Introspección gatuna

Estoy sorprendida con el shock que ha supuesto la adopción del gato en mi vida. Ha conseguido que olvide por completo mis necesidades... y tenerme “en vela” constantemente. Para bien y para mal. Soy hija única y el compartir espacio y tiempo con otro ser me está suponiendo un esfuerzo extra, a pesar que fue mi iniciativa esto de adoptar un gato. El 90% de los gastos los he cubierto yo, por lo que no ha sido un capricho fugaz (siendo estudiante y teniendo apenas ingresos...).

Por momento he llegado a pensar que había cometido una equivocación. Tengo momentos de debilidad, en los que pienso que tal vez no es el mejor hogar que pueda tener. Pero creo que estoy proyectando mis inseguridades en él. Tiene pienso de primerísima calidad (come como un tigre), agua fresca y nueva cada dos días en el bebedero, una estructura y varios sitios para usar como cama/escondite... algunos juguetes (llegarán un par más el lunes). Añadir que es un gato majísimo, adulto (6 años), muy inteligente y atento. Solo lleva una semana en nuestro piso y no nos ha provocado ningún tipo de molestia en cuánto al uso de su bandeja, comederos y rascadores/juguetes. Sale a explorar todo, aunque con cierto reparo. Otra curiosidad que me parece increíble es que no nos ha hecho ni un rasguño en el sofá. Sabe que debe usar el rascador para afilarse las uñas y no se lo hemos enseñado... todo esto en menos de una semana.

Sin embargo maúlla por las noches y por las mañanas. También sabe dónde está la puerta para salir y la rasca en algunas ocasiones. Parece que eche de menos la protectora, porque a pesar de compartir espacio con muchos gatos (que también es una forma de socialización) podía salir al exterior vallado a tomar el aire. Me preocupa que no disfrute de su vida siendo un gato casero. Nosotros ya preguntamos si nuestro estilo de vida era compatible con el suyo y nos dijeron que no habría problema... pero qué se yo.

En fin, tenía que desahogarme. A modo de resumen: tengo un gato modelo (por comportamiento y por apariencia) que maúlla a determinadas horas y que extraña su protectora. Apenas lleva 7 días en casa, y el periodo de adaptación que nos dan es de 1 mes. Vamos, que el problema parece que es más de la dueña (mío) que suyo. Supongo que en las próximas semanas se encontrará mucho más a gusto. Aún así, da envidia verlo dormir. Duerme a pierna suelta... quien fuera un gato...

photo-2021-05-01-21-00-32

PD: Berto no pudo ser (era el gato que se nos acercó el primer día y que íbamos a adoptar) porque se “rebotó” y ni las de la protectora pudieron cogerlo. Tuvimos que decantarnos por el otro que mostró interés en nosotros: Tigretón (el de la foto).