Buenos días, tardes o noches nos dé dios, bienaventurados o malaventurados los que leen estas líneas, me detengo por esta vez para abrir la veda de las pájaras que llegarán a esta página en blanco, cuando las naderías de mi cerebro se extiendan más de la cuenta y necesite un desahogo sincero contra el mundo o contra mí mismo. Desconozco si este despropósito tendrá algún sentido, algún fin; considero que no, que serán monedas al aire que cada uno interpretará por la faz que más le convenga. Tal vez sea fugaz mi paso por aquí, aunque no sé si es lo más idóneo o no. Para este momento recuerdo una frase que decía: “Sé que será fugaz, puesto que es bello”. Ya se verá.