La Memoria del Escorpión

divagaciónconceptual

¿A donde quieres llegar Alex?

Hoy voy a meterme en un fregado polémico y lo voy a hacer con una doble intención.

  1. Es un tema que genuinamente me interesa y que he ido dándole vueltas desde hace tiempo (que le haya dado vueltas no quiere decir que sea un experto. Es más, hay apartados,(la derivada “técnica” y no ética de la IA por ejemplo), que ni controlo ni me interesan especialmente en ese sentido.)

  2. Quiero ver si puedo realmente abrir melones sin sentir el peso del ostracismo por tratar de navegar sobre un tema que en la comunidad que estoy tratando de habitar creo que es un poco tabú. Que diga que es un tabú no significa que esté diciendo que se sostenga en la irracionalidad. Solo significa que hay un fuerte componente emocional de rechazo y una identidad que se construye en torno a él (independientemente de que detrás de esto haya argumentos racionales perfectamente válidos para sostener los puntos).

Voy a dar un poco de contexto mío para que se pueda entender desde donde hablo. Yo no soy un artista. Tampoco pretendo serlo, ni creo que deba ser una “condición” que nadie deba poseer para explorar el arte. Ni nunca he aspirado a ser un 'profesional' de nada. He estado en el ámbito de la música a nivel amateur con distintos grupos durante buena parte de mi vida. Hemos dado bolos, grabado, pagado a profesionales para portadas, sesiones de fotos, videoclips, grabaciones, sonido y luces en directos, etc. Y por supuesto pagar local, instrumentos / equipo, mantenimiento de los mismos, etc. La mera idea de, no ya ganar dinero, sino de no perderlo era para echarse unas buenas risas.

No voy a negar, que en el principio de los tiempos, pudiera haber algo de deseo en 'triunfar' o 'vivir de esto', pero aparte de lo surrealista que fuera, pensado más a fondo no tenía sentido. Si pensaba fríamente en lo que realmente tenían que hacer aquelles 'privilegiades' que vivían bien de hacer ese 'arte' no creo que fuera capaz de hacerlo sin caer. Y creo que incluso viendo solo esa lista (engañosa por naturaleza por pura omisión de los fracasos) de casos “exitosos” en este viaje, puede ya verse como hay bastantes ejemplos de miseria, infelicidad y desastre acompañándolos. Que siempre hay un precio. Y que el arte, en este sistema, inevitablemente se transforma en producto (o incluso en servicio!), y que no se vende solo tu 'obra' sino tú misme. Tu tiempo, tu enfoque, tu 'marca', tus ideas, tu siguiente obra. Ya no se desarrolla en plena libertad. Tiene que convivir necesariamente con toda la fricción del mercado (el de productos y el de la atención), y con su deseo de pervivir / sobresalir. Además te sitúa en la posición de objeto a ser exprimido. No puedes 'parar'. Tiene que haber siempre algo en ciernes o tu 'carrera' puede llegar a su fin y tener que volver a 'la realidad'.

Casi nunca creo en el 'blanco' o 'negro'. Siempre digo que como poco es cuestión de grados. Pero aún con cuestión de grados, creo firmemente que cuando el arte deviene en producto (y esto es, de alguna manera, casi inevitable en esta coyuntura), se cancela a si mismo. Y no tanto en esa primera obra 'inocente' que fue efectuada sin tener en cuenta al mercado en lo más absoluto. Sino que en cuanto algo entra en ese mundo, y la tentación es que lo siguiente a crear siga pudiendo entrar y permitiéndole a une vivir en esa rueda distinta del capital, más afín a sus deseos, el proceso de creación acaba viciado. Sin duda pueden seguir saliendo buenas 'obras'. También muchas malas, y también muchas que se pierden en el olvido o que jamás podrán siquiera ser concebidas, porque bajo este sistema el arte solo estaría destinado a unes pocos que tengan bien 'verdadero talento', bien 'verdadero esfuerzo', o bien 'verdaderos estudios'. (verdadero –> ironic)

Mi punto no es una defensa de un esencialismo de la pureza del arte que no debe ser contaminada porque sí, como argumento casi religioso. Mi punto es que el arte conecta con lo humano y entre humanos, y que los productos no. Mi punto es que para garantizar que el arte sea arte y no productos, la motivación extrínseca debe ser la mínima posible.

La idea del lucro por ejemplo, daña el arte desde el punto de que incita a mucha gente a crear sin necesariamente sentir. Un proceso artificial de búsqueda de targets para elaborar productos que vender y hacer dinero. Pero voy más allá. La idea de la supervivencia. Une puede ser un 'artista de corazón'. Pero claro, tiene que comer. Y no siente que tenga energía para hacer una tarea alienante del mercado y además dedicarse a crear. Siente que eso lo mataría por dentro (y lo entiendo perfectamente). Y entonces intenta buscar un compromiso entre el deseo y la supervivencia. Pero en ese compromiso muchas cosas mueren. Y esto es mucho peor para le artista precarie que para quien no lo es. Quien no lo es puede permitirse esas 'irreverencias' de crear desde el corazón porque no tiene que pensar en pagar el alquiler mañana, y quien lo es siempre está sujeto a la incertidumbre y a pensar en como llegar a más gente y en dominar todo ese mercado de la atención. ¿De verdad comprar / pagar en tus comercios de proximidad / tus artistas locales revierte algo esta situación general, o solo la perpetúa? ¿Mola idolatrar a los pocos que lo consiguen siendo esto en realidad la demostración de lo cruel de todo el sistema? Entiendo el bien a corto plazo y para las personas concretas. Pero a medio plazo y pensando en las personas que ni siquiera están pudiendo estar ahí esto es la nada.

La injusticia inherente del arte como método de supervivencia, dentro de la estructura capitalista

Vale, el arte se ve comprometido, pero este no es ni mucho menos el único punto conflictivo. ¿Qué pasa con las personas? ¿Cuánta gente, dentro del sistema tal y como lo conocemos, puede intentar aspirar a vivir de ese arte? ¿De donde sale el “trasvase” de recursos para que esas personas puedan hacerlo (y otras no)? ¿Quién decide quienes son los elegidos para poder aspirar a eso? ¿El mérito / esfuerzo? ¿El 'talento'? (juzgado desde algún canon) ¿El público? (mercado) ¿El altavoz? ¿La popularidad social? ¿La pasión? ¿Acaso alguna de estas opciones te parece realmente satisfactoria para discriminar? Porque a mi la verdad es que no. Para mi esa idea de meritocracia puede estar muy bien en el sentido de que si (ejemplo):

Vivimos en una cueva, y de las 100 personas que vivimos en esa cueva las 100 hacemos un dibujo. Es muy posible que haya unos pocos dibujos que gusten mucho más y reciban más 'apoyo' y elogios. Eso no es injusto. Es una consecuencia natural del proceso de creación / contemplación y la subjetividad humana. Pero de ese punto, a que las personas que hagan el dibujo que más guste deban tener algún tipo de 'privilegio' va un abismo importante. Abismo que debido al tipo de sistema en el que vivimos, muchas veces no somos capaces de detectar. Porque tenemos esa idea meritocrática metida en vena. (y si asumes que la meritocracia es correcta, aquí estoy dando por supuesto que compartimos el supuesto, al menos teórico, de que no. Así si que si ese fuera el caso supongo que aquí no encontrarás mucho de utilidad, porque todo prácticamente lo baso a esa idea, y aquí no voy a detenerme en justificarla)

Y cuando digo privilegio, quiero que quede claro que no estoy en la onda de culturas del esfuerzo ni estoy en esa clase de discurso productivista. El privilegio es por definición aquello que tu posees y otros no, debido a un azar o decisión externa, y que encaja en una estructura de roles y jerarquías ya dados, y que se encuentran normalizados y con grandes dificultades para ser cuestionados. El privilegio es determinar quien tiene derecho a vivir. Si persona A hace arte, y ese arte encuentra 'nicho' y se adapta al mercado, A puede entonces vivir, mientras que persona B hace arte, y ese arte no encuentra nicho, o no quiere adaptarse al mercado y por tanto no puede vivir. Estamos ante un privilegio que A posee y B no.

Si algo ataca la posibilidad de que A pueda 'ganarse la vida' con el arte entiendo que es un problema, y que eso despierte solidaridad. ¿Pero qué pasa con B? ¿O con C, que nunca ha podido dedicar ningún tiempo a nada relacionado con el arte, y ni siquiera se le está contemplando aquí?

¿Es útil defender privilegios, por más que sean pocos los que estas personas poseen, si el objetivo es en realidad conseguir la liberación humana de la explotación? (Es decir, para A, para B y para C, y para tode el maldito ABCdario) (y que quede claro que lo que pongo en duda es defender el privilegio, no a la persona, la cual tiene el mismo derecho que cualquier otre a vivir dignamente, con arte o sin arte)

Ahora voy a otro melón contiguo... ¿De donde sale normalmente el 'dinero' para que esos pequeños artistas precaries puedan sobrevivir? De la solidaridad y el apoyo entre precaries, y de gente (generalmente solidaria / concienciada pero no necesariamente) con buena situación financiera. Pero.. ¿Qué tienen que hacer esos precaries que no son artistas para poder contribuir? Estar en esa rueda de la opresión. La solidaridad y el apoyo mutuo es un valor increíble y a conservar. Pero siento que la manera en que lo ejecutamos nos condena a pervivir en las mismas estructuras que provocan todos esos malvivires. Y además sitúa tanto a quien hace el trasvase como a le que lo recibe en una situación muy desagradable.

  • “Comprador”: Tengo pocos recursos. Quiero ayudar. Quiero apoyar. ¿Con qué baremo lo hago? ¿Necesidad? ¿Quién me cae mejor? ¿Egoísmo? ¿Elitismo artístico? – ¿Si consigo un trabajo “mejor” (pagado) puedo ayudar más? (SOCORRO)

Esto es todo lo contrario de la horizontalidad y la falta de jerarquías. Es acabar convertido en un salvador que tiene poder de dar o no dar con su decisión. Y no estamos hablando de autoestima o de dañar egos. Estamos hablando de vivir. Y además profundizamos en ese engaño de “la voluntad del individuo alterando el curso del mundo” con sus elecciones particulares.

  • “Vendedor”: Soy como soy. Pero tengo la sensación de que tendría que impostar quien soy también si eso me permite intentar ¿vivir? ¿Tengo que 'expandirme' a círculos que no significan nada para mi? ¿Tengo que no ser demasiado polémico (con mi público, y esto es relativo)? ¿Puedo permitírmelo realmente o eso solo es algo para quien no tiene tanto que perder porque ya tiene una base cómoda? ¿En qué momento lo que hago sigue saliendo realmente de mi cuando para vivir dependo de que a alguien se le active ese botón de la solidaridad (o de caridad, no sabes lo que le pasa a la otra persona por la cabeza)?

Por más que haya un ambiente de solidaridad también entre esos artistas y muchas veces (en lo amateur esa ha sido mi experiencia al menos) el trasvase se produce de unes a otres, la realidad es que si todos 'compitiéramos' por esos mismos espacios nos moriríamos de hambre. Y si algo no es posible para todes, volvemos a estar ante un privilegio.

De hecho, aunque suela primar la solidaridad, también a veces acaba trasluciéndose esa 'competencia'. En forma de 'backlog' artístico, cantidad de trabajos, 'estudios', exposiciones, cosas 'publicadas'. Reminder de que muchas de estas cosas tienen que ver con la adaptación al sistema y nada con el arte en si. Por lo que esa 'selección natural' ni siquiera sucede de una manera 'pura' en el sentido artístico. Pero aunque lo fuera, seguiría siendo injusta bajo parámetros que no crean en la meritocracia y si en el derecho de todes a existir y ser libres.

Como yo no quiero ni acabar con el arte (ni incentivarlo económicamente, ni desincentivarlo), ni con la libertad de las personas, ni con su derecho a poder explorar esa capacidad si así se desea (independientemente de lo 'bueno' que seas), pero tampoco me parece que asentar esto sobre privilegios tenga sentido... ¿Cuál es mi propuesta entonces? Yo no digo que tenga una solución para el aquí y ahora. Y entiendo que cada une hace lo que puede para ganarse la vida. A lo que voy es a que una cosa es asumir que cada une hace lo que puede en plan 'de batalla' y no tiene sentido andar juzgándose implacablemente, y otra cosa es defender que esos privilegios deban existir y ser defendidos. Ahora vamos al jardín...

El jardín chungo de verdad. La IA (no que sea lo realmente chungo. Pero creo que es lo que va a sonar más polémico por lo que he ido viendo estos días)

Antes de meterme aquí voy a volver a recordar parte de ese backlog personal. He tenido más de un grupo. Todos amateur (lo que no quiere decir que no se invirtiera tiempo y alma de narices). Siempre palmar pasta nunca ganar pasta. ¿Portadas y arte de disco? Pagar a un profesional. ¿Grabación / Mezcla? Pagar a un profesional. ¿Ensayar? Pagar a un rentista. ¿Merchan? Pagar a un profesional. ¿Promoción? Pagar un servicio o profesional ¿Concierto? Pagar sala y técnicos (y rezar a que salga a cuenta). Le echábamos horas? En ensayar / practicar / componer / pregrabar. Pues bastantes. Yo en solitario al menos le eche muchas horas (y esto tampoco debería ser relevante, pero aquí todos estamos contaminados de la meritocracia y la puta cultura del esfuerzo).

¿Queríamos ganar dinero? No era el objetivo, eso desde luego. Aunque hubiera estado bien al menos no palmar tanto. Las camisetas y los discos se vendían a un precio por intentar cubrir. La entrada de los bolos o venía puesta si ibamos fuera, o tratábamos de garantizar cubrir gastos de quienes venían. Pero la música ha estado (creo) siempre disponible para escucharla sin pagar. Porque nadie tiene más derecho que otres a 'disfrutar' de lo que habíamos creado (y mucho menos hablando de cosas digitales, reproducibles infinitamente).

Y digo esto sabiendo que lo que habíamos creado podría ser catalogado perfectamente de ser 'una mierda'. Es decir, de no gustar, o no 'servir'. Precisamente porque no fue elaborado con el propósito de 'triunfar'. Fue lo que salió (bueno a ver, no voy a vender la moto de que fueran 'productos artísticos ultra puros' ni nada semejante. Siempre hay algo de imitación, y siempre hay un deseo de ser visto (independientemente del mercado de productos, esto es más del de la atención) que puede moldear la obra).

Y aún así tomamos decisiones cuestionables, como dejar que una amiga echara tiempo en forma de 'prácticas' de un curso que había hecho, como relaciones públicas de nuestras redes y el pago solo consistió en una cena y tomar algo. La propuesta no fue nuestra en esos términos, solo la aceptamos. Por un lado nos hacía sentir mal. Por otro... pues en el fondo éramos unos renegados de las mierdas de las redes, y tampoco veíamos que estuviera sirviendo para mucho.

Y después en cambio si pagamos a una agencia supuestamente 'pro' para intentar tener algo más de impacto, posibilidad de conciertos etc (en mi opinión, e independientemente de lo buenas o malas que sean las intenciones personales, estas cosas las veo como una estafa más. Intermediarios sacando tajada de la ingenuidad e ilusión). Poniendo las cosas en perspectiva, ambas cosas fueron un error y una mala decisión. Pero bueno, hace falta equivocarse también para aprender.

Pero lo que nunca me saldría es creer que era el deber de la gente 'pagar' para reconocer nuestro trabajo / esfuerzo / “arte” o lo que sea que quieras valorar. Y si, se en que mundo vivo. Pero también se cuales son las cosas que desprecio de él. Y si odio el capitalismo y el mercado no es solo desde una perspectiva identitaria, estética o de pura conveniencia. No quiero que NINGUNA persona tenga que vivir dependiendo de su arte, ni tenga que comprar arte. Lo que quiero es que todes vivan, hagan, o no hagan arte, y lo hagan o no lo hagan bien, y cada une según capacidades y necesidades. Y si ese es el objetivo, no creo que para llegar a él ayude en nada hacer esfuerzos titánicos en ir defendiendo sectorial y parcialmente ciertas formas de 'ganarse la vida' bajo la lógica precisamente del capitalismo, o ayudar a preservarlas dándole más a la máquina competitiva del mercado.

¿Pero que tiene que ver todo esto con la IA que todavía no la has mencionado? Pues que siento que a través de la crítica legítima y argumentada ante el uso de esta tecnología (similar a la que podría encontrarse ante otras muchas tecnologías o estructuras de producción / consumo humanas, como por ejemplo la industria cárnica, o en realidad la industria de cualquier tipo, también la musical ya que nos ponemos), se están colando bastantes más cosas que siento que no son tan legítimas. Entre otras estaría ese supuesto 'derecho' a una propiedad sobre la creación, pero también otras.

En la crítica 'técnica' acerca del enorme consumo de esta tecnología no me voy a meter porque lo comparto y mi papel es más el de fiarme de las personas que le han dedicado su tiempo y conocimientos a hacer este análisis. Yo no tengo las herramientas para hacerlo ni para montarlo/desmontarlo. Lo único que me resulta exagerado es la reacción emocional ante ver a cualquier pive que la use. Como si fuera la peor acción que pudiese realizarse. Lo siento. De verdad que no entiendo esa agresividad desmedida para este caso particular, y que no siento que ocurra para otras problemáticas, en las que se entiende que cada persona ha integrado las cosas que ha podido integrar (ser o no ser vegano por ejemplo) y tiene sus ritmos y ha accedido a unas informaciones y no necesariamente a otras. ¿Es hacer un prompt más grave que comerse un filete? ¿Más innecesario? ... (y yo no soy vegano, al menos de momento, así que hablo desde 'el pecado'. No consigo identificarme como antiespecista pero si comprendo la necesidad de no tener la brutalidad de industria y de trato que tenemos hacia el resto de seres vivos, aparte del impacto ecológico brutal que también tiene, pero es un hábito que me costará mucho quitarme y no se si lo lograré del todo). Y aquí no he visto a nadie insultar a nadie por comerse un filete, y hasta hacerle fotos.

La crítica de que estamos alimentando un monstruo que se va a volver en nuestra contra porque no hay mecanismos ni para domarlo ni para controlarlo (porque pertenece a empresas) la comparto completamente también. Pero bueno, así es con otras cosas también con las que insisto, se es algo más 'paciente' con lo que las personas van pudiendo integrar poco a poco.

La crítica sobre la 'desaparición' de trabajos la puedo entender, y si me pongo posibilista la puedo compartir. Pero la parte de mi que no es posibilista y quiere romper con todo, no la compra. Ojalá desparezcan todos los empleos.

((Y ya se que aquí siempre se dice que eso solo lo dice la gente que no necesita trabajar para vivir. Bueno, ciertamente he tenido muchos problemas para poder integrarme en el ámbito laboral (en la vida en general), y he tenido la suerte de poder vivir con mi madre en un piso (que se cae un poco a trozos todo sea dicho), en el que no pagamos nada porque es de una familiar (pero no es nuestro, no hay una seguridad realmente). Vamos, que quitar el alquiler de encima hace que incluso teniendo una tasa de empleabilidad muy pobre sea relativamente fácil hasta 'ahorrar' en los momentos en que he podido hacerlo. Además vivo en una ciudad que no es demasiado cara.

No debería ser necesario que me justifique de esa manera tan personal pero supongo que he preferido hacerlo, vuelvo al hilo)) :

La cuestión es que siempre me han puesto enfermos estos argumentos del tipo: “No uses las cajas automáticas, estás quitando el trabajo a las personas que cobran en los supermercados”. Y conste que lo que me jodía era el argumento. Nunca he usado esas cajas automáticas porque ese tipo de situaciones me generan mucho estrés. Al menos la manera 'tradicional' la conozco. Pero no se me ocurriría quejarme si desapareciera. Porque nadie tiene porque hacer ese trabajo. Yo defenderé siempre que las personas que dependieran de ese trabajo puedan seguir viviendo. Es más. Ojalá puedan hacerlo FUERA de tener que hacer esa tortura diaria durante 8 malditas horas incluyendo sábados y algunos domingos (en un super si que he llegado a trabajar de hecho). Me parece delirante que la forma de defender a esas personas sea a través de defender a la forma a la que se han visto abocados a ganarse la vida en lugar de su derecho a vivir independientemente de esta

Pues aunque vivir 'del arte' suene a algo más bohemio y especial, yo tampoco quiero conservar esos empleos. Porque es precisamente el hecho de que sean empleos (asalariados o de tipo autónomo) lo que les confiere, según todo lo que he intentado argumentar hasta el momento, su carácter más 'perverso'. Obligan a 'prostituir' el deseo de la persona que crea, inundan el mundo de obras sin sentido cuyo único propósito es especular o engañar a las masas con estímulos estudiados para seguir alimentando la maquinaria. Y no quiero tampoco que el 'arte' sea para 'los mejores'. Para los que de cuna han podido 'prepararse' o para los que pese a haber empezado la vida en modo difícil han conseguido sobresalir y/o no ver viable otra manera de existir que hacer lo que sienten que necesitan hacer (o perecer en el intento). Yo jamás le diré a alguien cuya vida sea ese arte que no puede hacerlo o que no tiene derecho a vivir haciendo eso. Lo que tampoco haré es defender solo a unes y no a otres.

La crítica hacia el embotamiento de las mentes que ya no 'piensan' porque simplemente dan a un botón y obtienen una respuesta es interesante pero problemática de abrazar sin contemplaciones. Es cierto, que acostumbrarse a dejar de efectuar procesos con bastante fricción [ de búsqueda, ensayo / error, razonamiento, bloqueos, y (muy importante) puesta en común con otras PERSONAS para llegar a mejores soluciones, ] es peligroso. Lo que no se usa se oxida, y el aprendizaje normalmente es más fuerte cuando sucede en condiciones de esfuerzo y elaboración propia, y no en 'copiar' una solución ajena. El caso es que esto no lo hace solo una IA. En el contexto de, por ejemplo, la programación, tu puedes usar un buscador y acabar en algún foro tipo stack overflow donde esté el código casi exacto para solucionar tu problema. Y eso te genera solo un poquito más de fricción. Que la solución la proporcione otro humano en diferido, o una máquina que se ha alimentado de el discurso de otros humanos no es demasiado relevante a nivel de esta crítica. Con IA o sin IA, la vorágine capitalista nos ha ido empujando a la prisa patológica y la búsqueda irracional de eficiencia a cualquier precio y sin reflexión. Y es ahí donde está ese embotamiento. Es ahí donde está esa pérdida del valor del proceso por el del resultado. La IA es solo una herramienta más con la que potenciar ese caldo de cultivo. Que desaparezca no elimina ese perjudicial sentido común al calor del cual se han desarrollado estas tecnologías. Sin duda problematizar su uso y explorar la vuelta a otras formas de producir* (en sentido amplio, no capitalista) y comunicarse, mucho más a fuego lento y centrades en nosotres, nuestro bienestar y el proceso, en lugar del resultado, sería el camino interesante a explorar. Y afortunadamente es el camino que veo también bastante y del que estoy pudiendo aprender en estos lares por donde estoy caminando, independientemente de que también pueda formular esta 'crítica' que estoy haciendo.

La crítica 'ética' hacia el supuesto robo. A ver. Voy a empezar por la parte que si comparto. Me resulta inmoral que alguien se apropie de algo y lo privatice para sacar un beneficio excluyente y privado. Si esa es tu crítica estamos a tope juntes.

Ahora bien, si lo que se te pasa por la cabeza es que estas corporaciones roban algo que era propiedad de otra tendremos unas importantes diferencias. No creo en la 'propiedad intelectual'. Ni considero la piratería algo ilegítimo. No tengo la realidad completamente alterada y tengo corazoncito. Eso quiere decir que si he tratado de comprar y apoyar creadores del ámbito más 'indie', local, etc. Pero nunca va a ser esa mi apuesta para revertir la situación. Pero... Si una persona necesita ayuda porque se queda en la calle.. ¿Qué tiene más sentido? Que de los 50€ que puedo permitirme a que esa persona no viva en la calle o que los de en recompensa a una actividad artística / proyecto que considero 'se lo merece'? ¿En qué nos convierte a nivel social toda esta movida de los micro mecenazgos de proyectos individuales? (exposición, ansiedad, culpa, competencia, etc)

Pero no quiero repetirme, porque si has llegado hasta aquí, creo que puede verse más o menos claro porque la propiedad privada como derecho en general (y más aún la intelectual) no tienen sentido y no debería ser lo que ha de defenderse.

Y aquí voy a hacer una crítica también desde el posibilismo, basándome precisamente en esas experiencias con mi grupo:

No dejamos de pagar continuamente a profesionales de todo tipo y ámbito relacionados con nuestro mundo y entorno. Muchas de estas profesiones relacionadas también con el arte y los músicos en concreto (podría decirse que muchas existen ya que existen estos primeros). Y nosotros como unos pringados siempre en negativo (2 miembros sin trabajo, 1 con trabajo decente, otro cada vez en una cosa, y otro precario. En ese momento nadie independizado claro). Pues en esa época, si hubiera estado activa o la hubiéramos conocido, se nos habría pasado por la cabeza hacerlo con la IA casi con total seguridad (luego probablemente no lo habríamos hecho, pero lo habríamos hablado sin miedo a caer en el ostracismo). Y no me pondría una mínima pega al respecto. No más, como he dicho antes, que la pega que me puedo poner por comerme un puto filete, tirar una colilla a la calle, reciclar mal un día, o dejarme la luz encendida por un descuido. Porque además, y yo se que esto no va a entrar nada, y se que si hay gente que lo lee me va a poner la cruz, nosotros queríamos hacer puta música. Todo lo demás de alrededor nos la sudaba. Pero son cosas que “hay que hacer”. Te puede hacer más o menos ilusión y por supuesto en un mundo ideal querrías que estuvieran hechas por personas (portadas, merchan, fotos, etc), que CREAN y QUIERAN ser parte de eso porque les motiva. Y no porque tienen que pagar las cochinas facturas y tu te lo puedes permitir si hay billetes de por medio (si no ajo y agua claro). Pero no, hay que joderse y gastarse un pastizal haciendo todo de manera 'impoluta'. Un montón de profesionales alrededor tuyo con la perspectiva de sobrevivir haciendo de ese su trabajo y luego estás tú. El pringado que no va a poder hacer eso pero que es, junto a otres más que alimentan la rueda, la causa de que elles si puedan vivir de eso. E insisto. Yo lo que quiero es universalizar eso, no 'quitárselo' a los pocos que lo tienen y que encima es de manera jodida y precaria. De verdad creo, estamos en el mismo barco.

¿Qué persigo entonces con esto? Las normas de los lugares son claras y no aspiro a que cambien. Además no tengo ningún interés en usar ni defender la IA, porque de hecho no es realmente mi punto. A mi lo que me ralla, es que el tema de la IA, a mi entender, es una cuestión relativamente superficial de la cuestión de fondo. Y me da mucha rabia cuando siento que se dedica mucha energía a soltar bilis hacia lo superficial y no a dedicarse a la raíz. Y también me da rabia cuando siento que lo que se emite son prescripciones de comportamiento y condenas públicas y no preguntas interesantes que hacerse y cursos de acción posibles. ¿Qué ganamos con ir pensando en el 'qué hay de lo mío' cuando el problema del trabajo asalariado nos afecta a todes? Ya ocurrió en pandemia también. Un montón de lazos por la cultura, que lo que lamentaban era la imposibilidad de hacer de esta una profesión, y no realmente la posibilidad de su 'muerte' (imposible mientras sigamos siendo humanos y nos comuniquemos).

También me gustaría que si alguien lee esto, y se encontrara precisamente entre esas personas a las que esto que digo les chirría o les entran ganas de escupirme, si han sentido un mínimo de simpatía por mi persona, que me hablen y se debate tranquilamente. Entiendo que a cada persona le puedan dar reactividad ciertos temas y también respeto el tema de los blocks. En temas de derechos humanos o de no reconocer a otras personas por supuesto. Pero aquí de verdad que lo intento pero no consigo entenderlo.

Bueno, creo que suficiente chapa por hoy. Gracias

#divagaciónConceptual

(Texto escrito en junio de 2020, como puede intuirse por el contexto y al que he metido algunas correcciones) (está casi igual)

Debido a la implantación de la nueva medida «estrella» contra la (extrema) pobreza que el gobierno autodenominado 'más progresista de la historia' ha sacado a la palestra (Ingreso Mínimo Vital), se ha producido un gran debate social en torno a esta, que ha polarizado bastante a la población. En un simple vistazo podría decirse que tenemos detractores acérrimos, que tildan a la medida de paguita, y que entienden que es desincentivar que la gente trabaje, que es provocar un «efecto llamada», y apelan a la injusticia y a la aparición de gente que se «aproveche» de esta medida. Y por el otro lado, habría defensores, que señalan de la necesidad de que las familias más vulnerables, tengan acceso a unos mínimos, sobre todo, en estos tiempos de crisis ocasionados por la situación del coronavirus. También estos últimes apelarían además que es necesario incentivar el consumo para reactivar la economía.

En resumidas cuentas, esos parecen ser los «argumentos» que están encima de la mesa y a los que la gente tiene acceso para decidir que le parece la medida, y aunque he dicho que la gente está polarizada, es probable que haya mucha gente en un punto relativamente intermedio que acepta esta medida como un parche «necesario» pero no le hace especial gracia. Aunque por otras turras mías se puede adivinar que yo en todo caso estaría en el lado de los que no solo le parece necesario, sino insuficiente, no quiero usar este texto para hacer una defensa de esta medida. Quiero ahondar en cuales son las razones que nos hacen reaccionar emocionalmente a estas medidas. ¿Qué es lo que hace que se nos active ese miedo a que «otres» se aprovechen? ¿Qué necesitamos que los otres hagan para considerar que tienen derecho a vivir? ¿Hay realmente argumentos «numéricos» en contra, o es sobre todo una aversión emocional? En definitiva, lo que me interesa dilucidar, es qué mecanismos mentales se activan en nosotros para mostrarnos más o menos favorables a este tipo de medidas o a la idea de que alguien reciba dinero para existir en función de «a que se dedica», y en que inconsistencias puede que estemos incurriendo.

He participado en, y observado desde fuera, bastantes «debates» o intercambios de pareceres sobre esta cuestión, y parece que los dos mayores miedos que existen son: 1) Que alguien se aproveche y «viva del cuento». 2) El sentimiento de injusticia de que alguien obtenga algo mientras yo «me jodo». 3) Que no haya “dinero” para pagarlo y eso «nos arruine».

Sobre la primera cuestión cabría preguntarse… ¿Qué consideramos que es suficiente que una persona haga para merecer tener lo suficiente para una vida digna? ¿Necesitamos que aporte algo a la comunidad, o simplemente que entregue algo a cambio (tiempo o esfuerzo) para justificarlo? Esta segunda siempre se me ha hecho muy relevante y lo voy a poner de manifiesto en varios ejemplos de la realidad. Hay muchos ejemplos de trabajos donde el aporte comunitario (beneficio para las personas) puede resultar discutible (sobre todo si obtienen remuneraciones relativamente obscenas a su contribución). En este campo tendríamos a deportistas de élite en deportes de masas, productos artísticos de masas, famosos, estrellas mediáticas, políticos de altos vuelos, altos cargos directivos, accionistas y demás «freelancers» financieros, etc. Todas estas figuras gozan de bastante prestigio, y manejan unas cantidades con las que vivirían muchísimas personas. Sin embargo, tiende a parecernos mucho menos sangrante eso, que el hecho de que alguien tuviera lo necesario para vivir, sin necesidad de hacer ninguna contrapartida que lo justifique. No obstante, aquí no estaría escarbando muy profundo, pues aunque gocen de un prestigio social, que para muchos, impida poner en duda por qué ellos merecen vivir así y otros no, mucha gente también tiene en mente esta crítica. De hecho podría deducirse que yo comulgo con cierto simplismo en el que si se «barre» a toda esta gente y se «reparte» todo ese dinero, sería la solución a nuestros males. Y nada más lejos de la realidad, pues ese tipo de populismo tiende a llevarse por delante a una élite, para sustituirla por otra y no cambiar nada de lo estructural y profundo. No obstante no negaré que hay muchas cosas que se deberían y podrían hacer al respecto. Pero no es el tema hoy.

Siguiendo en esta primera cuestión, ahora le toca el turno a algo menos «popular». Voy a meter el dedo en la llaga de trabajos «populares». Trabajos humildes. Dejo claro preventivamente que esto no es ninguna crítica a aquellas personas que trabajan en esos puestos (también he pringado). Es solo un cuestionamiento sobre por qué consideramos más valido realizarlos que no hacer nada. Dejando al margen el realismo, ¿Cuál es exactamente el valor que aporta a una comunidad de personas, interceptar a personas para que compren un producto? ¿O hacer atractivo un producto para que sea comprado? En definitiva, cualquier trabajo surgido de la necesidad de las empresas de obtener mayores beneficios? No estoy negando el esfuerzo de ninguno de los trabajos que menciono. Pero… ¿Es el esfuerzo entonces la variable que determina qué nos parece aceptable para que alguien reciba dinero para vivir? ¿Qué pasa si ese esfuerzo, aunque la persona no lo sepa porque «solo hace su trabajo», está contribuyendo a que el mundo, de hecho, sea un lugar peor? En la práctica equivaldría a decir: «Me parece normal no dar lo suficiente a una persona que no hace nada, pero me parece bien que una persona que hace algo que contribuye a que el mundo sea un lugar peor, lo reciba». Se que este no es el razonamiento voluntario de nadie, pero son también las consecuencias de aceptar el modelo en el que te ha tocado vivir sin pensar a fondo la lógica subyacente. Y si te parece tramposo, es posible que lo sea. Pero no más tramposo que creer que dar lo suficiente para vivir a todas las personas, sea subvencionar a aquellas que no harán nada por su comunidad.

¿Qué otra cosa posibilita que pasemos por alto y nos parezca normal que haya que ocupar trabajos que no nos otorgan como seres humanos ningún beneficio? La idea de que hay que «trabajar» en algo, como condición indispensable para ser tenido en cuenta como persona. Eso parece indiscutible. Y me encantaría poder estar de acuerdo, o al menos, considerarlo una opción, pero… ¿Y que significa el concepto trabajar para nosotros? ¿Es trabajar si me pongo a recoger, limpiar y cuidar la casa donde vivo con otros seres humanos? Desgraciadamente no. ¿Es trabajar si intento producir algún valor informativo, o cultural para las personas que me rodean? No, si no lo hago de manera profesionalizada. ¿Es trabajar, si presto servicios de voluntarie? (Esto se responde solo…). Pero entonces… ¿Cuál es el criterio? “Generar riqueza”. ¿Pero qué demonios es esto? Pues en la práctica, y contraintuitivamente, no es generar algo positivo en tu comunidad, sino generar un beneficio particular por alguna acción, materia o servicio dado o prestado. En resumidas cuentas (y hablando en líneas generales y del mercado). Si en un organismo privado (empresa) me pagan por lo que estoy haciendo, estoy generando riqueza (El tema de lo público tiene otras lógicas pero tampoco es mi santo grial el estado precisamente, pero vamos a dejarlo correr para otro momento). La lógica subyacente, es que entendemos que para que alguien reciba dinero de ese organismo privado, ese alguien debe estar generando algún beneficio al organismo, porque nadie que piense en su beneficio, daría algo a alguien sin recibir nada de “valor” a cambio. Aquí el problema en si no es el razonamiento, es creer, que si algo tiene valor para alguien, que tiene poder para comprarlo y aprovecharse de ello, se convierte, de manera «mágica» en algo valioso en sentido general. Hace que el valor, tanto de las cosas como de los trabajos, no sea estipulado por la necesidad que las personas tienen de ello, sino por cuanto beneficio personal pueda alguien sacar de «invertir» su tiempo y sus posesiones (capital) en hacer que esa actividad se lleve a cabo.

Parece entonces que, aunque con buena intención, nuestro objetivo fuera que «todo el mundo» trabajara para poder recibir su derecho a la existencia, es decir, que todo el mundo aportara algo a su comunidad para que no hubiera personas que se “aprovecharan” del trabajo de todes, como nuestro concepto de trabajo está brutalmente alejado de lo que significa «aportar algo a tu comunidad», la relación y el razonamiento, acaban haciendo aguas.

Otra cosa muy frecuente, es la desconfianza máxima en el espíritu humano. Ya no hablo de la desconfianza, en términos de actitud crítica, ante la realidad, cosa muy necesaria. Sino la desconfianza de pensar que el ser humano (menos yo o los míos claro) siempre va a tender a ser todo lo peor posible. ¿Por qué digo esto? Porque no nos damos cuenta, de que el hecho de que alguien reciba lo suficiente para vivir dignamente, sin que tenga que cumplir una contrapartida, significa que de facto, esta persona no vaya a hacer nada por nadie, ni a realizar ningún tipo de labor que resulte beneficiosa para la comunidad. Existen muchos ejemplos en los que las personas realizan comportamientos cívicos, iniciativas de apoyo mutuo, de creatividad, de un montón de cosas positivas, sin que reciban nada a cambio. Y eso teniendo en cuenta que necesitan usar el tiempo también para ganarse ese 'derecho a la existencia'. Así que no solo es falso que las personas no sean capaces de hacer cosas buenas por los demás sin ese incentivo económico, sino que las realizan a pesar de ser desincentivadas a hacerlas, ya que el 'coste de oportunidad' (otro término ARGH) que supone hacer algo sin pedir dinero a cambio, es ese dinero «no ganado», en un mundo donde el dinero parece que lo «puede» todo, y es el lamentable 'pasaporte' necesario para existir en este mundo que nos hemos dado. El ser humano, recibe un beneficio intrínseco cuando se siente parte de una comunidad de la que forma parte activamente. Dando y recibiendo ayuda. ¿Gente que se aproveche de esto? Eso ya existe. Pero los que se aprovechan tienen el visto bueno por pertenecer a escalones privilegiados. Y si queremos también escarbar en la parte aporofóbica, con la situación actual tienen más incentivos a ese “aprovecharse”. Porque la alternativa generalmente es degradarse como ser humano en trabajos miserables. ¿La 'picaresca'? Algo normal cuando la normalidad es un ambiente hostil e irrespirable. Según escribo estas ultimas líneas me estoy acordando de la película de «Parasitos» por ejemplo.

Y esto además es, como siempre, situando la lupa en el pobre. Que es el que siempre tiene que demostrar que es un ser de luz. El que ya posee, parece que no tiene que demostrar nada porque el sistema ya le ha premiado. A nuestros ojos ya estaría validado pues. Pero no está de más decir, que en nuestro sistema, ese aprovechamiento que nos da miedo en los pobres (Que reciban dinero sin aportar nada a su comunidad, y estemos «sosteniéndolos»), es lo que por definición, hacemos con los ricos, solo que vemos las cosas con mentalidad de capataz siendo nosotros el esclavo. Sus beneficios son posibles debido a nuestro trabajo. Sus rentas (Pisos, locales, propiedades) las reciben de aquellos que están ahogados en ese sistema productivo, y así un largo etcetera.

Este es un punto al que quería llegar pero no quería ni mucho menos hacerlo el punto central, porque en mi opinión simplifica el debate pero… Si recibir una cuantía mensual por ser ciudadane sin que se exija una contrapartida es una «paguita» y está mal, ¿Por qué nos parece bien que alguien viva de la renta que le produce algo en el que su practicamente única aportación es tenerla en propiedad? Que diferencia existe entre una Renta básica Universal, y los beneficios pasivos de alquilar pisos y locales, o de jugar a los beneficios financieros con acciones? En realidad claro que la hay. Una sería un derecho. Para todo el mundo. Lo otro, es un privilegio. Heredado además en muchas ocasiones de tu situación de nacimiento. Lo primero te permite adquirir la libertad, sin necesidad de perjudicar o explotar a otres (este punto es una simplificación que está obviando el orden global de explotación para poder pensar en una RBU a nivel nacional, pero meterse en ese jardín excede el point del texto). Lo segundo, exige que alguien esté perdiendo y compra tu libertad a través de la esclavitud de otre.

Por último, está la crítica que siempre aparece en nuestra mente cuando se habla de vivir mejor. Que esto es utópico. Que no hay dinero. Que no lo van a permitir, etc. Puedo hasta compartir algunas de ellas en cuanto a su dificultad. Pero lo necesario no es siempre lo accesible, y eso nunca debería ser razón para perder su horizonte y solo conformarse con aquello que parece «sencillo» de realizar. En mención especial al «no hay recursos» si me gustaría decir que esto no se trata de «crear» recursos de la nada. Se trata de repartirlos, y dejar de asignarlos en función del valor arbitrario y deshumanizado que designa eso que llamamos «mercado». Que el dinero, no existe. Que la gente no vive de dinero. Eso solo es una abstracción representativa. Un método de intercambio. Pero el recurso real son otras cosas. Los alimentos, las relaciones, las materias primas, la capacidad de estudio, la organización, el conocimiento, el reconocimiento de necesidades, cuidarnos… Si el dinero está desconectado de ellas, no es nada. Solo un estorbo que gasta energías en algo más destructivo que constructivo. Preferimos facilitar la vida de negocios cuyo único beneficio destacable es «dar empleo» (sin hablar de que tipo o si la función realizada es buena en si misma), y generar riqueza, que de actividades, grupos o personas que estén interesadas en mejorar la vida de lo que tienen alrededor (aunque solo fuera su familia o sus amigos ya sería un aporte mucho mayor que el de una empresa cuya aspiración es generar beneficio personal a través de explotar personas (tanto a les trabajadores, como a les consumidores a los que va a generar necesidades que no tenían, en otras tantas ocasiones))

Sin duda, este es un texto bastante largo, donde aún así, me hubiera gustado decir y intentar argumentar muchas más cosas, y probablemente no esté demasiado bien ordenado ni sea especialmente atractivo para ser leído, sobretodo por quien más me interesaría que lo leyera (personas que siguen ancladas en ese discurso del 'ganarse la vida'). Sin embargo si me gustaría que quien haya llegado hasta aquí se hiciera algunas preguntas:

– ¿Qué hay que hacer para merecer la vida?

– ¿Qué objetivo tiene esa intransigencia con aquellas personas que no cumplen esas expectativas?

– ¿Estamos siendo objetives valorando lo que hacen las personas para «merecer» esa vida digna?

– ¿Necesitamos controlar y registrar cada actividad de cada persona para poder mostrar un veredicto a la anterior pregunta?

– ¿Estamos poniendo al ser humano y sus necesidades en el centro?

– ¿Se puede ser libre si no tienes ni las condiciones materiales suficientes ni la capacidad negociadora para poder elegir?

– ¿Por qué necesitamos otorgar privilegios a aquellas personas supuestamente «de éxito»? ¿No es «el éxito» suficiente recompensa?

– ¿Por qué insistimos en creer que el ser humano necesita incentivos económicos para hacer cosas buenas por sus congéneres cuando hay miles de ejemplos en el puro día a día que demuestran que lo único que necesita es tiempo, empatía, acceso, y capacidad?

– ¿Por qué insistimos en creer que el incentivo económico selecciona a los mejores, y a las mejores actividades para que prosperen, cuando hay miles de ejemplos que demuestran lo contrario? (autoorganización, comunidades, foros, asociaciones, software libre, mods de videojuegos, etc)

– ¿Por qué nos hemos alienado tanto, como para que nos parezca peor moralmente rechazar un empleo de mierda, que tener un empleo de mierda?

– ¿Por que romantizamos ser un trabajador sacrificade y explotade y demonizamos al pícare que escapa de esas condiciones?

– ¿Por que romantizamos nuestra lealtad como 'empleade', en vez de poner en valor cual está siendo nuestra aportación al mundo o a las personas?

#divagaciónConceptual #abierto

Es posible que para mucha gente las interacciones sociales sean algo orgánico que ocurre sin mayor reflexión o meta-narrativa. A veces desearía estar ahí: Que todo fluyera como un caudal de agua constante, armonioso, verdadero. Sin embargo, otras veces, con mayor apego a la realidad y dejando atrás idealizaciones, desearía que fueran otres los que se desplazaran a ese lugar más atropellado, confuso, y lleno de baches que es la interacción humana.

En realidad no estoy seguro de cual de las dos pretensiones es más irrealizable, pero la romantización de ese caudal perfecto lo que acaba provocando es que sean más frecuentes las relaciones de dominación, normalización e imposición del 'carácter fuerte' sobre los demás. Y no solo eso, sino que se instala, sin pedir permiso y sin reflexión, una meta-narrativa comunicativa que entiende la comunicación como una técnica que aprender y dominar, para conseguir tus propios objetivos. Para extraerlos de otras personas.

Es una técnica basada únicamente en construir emisores. Fabricantes de discursos que consiguen penetran en la mente de sus audiencias. “Audiencias” que por lo general solo son un número. Un target. Cuanto más amplio, mejor comunicador. ¿Pero dice esto algo del emisor o dice más del mensaje que se traslada, y que es capaz de aunar un sentido común lo más “común” posible? ¿Por qué el receptor está olvidado y relegado a un dato cuantitativo en esta ecuación? ¿Por qué para ser un buen comunicador solo parecen hacer falta cualidades de “conquista”? Tiene seguridad, “sabe” lo que dice, muestra convicción, el mensaje es claro e inequívoco, rotundo, pero elegante, racional, pero apelando a emociones universales.

(¿Me estoy entonces yo realmente comunicando ahora aquí, mientras escupo esto al agujero negro de internet? En realidad no. Solo me estoy expresando. Esta expresión puede encontrar otras personas y que esto les haga reflexionar, bostezar, reaccionar, etc. También puede ser más o menos incitadora al diálogo interno, o incluso a una conversación, a partir de su lectura, pero en si mismo, y salvo que estuviera contestando o escribiendo específicamente para alguien, es solo expresión.)

Así el verbo comunicar está infectado de atribuciones sobre el sujeto, y que consideran al receptor un mero objeto, en lugar de otro sujeto, imprescindible en el acto. Comunicar no es nada si no es comunicarSE. Nadie puede ser un “gran comunicador” si no conoce con quien está hablando. Si no trata de entenderlo. Si no se interesa por saber si esa comunicación es deseada, y si no pretende recibir algo de vuelta. En definitiva, si no hace una renuncia.

¿Por qué tengo que dejarte entrar? ¿Por qué tu seguridad te hace un interlocutor más válide? ¿Por qué se “ganan” y se “pierden” los debates? ¿Por qué por más que unx haya sido víctima de esto, también otras tantas ha sido verdugo sin darse cuenta? ¿Cómo podemos revertirlo o aspirar a ello, si solo consideramos dignos de comunicación (en lugar del habitual intercambio de escupitajos verbales) a nuestro pequeño grupo de seguridad, al que identificamos como una 'extensión' nuestra? ¿Por qué parece que hemos interiorizado el abandono de ese esfuerzo, y no solo, sino que también hasta nos vanagloriamos de él.

(Esta “reflexión” pretende caminar por el terreno de los grises y comunicaciones infructuosas. No estoy hablando de casos de violencia o acoso. Pero si que implica (uf, jardín), que no toda comunicación fallida, infructuosa, o que provoque dolor, es necesariamente un acto de acoso o de violencia)

“¿Puedo pasar?” no es un slogan literal. Como dije al principio, para mi comunicarse siempre se siente como un acto ultra resbaladizo de equilibrios imposibles que en realidad es intrínseco a la dificultad de esa tarea compartida. Es verdad que existen las convenciones, y que con el tiempo se desarrolla una confianza y un conocimiento de ese otre, que ayuda a que cada cual pueda expresarse genuinamente sin temor a dañar o ser dañado. No creo (ni quiero) que comunicarse se convierta en el infierno de vivir en la auto vigilancia constante e inseguridad perpetua (como se que otras personas, y en bastante grado yo mismo vivimos). Y tampoco creo que se trate de simplemente cumplir un check de convencionalismos en función del lugar donde estés para poder pasar de puntillas sin realizar acto comunicativo real ninguno. Se trata del deseo de querer entender. De querer hacer bien, sin perderse a uno misme. ¿Suena fácil? Ni en lo más absoluto...

#divagaciónConceptual

Podríamos pensar a primera vista que el disfraz es aquello que nos ponemos cuando queremos ser otra cosa. Nos lo pondríamos entonces, en caso de que no sea una parte de nosotrxs, precisamente para no ser Yo, sino ser Otrx. ¿Significa esto renunciar a unx mismo, para entregarse a ser otrx al otrx? ¿Y si lo que pasa es que tu identidad es la que no te deja ser lo que quieres? ¿Quién decide pues esa identidad, que parece limitarte en vez de proyectarte?

Lo paradójico de disfrazarse, es que si lo miramos detenidamente, podemos advertir que a veces el disfraz es usado no para ser otra cosa, sino para poder ser realmente nosotrxs mismxs. Actúa entonces como un protector de una identidad social establemente forjada. Como en un baile de máscaras donde el «antifaz» te oculta y te permite hacer fuera de ti. Actúa para poder ser nosotrxs sin las responsabilidades dirimidas de ser nosotrxs. Algunos ejemplos pueden ser: Fiestas, teatro, bandas, profesiones, sueños…

Por lo tanto, ¿Es disfrazarse ocultarse para poder mostrarse? ¿Puede a la vez también ocultarte para no mostrarte del todo? ¿Puede sin embargo un disfraz, apoderarse tanto de ti, que acabes confundiéndote con él? Eso sería más paradójico aún… Ser otra cosa para poder ser tu mismo y que esa cosa acabe por sustituirte y acabes por no saber quien demonios eres tu realmente.

¿Demasiadas preguntas para una cuestión tan anecdótica y superflua como disfrazarse? ¿Quién eres tú? …… ¿Eres tu nombre? ¿Tu historia familiar? ¿Tu profesión? ¿Tus hobbies? ¿Tus deseos? ¿Tus roles?

A lo mejor resulta entonces que no es tan anecdótico hablar sobre disfrazarse, sobre mostrarse y ocultarse al fin y al cabo, sobre lo que te permite ser cada uno de esos disfraces, lo que te obliga a hacer identificarte con ellos, y sobre la pérdida de uno mismo en caso de que esto signifique realmente algo ante tantas y variadas funciones que des-empeñamos.

Una misma conducta, disfrazarse, parece ser realizada para dos cosas opuestas. Por un lado es una exigencia de encaje. Una exigencia del guion. Hay que desempeñar un papel. Un papel social. Sin este papel nos volvemos nada. Necesitamos ser útiles, tener un propósito, un valor (aun cuando sea el valor del no valor), estar conectadas de alguna manera con las demás, aún sin las demás. Obtenemos seguridad. Nos regala la posibilidad de evitar incertidumbre. Nos permiten ajustarnos a una idea preexistente. Nos permiten no tener que construirla desde cero. Nos permiten no tener que construirla solxs. Formar parte de algo más grande que nos haga olvidar la insignificancia que sentimos cuando estamos solxs. La familia, la tribu, la nación, los iguales, la «media naranja», nuestra clase, nuestro gremio, o los «sin nada».

Así pues, necesitamos estos disfraces, y aún cuando podemos acabar confundiendo nuestro ser con ellos, siempre queda un atisbo, una esencia de originalidad que confronta esos artefactos. Para eso también sirven los otros disfraces, los que te permiten a través del «no ser tú», «ser». Te permiten resurgir, te permiten conquistar… ¡rebelarte! aunque sea cobardemente. Puesto que no eres realmente tú. Ni siquiera quieres todo el paquete. Tan solo lo usas. ¿Cuan adictivo podría ser querer estar siempre en ese disfraz? Así como otorgarle la categoría de ser tú, pese a no ser del todo tú.

Pero no se puede hacer una distinción clara. El disfraz es en si una capacidad, no una función. Adaptación. El mismo disfraz sirve entonces para todo, como límite y como excusa, como creación e imitación, como soledad y como-unión, como vida y como muerte. Eliges al disfraz o el disfraz te elige a ti. O rompes el disfraz, y el disfraz te rompe a ti… Entonces, quizá, y solo después de eso, adquieras la capacidad de poder disfrazarte de ti.

Para ese carnaval de almas, donde ser de verdad, se reserva para una fecha especial

Entrada original escrita en 2017

#blogAntiguo #divagaciónConceptual

Sale a la palestra constantemente la creciente preocupación por el crecimiento de la extrema derecha en sus 'bases' o apoyos explícitos, extendiéndose estos más allá de lo 'lógico' (es decir, más allá de las personas con poder claramente beneficiadas de estas ideas). El cómo mucha gente ya no se esconde, y hace demostraciones, tanto de palabra como de acto, de crueldad y 'poder', deshumanizando y tirando por el monte Taigeto cual espartanos a toda persona que consideren o bien una amenaza o un fracaso no digno de la sociedad. No es solo un ataque. Es una defensa. Pero aquello de lo que se defienden no son las personas a las que maltratan, sólo el objetivo accesible. El 'blanco fácil'.

Por lo general estas son las líneas de pensamiento que más escucho ante este fenómeno:

Esa gente es 'idiota'. Es decir, se entiende que la adscripción a unas u otras ideas depende de una suerte de capacidad intelectual, y en última instancia esas personas no tendrían esa capacidad entre sus fuertes. Esta línea también asume (y creo que este es el principal error), que favorecer o estar alineado con esas ideas sería perjudicial a esas mismas personas, por lo que es una 'estupidez' de no saber discernir lo que 'te conviene' (son 'malos' egoístas). Esta línea también puede portar cierto alivio intelectual, en el que al concluir que esas personas son tontas, entonces yo pertenezco al grupo de las listas.

Esa gente es inculta. Gente que no ha 'viajado', leído y abierto la mente a otras realidades a través de las puertas que nos abre visitar otras culturas, las intelectuales, escritoras, directoras de cine, etc. 'El racismo se cura viajando/leyendo'. Esta sería, por otra parte, una “interesante” cosa que decirles a todos los colonialistas de su tiempo, que eran precisamente personas que viajaban y que tenían recursos culturales a su alcance. Se escribían libros justificando esto.

Esa gente es miserable y carece de empatía. Es decir, para sostener que esto tiene un impacto nuevo que antes de la emergencia de este fenómeno no estuviera ahí, habría que sostener no solo que la falta de empatía correlaciona con estos movimientos, sino que esa falta de empatía ANTES no estaba ahí, y ahora sí. Como si una plaga de falta de empatía de repente hubiera asolado las mentes de los más 'débiles' o 'pusilánimes' (¿O es un virus aleatorio?). ¿Quizá esa falta de empatía siempre estuvo ahí? Pero ahora que vienen 'vacas flacas' es donde realmente se entiende por fin que hay algo que se puede perder. También a veces nos engañamos creyendo que la empatía es una simple capacidad 'totalitaria'. La tienes o no la tienes. Y no entendemos que también es selectiva o de grado. La tienes, por lo general, con 'tu grupo'. Lo difícil es tenerla con gente fuera de él. Lo grande o pequeño que sea ese 'grupo' puede dar la engañosa sensación de que uno tiene más o menos empatía, cuando además, comprender y ponerte en el lugar de gente que asimilas a ti mismo porque pertenece a tu grupo, no tiene una especial dificultad.

Esa gente es meramente una víctima del sistema capitalista y su superestructura, que premia y facilita llegar a esas conclusiones por pura adaptación al medio. Si acabamos con el sistema capitalista esas ideas desaparecerán. Esto me hace levantar una ceja, pero... aún si fuera verdad... ¿Cómo vamos a acabar con el sistema capitalista si las personas, lejos de rebelarse contra él, se apegan a él y tratan de apuntalarlo, bien por medio de la reacción, bien por medio de la reforma? ¿Acabamos con ello por decreto? ¿Por enfrentamiento directo? (¿Quienes?). Acabamos así en un círculo vicioso: Para cambiar las ideas hay que cambiar el sistema pero para cambiar el sistema hay que cambiar las ideas de la gente.

Aunque parezca que son enfoques que estoy criticando duramente, creo que de todos se puede extraer algo de verdad, pero ninguno está verdaderamente completo. Además no lo hago desde la distancia ya que yo también acabo abrazando esos puntos. El mayor sesgo no obstante, es cuando agrupamos a todas estas personas como si fueran una especie de movimiento uniforme representado en un esperpento de persona que hace gala de su “incultura”, “pocas luces” y “poco mundo” pero con muchas ganas de dar lecciones (el “cuñao” tipo). Si estas tres premisas fueran ciertas (todas las personas reaccionarias se corresponden con ese 'esperpento', ese 'esperpento' es 'incurable', el 'virus' cada vez se expande más rápido) entonces realmente no tendríamos nada que hacer, y por mucho que yo suene como alguien pesimista y desesperanzado, yo descarto esa posibilidad por pura practicidad. Si en ese escenario no se puede hacer nada, prefiero concentrarme en el escenario que si tiene vuelta de hoja, que además es en el que creo: “Jose Luís” no existe de manera pura – Ni siquiera “Jose Luís” (en caso de existir) es 'incurable' – El virus ya estaba dentro, solo se está manifestando.

Más allá de dilucidar acerca de la existencia o no de “Jose Luises”, en el intento de disección y reducción de ese 'especimen reaccionario' caemos en un error: El trazo de una línea divisoria irresoluble entre ellos y nosotros que genera una distancia insalvable. Si existe una distancia insalvable no podemos hacer realmente nada (salvo que se nos vaya la pinza con “eutanasias” morales) para frenarlo. Sin embargo, no parece existir esa línea desde el otro lado, si la gente 'simpatizante' con estas ideas va en aumento, incluyendo gente que hasta hace poco podríamos considerar ya no “progres”, sino de nuestra propia orilla “anti”. El mantenimiento pues de esta “línea”, atendiendo sobre todo a que vamos 'perdiendo', lo único que provoca es que vayamos perdiendo cada vez por más, asumamos la derrota, el goteo de bajas, y simplemente nos preparemos para el escenario de defensa amurallada de un asedio sin precedentes, donde resistir pírricamente ya no es más que un imperativo moral sin pretensiones.

Sobre las ideas reaccionarias o pro-sistémicas: Sinceramente, atendiendo a razones de: supervivencia mental (más fácil y menos disonancias/contradicciones con las que lidiar), accesibilidad (ideas con mucho más altavoz), atractivo (generan sensación de control y poder sobre al menos algo), facilidad (Se trata de 'abandonarse', y dejar de reprimir impulsos), ímpetu (tendencia y retórica ganadora), adaptación al medio (son ideas congruentes con la base del sistema), y premio social (aún estando en pugna siempre puedes encontrar un círculo que te aplauda) lo que realmente habría que tratar de explicar es cómo y por qué resisten/resistimos otras personas a esta 'seducción'. Y no lo digo para darnos una palmadita en la espalda. Lo digo porque si conseguimos entender lo que hace posible resistir, y lo conjugamos con la otra pregunta, tratando de evitar romanticismos y heroísmos: ¿Por qué es tan difícil resistir? quizá podamos llegar a establecer formas de acción que sean capaces de movilizar a la gente en nuestra dirección, y no arengarlas todavía más en nuestra contra.

Y para terminar, me gustaría proponer un ejercicio más 'provocativo'. ¿Y si “esa gente” de la que hablamos fuéramos nosotros? ... Estoy casi seguro de que si existieran una serie de infinitos universos paralelos, hay algunos en los que sería un reaccionario, o un simpatizante de algunas de esas ideas, o un liberal, o un progre, o una persona “más radical”, o un apolítico total (como lo he sido buena parte de mi vida), o estaría 'adscrito' a ideas similares pero con otro enfoque, o con otras cualidades. Creo que vendría bien una cierta cura de humildad de entender que lo que somos, no responde solo a una voluntad única, trabajada, especial, inquebrantable e independiente de nuestro entorno y nuestra historia vital. Y que no en todos los universos llegamos a las mismas conclusiones, ni a las mismas bondades. Y eso no nos hace necesariamente unas marionetas vacías expuestas a los caprichos del entorno. Lo que digo es que en nuestra esencia también está la potencia de ese reaccionario, ese apolítico indolente, o ese 'progre' convencido. Y si estamos dispuestos a verlo y a tratar de entenderlo, quizá nos sea más fácil tratar de revertir la tendencia, que si simplemente deshumanizamos de vuelta, cargados de rabia, frustración, pena o condescendencia.

¿En qué momento crees que tus ideas se asentaron de forma 'irreversible'? ¿Qué hace que las consideres ya irreversibles? ¿Pensaste siempre de la misma manera? ¿Qué cosas te hicieron cambiar realmente de opinión? ¿Cuántas veces caes en el sesgo de no pensar demasiado algo y fiarte de un referente que te cae bien? ¿Que crees que pasaría si no pudieras compartir estas ideas con nadie de tu entorno? ¿Que crees que pasaría si tuvieras que adaptarte a un entorno para tu propia supervivencia que tuviera otras ideas? ¿Y si los vínculos y aprendizajes a los que has tenido acceso hubieran bloqueado otras posibilidades? ¿Cómo de fácil es lidiar con la vida aferrándote a ideas que no puedes poner realmente en práctica en tu día a día? ¿Qué hace que algunas personas sean capaces de sobrellevarlo mejor? ¿Son las que igualmente no tienen alternativa porque no las aceptan en otro sitio? ¿O son también las que pueden permitírselo sin grandes renuncias? ¿O son aquellas tan cabezonas que en otro universo hubieran sido igual de cabezonas con las ideas contrarias? ¿Nos es suficiente con que vuelva a ser vergonzoso exponer esas ideas, aunque sigan rigiendo el interior de las personas? Dime un año cualquiera de la historia de humanidad y un lugar. Imagínate la vida allí y dime que crees que serías, cómo pensarías, qué esencia crees que hubieras podido mantener y que sería completamente opuesto.

#divagaciónAntisistema #divagaciónConceptual

(entrada original escrita en 11/07/2017 a las 7:31 pm)

  • ¿Por qué lo hiciste?
  • Lo siento, no pude evitarlo, está en mi naturaleza... contestó el escorpión antes de hundirse también.

En esta famosa fábula, se nos comunica mediante la triste historia de estos dos animalillos la siguiente máxima: debemos desconfiar. No como actitud crítica para acercarnos más a la verdad, sino porque hay algo que no se puede cambiar, y es la naturaleza de algo. El resultado de desoír este consejo lleva a la muerte a la tortuga (y también al “inconsciente” escorpión) pese a tomar ciertas precauciones,  por lo que desconfiar equivale a no mantener ningún contacto con estos seres (será lícito huir, encerrarlos, matarlos o apartarlos), ya que ni tienen remedio, ni se puede hacer nada respecto a ellos.

Hay otra fábula similar, pero en este caso representada por dos hombres y un escorpión. La gran diferencia está en que la “naturaleza” no se presenta únicamente como algo que te empuja irremediablemente hacia el mal, sino que también hay una “naturaleza buena” en el hombre, que utilizando su ingenio, logra “salvar” al escorpión evitando las consecuencias de su terca conducta de picar a diestro y siniestro.

A simple vista podría decirse que la diferencia principal está en que la primera es una historia más “realista” (porque concuerda con nuestras principales enseñanzas y cultura), y la segunda, aunque preferible, es más idealista. La primera se funda en el miedo y la segunda en el deber. Miedo o paternalismo ante un pobre escorpión que siempre está destinado a hacer lo mismo independientemente de cualquier cosa. No tiene voluntad.

Pese a que es una evidente simplificación de la realidad, es fascinante como estas dos fábulas están en realidad presentes en nuestro funcionamiento tanto como individuos como sociedad. Locos, enfermos, delincuentes, drogadictos, terroristas, violadores, corruptos... Todo lo que se aparte de la norma de la sociedad y la ataque o la haga peligrar, se supone que es producto de esa falta de “voluntad”, son escorpiones, (solo que se pretende que la voluntad es en realidad algo que se puede prescribir) lo que si reflexionamos un poco en lo que significa la palabra voluntad es un poco contradictorio... A la mayoría de estas personas que se las presupone esa falta de voluntad inherente se las trata para que la alcancen (más derivado de la segunda fábula), o se las destierra/mata por ser una amenaza (primera fábula). Todo esto irónicamente al margen de su propia voluntad, o bajo amenaza a su vida o libertad.

Se define entonces la voluntad como la capacidad de plegarse ante las exigencias de la norma social siendo capaces de anular toda conducta o impulso que intente violar esta norma, siendo indiferente en realidad que se llegue a esta determinación por propio convencimiento ético, miedo a la represalia, o anulación directa de la voluntad. Pero ya hemos dicho que en realidad los escorpiones son así por “naturaleza”, por lo que solo queda engañarles, condicionarles o “extirparles el mal”.

Pese a que esta fábula está tan instaurada en nuestra mente, y es fácil comprender su intención, se asienta en un error que tiene interesantes correspondencias con la realidad. La naturaleza de un escorpión (de los de verdad) no es matar, o usar su aguijón indiscriminadamente. Es (como la de cualquier otro ser vivo), sobrevivir y defenderse de cualquier cosa que perciban como una amenaza. Lo que no tienen los escorpiones con respecto a nosotros es una memoria como tal (posiblemente puedan hacer algún tipo de asociación simple, pero no elaborar contenidos como tal, ni ser conscientes de ellos), por lo que por suerte o por desgracia para ellos dependen en gran parte de respuestas, más o menos programadas, que han “demostrado” ser útiles para su supervivencia.

Es interesante entonces, replantear la primera fábula, aunque pudiera llevar a idéntico resultado bajo estas premisas: El escorpión, una vez a lomos de la tortuga, y a mitad de camino hacia la otra orilla, podría estar experimentando un fuerte sentimiento de temor. De alguna manera sabe (aunque no lo entienda), que el agua será su sentencia de muerte. Como escorpión posee muy pocos medios (aunque por lo general efectivos y adaptativos) para enfrentar los peligros. El principal es la huida y su aguijón. Esto no sirve en su situación. Pero no tiene otros recursos. Puede que hasta se le haya “olvidado” que hace ahí. Lo único contra lo que sus únicos dispositivos de supervivencia pueden tener sentido es la tortuga. Puede incluso también que la tortuga tenga miedo y actúe en consecuencia, el miedo es muy contagioso (¿Qué leches? ¡Tengo un escorpión encima!). El escorpión no puede aguijonear al agua, ni huir por ella. Pero está impulsado a vivir. ¡Tiene que hacer algo! Y al hacerlo mueren ambos, mueren por intentar vivir, o por el miedo de morir.

¿Y si hubieran tenido memoria? ¿Habría cambiado algo? Alguien no sin cierta razón, podría decir que si tuvieran memoria, y alguno de ellos sobreviviera, lo que ocurriría es que pasarían a desconfiar del otro por el resto de su vida. Si además contaran con medios para comunicar a otros miembros de su especie ese recuerdo, probablemente saldrían pitando cada vez que vieran a la otra especie, y la evitarían profundamente. Pero la memoria no es un simple almacén de experiencias pasadas que permiten adaptarse mejor a lo que los “rígidos” instintos permiten. La memoria es una capacidad de construcción, y aunque muchas veces es terca y obstinada, puede dirigirse para crear escenarios nuevos, es decir, puedes construir, imaginar, anticipar o limitar el futuro. Y esa maravillosa capacidad de poder “sustituir” al instinto en algo que se adapte mejor a los peligros que surgen, tiene un perverso doble filo. Es muy difícil olvidar.

Así, el escorpión, gracias a la memoria, podría haber imaginado una realidad en la que no se ahogaba, desarrollando una expectativa de esperanza que ahogara sus instintos en vez de a él mismo. Podría de hecho reforzar entonces aventurarse a tener experiencias fuera de su esquema principal, incluso iniciar una amistad con una... tortuga! Pero también puede que en base a algunas experiencias previas hubiera construido un mundo todavía mucho más restrictivo. Puede que incluso hubiera llegado a la conclusión de que el resto de animales son perjudiciales siempre, y que es mejor huir de ellos o eliminarlos, o puede que hubiera intentado sobrevivir en el agua por si solo, y que en el trauma experimentado, ese recuerdo lo atrapara y construyera su mundo en base a su incapacidad. ¡Aquí tendríamos al primer escorpión deprimido a la manera humana!

Y aquí estamos entonces, casi en la misma orilla en la cual empezamos. Supongo que lo que la memoria te da, la memoria también te lo quita, pero la memoria no es un hecho, es una construcción (no siempre consciente desde luego), y como toda construcción también puede derribarse y volver a hacerse, aunque esto te cueste, en este caso metafóricamente, la vida.

#blogAntiguo #divagaciónConceptual