Me preguntas cómo estoy y nuevamente me obligo a mentir y decirte que estoy bien. Pero la verdad puede poner todo patas arriba. Cómo decirte que añoro tus besos. Besos que ahora son de otra, como lo son los míos de otro. Añoro tus besos y tus caricias. Caricias que ya no me pertenecen, como tampoco tus abrazos. Añoro tus abrazos y las noches e que nos dormíamos acurrucados, hablando entre susurros de cosas banales. Hablábamos en susurros, con miedo a que un tono más alto rompiera la burbuja en la que estábamos. Ambos sabíamos que no sería para siempre, que teníamos los días contados, por eso intentábamos que el tiempo durara el doble. Pero el miedo a un final anticipado seguía rondandonos. Me preguntas cómo estoy y miento diciendo que bien. Y sé que tu respuesta tampoco es sincera. Ambos tememos abrir la caja de Pandora y que nuestras vidas vuelvan a ponerse patas arriba. Ambos tememos confesar nuestros sentimientos porque sabemos que son correspondidos, al igual que sabemos que nuestra historia es imposible. Aunque nunca le pondremos un punto final. Ni siquiera un punto y seguido. La hemos pausado en un punto y coma, o tal vez solo en una coma, a la espera de que uno de los dos pierda el miedo y arrastre al otro de nuevo a ls vorágine espiral del tornado que es nuestra relación. Pero mientras tanto, la amistad y las buenas maneras son las que reinan. Las buenas maneras reinan y por eso hacemos un esfuerzo sobrehumano para decir una mentira de tan solo cuatro letras, que oculta los verdaderos sentimientos que se resumen en tan solo una letra más: te amo