Contrastes

Sentir que no todo depende de vos, que no todo depende de lo bueno que seas en algo, y apostaste fuerte, te metiste a fondo en ese abismo que llaman cumbre y ahora pedís una tregua. Pero la montaña ni siquiera necesita que estés ahí, arriesgando la vida en Diciembre.

Allá arriba entre la fiera roca helada y el hielo tenaz como el acero, sentís que no sos nada, que sólo la tecnología y un poco de suerte te mantiene vivo. De a ratos ves el pueblo soleado, tan cerca y tan infinitamente lejos. Y vos seguis ahí, unido a la la cuerda y a tu amigo hermano, y la noche se cierra, y las sombras traen pesar, y ya sabes que sin duda habrás de luchar para volver a la superficie, rapel tras rapel, en ese diálogo íntimo con vos mismo y con la montaña. Será una larga noche de conversaciones y discursos fútiles, esperando oir el próximo “libre!”