Yokai Septet

¡Bazas! ¡Demonios japoneses! ¡La brisca complicada del país del sol naciente¹! ¡Una obsesión extraña con el 7!

En este juego de cartas para 2 o 4 jugadores hay tantos palos (7) como en una manifestación donde los UIPs estén de servicio y no en frente de Ferraz. De cada palo hay 7 cartas, que van para cada palo del 1 al 7, del 2 al 8, del 3 al 9… y así hasta el último palo en el que las cartas van del 7 al 13. Cada carta 7 de cada palo es un Yokai, un demonio japonés, que trataremos de capturar, que además tendrá entre 0 y 2 estrellas, que representan los puntos que otorgan cada yokai capturado. En cada ronda, se reparten todas las cartas, dejando una para indicar el palo de triunfo. Como en la brisca por parejas, estas se sientan enfrentadas en la mesa de manera que las dos parejas alternan su turno. En caso de tener una carta del palo jugado, es obligatorio jugarla.

Hasta aquí, todo normal salvo la distribución de las cartas. Al comienzo de cada ronda se pasarán tres cartas a nuestra pareja, de manera que podremos intuir algo sobre su mano. Entonces, se comienzan a jugar bazas consecutivas hasta que se da una de las siguientes condiciones, en orden de prioridad:

Sólo la pareja ganadora anotará puntos esa ronda, tantos como estrellas tengan los yokais capturados en la primera y tercera condiciones de final de ronda, y tantos como estrellas tengan los yokais no capturados por la pareja que ganó las 7 bazas en el caso de la segunda condición. Contados los puntos conseguidos, se juegan rondas hasta que una pareja llega a los… * redoble de tambores * siete puntos, en cuyo caso ganará la partida.

¹Puede no ser verdad lo de que sea la brisca japonesa. Más complicada sí que es.

Tras la separación de Andy y Lucas y la desaparición de Los Caños, YoKai ocupa el hueco en grupo de flamenquito pop gaditano.

Este es un juego en el que la sensación de no enterarse de nada es grande, porque si tu cabeza presta atención a la absurda escala de valores en cada palo es probable que olvide las condiciones de victoria. Una vez solventado el primer escollo, la comunicación limitada con tu pareja puede provocar que pienses que sea idiota cuando eres tú quien ha metido la pata.

Por ello, estoy seguro de que este es un juego que triunfaría en el hogar otaku del pensionista, donde los juegos de bazas tienen un gran arraigo y la sincronía entre las parejas se ve truncada únicamente por el fallecimiento de los contendientes.

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