona, Paco y Lucía de Madrid. El resto de sitios más cercanos, Tortosa, Tarragona, Vinaroz...

La gente se fue acercando. -Mientras vienen ¿por qué no nos contáis vuestra historia? Nuestra vida aquí es muy aburrida y nos encantan las nuevas historias. -Cuando vengan todos, creo que es interesante para todos. -Ok. Ah, mirad. Estos son Paco y Lucía. -Ah, hola ¿Desde Madrid? Muy lejos ¿no? -Bueno, fue complicado. -Supongo ¿Nos lo cuentas? -preguntó Amaia intrigada. -Vale. Nosotros vivíamos en Aluche, un barrio obrero. Cuando llegó la primera oleada de naves. -¿Primera oleada? -dijo Mikel. -Sí. Hubo dos oleadas claro ¿No lo sabéis? -No. Hubo una. -dijo Mikel. -Hubo dos. El primer día cayeron todas en zonas verdes, de cultivo y tal. Y unos días después cayeron en ciudades. -¿Seguro? -dijo Mikel asombrado. -Sabemos que cayó una en el parque del Retiro en Madrid y otra en el parque de la ciudadela, en Barcelona. Supongo que pasaría en muchas más ciudades. -¡BARCELONA! ¡Amaia, pasamos cerca y no se nos ocurrió entrar a mirar! -Tienes razón Mikel. -¿Me lo explicáis? -Matamos robots. Luego os lo explicamos todo. Pero para resumir, hemos acabado con decenas de vainas. Hemos estado en muchos sitios y no hemos visto vainas en ciudades. -¿En ninguna ciudad? -Ni en Zaragoza, ni en Bilbo, ni en Donosti, ni Gijón, ni Santander, ni Oviedo, ni Vigo, Huesca... -Ya, ya. Entendido. -Sigue. Estábamos en la primera oleada de vainas. -Sí. Cuando cayeron las primeras naves y se fue la luz. Bueno, la luz y todo, empezaron los saqueos, el pillaje, la superviviencia. Mucha gente se fue a vivir a los antiguos aljibes subterraneos. -Ya. -Y entonces llegó la nave y cayó en el Retiro. Y ahí no hubo otra que huir. Salimos todos corriendo hacia Cercedilla o Navacerrada. Allí vivía gente de dinero y no quisieron acogernos. Hubo sangre, pero al final nos quedamos. -¿Matastéis a los que vivían allí? -Nosotros no, pero otras personas sí. Murieron todos los que vivían en aquella zona, los de Navacerrada por lo menos. -¿Y entonces? -Entonces esperábamos montar un pequeño poblado para sobrevivir. -Ya. Pero los mismos que ya habían matado para sobrevivir, no vieron mal matar para ser los jefes del cotarro ¿verdad? -dijo Amaia. -¿Como lo sabes? -Porque no es la primera vez que lo veo. Y huisteis. -Sí, claro. -Pero esto está muy lejos ¿como se os ocurrió llegar hasta aquí? -Vimos que no atacaban en los bosques ni por las noches, así que decidimos ir hacia La Pinilla. Pero en Madrid había demasiada gente y nos siguieron. Así que saltamos hacia Cuenca, hacia Albarracín y todo eso. -Ya. -Allí hicimos un pequeño poblado, pero un día aparecieron unos robots y tuvimos que huir. Decidimos que había que ir al norte, que tiene mayores bosques. -Claro. -Entramos por Teruel hacia Penyagolosa. Por suerte tenía familia en Castellón y conocía la zona. Y de allí vinimos aquí. Pretendíamos seguir hacia el norte, pero nos acogieron tan bien... -Joder, lo habéis hecho muy bien. -Hemos tenido suerte, supongo. -¿Y vosotros? ¿Los de Barcelona? ¿Qué nos podéis contar? -Nuestra historia es parecida al principio. Huímos al Garraf y de allí a Muntanyes de Prades. Vivíamos allí y vimos una nave destruída, con todos los robots muertos alrededor. De eso hace un montón de años. -Sí, fuimos nosotros dos. -dijo Mikel. -Oh, vaya. Pues... Muchas gracias. -Sigue anda. -Conocía este pueblo y pensamos que sería un buen lugar. Y aquí estamos. -Vale.

Siguieron conversando hasta que llegó todo el mundo. Entonces Mikel tomó el mando. -Vale. Escuchadme por favor. Soy Mikel y esta es Amaia. De aquí hacia el Norte y siguiendo el Ebro hasta Navarra es zona segura. No hay robots o aliens o como queráis llamarlos. Tenemos una gran comunidad de personas viviendo en comunidad. -¡Oh, eso es una grandísima noticia! -decía la gente. -Podéis quedaros aquí o podéis ir siguiendo el Ebro hasta Sástago, a unos 150 km de aquí. Sí que os recomiendo relacionaros con ellos, ya que tenemos muchas cosas que vosotros necesitáis. -¿Cosas? ¿Qué cosas? -Artesanos, barcos, carretas... Tenemos incluso formas de producir pequeñas cantidades de electricidad. -¡ESO ES IMPOSIBLE, NO HAY ELECTRICIDAD!

Mikel sacó una pequeña linterna y la mostró. -Si es poca electricidad funciona. Tenemos gente trabajando en ello. Tenemos luz, radios, sistemas automáticos de regadío... Un montón de cositas que os pueden ayudar. -¡Pero está muy lejos! -Por eso os lo digo. Veo que aquí vivís muy bien, así que vosotros decidís. Nosotros todavía tenemos un largo camino que recorrer antes de volver a casa. Deberíais enviar a alguien a Sástago y decirles que vivís aquí. Creo que nuestras radios no llegarían hasta aquí, pero estamos creciendo, así que es cuestión de tiempo que creemos un nuevo pueblo más cerca. Os recomiendo que habléis con ellos y entréis a formar parte de la federación de pueblos que han creado. -¿Federación de pueblos? -Han inventado un sistema de gestión de los pueblos basado en la comunidad, en la igualdad y en ayudar al que lo necesita. Las leyes se votan en asamblea y se unifican criterios por radio. No es obligatorio entrar a la federación, pero os lo recomiendo. Hablad con ellos, que os expliquen en qué se basa y luego decidís. Si decidís no uniros, podéis tener algún acuerdo comercial o algo.

La gente empezó a hablar entre sí. -Bueno Amaia ¿nos vamos? -¿Barcelona? -Barcelona.