Cada Domingo se repite el ritual. Domingo de por medio lxs gurises llegan exhaustos, cansados y prontos a dormirse sin chistar a la hora indicada. Llegan alegres por lo que creo que deben pasarla bien del otro lado de la frontera. A mi la llegada siempre me agarra de sorpresa. Yo ya se que ellxs llegan y se aprontan en sus cuartos y comienza nuestra semana pero siempre la sorpresa me abruma el corazón. Este pasaje de una quietud en la que organizo mi vida con la música a toda voz a un espacio lleno de palabras y decisiones y negociaciones y expectativas. Y con lxs gurises también llega Chiquito, el perro. A Chiquito lo encontramos en el refugio para perros cuando tenia pocos meses. Su historia fue de abandono en algún lugar de California. Desde siempre ha sido temeroso tirando a cagón. Sólo come cuando yo estoy al lado de él y le gruñe a los hombres con barba. A Chiquito no le gustan las escobas y le tiene miedo a los otros perros en el parque. Es un perro negro, como todos los perros que he tenido. Le gusta dormir en el sofa y en la cama con alguno de nosotrxs.