La Memoria del Escorpión

Reflexiones misceláneas de la vida

Últimamente mi manera de escribir es más de alguien que coge una hoja rasgada en una libreta y dibuja las frases que van surgiendo en su cabeza sin demasiado apego por una estructura, una forma, o una conclusión que dirija esas premisas a un lugar concreto. No se si es fruto de mi estado, de la época que atravieso, o de mi falta de costumbre de poner en común con 'la otredad' todos esos discursos e ideas inconexas que se agolpan en mi cabeza.

Supongo que es un momento de crisis, y que la falta de estructura y forma de mi propia vida toma cuerpo en las propias palabras que se escurren por mi teclado.

También soy consciente de que he plasmado pensamientos no muy positivos, que quizá no son los indicados para iniciar conversaciones. Con esto tengo cierto dilema. Creo que a veces estar en un pozo y poder ser transparente con ello es necesario para que la salida de ese pozo pueda ser 'auténtica' y no forzada. No creo que siempre haya que correr tras los cantos de sirena de la desesperanza, pero desde luego ponerte tapones e ignorar siempre su melodía puede abocarte a la 'tunel-visión' de seguir en tus trece de manera errada.

Más allá de positivo/negativo, quizá lo interesante de esto es que creo que estoy más dispuesto a dejar los alegatos a medias, y el deseo de ser 'visto' ha ido desplazándose por el de querer comunicarme (más bien afrontar comunicarme, desearlo creo que siempre lo he deseado), y querer completar esos alegatos con la visión de otras personas (al menos eso es lo que quiero creer). Creo además firmemente que ningún texto por bien escrito que esté, y apabullantes que fueran sus conclusiones, no sirve de nada si no incita a querer discutirlo o decir algo al respecto. Cuando todo esta completamente atado no hay margen para otro camino. No puede surgir otra conversación. No hay manera de que pueda construirse nada nuevo. Solo aceptación o negación. Te lo compro o no te lo compro.

Aceptando que todos al final fantaseamos con que lo que escribimos consiga algo (aunque ese algo solo sea conexión momentánea), me gustaría que ahora pudiera servir más para iniciar conversaciones y encontrar gente con sentires e inquietudes similares con las que quizá poder hacer 'algo', y no solo un mero desahogo y canalización de la frustración e impotencia vital que tiendo a atesorar.

No obstante, sigo leyendo algunas de las cosas que escribía hace ya tiempo, y me gusta el brillo distinto que a veces se traslucía de ellas. Quizá más 'infantiles', hijas de otro tiempo, pero me gustaría ir recuperándolas de vez en cuando aquí, aunque esto no sea un blog (al menos de momento), y solo sea mi pizarra particular, caótica y sin sentido, donde escapar del límite de caracteres que las plataformas sociales inevitablemente tienen, y salir del bucle infinito de mi cabeza donde no dejan de agolparse palabras y conceptos que no encuentran salida.

Ojala encuentre también personas, que sientan la necesidad de 'excederse' con las palabras, no porque no sean capaces de escuchar, sino porque sienten que cualquier matiz se queda corto y siempre hay puntos ciegos que se quedan sin explorar, y poder comunicarme con ellas a través de textos más largos, que con toda su largura, no dejen sin embargo atrás su esencia de ser una conversación. Como una conversación por carta.

#metaDivagación

Sale a la palestra constantemente la creciente preocupación por el crecimiento de la extrema derecha en sus 'bases' o apoyos explícitos, extendiéndose estos más allá de lo 'lógico' (es decir, más allá de las personas con poder claramente beneficiadas de estas ideas). El cómo mucha gente ya no se esconde, y hace demostraciones, tanto de palabra como de acto, de crueldad y 'poder', deshumanizando y tirando por el monte Taigeto cual espartanos a toda persona que consideren o bien una amenaza o un fracaso no digno de la sociedad. No es solo un ataque. Es una defensa. Pero aquello de lo que se defienden no son las personas a las que maltratan, sólo el objetivo accesible. El 'blanco fácil'.

Por lo general estas son las líneas de pensamiento que más escucho ante este fenómeno:

Esa gente es 'idiota'. Es decir, se entiende que la adscripción a unas u otras ideas depende de una suerte de capacidad intelectual, y en última instancia esas personas no tendrían esa capacidad entre sus fuertes. Esta línea también asume (y creo que este es el principal error), que favorecer o estar alineado con esas ideas sería perjudicial a esas mismas personas, por lo que es una 'estupidez' de no saber discernir lo que 'te conviene' (son 'malos' egoístas). Esta línea también puede portar cierto alivio intelectual, en el que al concluir que esas personas son tontas, entonces yo pertenezco al grupo de las listas.

Esa gente es inculta. Gente que no ha 'viajado', leído y abierto la mente a otras realidades a través de las puertas que nos abre visitar otras culturas, las intelectuales, escritoras, directoras de cine, etc. 'El racismo se cura viajando/leyendo'. Esta sería, por otra parte, una “interesante” cosa que decirles a todos los colonialistas de su tiempo, que eran precisamente personas que viajaban y que tenían recursos culturales a su alcance. Se escribían libros justificando esto.

Esa gente es miserable y carece de empatía. Es decir, para sostener que esto tiene un impacto nuevo que antes de la emergencia de este fenómeno no estuviera ahí, habría que sostener no solo que la falta de empatía correlaciona con estos movimientos, sino que esa falta de empatía ANTES no estaba ahí, y ahora sí. Como si una plaga de falta de empatía de repente hubiera asolado las mentes de los más 'débiles' o 'pusilánimes' (¿O es un virus aleatorio?). ¿Quizá esa falta de empatía siempre estuvo ahí? Pero ahora que vienen 'vacas flacas' es donde realmente se entiende por fin que hay algo que se puede perder. También a veces nos engañamos creyendo que la empatía es una simple capacidad 'totalitaria'. La tienes o no la tienes. Y no entendemos que también es selectiva o de grado. La tienes, por lo general, con 'tu grupo'. Lo difícil es tenerla con gente fuera de él. Lo grande o pequeño que sea ese 'grupo' puede dar la engañosa sensación de que uno tiene más o menos empatía, cuando además, comprender y ponerte en el lugar de gente que asimilas a ti mismo porque pertenece a tu grupo, no tiene una especial dificultad.

Esa gente es meramente una víctima del sistema capitalista y su superestructura, que premia y facilita llegar a esas conclusiones por pura adaptación al medio. Si acabamos con el sistema capitalista esas ideas desaparecerán. Esto me hace levantar una ceja, pero... aún si fuera verdad... ¿Cómo vamos a acabar con el sistema capitalista si las personas, lejos de rebelarse contra él, se apegan a él y tratan de apuntalarlo, bien por medio de la reacción, bien por medio de la reforma? ¿Acabamos con ello por decreto? ¿Por enfrentamiento directo? (¿Quienes?). Acabamos así en un círculo vicioso: Para cambiar las ideas hay que cambiar el sistema pero para cambiar el sistema hay que cambiar las ideas de la gente.

Aunque parezca que son enfoques que estoy criticando duramente, creo que de todos se puede extraer algo de verdad, pero ninguno está verdaderamente completo. Además no lo hago desde la distancia ya que yo también acabo abrazando esos puntos. El mayor sesgo no obstante, es cuando agrupamos a todas estas personas como si fueran una especie de movimiento uniforme representado en un esperpento de persona que hace gala de su “incultura”, “pocas luces” y “poco mundo” pero con muchas ganas de dar lecciones (el “cuñao” tipo). Si estas tres premisas fueran ciertas (todas las personas reaccionarias se corresponden con ese 'esperpento', ese 'esperpento' es 'incurable', el 'virus' cada vez se expande más rápido) entonces realmente no tendríamos nada que hacer, y por mucho que yo suene como alguien pesimista y desesperanzado, yo descarto esa posibilidad por pura practicidad. Si en ese escenario no se puede hacer nada, prefiero concentrarme en el escenario que si tiene vuelta de hoja, que además es en el que creo: “Jose Luís” no existe de manera pura – Ni siquiera “Jose Luís” (en caso de existir) es 'incurable' – El virus ya estaba dentro, solo se está manifestando.

Más allá de dilucidar acerca de la existencia o no de “Jose Luises”, en el intento de disección y reducción de ese 'especimen reaccionario' caemos en un error: El trazo de una línea divisoria irresoluble entre ellos y nosotros que genera una distancia insalvable. Si existe una distancia insalvable no podemos hacer realmente nada (salvo que se nos vaya la pinza con “eutanasias” morales) para frenarlo. Sin embargo, no parece existir esa línea desde el otro lado, si la gente 'simpatizante' con estas ideas va en aumento, incluyendo gente que hasta hace poco podríamos considerar ya no “progres”, sino de nuestra propia orilla “anti”. El mantenimiento pues de esta “línea”, atendiendo sobre todo a que vamos 'perdiendo', lo único que provoca es que vayamos perdiendo cada vez por más, asumamos la derrota, el goteo de bajas, y simplemente nos preparemos para el escenario de defensa amurallada de un asedio sin precedentes, donde resistir pírricamente ya no es más que un imperativo moral sin pretensiones.

Sobre las ideas reaccionarias o pro-sistémicas: Sinceramente, atendiendo a razones de: supervivencia mental (más fácil y menos disonancias/contradicciones con las que lidiar), accesibilidad (ideas con mucho más altavoz), atractivo (generan sensación de control y poder sobre al menos algo), facilidad (Se trata de 'abandonarse', y dejar de reprimir impulsos), ímpetu (tendencia y retórica ganadora), adaptación al medio (son ideas congruentes con la base del sistema), y premio social (aún estando en pugna siempre puedes encontrar un círculo que te aplauda) lo que realmente habría que tratar de explicar es cómo y por qué resisten/resistimos otras personas a esta 'seducción'. Y no lo digo para darnos una palmadita en la espalda. Lo digo porque si conseguimos entender lo que hace posible resistir, y lo conjugamos con la otra pregunta, tratando de evitar romanticismos y heroísmos: ¿Por qué es tan difícil resistir? quizá podamos llegar a establecer formas de acción que sean capaces de movilizar a la gente en nuestra dirección, y no arengarlas todavía más en nuestra contra.

Y para terminar, me gustaría proponer un ejercicio más 'provocativo'. ¿Y si “esa gente” de la que hablamos fuéramos nosotros? ... Estoy casi seguro de que si existieran una serie de infinitos universos paralelos, hay algunos en los que sería un reaccionario, o un simpatizante de algunas de esas ideas, o un liberal, o un progre, o una persona “más radical”, o un apolítico total (como lo he sido buena parte de mi vida), o estaría 'adscrito' a ideas similares pero con otro enfoque, o con otras cualidades. Creo que vendría bien una cierta cura de humildad de entender que lo que somos, no responde solo a una voluntad única, trabajada, especial, inquebrantable e independiente de nuestro entorno y nuestra historia vital. Y que no en todos los universos llegamos a las mismas conclusiones, ni a las mismas bondades. Y eso no nos hace necesariamente unas marionetas vacías expuestas a los caprichos del entorno. Lo que digo es que en nuestra esencia también está la potencia de ese reaccionario, ese apolítico indolente, o ese 'progre' convencido. Y si estamos dispuestos a verlo y a tratar de entenderlo, quizá nos sea más fácil tratar de revertir la tendencia, que si simplemente deshumanizamos de vuelta, cargados de rabia, frustración, pena o condescendencia.

¿En qué momento crees que tus ideas se asentaron de forma 'irreversible'? ¿Qué hace que las consideres ya irreversibles? ¿Pensaste siempre de la misma manera? ¿Qué cosas te hicieron cambiar realmente de opinión? ¿Cuántas veces caes en el sesgo de no pensar demasiado algo y fiarte de un referente que te cae bien? ¿Que crees que pasaría si no pudieras compartir estas ideas con nadie de tu entorno? ¿Que crees que pasaría si tuvieras que adaptarte a un entorno para tu propia supervivencia que tuviera otras ideas? ¿Y si los vínculos y aprendizajes a los que has tenido acceso hubieran bloqueado otras posibilidades? ¿Cómo de fácil es lidiar con la vida aferrándote a ideas que no puedes poner realmente en práctica en tu día a día? ¿Qué hace que algunas personas sean capaces de sobrellevarlo mejor? ¿Son las que igualmente no tienen alternativa porque no las aceptan en otro sitio? ¿O son también las que pueden permitírselo sin grandes renuncias? ¿O son aquellas tan cabezonas que en otro universo hubieran sido igual de cabezonas con las ideas contrarias? ¿Nos es suficiente con que vuelva a ser vergonzoso exponer esas ideas, aunque sigan rigiendo el interior de las personas? Dime un año cualquiera de la historia de humanidad y un lugar. Imagínate la vida allí y dime que crees que serías, cómo pensarías, qué esencia crees que hubieras podido mantener y que sería completamente opuesto.

#divagaciónAntisistema #divagaciónConceptual

Quiero estar equivocado. Me gustaría descubrir que hay algún lugar del espacio/tiempo donde la resistencia solo se practica porque realmente hay una forma de organizarse y vivir que uno ama y quiere conservar, pero no como ideal, sino porque efectivamente está llevando a cabo esa manera de vivir.

Supongo que ya sería pecar de idealismo y de ser un “flojo” aspirar a que ese lugar no solo exista en un imaginario prácticamente militar en el que hay que estar constantemente defendiéndolo, sino que existiera de manera que la inmensa mayoría de los esfuerzos fueran destinados a perfeccionarlo. Un lugar en el que el conflicto existe, pero no es un conflicto siempre antagónico sino constructivo.

Quizá solo soy un inadaptado que asocia sus dificultades para disfrutar de la vida con el sistema en el que vive. Quizá solo soy un vago que no quiere vender su tiempo y su energía para sobrevivir en un mundo que se le hace frío y extraño.

Reconozco que llevo bastante tiempo metido en mi burbuja y atrapado en una vida no satisfactoria de vivir por vivir sin más pretensión que una supervivencia sin deseo y algo de evasión. Pese a todo, también dedico gran parte de mi tiempo no secuestrado a escuchar otros sentires y pensamientos. Con muchos de ellos me identifico, y muchas de esas personas también identifican ciertos constructos como fuente de su insatisfacción. Lo llamaremos 'el sistema' por no entrar en demasiada disquisición técnica (capitalismo, colonialismo, patriarcado, trabajo asalariado, meritocracia... etc).

Más allá de la expresión del malestar, también he tenido oportunidad de ver muchas iniciativas, comunidades, acciones que van asociados a otros principios que no son los habituales del sistema. Todos estos esfuerzos se acaban realizando a mayores de lo que cada uno de los que trabaja en ellos tiene que hacer para sobrevivir en su día a día. Se pone alma y energía en intentar construir un mundo mejor. Nunca se me ocurriría criticar esto o a las personas que desinteresadamente destinan su tiempo a estos proyectos.

Sin embargo... no se si es mi propio pesimismo, ya completamente arraigado (el cual tampoco quiero contagiar), el que me hace ser incapaz de sentir todas esas acciones como pequeñas, aisladas, atómicas (de vital importancia para las personas que tocan, por supuesto), y que, vistas a gran escala, me suenan como tratar de vaciar el océano con botellas de plástico. Y no creo que el número de personas que 'arrimen' el hombro con sus botellas haga que esta tarea se sienta más relevante a gran escala. Sobretodo teniendo en cuenta que siempre partimos de ser minoría.

Pero no quiero poner el foco ahí, porque como he dicho, mi intención no es desacreditar esas acciones, las cuales entiendo que son necesarias a nivel de resistencia, y la única esperanza para personas que no tienen el privilegio que yo tengo de andar con profundas crisis existenciales sin ver realmente mi integridad física amenazada por nadie.

El problema que veo es que al final, parece que solo hay resistencia, y es una resistencia diseminada. Además, es una resistencia que no puede ofrecer una alternativa de vida. Cada uno de los átomos aislados tiene que lidiar con su mundo real que muchas veces nada tiene que ver con esas ideas. No se puede soñar demasiado cuando al final del día el lunes tienes que volver a pasar más de 8 horas convertido en un autómata y no tienes demasiado margen de maniobra en esta cuestión. No todo el mundo puede ser un escritor, un científico o un divulgador (a nivel de ingresos me refiero).

Durante algún año estuve encadilado con la esperanza (vacía, porque al fin y al cabo es como quien tiene esperanza de que llueva sin tener ningún control sobre ello) de la renta básica. Vale, el sistema no cambia con esto... Pero con sus limitaciones y problemas, aún así abría una puerta enorme: La puerta de la libertad. La puerta de la responsabilidad. No tener por qué venderte para poder sobrevivir. No tener que avergonzarte o humillarte. Poder dedicar esfuerzos a pensar, actuar, y juntarte con otras personas que compartieran objetivos y visión. Dejar atrás la sensación de que no puedes parar nunca.

El problema de esta esperanza es que es pasiva. Por mucho que uno quiera ser un activista de esto, es una medida que se implanta a nivel de gobierno, de instituciones, e incluso aunque se consiguiera implantar con toda la ambición con que yo la concibo (harto improbable), nada impediría que al cabo de unos años se volviera hacia atrás, se deteriorara, o hubiera que 'defender' (como pasa actualmente), la idea de un gobierno determinado completamente mediocre y representante de todo lo que se quiere abolir, solo por el miedo a perder ciertas conquistas que merece la pena conservar.

¿A donde voy con todo esto? A dos cosas: 1) La resistencia puede ser necesaria, pero si consume las pocas energías disponibles nunca habrá tiempo ni energía para nada más. 2) Para hacer 'ejercito' y no ser solo átomos diseminados que se 'encuentran' haría falta construir un modelo que mientras se organiza y piensa cual es la manera más inteligente de intentar derribar ese sistema, nos permita vivir fuera de su opresión individualizada, que tantas energías y tiempo consume. Colectivizar la opresión y el día a día, y no solo la lucha.

Esto no significa fuera completamente de él. Pero no es lo mismo ser sujeto individual de su opresión, que formar una comunidad que además de ese objetivo último (completamente presente), también tenga como objetivo instrumental la supervivencia de las personas que la integran. Cada persona será conscientes de cuanto puede aportar o sacrificarse. Podrá haber personas que lidien mejor que otras con unas u otras obligaciones. Podrá haber personas que necesiten parar. Podrá también haber formas imaginativas de sacar tajada al capital en comunidad.

Puede que todo esto sea una ensoñación infantil. Un síndrome de Peter Pan. Una vía de escape no realista. La verdad, no lo sé. Pero me gustaría saber si a alguien más le suenan estas teclas de alguna manera. Para bien o para mal. También me gustaría saber si lo que digo no tiene ningún sentido. Me gustaría percibir que no estoy 'solo' en el mundo.

#divagaciónAntisistema

Todo sistema tiene reglas por definición. La libertad en este primer nivel, consistiría en la capacidad para desafiar esas reglas. Libertad con respecto al sistema y sus reglas (soy libre DE). Desafiar reglas en base a otros principios, no constituye un sistema en si mismo. Tampoco es algo intrínsecamente positivo o negativo. Se trata de insumisión.

La libertad, en otro nivel, puede entenderse como un principio inspirador de un sistema. Por muy arraigado que esté como principio inspirador, esta libertad tiene ya definidos sus límites. La libertad aquí no es potencial infinito. Es otra regla más, definida también por el conflicto con el resto de reglas.

Dentro del sistema que habitamos: Libertad es la capacidad para ejercer mi voluntad, según mis recursos. El acceso efectivo a recursos es desigual. Recursos son: Propiedades, capital, influencia social, derechos 'de ciudadanía'

La mayoría, lo único que tenemos es derechos, y la “opción” de vendernos para obtener bienes de consumo y supervivencia

Esos derechos, es lo único universalizable. La mayoría de las veces no son garantías y dependen del resto de recursos. Por más universalizable que sea, esta parte no anula la capacidad y poder superior del resto de recursos.

El poder que se ejerce con el resto de recursos es privativo. Si yo tengo el poder, tu no lo tienes. Si quiero alterar el equilibrio de poder, lo tengo que arrebatar. Nuevo dueño, misma estructura

Defender la libertad en este sistema, es inevitablemente defender el sistema. Todo consenso o batalla que se libre por ese concepto de libertad sin cuestionar sus premisas, no podrá cambiar su base real en el sentido común. La libertad del sistema no está en cuestión, más bien está a rebosar de firmes defensores.

Lo único que está en disputa y levemente es: El alcance de esos derechos de ciudadanía. Y está en disputa de una manera defensiva. No está en disputa la manera de organizarse como sociedad. No está en disputa el trabajo asalariado. No está en disputa la meritocracia. No está en disputa la acumulación de recursos. En definitiva, no está en disputa la base que modula la libertad.

Disputar ese concepto de libertad, sin disputar las bases de poder para ejercerla, cae en el vacío. Todo subsistema dentro de un sistema, es compatible con este, por lo que crear subsistemas dentro de un sistema, nunca refuta su sentido común. Esos subsistemas CABEN dentro del propio sistema.

Que la aspiración sea crear más reglas encima de las reglas que queremos combatir nos mete poco a poco dentro de un pozo. Además, más reglas se entienden como más restricciones. Las restricciones se venden muy mal como libertad. No podemos ser los punkys, los “libertadores”, si nuestra apuesta solo es preservar y hacer más alto el edificio sin cuestionar los cimientos. Nos sitúa en la incoherencia entre el deseo frustrado de desobediencia a las reglas primigenias, y el deseo de protegernos dentro del sistema que provoca nuestro mal.

Nos hace dependientes del objeto que queremos destruir Nos hace defenderlo con más vehemencia que sus reales beneficiarios Nos convierte en meros moralistas del sistema En defensores de su esencia En luchadores en contra de su 'malévola' desviación En repetidores cansinos de mantras y consignas En víctimas perpetuas

Nos aleja también de la imaginación De pensar otras reglas fundacionales De soñar con otros mundos posibles De la gramática transgresora De la esperanza en un futuro distinto De explorar fuera de los dogmas Nos aleja, en definitiva, de la capacidad de desear

Y la capacidad de desear, es precisamente lo que este sistema sabe estimular para sus propios propósitos Sin embargo ... (?)

#divagaciónAntisistema #abierto

(entrada original escrita en 11/07/2017 a las 7:31 pm)

  • ¿Por qué lo hiciste?
  • Lo siento, no pude evitarlo, está en mi naturaleza... contestó el escorpión antes de hundirse también.

En esta famosa fábula, se nos comunica mediante la triste historia de estos dos animalillos la siguiente máxima: debemos desconfiar. No como actitud crítica para acercarnos más a la verdad, sino porque hay algo que no se puede cambiar, y es la naturaleza de algo. El resultado de desoír este consejo lleva a la muerte a la tortuga (y también al “inconsciente” escorpión) pese a tomar ciertas precauciones,  por lo que desconfiar equivale a no mantener ningún contacto con estos seres (será lícito huir, encerrarlos, matarlos o apartarlos), ya que ni tienen remedio, ni se puede hacer nada respecto a ellos.

Hay otra fábula similar, pero en este caso representada por dos hombres y un escorpión. La gran diferencia está en que la “naturaleza” no se presenta únicamente como algo que te empuja irremediablemente hacia el mal, sino que también hay una “naturaleza buena” en el hombre, que utilizando su ingenio, logra “salvar” al escorpión evitando las consecuencias de su terca conducta de picar a diestro y siniestro.

A simple vista podría decirse que la diferencia principal está en que la primera es una historia más “realista” (porque concuerda con nuestras principales enseñanzas y cultura), y la segunda, aunque preferible, es más idealista. La primera se funda en el miedo y la segunda en el deber. Miedo o paternalismo ante un pobre escorpión que siempre está destinado a hacer lo mismo independientemente de cualquier cosa. No tiene voluntad.

Pese a que es una evidente simplificación de la realidad, es fascinante como estas dos fábulas están en realidad presentes en nuestro funcionamiento tanto como individuos como sociedad. Locos, enfermos, delincuentes, drogadictos, terroristas, violadores, corruptos... Todo lo que se aparte de la norma de la sociedad y la ataque o la haga peligrar, se supone que es producto de esa falta de “voluntad”, son escorpiones, (solo que se pretende que la voluntad es en realidad algo que se puede prescribir) lo que si reflexionamos un poco en lo que significa la palabra voluntad es un poco contradictorio... A la mayoría de estas personas que se las presupone esa falta de voluntad inherente se las trata para que la alcancen (más derivado de la segunda fábula), o se las destierra/mata por ser una amenaza (primera fábula). Todo esto irónicamente al margen de su propia voluntad, o bajo amenaza a su vida o libertad.

Se define entonces la voluntad como la capacidad de plegarse ante las exigencias de la norma social siendo capaces de anular toda conducta o impulso que intente violar esta norma, siendo indiferente en realidad que se llegue a esta determinación por propio convencimiento ético, miedo a la represalia, o anulación directa de la voluntad. Pero ya hemos dicho que en realidad los escorpiones son así por “naturaleza”, por lo que solo queda engañarles, condicionarles o “extirparles el mal”.

Pese a que esta fábula está tan instaurada en nuestra mente, y es fácil comprender su intención, se asienta en un error que tiene interesantes correspondencias con la realidad. La naturaleza de un escorpión (de los de verdad) no es matar, o usar su aguijón indiscriminadamente. Es (como la de cualquier otro ser vivo), sobrevivir y defenderse de cualquier cosa que perciban como una amenaza. Lo que no tienen los escorpiones con respecto a nosotros es una memoria como tal (posiblemente puedan hacer algún tipo de asociación simple, pero no elaborar contenidos como tal, ni ser conscientes de ellos), por lo que por suerte o por desgracia para ellos dependen en gran parte de respuestas, más o menos programadas, que han “demostrado” ser útiles para su supervivencia.

Es interesante entonces, replantear la primera fábula, aunque pudiera llevar a idéntico resultado bajo estas premisas: El escorpión, una vez a lomos de la tortuga, y a mitad de camino hacia la otra orilla, podría estar experimentando un fuerte sentimiento de temor. De alguna manera sabe (aunque no lo entienda), que el agua será su sentencia de muerte. Como escorpión posee muy pocos medios (aunque por lo general efectivos y adaptativos) para enfrentar los peligros. El principal es la huida y su aguijón. Esto no sirve en su situación. Pero no tiene otros recursos. Puede que hasta se le haya “olvidado” que hace ahí. Lo único contra lo que sus únicos dispositivos de supervivencia pueden tener sentido es la tortuga. Puede incluso también que la tortuga tenga miedo y actúe en consecuencia, el miedo es muy contagioso (¿Qué leches? ¡Tengo un escorpión encima!). El escorpión no puede aguijonear al agua, ni huir por ella. Pero está impulsado a vivir. ¡Tiene que hacer algo! Y al hacerlo mueren ambos, mueren por intentar vivir, o por el miedo de morir.

¿Y si hubieran tenido memoria? ¿Habría cambiado algo? Alguien no sin cierta razón, podría decir que si tuvieran memoria, y alguno de ellos sobreviviera, lo que ocurriría es que pasarían a desconfiar del otro por el resto de su vida. Si además contaran con medios para comunicar a otros miembros de su especie ese recuerdo, probablemente saldrían pitando cada vez que vieran a la otra especie, y la evitarían profundamente. Pero la memoria no es un simple almacén de experiencias pasadas que permiten adaptarse mejor a lo que los “rígidos” instintos permiten. La memoria es una capacidad de construcción, y aunque muchas veces es terca y obstinada, puede dirigirse para crear escenarios nuevos, es decir, puedes construir, imaginar, anticipar o limitar el futuro. Y esa maravillosa capacidad de poder “sustituir” al instinto en algo que se adapte mejor a los peligros que surgen, tiene un perverso doble filo. Es muy difícil olvidar.

Así, el escorpión, gracias a la memoria, podría haber imaginado una realidad en la que no se ahogaba, desarrollando una expectativa de esperanza que ahogara sus instintos en vez de a él mismo. Podría de hecho reforzar entonces aventurarse a tener experiencias fuera de su esquema principal, incluso iniciar una amistad con una... tortuga! Pero también puede que en base a algunas experiencias previas hubiera construido un mundo todavía mucho más restrictivo. Puede que incluso hubiera llegado a la conclusión de que el resto de animales son perjudiciales siempre, y que es mejor huir de ellos o eliminarlos, o puede que hubiera intentado sobrevivir en el agua por si solo, y que en el trauma experimentado, ese recuerdo lo atrapara y construyera su mundo en base a su incapacidad. ¡Aquí tendríamos al primer escorpión deprimido a la manera humana!

Y aquí estamos entonces, casi en la misma orilla en la cual empezamos. Supongo que lo que la memoria te da, la memoria también te lo quita, pero la memoria no es un hecho, es una construcción (no siempre consciente desde luego), y como toda construcción también puede derribarse y volver a hacerse, aunque esto te cueste, en este caso metafóricamente, la vida.

#blogAntiguo #divagaciónConceptual