Liofilizado

Mi escombrera emocional

Llegar a ver como soy desde cierta perspectiva me ha llevado cierto tiempo, es un viaje de largo recorrido, pero empiezo a ver con cierta claridad la silueta de mi como persona.

Me veo repitiendo comportamientos que al principio parece que me producen cierta “felicidad”, como loco chute de adrenalina digital. Como todo buen subidón después viene acompañado del temido bajón, en mi caso el bajón se llama culpa y de apellido remordimiento.

Es una mierda reconocer como es uno. Ahora veo dos opciones, aceptar como soy y tirar hacia delante o no aceptar e intentar cambiar.

Me acuerdo de cosas, personas o situaciones que creía que estaban bien guardadas en el cajón del olvido, pero no, cada cierto tiempo aparecen de nuevo solo por joder un poco mi mente que últimamente no anda muy reglamentaria.

No sé si esos recuerdos afloran cíclicamente porque el karma pide que sea así o porque al ser yo como soy necesito remover de vez en cuando mi barbecho mental como una forma de auto-castigo.

Sea cual sea el motivo y sabiendo que en ocasiones anteriores he corrido como un loco para tropezar con esas piedras del camino y ahora y sin saber muy bien porque parece que me estoy aguantando bien en mi parapeto anti recuerdos.

Cuando creía que todo estaba en su sitio o relativamente en su sitio llega el carma y le pega un vuelta de tuerca a mi vida para ponérmelo un poco más complicado.

Complicado para mí que no ando muy fino últimamente, y por eso tengo la habilidad de convertir cualquier cosa en una mierda muy grande

Este último año me ha servido para muchas cosas como por ejemplo para conocerme un poco mejor, cosa que en muchas ocasiones no me ha gustado nada por descubrir una verdad encerrada muy dentro.

Por esos descubrimientos sé que navego contracorriente. Me ha costado mucho trabajo reconocer la dirección de este viaje, pesado, angustioso y en ocasiones doloroso.

No pierdo la esperanza de llegar lo más razonablemente sano al final del viaje.

Vivir un poco ajeno a horarios es lo que he estado haciendo durante bastantes días, no han sido jornadas con horarios anárquicos porque ciertas obligaciones a mi cargo no me lo ha permitido, pero si he podido jugar con bastante margen de maniobra. Margen de maniobra que no tenía hace años pero que he podido disfrutar. Pero de repente llega el día de volver a la rutina regida por horarios muy marcados y que establecen como será el resto del tiempo. Todo este cambio de horarios gobernados por el despertador me han traído como premio que hoy me este arrastrando por la vida por culpa de las horas que no he dormido

Me pasa con ciertas personas que por muchas ganas que tenga de conocerlas, de tener alguna relación con ellas sé que será imposible.

Posiblemente por diferencias entre caracteres de personalidades unido a algún que otro complejo de inferioridad.

Una vez identificadas esas personas no hay que forzar esas interacciones porque nunca llegaría a buen puerto.

Hace mucho tiempo que no te meto mano, tal vez por falta de tiempo, por tener otras ocupaciones o por no querer ahondar en la pena. Pocas cosas hay en esta vida que sean una obligación a excepción de la muerte, por eso me lo tomo con calma.

Si abriéramos un pequeño reloj de pulsera, un reloj analógico, y miráramos dentro veríamos un montón de pequeñas piezas que todas en conjunto hacen que todo funcione. Pues si yo tuviera que ser una de esas pequeñas piezas sería un pequeño muelle que se va tensando y destensando periódicamente. La tensión la puede producir cualquier pequeña situación que a priori podría ser cotidiana, pero estamos hablando de mi y cualquier cosa me sirve para tensar ese muelle. La perdida de tensión en ese muelle viene dada por circunstancias un tanto aleatorias, puede variar de una vez para otra. Lo mismo un chispazo de lucidez, un toque de atención o un obstáculo que impide que prosiga mi camino. Da igual como sea que al final todo vuelve a la posición de salida para volver a empezar.

Un baño de realidad no tiene porque ser en agua fría, aunque el agua fría puede venir bien para muchas cosas.

En estos momentos me siento como si me hubiera encajado el traje de los domingos, sacado de su caja unos nuevos y bonitos zapatos de cemento para después ser arojado en solemne ceremonia a un profundo río.

Una vez en el fondo me veo levantando los brazos y moviéndolos alegremente como si quisiese saludar a alguien muy concreto pero desconocido a la vez.

Dando por terminado el saludo, me dispongo a cantar mis penas a ritmo de ska a un grupo de coloridas carpas koi que se han concentrado a mí alrededor al creer que las llamaba al agitar los brazos, por cierto son un público de lo más agradecido.

Decenas de pequeños cangrejos de río se han congregado en el perímetro de mis hermosos, nuevos de mis zapatos de cemento. En ese momento averigüe que a los cangrejos se río les gusta dar pellizcos con sus pinzas al cemento del fondo del agua, poco a poco mientras yo cantaba mis penas estos cangrejos deshacían mis bloque de cemento a pellizco a ritmo de ska submarino.

Al final después de un buen rato acabe liberado y pude volver a sacar la cabeza por encima del nivel de agua.