La Memoria del Escorpión

abierto

(Texto escrito en junio de 2020, como puede intuirse por el contexto y al que he metido algunas correcciones) (está casi igual)

Debido a la implantación de la nueva medida «estrella» contra la (extrema) pobreza que el gobierno autodenominado 'más progresista de la historia' ha sacado a la palestra (Ingreso Mínimo Vital), se ha producido un gran debate social en torno a esta, que ha polarizado bastante a la población. En un simple vistazo podría decirse que tenemos detractores acérrimos, que tildan a la medida de paguita, y que entienden que es desincentivar que la gente trabaje, que es provocar un «efecto llamada», y apelan a la injusticia y a la aparición de gente que se «aproveche» de esta medida. Y por el otro lado, habría defensores, que señalan de la necesidad de que las familias más vulnerables, tengan acceso a unos mínimos, sobre todo, en estos tiempos de crisis ocasionados por la situación del coronavirus. También estos últimes apelarían además que es necesario incentivar el consumo para reactivar la economía.

En resumidas cuentas, esos parecen ser los «argumentos» que están encima de la mesa y a los que la gente tiene acceso para decidir que le parece la medida, y aunque he dicho que la gente está polarizada, es probable que haya mucha gente en un punto relativamente intermedio que acepta esta medida como un parche «necesario» pero no le hace especial gracia. Aunque por otras turras mías se puede adivinar que yo en todo caso estaría en el lado de los que no solo le parece necesario, sino insuficiente, no quiero usar este texto para hacer una defensa de esta medida. Quiero ahondar en cuales son las razones que nos hacen reaccionar emocionalmente a estas medidas. ¿Qué es lo que hace que se nos active ese miedo a que «otres» se aprovechen? ¿Qué necesitamos que los otres hagan para considerar que tienen derecho a vivir? ¿Hay realmente argumentos «numéricos» en contra, o es sobre todo una aversión emocional? En definitiva, lo que me interesa dilucidar, es qué mecanismos mentales se activan en nosotros para mostrarnos más o menos favorables a este tipo de medidas o a la idea de que alguien reciba dinero para existir en función de «a que se dedica», y en que inconsistencias puede que estemos incurriendo.

He participado en, y observado desde fuera, bastantes «debates» o intercambios de pareceres sobre esta cuestión, y parece que los dos mayores miedos que existen son: 1) Que alguien se aproveche y «viva del cuento». 2) El sentimiento de injusticia de que alguien obtenga algo mientras yo «me jodo». 3) Que no haya “dinero” para pagarlo y eso «nos arruine».

Sobre la primera cuestión cabría preguntarse… ¿Qué consideramos que es suficiente que una persona haga para merecer tener lo suficiente para una vida digna? ¿Necesitamos que aporte algo a la comunidad, o simplemente que entregue algo a cambio (tiempo o esfuerzo) para justificarlo? Esta segunda siempre se me ha hecho muy relevante y lo voy a poner de manifiesto en varios ejemplos de la realidad. Hay muchos ejemplos de trabajos donde el aporte comunitario (beneficio para las personas) puede resultar discutible (sobre todo si obtienen remuneraciones relativamente obscenas a su contribución). En este campo tendríamos a deportistas de élite en deportes de masas, productos artísticos de masas, famosos, estrellas mediáticas, políticos de altos vuelos, altos cargos directivos, accionistas y demás «freelancers» financieros, etc. Todas estas figuras gozan de bastante prestigio, y manejan unas cantidades con las que vivirían muchísimas personas. Sin embargo, tiende a parecernos mucho menos sangrante eso, que el hecho de que alguien tuviera lo necesario para vivir, sin necesidad de hacer ninguna contrapartida que lo justifique. No obstante, aquí no estaría escarbando muy profundo, pues aunque gocen de un prestigio social, que para muchos, impida poner en duda por qué ellos merecen vivir así y otros no, mucha gente también tiene en mente esta crítica. De hecho podría deducirse que yo comulgo con cierto simplismo en el que si se «barre» a toda esta gente y se «reparte» todo ese dinero, sería la solución a nuestros males. Y nada más lejos de la realidad, pues ese tipo de populismo tiende a llevarse por delante a una élite, para sustituirla por otra y no cambiar nada de lo estructural y profundo. No obstante no negaré que hay muchas cosas que se deberían y podrían hacer al respecto. Pero no es el tema hoy.

Siguiendo en esta primera cuestión, ahora le toca el turno a algo menos «popular». Voy a meter el dedo en la llaga de trabajos «populares». Trabajos humildes. Dejo claro preventivamente que esto no es ninguna crítica a aquellas personas que trabajan en esos puestos (también he pringado). Es solo un cuestionamiento sobre por qué consideramos más valido realizarlos que no hacer nada. Dejando al margen el realismo, ¿Cuál es exactamente el valor que aporta a una comunidad de personas, interceptar a personas para que compren un producto? ¿O hacer atractivo un producto para que sea comprado? En definitiva, cualquier trabajo surgido de la necesidad de las empresas de obtener mayores beneficios? No estoy negando el esfuerzo de ninguno de los trabajos que menciono. Pero… ¿Es el esfuerzo entonces la variable que determina qué nos parece aceptable para que alguien reciba dinero para vivir? ¿Qué pasa si ese esfuerzo, aunque la persona no lo sepa porque «solo hace su trabajo», está contribuyendo a que el mundo, de hecho, sea un lugar peor? En la práctica equivaldría a decir: «Me parece normal no dar lo suficiente a una persona que no hace nada, pero me parece bien que una persona que hace algo que contribuye a que el mundo sea un lugar peor, lo reciba». Se que este no es el razonamiento voluntario de nadie, pero son también las consecuencias de aceptar el modelo en el que te ha tocado vivir sin pensar a fondo la lógica subyacente. Y si te parece tramposo, es posible que lo sea. Pero no más tramposo que creer que dar lo suficiente para vivir a todas las personas, sea subvencionar a aquellas que no harán nada por su comunidad.

¿Qué otra cosa posibilita que pasemos por alto y nos parezca normal que haya que ocupar trabajos que no nos otorgan como seres humanos ningún beneficio? La idea de que hay que «trabajar» en algo, como condición indispensable para ser tenido en cuenta como persona. Eso parece indiscutible. Y me encantaría poder estar de acuerdo, o al menos, considerarlo una opción, pero… ¿Y que significa el concepto trabajar para nosotros? ¿Es trabajar si me pongo a recoger, limpiar y cuidar la casa donde vivo con otros seres humanos? Desgraciadamente no. ¿Es trabajar si intento producir algún valor informativo, o cultural para las personas que me rodean? No, si no lo hago de manera profesionalizada. ¿Es trabajar, si presto servicios de voluntarie? (Esto se responde solo…). Pero entonces… ¿Cuál es el criterio? “Generar riqueza”. ¿Pero qué demonios es esto? Pues en la práctica, y contraintuitivamente, no es generar algo positivo en tu comunidad, sino generar un beneficio particular por alguna acción, materia o servicio dado o prestado. En resumidas cuentas (y hablando en líneas generales y del mercado). Si en un organismo privado (empresa) me pagan por lo que estoy haciendo, estoy generando riqueza (El tema de lo público tiene otras lógicas pero tampoco es mi santo grial el estado precisamente, pero vamos a dejarlo correr para otro momento). La lógica subyacente, es que entendemos que para que alguien reciba dinero de ese organismo privado, ese alguien debe estar generando algún beneficio al organismo, porque nadie que piense en su beneficio, daría algo a alguien sin recibir nada de “valor” a cambio. Aquí el problema en si no es el razonamiento, es creer, que si algo tiene valor para alguien, que tiene poder para comprarlo y aprovecharse de ello, se convierte, de manera «mágica» en algo valioso en sentido general. Hace que el valor, tanto de las cosas como de los trabajos, no sea estipulado por la necesidad que las personas tienen de ello, sino por cuanto beneficio personal pueda alguien sacar de «invertir» su tiempo y sus posesiones (capital) en hacer que esa actividad se lleve a cabo.

Parece entonces que, aunque con buena intención, nuestro objetivo fuera que «todo el mundo» trabajara para poder recibir su derecho a la existencia, es decir, que todo el mundo aportara algo a su comunidad para que no hubiera personas que se “aprovecharan” del trabajo de todes, como nuestro concepto de trabajo está brutalmente alejado de lo que significa «aportar algo a tu comunidad», la relación y el razonamiento, acaban haciendo aguas.

Otra cosa muy frecuente, es la desconfianza máxima en el espíritu humano. Ya no hablo de la desconfianza, en términos de actitud crítica, ante la realidad, cosa muy necesaria. Sino la desconfianza de pensar que el ser humano (menos yo o los míos claro) siempre va a tender a ser todo lo peor posible. ¿Por qué digo esto? Porque no nos damos cuenta, de que el hecho de que alguien reciba lo suficiente para vivir dignamente, sin que tenga que cumplir una contrapartida, significa que de facto, esta persona no vaya a hacer nada por nadie, ni a realizar ningún tipo de labor que resulte beneficiosa para la comunidad. Existen muchos ejemplos en los que las personas realizan comportamientos cívicos, iniciativas de apoyo mutuo, de creatividad, de un montón de cosas positivas, sin que reciban nada a cambio. Y eso teniendo en cuenta que necesitan usar el tiempo también para ganarse ese 'derecho a la existencia'. Así que no solo es falso que las personas no sean capaces de hacer cosas buenas por los demás sin ese incentivo económico, sino que las realizan a pesar de ser desincentivadas a hacerlas, ya que el 'coste de oportunidad' (otro término ARGH) que supone hacer algo sin pedir dinero a cambio, es ese dinero «no ganado», en un mundo donde el dinero parece que lo «puede» todo, y es el lamentable 'pasaporte' necesario para existir en este mundo que nos hemos dado. El ser humano, recibe un beneficio intrínseco cuando se siente parte de una comunidad de la que forma parte activamente. Dando y recibiendo ayuda. ¿Gente que se aproveche de esto? Eso ya existe. Pero los que se aprovechan tienen el visto bueno por pertenecer a escalones privilegiados. Y si queremos también escarbar en la parte aporofóbica, con la situación actual tienen más incentivos a ese “aprovecharse”. Porque la alternativa generalmente es degradarse como ser humano en trabajos miserables. ¿La 'picaresca'? Algo normal cuando la normalidad es un ambiente hostil e irrespirable. Según escribo estas ultimas líneas me estoy acordando de la película de «Parasitos» por ejemplo.

Y esto además es, como siempre, situando la lupa en el pobre. Que es el que siempre tiene que demostrar que es un ser de luz. El que ya posee, parece que no tiene que demostrar nada porque el sistema ya le ha premiado. A nuestros ojos ya estaría validado pues. Pero no está de más decir, que en nuestro sistema, ese aprovechamiento que nos da miedo en los pobres (Que reciban dinero sin aportar nada a su comunidad, y estemos «sosteniéndolos»), es lo que por definición, hacemos con los ricos, solo que vemos las cosas con mentalidad de capataz siendo nosotros el esclavo. Sus beneficios son posibles debido a nuestro trabajo. Sus rentas (Pisos, locales, propiedades) las reciben de aquellos que están ahogados en ese sistema productivo, y así un largo etcetera.

Este es un punto al que quería llegar pero no quería ni mucho menos hacerlo el punto central, porque en mi opinión simplifica el debate pero… Si recibir una cuantía mensual por ser ciudadane sin que se exija una contrapartida es una «paguita» y está mal, ¿Por qué nos parece bien que alguien viva de la renta que le produce algo en el que su practicamente única aportación es tenerla en propiedad? Que diferencia existe entre una Renta básica Universal, y los beneficios pasivos de alquilar pisos y locales, o de jugar a los beneficios financieros con acciones? En realidad claro que la hay. Una sería un derecho. Para todo el mundo. Lo otro, es un privilegio. Heredado además en muchas ocasiones de tu situación de nacimiento. Lo primero te permite adquirir la libertad, sin necesidad de perjudicar o explotar a otres (este punto es una simplificación que está obviando el orden global de explotación para poder pensar en una RBU a nivel nacional, pero meterse en ese jardín excede el point del texto). Lo segundo, exige que alguien esté perdiendo y compra tu libertad a través de la esclavitud de otre.

Por último, está la crítica que siempre aparece en nuestra mente cuando se habla de vivir mejor. Que esto es utópico. Que no hay dinero. Que no lo van a permitir, etc. Puedo hasta compartir algunas de ellas en cuanto a su dificultad. Pero lo necesario no es siempre lo accesible, y eso nunca debería ser razón para perder su horizonte y solo conformarse con aquello que parece «sencillo» de realizar. En mención especial al «no hay recursos» si me gustaría decir que esto no se trata de «crear» recursos de la nada. Se trata de repartirlos, y dejar de asignarlos en función del valor arbitrario y deshumanizado que designa eso que llamamos «mercado». Que el dinero, no existe. Que la gente no vive de dinero. Eso solo es una abstracción representativa. Un método de intercambio. Pero el recurso real son otras cosas. Los alimentos, las relaciones, las materias primas, la capacidad de estudio, la organización, el conocimiento, el reconocimiento de necesidades, cuidarnos… Si el dinero está desconectado de ellas, no es nada. Solo un estorbo que gasta energías en algo más destructivo que constructivo. Preferimos facilitar la vida de negocios cuyo único beneficio destacable es «dar empleo» (sin hablar de que tipo o si la función realizada es buena en si misma), y generar riqueza, que de actividades, grupos o personas que estén interesadas en mejorar la vida de lo que tienen alrededor (aunque solo fuera su familia o sus amigos ya sería un aporte mucho mayor que el de una empresa cuya aspiración es generar beneficio personal a través de explotar personas (tanto a les trabajadores, como a les consumidores a los que va a generar necesidades que no tenían, en otras tantas ocasiones))

Sin duda, este es un texto bastante largo, donde aún así, me hubiera gustado decir y intentar argumentar muchas más cosas, y probablemente no esté demasiado bien ordenado ni sea especialmente atractivo para ser leído, sobretodo por quien más me interesaría que lo leyera (personas que siguen ancladas en ese discurso del 'ganarse la vida'). Sin embargo si me gustaría que quien haya llegado hasta aquí se hiciera algunas preguntas:

– ¿Qué hay que hacer para merecer la vida?

– ¿Qué objetivo tiene esa intransigencia con aquellas personas que no cumplen esas expectativas?

– ¿Estamos siendo objetives valorando lo que hacen las personas para «merecer» esa vida digna?

– ¿Necesitamos controlar y registrar cada actividad de cada persona para poder mostrar un veredicto a la anterior pregunta?

– ¿Estamos poniendo al ser humano y sus necesidades en el centro?

– ¿Se puede ser libre si no tienes ni las condiciones materiales suficientes ni la capacidad negociadora para poder elegir?

– ¿Por qué necesitamos otorgar privilegios a aquellas personas supuestamente «de éxito»? ¿No es «el éxito» suficiente recompensa?

– ¿Por qué insistimos en creer que el ser humano necesita incentivos económicos para hacer cosas buenas por sus congéneres cuando hay miles de ejemplos en el puro día a día que demuestran que lo único que necesita es tiempo, empatía, acceso, y capacidad?

– ¿Por qué insistimos en creer que el incentivo económico selecciona a los mejores, y a las mejores actividades para que prosperen, cuando hay miles de ejemplos que demuestran lo contrario? (autoorganización, comunidades, foros, asociaciones, software libre, mods de videojuegos, etc)

– ¿Por qué nos hemos alienado tanto, como para que nos parezca peor moralmente rechazar un empleo de mierda, que tener un empleo de mierda?

– ¿Por que romantizamos ser un trabajador sacrificade y explotade y demonizamos al pícare que escapa de esas condiciones?

– ¿Por que romantizamos nuestra lealtad como 'empleade', en vez de poner en valor cual está siendo nuestra aportación al mundo o a las personas?

#divagaciónConceptual #abierto

Todo sistema tiene reglas por definición. La libertad en este primer nivel, consistiría en la capacidad para desafiar esas reglas. Libertad con respecto al sistema y sus reglas (soy libre DE). Desafiar reglas en base a otros principios, no constituye un sistema en si mismo. Tampoco es algo intrínsecamente positivo o negativo. Se trata de insumisión.

La libertad, en otro nivel, puede entenderse como un principio inspirador de un sistema. Por muy arraigado que esté como principio inspirador, esta libertad tiene ya definidos sus límites. La libertad aquí no es potencial infinito. Es otra regla más, definida también por el conflicto con el resto de reglas.

Dentro del sistema que habitamos: Libertad es la capacidad para ejercer mi voluntad, según mis recursos. El acceso efectivo a recursos es desigual. Recursos son: Propiedades, capital, influencia social, derechos 'de ciudadanía'

La mayoría, lo único que tenemos es derechos, y la “opción” de vendernos para obtener bienes de consumo y supervivencia

Esos derechos, es lo único universalizable. La mayoría de las veces no son garantías y dependen del resto de recursos. Por más universalizable que sea, esta parte no anula la capacidad y poder superior del resto de recursos.

El poder que se ejerce con el resto de recursos es privativo. Si yo tengo el poder, tu no lo tienes. Si quiero alterar el equilibrio de poder, lo tengo que arrebatar. Nuevo dueño, misma estructura

Defender la libertad en este sistema, es inevitablemente defender el sistema. Todo consenso o batalla que se libre por ese concepto de libertad sin cuestionar sus premisas, no podrá cambiar su base real en el sentido común. La libertad del sistema no está en cuestión, más bien está a rebosar de firmes defensores.

Lo único que está en disputa y levemente es: El alcance de esos derechos de ciudadanía. Y está en disputa de una manera defensiva. No está en disputa la manera de organizarse como sociedad. No está en disputa el trabajo asalariado. No está en disputa la meritocracia. No está en disputa la acumulación de recursos. En definitiva, no está en disputa la base que modula la libertad.

Disputar ese concepto de libertad, sin disputar las bases de poder para ejercerla, cae en el vacío. Todo subsistema dentro de un sistema, es compatible con este, por lo que crear subsistemas dentro de un sistema, nunca refuta su sentido común. Esos subsistemas CABEN dentro del propio sistema.

Que la aspiración sea crear más reglas encima de las reglas que queremos combatir nos mete poco a poco dentro de un pozo. Además, más reglas se entienden como más restricciones. Las restricciones se venden muy mal como libertad. No podemos ser los punkys, los “libertadores”, si nuestra apuesta solo es preservar y hacer más alto el edificio sin cuestionar los cimientos. Nos sitúa en la incoherencia entre el deseo frustrado de desobediencia a las reglas primigenias, y el deseo de protegernos dentro del sistema que provoca nuestro mal.

Nos hace dependientes del objeto que queremos destruir Nos hace defenderlo con más vehemencia que sus reales beneficiarios Nos convierte en meros moralistas del sistema En defensores de su esencia En luchadores en contra de su 'malévola' desviación En repetidores cansinos de mantras y consignas En víctimas perpetuas

Nos aleja también de la imaginación De pensar otras reglas fundacionales De soñar con otros mundos posibles De la gramática transgresora De la esperanza en un futuro distinto De explorar fuera de los dogmas Nos aleja, en definitiva, de la capacidad de desear

Y la capacidad de desear, es precisamente lo que este sistema sabe estimular para sus propios propósitos Sin embargo ... (?)

#divagaciónAntisistema #abierto