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leo, escribo, extraigo ideas, pienso (no siempre bien) y comparto lo aprendido

Reconozco que después de conversar con sabios del management [leer es conversar con un maestro ausente, decía Adler] como Deming o Drucker, abordar un libro con un título simplón (en apariencia) me echaba un poco para atrás. Pero, claro, venía recomendado por Pablo y eso era aval suficiente. El libro fue la base de una pequeña ponencia de Pablo en una asamblea que supuso el inicio de nuestro trabajo de ayuda al comité de dirección de una ONG internacional.

El corazón y otros dibujicos de la portada son obra de mi descendencia, que no podía evitar tunear todos los libros de trabajo de su progenitor siempre que tenía ocasión.

Su autor, Frederic Laloux, conoce bien el lado oscuro (estuvo trabajando como director asociado en McKinsey, así que sabe de sobra lo que no hay que hacer) y trata de definir en Reinventando las organizaciones. La guía práctica ilustrada que ha revolucionado el management las fases del desarrollo organizacional, apoyándose en el análisis de autores como Wilber y Wade.

El libro comparte experiencias muy interesantes de otras formas eficaces de organizarse. Personalmente me impresionó la manera de hacerlo en Buurtzorg, la organización de atención sanitaria de enfermeras y enfermeros (más de 10.000, que se dice pronto) de Países Bajos liderada por un CEO difícil de etiquetar, Jos De Blok. Camino de cumplir los veinte años de existencia, ha sido elegida como la mejor empleadora del país varios años, ha supuesto un ahorro de más del 40% para las arcas públicas (con niveles máximos de satisfacción en los pacientes, sin que ese ahorro haya supuesto pérdidas en la atención personalizada y de calidad, más bien al contrario). Equipos auto organizados, casi 900 en la actualidad, que son la envidia de cualquier empresa. Te invito a que leas este caso de éxito, junto a los de otras organizaciones, en este libro que puede ser un punto de arranque fantástico para cambios deseados en cualquier tipo de organización.

Las personas raramente compran lo que la compañía cree que está vendiendo. Peter Drucker

Con esta potente cita al final del índice, arranca Demand Side Sales 101. Stop selling and Help your customers to make progress, (Ventas por el lado de la demanda. Deja de vender y ayuda a tus clientes a progresar) de Bob Moesta y Greg Engle. Bob fue el cocreador, junto a Clayton Christensen, del conocido marco de trabajo Jobs To Be Done (en adelante, JTBD). Moesta ha ayudado a lanzar miles de productos, ha fundado, comprado y vendido startups y sabe “algo” de eso que llaman vender.

Reconozco que muchas veces me he sentido incómodo al decirle a alguien que me dedico a vender. No escurriré el bulto del merecido desprestigio de los departamentos de ventas, agravado por las compañías que mandan hordas de vendedores a arrasar a clientes que son vistos como cuentas bancarias con patas. Por suerte las ventas ya no se miden sólo en flujo de caja. Y cuanto antes nos demos cuenta de que no hay conexión entre oferta y demanda (salvo en las cabezas de caducos teóricos universitarios que nunca han hablado con un cliente) y que la demanda es independiente de la oferta, mejor nos irá. El marco de JBTD ayuda a darle otra dimensión al proceso de la venta y destrozar toda una lista de creencias destructivas que lo han saboteado tradicionalmente.

Me he desempeñado como vendedor durante años en diferentes puestos de pequeñas y grandes empresas, lo he hecho por cuenta ajena y como socio por cuenta propia (¿a qué autónomo no le toca vender?). Y he ayudado a vender, desde mi conocimiento y experiencias de aprendizaje (exitosas o no) a cualquier persona que comenzara andadura emprendedora o, simplemente, quiera vender de otra manera. Ayuda prestada desde charlas y talleres o en conversaciones informales de café, escribiendo en blocs y servilletas.

En el prólogo del libro que nos ocupa, Jason Fried, uno de los fundadores de 37signals (Basecamp está entre sus productos) cuenta en la introducción una experiencia interesante. Era adolescente y vendía deportivas. Lo sabía todo sobre ellas. Pero se dio cuenta de que no sabía nada de cómo venderlas. Las claves: callar, escuchar y estar atento a las razones por las cuales los clientes las compraban.

Fried explica que lo importante no son tus razones para la venta sino las razones para la compra del cliente. Nuestra misión como vendedores es buscar el cómo y el porqué, la causalidad. Entender lo que realmente mueve a alguien a querer dar un paso. Entender los acontecimientos que impulsan el proceso de compra y escuchar atentamente el lenguaje que utilizan los clientes cuando describen sus dificultades. Aquí añadiría algo aprendido: no poner en la boca del cliente ninguna palabra. Las personas somos mayorcicas como para que nos hagan hablar en palabras que ni hemos dicho ni son nuestras.

Otro libro en digital que me pasó Pablo, el no-vendedor que mejor vende del mundo. También me enseño a vender. A pensar la venta como un proceso que comienza con una conversación honesta. Porque vender es conversar.

Tengo 18 páginas de anotaciones con esquemas, citas, aplicaciones para mi trabajo, preguntas, dibujos…pero no haré una enciclopedia de este post. Sólo te diré que si entre tus responsabilidades está vender, me agenciaría rápidamente un ejemplar de este libro.

Como cuenta Moesta en el libro, y creo que es un buen colofón:

Hay un tema subyacente: nadie quiere que le vendan, pero todo el mundo quiere comprar. Pero la realidad es que los grandes vendedores ayudan a los clientes a progresar en sus vidas, en sus términos. Son serviciales, empoderadores, curiosos y creativos. Crean situaciones en las que todos ganan. Los vendedores son el alma de cualquier organización.

Si eres un vendedor (llegue donde llegue tu responsabilidad sobre la venta) te garantizo que después de leer este libro borrarás de un plumazo la vergüenza de contar a qué te dedicas. Sin descartar que la próxima vez salgas a conversar con un cierto orgullo.

Decía el bueno de San Ambrosio que de las cenizas del ave fénix salía un gusanico que se colaba en un huevo para convertirse, al salir de él, en águila celeste. Dejando a un lado la posible evidencia científica del hecho (y la evidente simbología con la resurrección cristiana), la simbología de un renacer tras un fracaso es común a varias culturas.

The Phoenix Project: A Novel About IT, DevOps, and Helping Your Business Win (El Proyecto Fénix, una novela sobre iT, DevOps y ayudar a triunfar a tu empresa) es una novela que me pasó Pablo. A pesar de haber asistido a reuniones con programadores, ingenieros, técnicos, managers y líderes de todo tipo, no acababa de entender su mundo ni su manera de pensar. Mis creencias limitantes no ayudaban en exceso, más bien al revés. Me creía un forastero en el Salvaje Oeste de IT. Un “ventas”, perdón, un puto comercial que iba a ser baleado en el saloon por algún técnico. Perdón, por algún puto informático.

Esta novela, escrita por Gene Kim, Kevin Behr y George Spafford, no la podía tener en papel, claro.

Cuenta la historia de Parts Unlimited, empresa ficticia fabricante de piezas de automóvil que está a punto de hundirse. Steve Masters, director general, asciende a Bill Palmer como vicepresidente de IT. Y le encomienda una misión suicida, tratar de ayudar a la empresa a recuperar la rentabilidad perdida.El Proyecto Phoenix era la última oportunidad de la empresa. El tiempo vuela, el barco se hunde sin remisión. Sin estar muy entusiasmado, Bill acepta. El director de sistemas y la directora de soporte serán sus aliados en esta encomienda.

Bill, antiguo marine, entiende la organización como un ejército. Pronto el día a día comienza a ser un caos y cada día va a peor. Cuando todo está cerca de explosionar, aparece el doctor Erik Reíd, personaje central de la novela. Un nuevo miembro de la Junta Directiva que comparte su conocimiento y experiencia con Bill, ayudándole a pensar mejor. Pronto le saca de uno de sus errores: el ejército y una empresa no necesariamente funcionan igual. Erik lleva a Bill a una de las fábricas de la empresa y le muestra cómo las políticas que lleva esa fabricación de piezas son trasladables a IT.

Sin hacer spoilers porque no quiero destripar una historia entretenida, la novela muestra los 3 principios fundamentales de las DevOps, los 4 tipos de trabajo en IT, la definición de “cambio” (cualquier cosa física o virtual en software o hardware que afectara al servicio prestado), la manera en la que evitar el “fuego amigo” y muchas cosas más. Erik también le sugiere a Bill la lectura de La meta, del físico y Doctor Eli Goldratt, que describe la Teoría de las Restricciones (un caramelo para los que nos entusiasman las aportaciones de la ciencia a la mejora de las organizaciones). Leyéndomela, al margen de la novela, entendí mejor esos “cuellos de botella” de los que hablaban en IT y los problemas de comunicación entre Operaciones y Desarrollo.

Cuando acabé de leer la novela sentí un gran alivio, casi con la emoción de Champollion al traducir la Piedra de Rosetta. Así, sin exagerar. Ya no me sentía incapaz de sostener conversaciones y hacer las preguntas adecuadas. Que, al fin y al cabo, era mi trabajo. Nadie me pedía saber sumergirme en códigos y lenguajes de programación. Sólo entender los escenarios deseados que dibujaban las empresas con las que hablábamos, incluyendo pilares como el trabajo colaborativo, experimentos de bajo riesgo o la cultura del aprendizaje.

La naturaleza no nos necesita para regenerarse, su capacidad de autocuración es muy poderosa. The world without us, escrito por el periodista Alan Weisman, expone de manera contundente qué le pasaría al mundo si ya no hubiera humanos. Bueno, a lo que pensamos que es el mundo, la naturaleza tiene otra manera de pensar.

¿Cuáles serían los últimos edificios y las últimas construcciones en caer? ¿Cuáles serían nuestros regalos, en forma de estatua, más duraderos al Universo, si desapareciéramos como especie? ¿Qué pasaría con las ratas y las cucarachas si dejáramos de habitar la Tierra? ¿Cuánto tardarían las junglas de asfalto en convertirse en junglas sin más? Hay respuestas para todas y para más.

Este libro me lo prestó Igor, otro de esos ángeles de nuestra vida, y ha viajado desde una austera balda de su despacho en el Max Planck muniqués a la estantería de nuestro salón.

Por cierto, aprovechando que el Colorado pasa por la Patagonia. Si una de tus preocupaciones es la regeneración de nuestro planeta, te animo a que tengas a Munkun en el radar. Estoy seguro de que una conversación con Guille Orduña te llevará a espacios insospechados de pensamiento y acción.

Algunas personas no leerán al psicólogo humanista Anthony De Mello por ser jesuita. Otras lo leerán por ser un jesuita que cabreó al entonces Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (institución sucesora de la Inquisición). Ratzinger declaró las tesis de De Mello “incompatibles” con la doctrina católica. Y otras lo leerán por tender puentes humanistas entre personas. Tanto da la motivación, es un psicólogo único al que recomiendo leer.

Aunque el título elegido por la editorial Gaia, Despierta. Los peligros y posibilidades de la realidad, me parece desafortunado porque podría asemejarse a alguno sacado del folleto de cualquier secta, la contraportada lo arregla y te introduce en un libro de una profundidad y apertura deslumbrantes. En el prólogo, su cercano colaborador y también jesuita, J.Francis Stroud, resume el trabajo vital de De Mello como “despertar a la gente a la realidad de su grandeza”.

Espiritualidad significa despertar”, dice De Mello. Esta frase supone una apertura mental. Parece que la espiritualidad tuviera que ser un feudo de religiones o creencias. El autor abre un diálogo con cualquier persona, tenga las creencias que tenga. El estilo del psicólogo es directo y sin ambigüedades. Más de uno se echó a llorar en sus conversaciones y talleres. Pero sobrepasada la superficie de la crudeza en la forma está el amor en el fondo.

Este me lo regaló Marisa, íntima de la familia y ángel en tierra.

De Mello me vino bien en el hospital. Tal día como hoy, un señor que llevaba cinco vinos en el cuerpo, nos embistió frontalmente en una carretera secundaria y casi nos mata. Las semanas que estuve allí este libro fue clave en (parte) de mi despertar. Cada página, cada anécdota, cada historia, eran un bofetón de realidad para mí. En ese momento, mi mente sólo buscaba alivio. Pero De Mello distingue entre el alivio y la cura. Todos queremos aliviarnos y buscamos psicólogas y psicólogos que nos ayuden. Pero la cura es dolorosa y no siempre estamos dispuestos al sacrificio. Este libro contribuyó, a que me bajara de la rueda de hámster en la que vivía hacía ya demasiado tiempo. Y vuelve con fuerza justo hoy, mira tú.

Hace algunos años Tzi me regaló este tesoro de Dino Buzzati. Un libro de relatos que me atrapó como me atraparon los de Borges. Bajo la foto copio un par de ellos, breves. Los he escogido porque reflejan lo que pienso de la educación y el trabajo, sin dar la chapa. Simplemente con sendos relatos mágicos. Buzzati sabe contarlo con esas fantasías que se sienten reales cuando las lees.

EL TALENTO DESPERDICIADO

Si entre los millares de animales que diariamente se llevan al matadero hubiese un cerdo o un ternero dotado de inteligencia colosal, semejante, si no superior, a la de Platón, Leonardo da Vinci o Einstein, ¿cómo haría para revelárnosla y así salvarse? ¿Cómo podríamos nosotros enterarnos? Preso en un establo desde su nacimiento, desprovisto totalmente de adiestramiento e instrucción, sin la posibilidad siquiera de aprender los rudimentos de nuestra lengua, como para en su caso imitarla con gruñidos, mugidos o demás. Y los rudos hombres encargados primero de su crianza y por último de su muerte tampoco están capacitados para advertir sus mínimas señales (golpeteo regular de las patas, lamentos acompasados, gestos de súplica) con que el genial cuadrúpedo quizá haya pedido y pide piedad. Maravillosas luces de la naturaleza que, de descubrirse y atenderse, podrían enriquecer y quizá salvar al mundo, son así mísera y brutalmente destruidas.

EL JEFE

Es directivo de una gran industria, ha cumplido los sesenta. Todas las mañanas se levanta a las seis, sea verano o invierno, a las siete está ya en la fábrica, donde permanece hasta las ocho de la tarde o más. Hasta los domingos va a trabajar, aunque el establecimiento y las oficinas estén vacíos; pero una hora más tarde, lo considera casi un vicio. Es un hombre serio por excelencia, raramente se ríe, nunca se ríe. En verano se concede, aunque no siempre, una semana de vacaciones en la villa a orillas del lago. No conoce debilidades de ningún género, no fuma, no toma café, no bebe alcohol, no lee novelas. Tampoco tolera debilidades en los demás. Se cree importante. Es importante. Es importantísimo. Dice cosas importantes. Tiene amigos importantes. Sólo hace llamadas telefónicas importantes. Hasta sus bromas en familia son muy importantes. Se cree indispensable. Es indispensable. El cortejo fúnebre partirá mañana a las 14:30 desde la casa del difunto.

Si no tienes nada, el estoicismo es más fácil porque no te queda otra. Ser un estoico cuando eres la persona más rica de Roma, como Séneca, es un poco más difícil. Sus enemigos decían que no era un estoico sino un patricio indigno de llamarse estoico. Personalmente, lo leo y es un estoico. Me importan un bledo las discordancias de su vida (¿alguna persona en la sala que esté libre de contradicciones e incoherencias?) que le achacaban sus críticos. Me importa su filosofía.

Si la vida son dos días, estoy en el amanecer del segundo. Si todo va bien, claro. La vida es corta porque la desaprovechamos, dice Séneca. A mí se me han hecho cortas estas casi cincuenta primaveras que luce mi DNI. Probablemente porque he sido un experto mundial en desperdiciar el tiempo. Sin fustigarse, que nunca es tarde para aprovechar el día vivido. Pero siendo consciente de que cada vez quedan menos balas.

Por eso vuelvo con frecuencia a los Diálogos de Séneca. Para sacudirme dispersiones, distracciones inocuas y guerras inútiles. Aquí, en esta edición de Acantilado, tres palabras clave no siempre tratadas con la profundidad merecida: vida, ocio y felicidad.

Las distracciones frívolas nos apartan de las actividades que enriquecen la mente, advierte el filósofo. Hace años hablaba con mi sensei sobre mi falta de tiempo para leer. Me invitó a poner en un papel las horas que le dedicaba a las redes sociales, a las series, a las películas. Cuando ves que son cientos de horas al año, de ti depende aprovechar la mayoría de esas horas para otras actividades como conversar con personas maravillosas o leer.

Cuando me preguntan de dónde saco el tiempo para leer tanto, invito a quien me hace esa pregunta a mirar en el móvil esas estadísticas de tiempo en sus redes. Asusta. Como me asustaron las mías cuando lo hice. Séneca nos invita a no postergar. Esas distracciones de redes son la procrastinación con patas. Y no sólo las redes, también las pantallas. ¿Has contabilizado las horas necesarias, por ejemplo, para ver Juego de Tronos? Yo me la vi entera. Setenta horas. Los pasatiempos superficiales refuerzan tanto nuestra procrastinación que, a lo que nos damos cuenta, la vida ha pasado por nosotros sin que nosotros pasemos por la vida.

Cito textual del libro que nos ocupa: “Observa el tiempo de ésos, mira cuánto pasan calculando, cuánto maquinando, cuánto temiendo, cuánto adulando, cuánto siendo adulados, en cuántos avales propios o ajenos invierten y en cuántos banquetes, que ya son su deber. Verás que sus dichas y desdichas no les dejan respirar”.

Lo que hacemos condiciona nuestro bienestar emocional y nuestra mente. Lo dice la ciencia y mantenemos, desde mucho antes de Séneca, una postergación para lo que tenemos que hacer bajo la excusa de que tenemos mucho que hacer.

No pretendo pontificar ni moralizar como quienes ponen voz de explicar con tono de púlpito rancio. Hablo desde la paz que da la consciencia que otros tuvieron antes que yo. Y tampoco hablo desde ninguna cátedra de sabio. Escribo esto frente al mar, comiéndome en la hierba un bocata de cecina con queso. Dudo ser más feliz que uno que coma hoy en el Sublimotion. Te doy mi palabra.

Me he arruinado dos veces en mi vida, no te aburriré con los detalles. “Nada he perdido, todos mis bienes están conmigo”, citaba Séneca a Estilbón en la carta 9 de las Cartas a Lucilio (de este libro, hablamos otro día). Un hombre emergiendo de un incendio que lo había dejado sin nada salvo su persona. Con él iban la justicia, la entereza, la prudencia. No te niego que se piensa mejor con la nevera llena y sin tener que mirar la cuenta del banco. Pero Séneca me recuerda constantemente que Todo lo que tenemos va con nosotros.

Cuando conoces la historia de un Doctor en Medicina y Filosofía, psiquiatra, neurólogo y poseedor también de 29 doctorados honoris causa por si le faltaba algo, fundador de la logoterapia, tercera vía de la psicoterapia de Viena (por fortuna, porque las de Freud y Adler…otro día hablamos de eso), cuando conoces su paso por los campos de concentración nazis y que fue en ese infierno donde forjó su teoría psicológica basada en el existencialismo, cuando conoces todo eso, no puedes menos que leer a Victor Frankl.

Nada de lo que yo pueda reseñar le haría una mínima justicia a este libro tan conmovedor, que remueve y pone a prueba todo tu andamiaje emocional. Siempre ocupará lugar preferente en mi estantería.

Aquella Viena de principios de los 40 ya tenía a la población judía en el punto de mira. Frankl y su familia, judíos, empezaron a pensar en la huida. La hermana logró escapar a Australia pero un hermano fue capturado en Italia y todos murieron en un campo. Viktor tenía visado a EE.UU. Pero la documentación de sus padres podría no ser suficiente. Así que Viktor optó por no abandonar a sus padres. Y cayó en Auschwitz. Su recibimiento fue descorazonador. Imploró a un guarda la conservación del manuscrito que ocultaba en su chaqueta. Ahí iban años de trabajo. La única copia. Se lo rompieron en su cara en medio de burlas. Es difícil no sentir compasión por él. Pero Frankl siempre huyó de ser considerado un héroe. Se centraba en la discusión científica de sus teorías y prácticas. Un hombre sin más. Con sus éxitos, ilusiones, reveses y caídas. Nunca usó esa experiencia “de película” en los campos para sacarle partido y colocarle en un lugar de privilegio. Y ese es uno de los retos, estudiarlo y pensarlo tratando de apartar esa vida heroica y digna de sus propuestas.

Volvió exhausto del campo de concentración. Toda su familia (incluida su mujer, Tilly Grossner, embarazada y obligada a abortar en Auschwitz) había muerto. Es entonces, en medio de un dolor insoportable cuando su vecino y amigo Paul Polak le recuerda que aún custodia una copia del manuscrito (esto le permitió a Frankl concluir ágil su libro Psicoanálisis y existencialismo). Otro amigo, el doctor Tuchmann, le ofreció un puesto provisional de neurólogo. Todo empezaba a carburar un poco.

Pero la herida abierta del campo no le dejaba seguir adelante. Y decidió volcar en papel toda esa vivencia terrible. Tres secretarias en nueve días, por turnos y de manera taquigráfica, vuelcan en papel el tsunami imparable de palabras que salen de las entrañas de Frankl.

Así salió en 1946 Un psicólogo en un campo de concentración. Pocas ventas en Alemania. Pocas ventas también en inglés entre 1955 y 1959 (con el título Desde el campo de la muerte al existencialismo). Pero, de repente y contra todo pronóstico, Gordon Allport pide al director de la Beacon Press que reediten el libro. Le piden a Frankl que incluya una pequeña introducción a la logoterapia. Era 1961 y el libro empezó a venderse de manera imparable. Y su éxito definitivo fue gracias a la edición en bolsillo de la Washington Square Press. Ignorado por revistas especializadas, por la prensa y “entendidos” de toda índole, el libro fue recomendado boca a boca hasta vender millones de ejemplares en casi 79 ediciones y ha sido traducido a más de 30 idiomas.

No he contado nada del libro, sólo su historia y contextos, a conciencia. Este no lo quiero destripar. Merece la sorpresa disfrutona de una primera lectura. Acudan a sus bibliotecas o librerías de cabecera.

La doctora en Biofisica Donella H. Meadows fue una científica ambiental experta en dinámica de sistemas. El Club de Roma encargó al MIT un informe que dirigió la doctora Meadows coordinando a 17 profesionales. El informe fue llamado Los límites del crecimiento y fue publicado en 1972. Este ya famosos documento alertaba de los crecimientos económico y demográfico desbocados. Apoyándose en el World3, modelo de simulación implementado en un programa informático, proyectaron en el futuro algunas variables (como por ejemplo el agotamiento de los recursos o la contaminación) que daban 12 escenarios posibles (en función de la acción humana sobre el ecosistema) entre los años 1972 y 2100. Te invito leer el informe y a pensar, como hice yo, cuánto de lo sugerido se ha llevado a cabo.

El libro Thinking in Systems circuló varios años como un borrador de manera informal, hasta que fue rescatado y reestructurado por compañeros del Instituto de Sostenibilidad y editado en 2008, algunos años después del fallecimiento de Meadows.

Las pegatinas de las caras rojas sonrientes las pegó una criatura que no se bajaba de mis rodillas en la época en la que leí este libro por primera vez. Y, cómo no, también está llenico de notas y subrayados.

El libro es una estupendísima introducción en 7 capítulos al pensamiento sistémico. Meadows reconocía la contribución de algunos colegas del MIT que enriquecieron su pensamiento (Jay W. Forrester o Peter M. Senge) pero también fuentes de sabiduría ancestral (indígenas americanos o sufíes de Oriente Medio).

Cuando leí el primer capítulo fui plenamente consciente de lo mal que enfocaba la resolución de mis desafíos personales y profesionales, siempre centrado en el síntoma y no en su raíz, ofuscado en alguna de las partes sin tener en cuenta todas las demás ni sus interacciones. Meadows enseña de manera sencilla que los sistemas son siempre más que la suma de sus partes, con un papel fundamental de los bucles de retroalimentación y las reglas del juego (más que los jugadores)

Claro que los sistemas están dentro de los sistemas, por lo que es importante elegir dónde trazar los límites cuando pensamos en esos sistemas. Meadows pone énfasis en Meadows destaca tres importantes características de los sistemas: resiliencia (imagino lo que a la doctora le hubiera gustado conversar con Taleb sobre la antifragilidad de los sistemas) , autoorganización y jerarquía. La belleza de los sistemas, dice, su armonía en funcionamiento.

También explica el libro cómo tratamos de entender los sistemas mediante representaciones (mapas, esquemas o modelos mentales). Estas representacuones son limitadas en comparación con el complejo mundo real. Aunque cita al estadístico George E.P. Box que decía “Todos los modelos son erróneos, pero algunos son útiles”.

Un capítulo que me resultó útil para mi trabajo es el de los arquetipos que aparecen una y otra vez en los sistemas. Esto ayuda a encontrar puntos de apoyo para intervenciones eficaces en los sistemas (aunque advierte la autora que no corramos el riesgo de ver el sistema como un conjunto de partes arquetípicas, perdiendo de vista la singularidad de cada sistema)

El sexto capítulo incluye 12 puntos a partir de los cuales se puede promover un cambio del sistema, que la propia Donella había presentado en un artículo en 1997.

No puedo negar que exprimí este libro a base de bien. Aunque eso no me convierte, por supuesto, en un pensador sistémico de postín. Como advierte Meadows, entender de pensamiento sistémico no te permitirá predecir ni controlar un mundo impredecible e incontrolable. Me sirvió para darme cuenta de cosas que ni sospechaba. Y su lectura fue un paso muy importante en mi reconversión cerebral.

A finales del año pasado publiqué Todo lo que tenemos, mi primer libro en Editorial Cábula, la pequeña editorial de los placeres minúsculos capitaneada por Mary y Jota y de la que formo parte ayudando en lo que puedo. 12 poesías acompañadas de 12 ilustraciones de 12 artistas diferentes.

El 18 de diciembre, en el Salón de Columnas del Casino Mercantil (sede central de Caja Rural de Aragón y gracias a la generosidad de su Fundación, con el apoyo de la Librería Central) presentamos el poemario ante más de 130 personas (algunas de ellas venidas de Madrid, Barcelona o Pamplona. Un día mágico que culminó con casi dos horas de firmas.

Podríamos decir que Todo lo que tenemos es casi todo lo que soy. Un pequeño testamento preventivo por si me marchara de este mundo antes de hora. Para que quienes me quieren, vivo o muerto, puedan encontrarme y conversar conmigo al callejear sus hojas.

El espléndido prólogo de Juan Marqués y las ilustraciones y cuadros de Mr.Shackleton, Carmen, Fernando, Dani, XCAR Malavida, Cynthia, Paloma, Virginia, Leyre, Niko Bleach, Izaskun y Noa, ayudaron a hacer mejores sus versos.

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