Sale a la palestra constantemente la creciente preocupación por el crecimiento de la extrema derecha en sus 'bases' o apoyos explícitos, extendiéndose estos más allá de lo 'lógico' (es decir, más allá de las personas con poder claramente beneficiadas de estas ideas). El cómo mucha gente ya no se esconde, y hace demostraciones, tanto de palabra como de acto, de crueldad y 'poder', deshumanizando y tirando por el monte Taigeto cual espartanos a toda persona que consideren o bien una amenaza o un fracaso no digno de la sociedad. No es solo un ataque. Es una defensa. Pero aquello de lo que se defienden no son las personas a las que maltratan, sólo el objetivo accesible. El 'blanco fácil'.
Por lo general estas son las líneas de pensamiento que más escucho ante este fenómeno:
Esa gente es 'idiota'. Es decir, se entiende que la adscripción a unas u otras ideas depende de una suerte de capacidad intelectual, y en última instancia esas personas no tendrían esa capacidad entre sus fuertes. Esta línea también asume (y creo que este es el principal error), que favorecer o estar alineado con esas ideas sería perjudicial a esas mismas personas, por lo que es una 'estupidez' de no saber discernir lo que 'te conviene' (son 'malos' egoístas). Esta línea también puede portar cierto alivio intelectual, en el que al concluir que esas personas son tontas, entonces yo pertenezco al grupo de las listas.
Esa gente es inculta. Gente que no ha 'viajado', leído y abierto la mente a otras realidades a través de las puertas que nos abre visitar otras culturas, las intelectuales, escritoras, directoras de cine, etc. 'El racismo se cura viajando/leyendo'. Esta sería, por otra parte, una “interesante” cosa que decirles a todos los colonialistas de su tiempo, que eran precisamente personas que viajaban y que tenían recursos culturales a su alcance. Se escribían libros justificando esto.
Esa gente es miserable y carece de empatía. Es decir, para sostener que esto tiene un impacto nuevo que antes de la emergencia de este fenómeno no estuviera ahí, habría que sostener no solo que la falta de empatía correlaciona con estos movimientos, sino que esa falta de empatía ANTES no estaba ahí, y ahora sí. Como si una plaga de falta de empatía de repente hubiera asolado las mentes de los más 'débiles' o 'pusilánimes' (¿O es un virus aleatorio?). ¿Quizá esa falta de empatía siempre estuvo ahí? Pero ahora que vienen 'vacas flacas' es donde realmente se entiende por fin que hay algo que se puede perder. También a veces nos engañamos creyendo que la empatía es una simple capacidad 'totalitaria'. La tienes o no la tienes. Y no entendemos que también es selectiva o de grado. La tienes, por lo general, con 'tu grupo'. Lo difícil es tenerla con gente fuera de él. Lo grande o pequeño que sea ese 'grupo' puede dar la engañosa sensación de que uno tiene más o menos empatía, cuando además, comprender y ponerte en el lugar de gente que asimilas a ti mismo porque pertenece a tu grupo, no tiene una especial dificultad.
Esa gente es meramente una víctima del sistema capitalista y su superestructura, que premia y facilita llegar a esas conclusiones por pura adaptación al medio. Si acabamos con el sistema capitalista esas ideas desaparecerán. Esto me hace levantar una ceja, pero... aún si fuera verdad... ¿Cómo vamos a acabar con el sistema capitalista si las personas, lejos de rebelarse contra él, se apegan a él y tratan de apuntalarlo, bien por medio de la reacción, bien por medio de la reforma? ¿Acabamos con ello por decreto? ¿Por enfrentamiento directo? (¿Quienes?). Acabamos así en un círculo vicioso: Para cambiar las ideas hay que cambiar el sistema pero para cambiar el sistema hay que cambiar las ideas de la gente.
Aunque parezca que son enfoques que estoy criticando duramente, creo que de todos se puede extraer algo de verdad, pero ninguno está verdaderamente completo. Además no lo hago desde la distancia ya que yo también acabo abrazando esos puntos. El mayor sesgo no obstante, es cuando agrupamos a todas estas personas como si fueran una especie de movimiento uniforme representado en un esperpento de persona que hace gala de su “incultura”, “pocas luces” y “poco mundo” pero con muchas ganas de dar lecciones (el “cuñao” tipo). Si estas tres premisas fueran ciertas (todas las personas reaccionarias se corresponden con ese 'esperpento', ese 'esperpento' es 'incurable', el 'virus' cada vez se expande más rápido) entonces realmente no tendríamos nada que hacer, y por mucho que yo suene como alguien pesimista y desesperanzado, yo descarto esa posibilidad por pura practicidad. Si en ese escenario no se puede hacer nada, prefiero concentrarme en el escenario que si tiene vuelta de hoja, que además es en el que creo: “Jose Luís” no existe de manera pura – Ni siquiera “Jose Luís” (en caso de existir) es 'incurable' – El virus ya estaba dentro, solo se está manifestando.
Más allá de dilucidar acerca de la existencia o no de “Jose Luises”, en el intento de disección y reducción de ese 'especimen reaccionario' caemos en un error: El trazo de una línea divisoria irresoluble entre ellos y nosotros que genera una distancia insalvable. Si existe una distancia insalvable no podemos hacer realmente nada (salvo que se nos vaya la pinza con “eutanasias” morales) para frenarlo. Sin embargo, no parece existir esa línea desde el otro lado, si la gente 'simpatizante' con estas ideas va en aumento, incluyendo gente que hasta hace poco podríamos considerar ya no “progres”, sino de nuestra propia orilla “anti”. El mantenimiento pues de esta “línea”, atendiendo sobre todo a que vamos 'perdiendo', lo único que provoca es que vayamos perdiendo cada vez por más, asumamos la derrota, el goteo de bajas, y simplemente nos preparemos para el escenario de defensa amurallada de un asedio sin precedentes, donde resistir pírricamente ya no es más que un imperativo moral sin pretensiones.
Sobre las ideas reaccionarias o pro-sistémicas: Sinceramente, atendiendo a razones de: supervivencia mental (más fácil y menos disonancias/contradicciones con las que lidiar), accesibilidad (ideas con mucho más altavoz), atractivo (generan sensación de control y poder sobre al menos algo), facilidad (Se trata de 'abandonarse', y dejar de reprimir impulsos), ímpetu (tendencia y retórica ganadora), adaptación al medio (son ideas congruentes con la base del sistema), y premio social (aún estando en pugna siempre puedes encontrar un círculo que te aplauda) lo que realmente habría que tratar de explicar es cómo y por qué resisten/resistimos otras personas a esta 'seducción'. Y no lo digo para darnos una palmadita en la espalda. Lo digo porque si conseguimos entender lo que hace posible resistir, y lo conjugamos con la otra pregunta, tratando de evitar romanticismos y heroísmos: ¿Por qué es tan difícil resistir? quizá podamos llegar a establecer formas de acción que sean capaces de movilizar a la gente en nuestra dirección, y no arengarlas todavía más en nuestra contra.
Y para terminar, me gustaría proponer un ejercicio más 'provocativo'. ¿Y si “esa gente” de la que hablamos fuéramos nosotros? ... Estoy casi seguro de que si existieran una serie de infinitos universos paralelos, hay algunos en los que sería un reaccionario, o un simpatizante de algunas de esas ideas, o un liberal, o un progre, o una persona “más radical”, o un apolítico total (como lo he sido buena parte de mi vida), o estaría 'adscrito' a ideas similares pero con otro enfoque, o con otras cualidades. Creo que vendría bien una cierta cura de humildad de entender que lo que somos, no responde solo a una voluntad única, trabajada, especial, inquebrantable e independiente de nuestro entorno y nuestra historia vital. Y que no en todos los universos llegamos a las mismas conclusiones, ni a las mismas bondades. Y eso no nos hace necesariamente unas marionetas vacías expuestas a los caprichos del entorno. Lo que digo es que en nuestra esencia también está la potencia de ese reaccionario, ese apolítico indolente, o ese 'progre' convencido. Y si estamos dispuestos a verlo y a tratar de entenderlo, quizá nos sea más fácil tratar de revertir la tendencia, que si simplemente deshumanizamos de vuelta, cargados de rabia, frustración, pena o condescendencia.
¿En qué momento crees que tus ideas se asentaron de forma 'irreversible'? ¿Qué hace que las consideres ya irreversibles? ¿Pensaste siempre de la misma manera? ¿Qué cosas te hicieron cambiar realmente de opinión? ¿Cuántas veces caes en el sesgo de no pensar demasiado algo y fiarte de un referente que te cae bien? ¿Que crees que pasaría si no pudieras compartir estas ideas con nadie de tu entorno? ¿Que crees que pasaría si tuvieras que adaptarte a un entorno para tu propia supervivencia que tuviera otras ideas? ¿Y si los vínculos y aprendizajes a los que has tenido acceso hubieran bloqueado otras posibilidades? ¿Cómo de fácil es lidiar con la vida aferrándote a ideas que no puedes poner realmente en práctica en tu día a día? ¿Qué hace que algunas personas sean capaces de sobrellevarlo mejor? ¿Son las que igualmente no tienen alternativa porque no las aceptan en otro sitio? ¿O son también las que pueden permitírselo sin grandes renuncias? ¿O son aquellas tan cabezonas que en otro universo hubieran sido igual de cabezonas con las ideas contrarias? ¿Nos es suficiente con que vuelva a ser vergonzoso exponer esas ideas, aunque sigan rigiendo el interior de las personas? Dime un año cualquiera de la historia de humanidad y un lugar. Imagínate la vida allí y dime que crees que serías, cómo pensarías, qué esencia crees que hubieras podido mantener y que sería completamente opuesto.
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