MLEM

¿Cansado de leer en este blogs juegos de palabras sin gracia y con referencias extrañas? ¡En esta ocasión lo trae el propio juego! ¡MLEM! !Un juego de gatos astronautas que es un acrónimo de algo que no voy a investigar y que se supone que es lo que hace un gato cuando saca la lengua! Desde luego no hay nadie al volante del cohete de la publicación de juegos de mesa, como tampoco lo habrá prácticamente en los cohetes, porque nadie podría decir que unos gatos son capaces de pilotar nada.

En MLEM cada persona dispondrá de una tripulación de gatos que querrá llevar con éxito a diversos cuerpos celestes o, si manejas muy bien el cohete, al espacio profundo. Cada ronda se inicia con una persona que toma el papel de lanzar los dados para dirigir la nave y coloca uno de sus gatos (que tienen diferentes habilidades especiales) en la nave. Por orden, se llena la nave con el resto de tripulantes. El cohete se sitúa en la primera casilla de un track que indica junto a cada casilla los valores de los dados con los que avanzará el vehículo y que tendremos que obtener en los dados, pues de lo contrario la nave explotará y se iniciará una nueva ronda. Por ejemplo, si estamos en una casilla que indique los valores 2 y 3, tendremos que obtener al menos uno de estos números. Una vez lanzados los dados, el capitán seleccionará los dados que desee, estando obligado a tomar o dejar todos los dados del mismo número, y debiendo tomar al menos uno de los números, y la nave se moverá tanto como la suma de los dados. Para el siguiente movimiento, se habrán quitado todos los dados seleccionados por el capitán, con la salvedad de que siempre debe haber al menos un dado. Además, los dados tienen un valor especial (un meteorito) que contará como un uno o un dos en cuanto a movimiento, pero que no se retira de la nave, con lo que nos permitirá ir avanzando (lentamente) hacia arriba sin que perdamos dados.

En el caso de que estemos junto a un planeta o una luna, los jugadores, siguiendo el mismo orden de embarque, podrán desembarcar, asegurando la supervivencia de uno de sus gatos, mientras que los que permanezcan podrán seguir el ascenso aunque arriesgándose a que el cohete explote, dirigidos por quien primero subiera a la nave que aún no se haya retirado. Podría argumentarse que los gatos siempre caen de pie (y vivos) así que si el cohete explota, los gatos que permanecían en el cohete vuelven a la reserva de los jugadores.

Esto se realiza hasta que, o bien el cohete ha explotado un cierto número de veces, o alguien ha colocado a todos sus gatonáutas por el espacio. La puntuación total consiste en la suma de los puntos que otorgan las lunas (donde solo cabe un gato en cada una), la de los planetas, que otorgan puntos según la mayoría de gatos de cada tripulación, y misiones especiales (tener presencia felina en diferentes lunas o planetas, tener tres tripulantes en un mismo planeta, llegar al espacio profundo…).

Mininos en Lanzaderas Espaciales y Malafortunados

Si es que el problema no es del Dr. Knizia, es de que le publiquen cualquier cosa con la que llega el señor, que es siempre la misma cosa, y encima en esta ocasión se vinieron arriba y pusieron unos gatos feos con una espátula (¿?) en una portada que podría estar hecha con IA si el juego se hubiera anunciado unos meses después.

Soltada ya la bilis, principalmente motivada por tener muy mala suerte y explotar todos los cohetes, voy a pasar a la parte buena. El viejo doctor maneja perfectamente el azar con los dados y seguro que tiene una hoja de cálculo con las probabilidades de lanzar unos dados modificados y de ahí el tío va sacando juegos que luego en la editorial le ponen una temática. Sin embargo, aunque todo esté bien medido, tampoco genera mucha implicación porque es difícil pensar que las decisiones son propias: solo el capitán selecciona los dados y no hay mucho margen en las estrategias al lanzar dados. Donde sí hay más enjundia es en cuándo bajarse del cohete, que estará prácticamente supeditado a la carrera por completar las misiones, el poder especial del gato que seleccionamos al principio (prácticamente sin información) y por la mayoría en los planetas. Bueno, y por el cálculo de la posición más lejana a la que esperas llegar con los dados actuales, es decir, tu optimismo.

Si bien la parte de forzar la suerte es fundamental, es muy aleatorio que en ocasiones se llegue sin dificultad al tercer o cuarto planeta por una conjunción astronómica de meteoritos que han hecho avanzar mucho el cohete, y que en otras ocasiones, este explote antes de llegar a la primera luna en un lanzamiento con una probabilidad de explotar de 1/3⁵, un número que no pongo porque sí.

En este sentido, hay otros juegos similares de forzar la suerte que me parecen que ofrecen sensaciones parecidas pero sin tanta parafernalia en reglas y componentes (y precio). Y más bonitos. El propio autor tiene juegos similares como Into The Blue (que sin tener un arte espectacular es más evocativo) o Gang of Dice (a quién no le va a gustar unos dados con bigote). Otros similares son Can’t Stop en sus infinitas ediciones y Deep Sea Adventure, donde sí hay más rivalidad por la acaparación del oxígeno.

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