Miguel Florian Kvarta

2006

Hacía ya un año y medio que no iba a Arenales. En aquel momento habíamos estado con Nico casi 15 días, escalamos en el Cajón y nos fuimos para el fondo. La idea era escalar la aguja del fondo (creo también llamada Aguja de Pita, aunque no estoy seguro) y después rumbear para el Torres del Campanario. Hicimos unos largos en la aguja pero no pudimos llegar arriba porque había mucha piedra suelta. Intentamos ir al Campanario pero el clima nos planteó un ingreso anticipado del invierno con una gran nevada.

Aquella vuelta por las agujas del fondo me mostró un lugar muy tranquilo y bien montañero, alto, frío y solitario. Le pegamos una vuelta a la aguja por la derecha y vimos una pared excepcional con una fisura excepcional. No pudimos calcular el tamaño, pero era un imán para los sueños.

Al pie de la pared unos bloques gigantes, unas vegas y una vista muy interesante.

Paso un año y medio y ese sueño comenzaba a tomar forma, volver allá, instalarnos al pie de la aguja y abrir una ruta pasando por aquel fisurón.

Esta vez el compañero iba a ser otro, mi hermano Cristian. Salimos para el fondo un Domingo, bastante pesaditos, bah..., como siempre y un poco más porque llevábamos una perforadora a baterías, chapas, parabolts, clavos variados, una masa, y demasiada comida.

Llegamos a los 3500mts y nos fuimos derechos a aquel lugar de las veguitas a 3700mts y nos instalamos con mucho placer.

Soñar ó imaginar un lugar ó una manera de hacer las cosas y ver que se van concretando es muy lindo. Nadie había acampado nunca ahí, es un lugar muy alejado y a lo sumo se ve algún sendero de los que utilizan los que van a subir el Pircas.

El entorno de las agujas del fondo es un claro circo glaciar rodeado por cerros muy interesantes y con los que ya vamos soñando. En el centro del circo surgen estos picos de granito de unos 120mts de altura el mayor y en el que andaremos trepando.

Lo que se siente al ir a abrir una nueva ruta en una pared es totalmente distinto a ir a repetir, hay más incertidumbre no solo en los días previos, sino mientras el primero va equipando los largos. Uno no sabe que le van a deparar los metros que siguen más arriba. Hay que ir previendo tener disponible tal ó cual medida de friends, ni que hablar de llevar clavos y la masa porque uno puede llegar a un lugar expuesto donde no se puede asegurar con otra cosa, y sin una masa y clavos se esta sencillamente en el horno.

Hay otros temas como la calidad de la roca. Muchas veces la ruta arranca por roca excelente y luego uno se mete en un lugar a lo mejor técnicamente fácil pero muy peligroso por las piedras flojas, entonces hay que cambiar de dirección.

También hay que cuidarse de lo que uno se agarra. Como nunca paso nadie por ahí, antes de agarrarse de algo por más grande que sea, hay que desconfiar. Estudiar el tamaño del bloque, su sonoridad al golpearlo, revisar todos sus lados y verificar como esta adherido a la roca principal de la aguja. Esto no es trepar a lo loquito porque uno puede venirse con una heladera para abajo.

Por suerte la línea que desde abajo estudiamos se fue completando largo a largo por roca excelente. Por falta de experiencia en general nos pasó que lo que parecía fácil desde abajo era por lo menos  respetable. El primer largo fueron unos 30 mts de cuerda por el lateral derecho de la aguja, con una travesía y dos clavos porque no había otra cosa que poner, la dificultad un 5to.

Pensé bastante en la graduación técnica de los largos, y llegué a la conclusión de que hay que tener mucha experiencia para graduar una vía en medios grados, sería muy pretensioso hacerlo, así que cuando pongo 5to puede ser 5 ó 5+, lo mismo para el 6to, puede ser 6 a/b. Y el 7mo es algo que esta más allá de la capacidad técnica nuestra en libre es decir un 6c ó un 7 a.

Hubo dos tramos cortos en los que tuvimos que usar estribos, unos 3mts cada uno, en el segundo y en el 4to largo y eran de una dificultad superior a 6b.

El segundo largo era muy interesante y por roca excelente, 6to grado duro, no habiendo nada para proteger la reunión, colocamos un universal y enseguida hay un arranque a estribos (3mts) de un dullfer en el que no entraban los dedos y solo entraba un microfriend. De ahí para arriba se va por una linea obvia de granito blanco que sigue un espolón de la aguja y se va asegurando en netas y paradas fisuras que salen de a tramos en dullfer.

No habiendo encontrado lugar cómodo para una reunión, a los 40  mts de cuerda armamos un relevo con un stopper, un clavo ángulo bastante decentemente colocado y completamos con friends buenos. De ahí decidimos bajar y fijar cuerda. Justito llega la cuerda de 50mts al piso rapelando directo al acarreo que baja por un lateral de la aguja. ¡A matear! Habíamos escalado tranquilos unas 4horas y no hacía falta amasijarse. La carpa ahí nomás.

Para el día siguiente nos quedaba la fisura que nos trajo hasta acá y que parecía ser el punto clave de la ruta.

Para los mates nos quedaban las preguntas: ¿que ancho tendrá? ¿agarrará el #4? ¿se afinará adentro?, ¿habrá forma de asegurarla?

Después de matear largo y tendido jumareo la cuerda fija y me voy a la primer reunión a intentar dejar chapeado el rapel. Media hora de taladro, dos baterías y lo único que logro es dejar un agujero de profundidad insuficiente en el granito y la mecha hecha bosta. Aqui aprendí que perforar la roca es un daño irreversible al entorno y que hacía falta una máquina mas potente. Es todo lo que ibamos a hacer con el taladro, los parabolts y las chapas. NADA.... pero teníamos los clavos.

Al día siguiente un largo muy interesante que discurre en una travesía larga hasta un pichote que esta a unos metros de la base de la gran fisura. De más esta decir que en estos largos el segundo va limpiando toda piedra dudosa ó suelta que haya para dejar la vía más segura. De todas maneras no hay demasiada, la roca es muy buena y la línea que seguimos es bastante cercana a lo que es una ruta de escalada con estética. Este tercer largo es otro 5to durito de unos 35mts.

Y ahora viene lo interesante. Llegamos al fisurón y es lo que lo se llama offwidth, 30cm de ancho parejos hacia adentro y hacía arriba. La pared donde discurre esta hermosa fisura es vertical, naranja y algo desplomada en la parte final. No hay nada en los laterales que permita asegurarla y el único friend 4 que tenemos  no sirve de nada. El fisurón debe tener unos 20mts de alto.

Viendo que no se puede hacerle mella, encaramos por un diedro que sube a unos metros del fisurón. Un largo de 6to duro con unos 3mts de 7mo  en los que hay que usar estribos porque se terminan las tomas de pie y la fisura del diedro es para dedos finos. Un clavo en el camino, una salida muy pobremente asegurada, un conejo de galera para salir y un total de 45mts de cuerda, llegando a una repisa  cómoda con  televisores. (4to largo)

En la repisa no hay mucho para hacer en cuanto a una reunión decente con seguros móviles, por lo tanto metemos un par de excelentes clavos y dejamos montado un rapel por si hay que huir. (es buena costumbre dejar las reuniones con los rapeles montados, uno nunca sabe...)

Todo el 4to largo es muy intenso, la escalada discurre por el diedro que forma una pared muy lisa (donde esta el fisuron). La reunión esta en una comoda repisa y uno escala acompañado de una gran sensación de vacio e inmensidad.

Parece que falta poco para la cumbre por terreno más sencillo. Y bueno el 5to largo de unos 30mts de un 6to fácil nos deposita en el borde final de la aguja en un mar de bloques sueltos. Limpiamos lo que podemos arrojando televisores al vacío que explotan divinamente.

De ahí vamos para una bonita cumbre coronada por un bloque al que hay que abrazarse para la foto.

Increible, estamos arriba de nuestra primer ruta vista, soñada y abierta. ¡y que linda que es! Abrazos, fotos, dejamos testimonio y bajamos caminando. Muy convenientemente la aguja tiene posibilidad por terreno sencillo de bajarla sin rapelar.

En total fueron 5 largos, el más duro el 4to,  de un 6to grado duro y con pasos de 7mo/A1.

La bautizamos con Cristian:  “El Rey del fuego y el León conquistador”, desarrollo 180mts, desnivel 120mts, max. Dif.: 7mo /A1.

Material:

1 juego de camalots completo + 1 #0,75 y 2 microfriends (#0,1 y #0,2)

1 juego de stoppers

6 clavos. 3 universales, 1 lostarrow, 2 angulos.

2 estribos.

Para repetirla no harían falta clavos, aunque habría que llevar por lo menos 2 para dejar montado el rapel del tercer largo. Desde la base del fisurón se llega con un rapel al acarreo que baja de la parte trasera de la aguja, el cual no dejamos montado.

Estas agujas del fondo tiene mucho potencial para abrir rutas muy interesantes aunque lo que resta es por lo menos de la misma ó mayor dificultad que la ruta que abrimos.

Por un rato estas solo allá arriba, en el extremo de una cuerda, son solo hilos de colores que te unen a tu compañero y a la montaña, respiras, estas conectado a tu cuerpo en plenitud, absorbiendo pura naturaleza, sintiendo el calor de la roca, el sol, el viento que te da en la cara de a ratos, viviendo instintivamente en un entorno salvaje, abrumado de silencios, tomando decisiones simples pero profundas. No es poca cosa estar solo en un ambiente salvaje y tener que decidir dentro de un tiempo muy acotado que hacer, como seguir adelante. Y por sobre todo es una decisión que afecta a tu compañero…si te equivocas, también se equivoca el, si te equivocas estas  poniendo en riesgo su vida además de la tuya.

Te sentís conquistador, explorador, descubridor, tu propia vida y la de tu compañero esta en tus manos. Si bien esta la cuerda que te da una relativa seguridad, sabes que una caída de 3 metros puede ser muy dura contra la roca y salir solos de una pared que esta metida horas caminando en la cordillera con alguien imposibilitado, no es tarea fácil, y hasta puede llegar a ser imposible. Ahora avanzaste 10mts sobre el ultimo seguro, si…., pusiste un buen seguro antes de seguir, pero ahora no te podes caer, técnicamente apreta la roca…. Abajo hay repisas, bloques y la pared no es vertical, asi que te la das contra todo.

No sabes que hay en los próximos metros, ni con que te vas a encontrar, tal vez lo adivinas, lo supones. Y no es solo un problema atlético, o de capacidad técnica esto de la escalada alpina, hay que resolver rápido y bien, tener sentido común,  encontrar donde poner un seguro que proteja tu progresión por la roca, y tampoco se puede poner algo en todo lugar que encuentres, poner un seguro lleva tiempo, y eso es lo que nunca hay en una vía alpina, además tenés que evaluar con cuanto equipo contas, te tiene que alcanzar para más arriba. Te preguntás: habrá donde poner algo más arriba?, y ese algo será algo decente? ó será solo psicológico?. Y si no hay nada? Y si no hay nada que poner y estoy expuesto a una caída de varios metros en un terreno que me exige al máximo técnicamente?, la fuerza me va a flaquear junto con la mente, van a temblar los músculos, va a arrancar la desesperación...comenzaré a saborear el metal en la garganta…ya alguna vez lo viví….No… Eso no debe pasar, tengo que tener un plan B, y si avanzo es porque sé que voy a poder al menos resolverlo con un mínimo de elegancia, ó al menos poder volverme con seguridad al paso anterior. Evalúas muchas cosas, tu estado anímico, tu estado físico, tu capacidad técnica, te estiras un poco hacia atrás, tratando de adivinar lo que viene. Pensás en que tu compañero espera y el tiempo sigue pasando…Buscas agarres, calculas posiciones, ois al viento, mirás alrededor como esta el clima, tu compañero que esta por allá abajo y no ves, te alienta a seguir, porque como vos, el ve que la cuerda no avanza, y sabe que hay algun problema a resolver. Hay una responsabilidad ahi...hay que seguir, y seguir rápido, nadie se vuelve en mitad de un largo, pero también sabes que no podes equivocarte.

El clima también aprieta, esta soplando, entran nubes del oeste y ya llevas 5minutos pensando que hacer…la escalada alpina es también tiempo además del clima. Necesitas resolver rápido, no se trata de escalar tomándote el tiempo que quieras, hay que moverse, resolver. Tu compa hace media hora que esta en la reunión pasando frío, y ansioso por que corra la cuerda…, lo sabes porque vos también estuviste ahí y sabes que cuando la cuerda no corre es porque se detiene el fluir de una ascensión, la melodía se interrumpe. De apoco te vas adentrando en una noche de rapeles si la cuerda no avanza.

Avanzas metros apoyado en minúsculos bordes de roca afilada, el último seguro queda lejos abajo tuyo, y acá no encontras nada bueno. Ya la presencia de la cuerda pierde importancia, tu compa esta tan lejos, 40m por allá abajo, el no te ve, estas solo en un crux, y la cuerda describe tantas idas y vueltas que si te caes de aca te la das seguro contra algo.

Tenés que evaluar con que equipo contas para proteger, que viene más arriba para no gastarlo acá si no es del todo necesario, miras 10, 20 metros mas alto tratando de adivinar que te hará falta. Y como estas abriendo una nueva ruta, algo desconocido, hace rato que venis pensando en como vas a bajar. Buscas emplazamientos de rapel naturales. Y por sobre todo como vas a bajar de la cumbre.

Solo faltan pocos metros, no hay nada para poner, pero la cumbre esta tan cerca que solo queda arriesgarse un poco y subir…pero no podes dejar de pensar en como vas a bajar de ahí. Y si en la cumbre que es minúscula no hay nada para poner ó dejar? Ya casi no tenes equipo y vas a tener que resolver como dejar un emplazamiento para rapelar de la cumbre. Es una gran preocupación, como bajar de una montaña.

Finalmente llegas a esa pequeña cumbre y antes de mirar siquiera el paisaje, descubris algo desesperado y agitado por los últimos metros, una pequeña hendidura, granito blanco erosionado por la lluvia y el clima…tal vez y casi seguramente ese Lost Arrow que traes de yapa pueda clavarse ahí y permitirte un rapel seguro. Es solo un clavo.

Al rato se oye el tin-tin por todo el valle que sube de tono hasta casi volverse imperceptible y que denota un clavo bien puesto, te autoaseguras, mirás alrededor, si… estas en un lugar único, un lugar que nunca nadie había pisado, feliz, gritas a tu compañero VENIIIIII!!!

Sentir que no todo depende de vos, que no todo depende de lo bueno que seas en algo, y apostaste fuerte, te metiste a fondo en ese abismo que llaman cumbre y ahora pedís una tregua. Pero la montaña ni siquiera necesita que estés ahí, arriesgando la vida en Diciembre.

Allá arriba entre la fiera roca helada y el hielo tenaz como el acero, sentís que no sos nada, que sólo la tecnología y un poco de suerte te mantiene vivo. De a ratos ves el pueblo soleado, tan cerca y tan infinitamente lejos. Y vos seguis ahí, unido a la la cuerda y a tu amigo hermano, y la noche se cierra, y las sombras traen pesar, y ya sabes que sin duda habrás de luchar para volver a la superficie, rapel tras rapel, en ese diálogo íntimo con vos mismo y con la montaña. Será una larga noche de conversaciones y discursos fútiles, esperando oir el próximo “libre!”

Todavía el sol no pega pero el cielo es perfecto. Aparte del arroyo, todo es silencio, un profundo silencio, aromas a naturaleza y ese aire helado lleno de paz que entra en tus pulmones.  A lo lejos el sol calienta una ladera, la roca se tiñe de dulces dorados, el cielo es de un azul aterciopelado.

Juntas un poco de leña y encendés un fuego, una pava negra de hollín se va entibiando y el mate, ese mate que te acompaño a tantas montañas esta entre tus manos esperando, compartiendo todo eso.

La montaña esta hecha de momentos, como la vida, en la montaña los momentos son puros, simples y concretos, la montaña tiene un ritmo y lo impone, no hay apuros, no hay competencia, dejás de ser un número, para ser alguien, para ser único, para ser vos mismo, para ser humano, hombre, mujer, pero ser, con todo lo que eso significa, ser vos mismo. Sentirte primitivo, salvaje, pionero, descubridor, responsable de tus decisiones, y de tus errores, entrelazando íntimamente tu existencia con la naturaleza, sintiendo la bella y profunda simpleza de la vida que corre por tus venas a cada minuto.

De a ratos hay algo de calma y podes ver más allá de tus pies, aprovechas para descifrar esas heridas en el glaciar que a menudo son enormes, un amigo te acompaña, también pendiendo de un mismo hilo, compartiendo esta misma vida, el viento arremolina la nieve y te empuja al piso de a ratos, de repente presentís un inquietante vacío cerca, te das vuelta para hallar calma en los ojos de un amigo que aunque no podes ver, sabes que está ahí, manteniendo tensa esa cuerda que se desvanece en un mundo blanco de locura. 

El único resguardo que logra tu mente en esos momentos son los ojos de tu compañero, en el que confiás ciegamente porque estas atado tanto a tu cintura como a su alma. Y cuando la tenue luz de su linterna se desvanece en la helada noche en busca del próximo rapel, y vos estas ahí solo en la oscuridad colgado de un par de clavos, ansioso por sentir el “libre”, entendés profundamente lo que significa la cordada.  Más abajo, y ya al pie de ese sueño interminable, te abrazas en la verdadera cumbre y casi se te arrancan las lágrimas de los ojos, porque te ha nacido otro hermano.    Siempre hay que saber escuchar, la duda del otro es la máxima certeza, en los ojos del compañero esta la solución. Solo hace falta una mirada para entenderlo todo y saber hasta donde se puede llegar. Dos vidas intensamente unidas, para llegar a lo mas alto, eso es una cordada.

 

Esta es nuestra pasión, casi un instinto ancestral, este amor por escalar, estas ganas de trepar, resolviendo todas las situaciones que nos plantea la montaña, muchas veces pasando hambre, miedo e incertidumbre.  Descubriendo a cada paso, siendo exploradores y conquistadores de cada pedazo de granito, de cada huequito de la roca y de cada centímetro de hielo.  Sintiendo correr el tiempo por nuestras venas, con el lento fluir de los glaciares. Extrañando amigos, momentos, novias y esposas.

 

Este es nuestro juego, el de los montañeses, románticos aventureros de paisajes increíblemente hermosos y duros. De bellas montañas y esbeltas agujas, con las que tal vez solo se podrá soñar, imaginándonos en sus cumbres llenas de misterio y leyenda.    Una loca pasión de hielo y roca que nos lleva a algunas cumbres junto a los más grandes amigos que tendremos, y a los que llegamos a querer demasiado, mucho más que a ese pedazo de roca, hielo, frío e inmensidad.

La montaña me ha dejado aquí, en la quebrada de Vargas, rodeado de amigos, montañas y buen vino. Estoy delante de un fuego, que a veces me intoxica, y otras me emociona, en él se pierde mi mirada, en las llamas, doradas por el viento, entre los pensamientos, tratando de ver cosas que ya no existen.  Toda la noche he estado siguiendo la constelación de Escorpio, descubriendo estrellas de bellos nombres, como Agena,  Antares, Rigel y Vega. Acurrucado junto a unas rocas observo los  destellos de brasas que se van durmiendo, sobre mi bolsa, millones de estrellas, mis pensamientos vagan libres y simples como los sueños.

Un paso tras otro vamos abriendo huella hacia el Paso Serrato, de vez en cuando nos hundimos bastante en la nieve y buscamos resolver estos simples problemas, como no hundirse, como saber donde esta más dura la capa de nieve, y algo siempre se puede aprender. Por allá abajo una liebre asustada corre por la nieve, unos pájaritos revolotean en este lugar que nos parece tan inhóspito.  Un duro garrotillo nos da en el rostro, más allá del Paso un nuevo mundo nos espera, un mundo blanco, casi desconocido,  dominado por montañas, algunas  de ellas sin nombre, otras olvidadas, todas esperando un montañista que sueñe con ellas.

Ese día fuimos prudentes y apenas nos acercamos un poco a la sur de los Gemelos armamos la carpa para aguantar el pesto reinante, cuatro en carpa de tres, a derretir nieve y gozar de ese mundo blanco que se arremolina ahí afuera. Disfrutamos del atardecer, el sol nos calienta el alma, mateamos con León, con Larralde, con Atahualpa, observando la belleza del paisaje que nos rodea.

El sol ya calienta y encontramos las primeras grietas de un glaciar que no quiere morir, una sutil danza entre vacío y seracs y vamos trazando un nuevo camino. Lentamente vamos resolviendo el enigma, buscando señales, bebiendo montañas,  llenándonos los pulmones de paisajes, descubriendo rincones bellísimos plagados de inmensidad y lejanía. Estamos en lo que se denomina circo glaciar, una planicie a unos 4500mts , inmensas rimayas nos rodean, un espacio olvidado, resabios de las últimas glaciaciones, dominados por picos de roca y viento, donde nacen los hielos, donde nacen los sueños que caen  al vacío, y allá, más abajo en el valle, enamoran para siempre a algún montañista.

El dia siguiente es gris y frío, entre seguras pisadas de acero e incertidumbre vamos siguiendo este camino, un filo blanco que se recorta sobre el cielo gris, desde ahí a la cumbre, el abrazo inmenso, el camino resuelto, los grandes amigos, las lágrimas y el horizonte de los próximos sueños.

Como siempre se extrañan los compañeros de otras escaladas, los que te han enseñado mucho de lo que sos y los compañeros de inolvidables caminatas por la montaña. Aquellos de los que aprendiste lo que significa hacer montaña, escalada alpina y acarreos infames.

Aquella aguja de granito que sube cientos de abrumadores metros tiene un nombre y un espíritu único que se lo ha dado esa cordada que una vez la creyó posible, su figura me trae recuerdos de aquel amigo con el que compartí momentos intensos y una lucha para poder volver a la tierra.

Miro esos clavos medios torcidos que cuelgan del portamaterial que voy preparando y recuerdo a los compañeros con los que los metíamos a fondo haciéndolos cantar intensamente. Cada golpe del martillo trae a mi cabeza una avalancha de recuerdos de montaña y eso me alegra mucho. El equipo gastado, mellado, heridas del metal llenas de recuerdos, las primeras zapatillas, la mochila apaleada, descolorida, casi risueña , ya tienen una vida propia de recuerdos.

Cuando las cosas se ponen interesantes, de estos afilados montones de rocas no se sale por el hecho de querer salir nomás, ó de desear estar abajo, sino que se debe luchar mucho para lograrlo. Esto es un juego mental. Así sean doscientos metros en un día de sol, a veces las cosas pasan de ser hermosas a una batalla por volver a pisar tierra. Y el único resguardo que logra tu mente en esos duros momentos son los ojos de tu amigo en el que confiás ciegamente porque está atado tanto a tu cintura como a tu alma. Y cuando la tenue luz de su linterna se desvanece en la fría noche en busca del próximo rapel, y vos estas sólo colgado de un par de clavos metidos en una fisura de millones de años, ansioso por sentir el “libre”, ahí comprendés lo que significa la cordada, esa comunión de dos compañeros unidos por una cuerda. Más abajo y ya al pie de ese sueño interminable, te abrazas en la única y verdadera cumbre y casi se te arrancan las lágrimas de los ojos.

Siempre hay que saber escuchar, la duda del otro es la máxima certeza, en los ojos del compañero esta la solución. Solo hace falta una mirada para entenderlo todo y saber hasta donde se puede llegar. Dos vidas intensamente unidas, para llegar a lo mas alto, eso es una cordada.

La cumbre fue un paso más, tan importante como andar por el bosque, reír con los amigos y sentir el paso de los glaciares en las rocas marcadas por los hielos, en ella no hubo emoción, ni belleza, no hubo paz, ni quietud, solo la verdadera dimensión de uno mismo. Estábamos en lo profundo de un pozo del cual pugnábamos por salir. No éramos nada allí, es un lugar que no tiene vida ni la permite. Con cada metro bajado éramos más fuertes, más hombres, más seguros de nosotros mismos hasta que nos encontramos caminando por un glaciar en la noche y nos abrazamos con Diego. Recién allí hubo felicidad, recién allí fuimos hermanos, recién allí fuimos una cordada.

Con cada cumbre, con cada caminata por bosques, acarreos y glaciares, con cada metro de roca y cada pedazo de hielo mi corazón va respirando el más dulce de los perfumes, el de las eternas montañas. Ya no volvería a ser el mismo de antes.

La montaña esta hecha de rincones únicos, imágenes repentinas que se entrelazan con sensaciones previas, dudas, ansiedad, algún color específico del cielo, ese aroma de la roca, una calidez especial que se respira en el aire helado, el murmullo metálico del equipo, el sonido de los grampones pisando nieve helada de madrugada,  esa sensación de incertidumbre que se mezcla con la bella rugosidad de un granito blanco perfectamente cortado y tus manos que tocan esa roca neta y tu piel que se adhiere a ella como los deditos de esas pequeñas ranas...y no te caes jamás, porque te sentís en plena forma.... respirás vida y sos....te sentís parte única, fundamental......no podes más que disfrutar esa imagen que viajará con vos toda tu vida...te queda grabada a fuego en la retina.... para siempre....no te olvidas nunca más....ni de la imagen, ni de la sensación vivida.....y el tiempo no importa... no existe mas...debajo tuyo cientos de metros abajo, la montaña es recorrida por un diedro perfecto herido en una pared blanca y tu compañero que casi flota sobre un glaciar...

Hay momentos donde la capacidad técnica, la soltura con que nos desenvolvemos en hielo ó en roca logra una escalada despreocupada en total balance con el mundo que nos rodea... y  la altura, la exposición, el compromiso, el vacío, esa incertidumbre que te hunde en lo más profundo de ti mismo es lo de menos... ahí comenzamos a vivir conectados a la realidad de esta vida. La concentración es fundamental, siempre desconfiar, no relajarse , ni subestimar escaladas, ni descensos. Cualquier cerro ó aguja por menor que parezca puede encerrar tremendas experiencias, porque la montaña no es nuestro mundo, es otro mundo, con otras leyes, leyes que se viven a corazón, instinto y pasión.

Cuando vamos a la montaña viajamos a otro mundo, es otro universo, que no tiene nada que ver con el cotidiano, un universo plano, la montaña es instinto salvaje, animal, sentido común, supervivencia y autoconocimiento, donde se sobrevive, donde si bien las leyes físicas son las mismas, allí estas se revelan tremendamente implacables. En la montaña no hay resguardo.

La montaña no necesita de nosotros, y no hace nada para hacernos nuestra estancia más placentera. La montaña es un desierto, árido, vertical, esteril en si mismo que naturalmente impide la vida.... un desierto de granito, hielo y nieve, y nosotros nos aventuramos a el buscando respuestas, buscando ser humanos.

Es en aquel cálido rincón cerca de un pequeño arroyo de aguas sabias y transparentes en un lejano y profundo valle donde nacieron mis sueños de montaña y a donde vuelvo y volveré una y otra vez a encontrarme conmigo mismo.

En la montaña todos los sentidos se expanden, se despiertan de su largo letargo ciudadano para magnificarse hasta límites insospechados. Es un mecanismo natural que se da solamente cuando tu vida depende literalmente de vos mismo, de tu cuidado, conocimientos, técnica, habilidad, instinto y suerte. Es en esas fronteras de la percepción donde nuestra vida se entrelaza con lo salvaje y el corazón vuelve a estar más cerca del animal que del ser humano. Es la necesidad de seguir conectados con esta vida, lo que nos lleva a sintonizarnos con la roca, con el hielo, con la nieve y su complejidad, es aprender a vivir en un entorno hostil, a menudo irreal, absolutamente estéril y a la vez apasionante. El devenir del tiempo pierde su signicado. Es en ciertos y precisos rincones donde se llega a sentir la absoluta incongruencia entre la vida y la montaña....finalmente te das cuenta que uno esta ahi y no sos más que viento... te das cuenta que es un espacio único, salvaje, ya no es un juego, es comenzar a vivir… Se comienza a entender las nubes, amar el sol, disfrutar el viento y los colores, se golpea la roca y se la oye, se desconfía, se descifran sonidos, se piensa, se calcula, se estima, se respeta, se elige, se cuida y se disfruta. Los clavos cantan, las miradas hablan, el silencio lo es todo. Ya no se vuelve a ser el mismo, hay cosas que dejan de ser importantes, el contraste lo es todo y adquirimos con los años de percibir estas sensaciones una mirada muy particular de la vida.

Las cuerdas poseen un olor particular, arrimate y percibilo. El sonido que produce el equipo de escalada desata una andanada de sensaciones y recuerdos muy intensos. Esos sonidos son llaves del espíritu, son exactas combinaciones que abren recuerdos y más que recuerdos, precisos sentimientos. Ni que hablar del sonido de los grampones al hundirse apenas en la nieve dura de la madrugada. Eso trae recuerdos no solo de personas y momentos, sino de espacios y colores, la noche, las lejanas estrellas, el aire helado que entra a los pulmones, la agitación de los primeros pasos por el glaciar que se empina. La cuerda que nos une al compañero y que todavía no logramos dejar de pisar, las linternas alocadas en la noche.... y el silencio que silba por aquel filo recortado de estrellas y oscuridad