La llegada 31

Reuniones y decisiones

Mikel salió corriendo sin pensar. Para cuando se dió cuenta de que no había cogido la bicicleta estaba saliendo de Barcelona por la Diagonal. Se notaba ligero y lleno de fuerzas, así que siguió corriendo hasta que encontrara algún sitio donde conseguir una bicicleta. Los kilómetros pasaban y a Mikel le empezaron a venir muchos recuerdos de su más tierna infancia ¡Estaba recordando exactamente lo que había hecho con dos años! Ahí estaba su madre, intentando que se comiera la sopa y Mikel rechazándola a gritos. Era como ver una película a alta velocidad, pero enterándose de todo. Absolutamente todas las cosas que le habían pasado en la vida estaban en su cabeza, cada texto que había leído, cada situación que había vivido... Recordaba incluso conversaciones de gente con la que se había cruzado y a la que no había prestado atención. Todo era perfectamente claro, nítido. Y sabía que no lo volvería a olvidar. Esto era claramente obra del alien, los pequeños robots de su cuerpo estaban reordenando sus recuerdos.

En ese momento vió que unos lobos empezaban a acorralarle. -¡Mierda, son muchos!

Siguió corriendo, se dió cuenta de que era más rápido que los lobos -¡Imposible!-pensó. En ese momento, dos lobos le cortaron el paso por delante, uno a cada lado de un coche abandonado que había justo delante. Sin pensarlo, dió un salto y pasó por encima del coche limpiamente -¡PERO QUÉ!– pensó. Poco después dejaba atrás a la jauría de lobos. -El alien decía que me había hecho una putada, pero esto es la hostia.

Aquella noche estaba llegando a Cambrils, eso eran más de cien kilómetros corriendo en un solo día. Y no tenía sueño, no sentía cansancio. -Aún así, todavía no conozco como funciona mi nuevo cuerpo. Voy a dormir.

Se metió en una casa saltando hasta un balcón. Antes también hubiera llegado hasta ese balcón, pero esta vez había sido demasiado fácil. Se tumbó en una cama, cerró los ojos y justo en ese momento le vino un enorme dolor de cabeza. Se puso a gritar. No podía moverse, no podía controlar su cuerpo, solo podía gritar.

Se despertó lleno de sudor, era de día pero no sabía cuantos días habían pasado. -Creo que ahora soy más listo. -se dijo a sí mismo-Supongo que los yocto-robots me han rehecho las conexiones neuronales y por eso el dolor. Un momento... ¿yocto-robots? ¿conexiones neuronales? ¡Anda, ahora hablo como los listos! ¡jajaja! Me acuerdo. En la clase de las 10:30 del 8 de Noviembre del año dieciocho antes de la llegada, aquel día llovía y hacía viento, llevaba un jersey negro... ¡Me acuerdo de todo! Me acuerdo de como nos explicó los prefijos del sistema internacional. Yocto era diez elevado a menos veinticuatro, una cuatrillonésima parte... ¿acabo de calcular 10^-24? Joe, sí que soy listo. Y no me ha costado nada. Bueno, ahora toca seguir corriendo, todavía queda camino para llegar. Por suerte, recuerdo perfectamente cada centímetro del mapa y de las veces que he estado por aquí. No me voy a perder.

Mikel corría, en el camino asustó a un caballo asalvajado que se puso a huir de él. Aún así le adelantó -estos caballos van a más de 40 kilómetros por hora y yo acabo de adelantar a uno, ni Usain Bolt-se dijo a sí mismo.

A mediodía del tercer día estaba llegando a Sástago. -Espera, se supone que estoy muerto. Se van a asustar.-se dijo a sí miso. Y se paró en las afueras.-por lo menos entraré andando.

Empezó a caminar y entonces escuchó un pequeño ruido. -Hola María. -¿Me has notado? ¿Y tú no tenías que estar muerto? Y estás mucho más joven. -Sí y sí. Lo tercero no sé, no me he mirado en el espejo. -¿Me lo explicas? -Luego se lo explicaré a la familia y tú lo oirás. Ahora quiero pelea. -¿Qué? -Quiero combatir contigo, quiero comprobar una cosa. -No. -Sí, vamos a un sitio alejado y lo hacemos sin que nos molesten. Sígueme si puedes.

Y Mikel salió corriendo hasta detrás de una arboleda. -¡Increíble Mikel, no podía seguirte! -dijo María. -Ya. Atácame. -No, ataca tú. Como las otras veces. -Ok.

Dos segundos después, María estaba en el suelo con el puño de Mikel a un centímetro de su cuello. -Ippon. -Es imposible. Otra vez.

Y lo intentaron otra vez. Y otra. Así hasta diez veces. Siempre con el mismo resultado. -¿Qué coño eres? -Soy un superheroe. -¿Qué? -Luego lo explico. Me voy a ver a mi familia, a ver si no les da un infarto.

Mikel entró en el pueblo. La gente empezó a gritar al verle. -¡Mikel, no es posible! -dijo Iker. -Hola Iker. -Pero, pero... estás vivo... y muy cambiado. Pero ¡vivo! -Llama a Ekhi, Dani, Grijalba, Julio, Amaia, Nuria, Iñaki, a mi familia... llama a toda la gente importante para mí. Tú sabes de quien hablo. -O... ok. -Esperaré aquí.

Mikel decidió quedarse y que le viera todo el mundo. Que se acercara quién quisiera. El alboroto era absoluto. La gente dejaba de trabajar para ir a ver a Mikel, que estaba tranquilo entre toda la muchedumbre. Unos niños empezaron a tocarle y Mikel se agachó “podéis tocarme, tranquilos” sonrió. Los niños le acariciaron la cara... un momento... ¿Y la barba? Se tocó, la tenía muy corta. Y el pelo también. Qué curioso ¿los Yocto-robots le querían ver guapo?

Su gente querida empezó a llegar enseguida, le abrazaron, le dieron besos, lloraron... Mikel estaba feliz, pero no le embargaba la emoción. Era perfectamente capaz de mantenerse sereno. -¿Pero, pero, pero? Si se cerró la compuerta... -le decía Amaia. -Ahora os cuento, tranquila. Estoy bien. -Pero, pero... ¡Te había perdido por segunda vez! -le decía Izaro. -Ya está, no me perderás más. -Estás raro aita, pareces de mi quinta. -le dijo Uxue. -¿Sí? No me he mirado. Luego hablamos de eso.

Las preguntas, los abrazos y las emociones seguían. Mikel esperaba con completa calma a que las cosas se relajaran. Cuando vió que la efusividad empezó a bajar, alzó la voz. -ESCUCHADME POR FAVOR. ESCUCHADME TODOS. TENGO UNA NOTICIA IMPORTANTE. QUIERO QUE LO SEPA TODO EL MUNDO, TRANSMITIDLO POR RADIO CUANTO ANTES.

Todo el mundo se acercó en absoluto silencio. Mikel saltó con una agilidad asombrosa a una casa. Todo el mundo dijo “ooohhh...”. Bueno, antes o después lo iban a saber, daba igual. -ESCUCHADME. HEMOS VENCIDO A LOS ALIENS. YA NO HAY RIESGO DE QUE VENGAN A POR NOSOTROS. NO HAY POR QUÉ SEGUIR FORMANDO A MATA-ROBOTS NI NADA PARECIDO. LO ÚNICO QUE DEBEMOS SABER ES QUE ELLOS SIGUEN AHÍ, SI QUEREMOS CONTROLAR UN NUEVO TERRITORIO, HAY QUE ACABAR CON LAS VAINAS DE LA ZONA ANTES DE CONTROLAR EL TERRITORIO.

Todo el mundo rompió a aplaudir, a silvar, la euforia era absoluta. -POR FAVOR, INFORMAD A TODO EL MUNDO, ENVIAD MENSAJES POR RADIO. HABLAD CON LA GENTE DE DONOSTI, CON LA DE ALFARA DE CARLES... CON TODO EL MUNDO.

Mikel se bajó. -¿Me lo explicar mejor? -dijo Julio con una sonrisa. -Luego, ahora venid conmigo.

Todos los seres queridos de Mikel le acompañaron a las afueras. -Por favor, los que nos habéis acompañado y no sois parte de mis seres queridos, volved. Esto es algo privado. Dani, quédate. -¿Soy de tus seres queridos? -Te lo has ganado a pulso, eres una gran persona que siempre nos ha ayudado en lo posible.

Mikel se sentó en el suelo y todos le imitaron. Iker ayudó a Julio a sentarse. Mikel les contó lo que había sucedido, nadie se atrevió a cortarle hasta que terminó. -¿En serio que no puedes morir? -No, no puedo. -¿Seguro? -No he probado a intentar herirme, pero habéis visto mi agilidad. Y he venido corriendo a más de cuarenta kilómetros por hora durante más de cien kilómetros al día. -Eso es imposible. -Lo sé.

Mikel cogió un kunai y trató de pincharse suavemente. El kunai no entró ni un milímetro en su piel. Apretó maś fuerte, más, más. Imposible. -Y sin embargo, en cuanto dejo de intentar cortarme, mi piel ya vuelve a ser normal. -Jo-der. -dijo Grijalba.

-Mikel -dijo Izaro-estás exageradamente joven. Y no veo la cicatriz de tu frente. -¿La que me hice de niño con el patinete? -Sí, no está.

Mikel cogió el pequeño espejo que usaba para ver sin ser visto. -¡Es verdad! Espera. Estoy muy joven, ni una cana, ni una arruga... -Ya te lo he dicho, aita. -le dijo Uxue. -Ya, ya. Un momento...

Se levantó la camiseta. Ni rastro de cicatrices. Tenía un cuerpo perfecto, definido, musculado... -¡Mira maitia, tengo 20 años! -le dijo Mikel a Izaro. -Ya me acuerdo, ya. -dijo Izaro. -¿Así era el aita de joven? -dijo Uxue. -Con esta edad no llevaba barba, pero sí. Más o menos así. Es cuando te sacaste el cinturón negro de Judo ¿no maitia? -Sí, el 15 de Mayo del año catorce antes de la llegada. -¿Qué? -Sí, os recuerdo que ahora soy mucho más listo. Os lo he explicado antes. -Cierto, cierto. -Oye Mikel. -dijo Amaia. -Dime. -Aparte de que tengo que darte una paliza por hacerme pasar ese mal rato, quiero que nos cuentes mejor lo de que ya no nos atacarán. -Hay un alien en el espacio vigilándonos a todos. Tiene implantados unos yocto-robots parecidos a los míos. Los llamo yocto-robots porque son mucho más pequeños que un átomo, incluso que un quark. No sé la escala, pero teniendo en cuenta que un electrón, que es bastante más grande que un quark, mide un femtómetro, solo podía llamarles atto-robots, zepto-robots y yocto-robots. Y me ha sonado mejor yocto-robots. -No he entendido nada, pero sigue. -Perdón. No estoy acostumbrado a ser más listo que nadie, jeje... A lo que iba. Él también tiene esos yocto-robots implantados y es inmortal. La cuestión es que el “juego” que inventó ese alien para matarnos tenía un final que no conocíamos. Éramos varios supervivientes que mataban robots. Si cuando quedara un único superviviente mata-robots, este había matado suficientes robots, había ganado el juego. -¡Pero eso es atroz! -Sí. Pero es lo que ha pasado. Quedábamos un hombre en Brasil y yo. Él murió en el amazonas, por la picadura de una araña. Y solo tuvo que esperar a que yo entrara en una vaina para hacerme... “esto”. -¿Entonces, no nos atacarán más? ¿Se van a ir? -No, si nos ponemos delante nos atacan. Pero ese riesgo de que nos invadieran por no matarlos, ya desapareció. -¡Pero estamos absolutamente limitados, no podemos movernos con libertad! -Por ahora nos quedamos. Según vaya creciendo la población, iremos ampliando territorio. Cuando toque ir a un nuevo territorio ocupado por robots, iré y me cargaré las vainas que haya por la zona. -¡Siempre tú! -dijo Izaro, que no quería desprenderse otra vez de él. -Ya maitia, pero con una diferencia. Ahora soy inmortal. Voy, entro, me cargo al robot y vuelvo. Sin riesgos, sin tardanzas innecesarias. -¡Pero te pasarás la vida fuera de aquí! -dijo Izaro. -Tranquila, ya lo he pensado. Soy capaz de hacer más de 100 kilómetros al día a pie. Si cojo una bicicleta y la adapto con un desarrollo más bestia, puedo hacerme unos cuatrocientos kilómetros en un día. Durante los próximos años podría ir, matar y volver en el día. Y luego, en dos días. No es para tanto. -¡Es verdad! -dijeron todos. -Luego está el problema de que no todos me aceptarán. -¿Qué? -Mirad, aquí mismo hay gente que me mira con miedo. Y eso que me conocéis bien ¿verdad Sergio? -El jefe Grijalba se sobresaltó. -¿qué? ¿yo? no, no, no. Yo... -Sí, no confías en mí. Sabes que soy demasiado poderoso y que podría hacer cualquier cosa que quisiera. Incluso gobernaros a todos como dictador perpetuo. -Eh...yo...no...yo...-Grijalba balbuceaba. -Me ha gustado la alusión al dictator perpetuus ¿como sabías eso? Eso no es por ser más listo. -dijo Julio. -Lo dijo de pasada el profe de historia el 2 de Feb... -Ya, ya, no me importa la fecha. Que te acuerdas. -Sí, perdón. Me tengo que acostumbrar a mi nuevo cerebro. -Bueno, yo confío en tí Mikel. -dijo Iker. -Nosotros también. -dijo Txomin, toda la familia aprobó con la cabeza. -Sí, vosotros sí, pero estoy seguro de que habrá mucha gente que no confíe en mí. Si Sergio desconfía, cosa natural por otro lado ¿como va a confiar cualquiera de las personas que no me conoce más que de pasada? Habrá muchos recelos. -¿Y qué propones? -dijo Julio, que parecía divertirle la situación. -Te encantan estas cosas, viejo loco. -Oh, no, no. Es solo que esta situación no se estudia. Es un nuevo reto de convivencia. jijiji... -Y a tí te encantan los retos, son como puzles ¿no? -Supongo, sí. -Luego hablo contigo de eso, que creo que este puzle de la federación de pueblos tiene un par de fallos. -¿Pero qué vamos a hacer para que la gente te acepte? -dijo Nerea. -Oh, nada. -respondió Mikel-realmente no podemos hacer nada. -¿NADA? -No. Intentaré no llamar la atención, poco más puedo hacer. Lo que sí que creo que tendré que hacer es ser parte de las caravanas que abren nuevos pueblos. Y por eso, me gustaría pediros a todos que vengáis siempre conmigo. Por supuesto, no voy a obligar a nadie. -Yo voy. -Y yo. -Y yo. -Yo también.

Poco a poco, todos se apuntaron menos Ekhi y Grijalba. Ekhi porque ya le dolía demasiado la espalda y necesitaba comodidades que la vida nómada no le podía ofrecer. Y Grijalba, porque decía que este era mejor sitio para organizar a la policía.

Pasaron los años. Un día Mikel se despertó junto a su querida Izaro, le dió un beso en el pelo y salió a pasear temprano. Desde hacía unos años vivían cerca de Benidorm, Mikel había limpiado casi toda la península ibérica pero había decidido que no se moverían más porque Txomin, Nerea e Izaro ya eran ancianos y necesitaban más comodidad. Este era un buen sitio para sus últimos años de vida.

Mikel se puso a pensar en lo que habían conseguido desde que “el juego” terminó. Era mucho, desde luego.

Había un idioma común, todos los bienes se repartían entre todos, todo el mundo era educador y alumno al mismo tiempo, existía una red de pueblos federados cuyos miembros iban de un pueblo a otro con total libertad, no había hambre, no faltaba nada importante para nadie.

Desde que “el juego” terminó habían crecido mucho como comunidad. La natalidad había aumentado, se habían descubierto nuevos asentamientos humanos en el Sur y Oeste... Y se seguía creciendo de forma sostenida.

Partiendo desde Sástago, se decidió seguir hasta el mediterraneo y de ahí ir creciendo hacia el norte y el sur buscando ríos para tener los pueblos en las cercanías de las desembocaduras. Era lo lógico y era lo que se había hecho históricamente. Siempre se situaban en zonas fértiles. Seguían los ríos y la costa. Aprovechaban lo que les ofrecía la naturaleza. Pronto tocaría cruzar los pirineos y entrar en lo que antiguamente se llamó Francia.

También dominaban el mar, aprendieron a construir barcos para permitir la comunicación y el comercio por mar. Empezaron a usar dichos barcos para pescar y para poder enviar grandes cantidades de mercancias de un asentamiento costero a otro.

Debido al bienestar general, hubo capacidad de pensar en otras cosas que no eran la supervivencia pura y dura. Se trabajó en las bibliotecas de las ciudades para que la historia de la humanidad no se perdiera. También se organizaron y mejoraron las escuelas. Hubo escribas que narraron lo que sucedió en la historia a partir de la llegada.

Ahora se estaba poniendo de moda crear y modificar instrumentos musicales para poder dar pequeños conciertos para romper con la monotonía del día a día.

Debido a los conocimientos adquiridos de los libros y los conocimientos adquiridos, se consiguió trabajar dos semanas de cada tres. Y cada día se trabajaban seis horas. Es decir, se trabajaban diez días y se descansaban cinco. Incluso se empezaba a hablar de “hacer turismo”. Era increíble lo bien que estaba yendo todo.

Por contra, ya casi no quedaba ropa anterior a la llegada, se vestían con ropas hechas a mano con cuero, algodón o similares. Las prendas transpirables y similares eran objeto de muchas discusiones.

Nada era perfecto, pero la gente en general era feliz. Eso alegraba a Mikel. No podía siquiera imaginarse algo así cuando se embarcó en la aventura de matar robots.