Leviatar

¡Corre a casa Mikel!

Mikel iba pedaleando a todo lo que podía. Pasó por el asentamiento que había al lado de Mazaricos. Los del asentamiento quisieron pararle a saludar, pero Mikel no bajó el ritmo. En ese momento, un joven del pueblo se puso en medio y Mikel tuvo que frenar. -¡QUITA! -¡Pero para Mikel! ¿Qué pasa? -¡Los aliens nos masacrarán cuando dejemos de matarlos! ¡Debo avisar! -¡¿QUÉ!? -¡QUITA! -¡SI VAS A ESE RITMO MUCHO TIEMPO, VAS A REVENTAR! ¡NO ESPRINTES, VE A RITMO Y LLEGARÁS ANTES! -le gritó el chico. -¡QUITA! -¡CORRE, A RITMO! ¡SÁLVANOS A TODOS!

Mikel siguió camino y enseguida se puso a esprintar otra vez. Tenía que llegar inmediatamente.

Como era de esperar, llegó un momento en el que no pudo más. Le empezaron a dar calambres y se tuvo que parar. -¡MIERDA, MIERDA, MIERDA! -decía Mikel mientras se sentaba en el suelo a darse un masaje en las piernas.-TENÍA QUE HABERLE HECHO CASO AL CHAVAL ¡JODER!

Por sus malditas prisas, Mikel estaba fundido. Sacó la esterilla y se tumbó con los pies en alto. No podía dormir, así que decidió meditar. Su corazón empezó a latir más despacio, su respiración se fue acompasando y sus músculos empezaron a relajarse. Cuando abrió los ojos era de madrugada. Bien, ya podía dormir.

Al amanecer se despertó, estiró un poco, comió algo y se montó en la bici pensando “a ritmo, como decía el chaval”. Empezó a pedalear.

Al anochecer estaba llegando a Ribadeo, donde paró a dormir y salir con la primera luz del día.

Estaba llegando a Oviedo por Ponteo cuando vió una cabeza asomar bajo las ramas de un árbol. Era María, que asomaba cabeza abajo. -¡Vamos Indurain! -¡VAMOS CON IÑAKI Y NURIA, CORRE! -¡Para el carro, Manolo, que es robao! -¡NO!

Y Mikel pasó de largo.

Dos kilómetros después, volvió a asomar la cabeza. -¿No vas a parar? -¡NO!

Y siguió adelante.

Estaba entrando por la calle Jovellanos cuando se encontró a María en medio. -O paras o te paro.

Mikel no se arriesgó, sabía que lo haría. -¿Me cuentas qué coño te pasa? -He hablado con un robot. -¿¡QUÉ!? -Sí. -¿Y qué te ha dicho? -Que nos arrasarán cuando dejemos de matarlos. -¡¿QUÉ?! -¡Hay que avisar a todo el mundo, hay que organizar algo! -Vale. Para. -¿Qué? -Para, respira. Medita. -¡No hay tiempo! -O paras y respiras o te meto un meco que te corto la respiración.

Mikel se sentó rápidamente en el suelo y se puso a meditar al lado de María. Al rato se levantaron. -Vale ¿más tranquilo? -Sí. -Ahora escucha. -Ok. -No tienes prisa. -¿Qué? -Que no tienes prisa. Bueno, sí, pero no tanta. -No te entiendo. -¿Cuanto tiempo has estado sin acabar con vainas? -¿El máximo? -Sí. -Más de un año. -Ok. -Vale, sé por donde vas. -Piensa antes de actuar, Mikel. Vamos a ir a por Iñaki y Nuria, nos vamos a sentar a hablar y vamos a trazar un plan de actuación. -Ok. -Pero sin prisas. -Ok. -Por cierto, enhorabuena. -¿Qué? -El asentamiento de ahí delante, el de Villaviciosa, está saturado. No dan a basto para acoger a tanta gente. -¿En serio? -Pero está muy bien, han llegado a un acuerdo con los que vienen. -¿Eh? -Los que llegan al asentamiento ayudan en tareas a cambio de comida y lugar de descanso. Así han conseguido más y mejores casas para todos, más y mejores huertas... Está muy bien. -¿Y les llega? -Ha habido alguna llegada masiva que no han podido acometer en condiciones, pero en general sí. -Me alegro. -De hecho, iremos a dormir allí. -¿Sí? -Sí. Ah, y a partir de ahora mando yo. -¿Qué? -Hasta que me demuestres que estás tranquilo y sereno, yo decido lo que se hace y cuando se hace. -No. -¿Te he oído bien? -Eh... vale, vale.

María daba miedo. Definitivamente, daba miedo.

Fueron a Villaviciosa, donde les acogieron muy bien. Les explicaron como funcionaban y que cada vez tenían más comida. Mikel les informó de cuanta gente faltaba por llegar. Vieron que iban sobrados, pero mantendrían cosechas por si acaso. No les permitieron ayudar, por mucho que insistieron.

A la mañana siguiente partían hacia la cueva donde vivían sus amigos. -Hola chicos ¿os habéis querido mucho? -dijo María. -¡Hombre, Mikel y María! ¿Ya habéis terminado? -preguntó Nuria. -¿No has pasado por aquí en este tiempo? -le preguntó Mikel a María. -No se ha dado ocasión.

Se sentaron y les explicaron lo que pasaba. -Eso es horrible. -Sí, lo bueno es que tenemos tiempo para organizarnos. -¿Qué pretendes hacer, María? -Organizar una matanza. -¡¿Qué?! -dijeron todos. -¿A que ha molado la frase? jajajaja. Realmente, lo que pretendo es crear una escuela de matarobots. -¿Te puedes explicar, mongola? -le dijo Mikel. -¡Por fin! Te levanto el castigo Mikel. Ya no mando yo. -¿Eh? -Que estabas tan tenso que ni me insultabas. -Ah, vale. Sigue contándonos eso de la escuela, gilipollas. -Sin pasarte que te saco un ojo, eh... Bien, a lo que iba. Mikel ya está viejuno, la tal Amaia está coja y, que sepamos, no hay más matarobots por aquí. -Estás tú. -le dijo Mikel. -Sí, bueno, pero eso ya pasó. Me aburre. -¿Te aburre? -Es demasiado fácil. Bueno, a lo que iba. Creo que Amaia y tú tenéis que enseñar a las siguientes generaciones a matar robots. Crear una escuela, entrenarlos desde chiquititos y mandarlos a matar robots. -Veo dos problemas. -dijo Nuria. -Ilumínanos con tu sabiduría. -Uno, Mikel debe seguir matando robots, no tiene tiempo de enseñar. Podría enseñar Amaia, pero necesitaría ayuda. -Buena apreciación ¿y dos? -Las vainas están cada vez más lejos. Los matarobots deberían irse alejando del asentamiento. Con el tiempo no podrían ser entrenados allí. -¿Eh? -Vale. Imagínate que llegamos a cargarnos a todas las vainas de España, Portugal y Francia. -Sí. -Y hay que irse hasta Alemania a matar bichos ¿como lo haces? ¿Entrenarlos aquí, que vayan en bicicleta, que maten y que vuelvan? No es realista. Y si llegas a matar los de Alemania ¿hasta donde te vas? ¿A Rusia? ¿Y Luego? ¿Hasta Japón? -Pues que se conviertan en nómadas. -¿Pretendes que críen hijos mientras viajan por el mundo masacrando robots, buscando comida y entrenando a los nuevos? -Sí, tendría que ser un grupo grande. Habría que evitar que procrearan entre primos y esas cosas. -Es buena idea a corto plazo. -dijo Mikel.-Hagámoslo. Así ganamos tiempo hasta que tengamos un plan mejor. -¿Te gusta mi idea? ¡Qué ilu! -Sí, me gusta. Pero tú te vienes conmigos. De hecho, os necesito a las tres. -Yo no salgo de mi zona, ya lo sabes. -Entonces morirás. De hecho, todos lo haremos. -Los robots no me pueden coger. -Por lo que me dijo el robot gigante, podrían matarnos disparando desde el espacio. No estaríamos seguros ni dentro de un refugio nuclear. Ah. Y son láseres que van a la velocidad de la luz, no puedes esquivar eso. -Eso rompe el juego. -Cuando dejemos de matarlos, el juego se termina. Puede pasar cualquier cosa. Que los robots que vemos entren en bosques, funcionen de noche, disparen a kilómetros sin fallar... -dijo Mikel. -Sí, sí, o que directamente nos disparen desde el cielo y se acabó lo que se daba. -Por ahora volvemos a Donosti. Una vez allí hablamos de montar este sistema y vemos cuantos alumnos hay. Ekhi y Amaia serán profesores seguro. Luego está la chica esta, como se llame, la que es entrenadora personal. Esa también. -¿Y nosotros? -Dos de nosotros serán profesores también. Y los otros dos deben seguir matando robots. -¿Puedes ser más explícito? -He visto como reaccionaís cuando toca superarse a sí mismo. Al menos Iñaki y Nuria habéis reaccionado bien. Entiendo que si María ha llegado a ser lo que es, también sabe superarse a sí misma. -¿Eh? -No quiero otro Dani. Dani no fue capaz de superarse a sí mismo y por eso Amaia estuvo a punto de morir y ahora está coja. Si me quedo de profesor, Iñaki o Nuria se van con María y aprenden sobre el terreno. -Ah, vale. Quieres que uno que ya ha matado robots sea el que enseñe a uno que no. Pero que ese que no no se bloquee cuando vengan mal dadas. -Eso es. Y no confío en mucha gente. -dijo Mikel. -Me gusta el plan, por ahora no hay nada mejor. -dijo Iñaki. -Y a mí. Además, por lo que cuentas tenéis gente muy válida por allí, seguro que encuentran algo que nos permita acabar con los robots del mundo entero. -añadió Nuria. -Si no hay más remedio... Tendré que ponerme guapa para ligarme a un lugareño cachas. -dijo María. -Pobre lugareño. -dijo Nuria. Y todos rieron.

Estuvieron unos días preparándose y cogiendo fuerzas. Consiguieron bicicletas para todos y salieron. En tres días estaban entrando en Donosti. -¿Pero qué coño? -dijo Mikel. -¿Esto es tu paraíso terrenal? Pues parecen esclavos. -dijo María. -No, esto no está bien. Hay que entarse de lo que pasa.

Pararon y preguntaron al primer hombre que vieron. Allí no había nadie más. Este hombre se enfrentó a Mikel. -¡Me cago en tu puto “venid a Donosti”! -Oye, oye, tranquilo. -dijo Iñaki.-¿puedes explicarnos qué pasa aquí? -Que el hijo de puta de Borja nos trata como a esclavos. -¡BORJA! HIJO DE PUTA. -gritó Mikel. -Mikel, relájate. Pensemos antes de actuar. -dijo María. -Oye, perdona, Mikel no quería que sufrierais esto ¿Podrías hacernos el pequeño favor de no decirle a nadie que nos has visto? Vamos a intentar ocultarnos y enterarnos de qué pasa aquí. -dijo Nuria. -¡A mí no me metáis en líos! -dijo el hombre. -Oye, que si dices que nos has visto, igual sufres represalias. Mejor calla. -dijo Iñaki. -Ok, ok. -dijo el hombre, claramente asustado.

Se dieron la vuelta y salieron de Donosti. -¿No nos ha visto nadie más? -No, no, tranquilos. -Vale, primero investigamos de qué va esto. Luego actuamos ¿de acuerdo? -dijo María. -Ok. -dijeron todos. -Chicos, tengo un campamento en Usurbil. Estará en la mierda, pero es mejor que nada. -dijo Mikel. -Vamos y nos lo enseñas.

Llegaron al campamento, lo adecentaron y dejaron sus cosas ahí. Se prepararon, se separaron y fueron a espiar. Quedaron en Usurbil al amanecer.

Mikel confiaba plenamente en los demás, así que fue a buscar a su gente. No estaba ni el hospital de campaña, ni otras tiendas móviles. No había casi animales. Vió muchas pequeñas hogueras encendidas dentro de pisos del Boulevard, a ambos lados. Se acercó lo posible y encontró a un montón de personas en estado de malnutrición, malviviendo. Le ardía la sangre, pero se aguantó. Se movió toda la noche buscando a su familia, a su gente. Ni rastro. Se fue corriendo a casa de Ekhi, que pillaba bastante lejos. Entró, pero no había nadie. Se habían llevado unas cuantas armas, pero la mayoría de cosas seguían allí ¿Qué pasaba?

Se acercaba el amanecer, así que volvió a Usurbil. -¿Habéis visto algo? -preguntó María. -No conozco a nadie. -dijo Mikel. -¿A nadie? ¿Seguro? -Me suena la cara de alguno, pero son gente que he ido conociendo en Cantabria y Asturias. -¿Seguro? -Seguro. -Mmm... -dijo María. -¿Qué? -He encontrado a Borja. Hablaba con otro hombre del derecho a voto. -¿Qué? -Sí, dicen que están en democracia, pero que solo los residentes tienen derecho a voto. -¿Residentes? ¿Qué? -Eso cuadra con lo que he oído yo. -dijo Nuria. -¿Qué has oído? -Que hay que trabajar no sé cuantos años para ser considerado residente. Mientras tanto están en semiesclavitud. -Pues ya tenemos el cuadro. -dijo Iñaki. -¿Tienes algo más? -Sí. Se premia el chivatazo. -¿Se premia? -Supongo que quieren decir que si eres un buen confidente y avisas de que algún “no residente” se va a pirar o va a hacer algo, te acaban dando la “residencia”. -Qué joya. -Están usando la cárcel. -¿Eh? -Que tienen gente en la carcel de Donosti. -dijo María. -¿En Martutene? -preguntó Mikel. -No sé, un barrio en las afueras, siguiendo el río. -Martutene. Vale ¿qué hacemos? -Aquí la ley es así, oficialmente es una democracia y ser residente te da todos los derechos que dijiste, Mikel. -No podemos dejar que estos hijos de puta manejen el cotarro. -No, pero tampoco podemos matar a Borja y a sus secuaces. -¿Que no? Ya verás como sí. -dijo Mikel.-dime donde está. -Mikel, tranquilízate. Hay que ser inteligentes. -No. Borja es una víbora, es inteligente y cruel. Hay que pararle los pies. Ya se le mandó al exilio antes. -Ya sé qué vamos a hacer. -dijo Nuria.-Mikel, te toca. -¿Qué? -Te vas a ir a hablar con Borjita. Vas a exigirle que libere a los esclavos. -¿Yo? -Sí, te conoce. Si todo va como creo, te dirá que no son esclavos, que pueden irse tranquilamente. -Pero no se pueden ir, no tienen medios para ir a ningún lado. -Entonces saldrás y pedirás a todo el mundo que te acompañe, que les llevas a un sitio a vivir mejor y donde tendrán todos los derechos. -¿Qué? No me dejará. -Y cuando no te deje, significará que son esclavos. Y entonces nosotros saldremos de nuestro escondite y nos encargaremos. -Y yo me juego la vida, claro. -No son muchos los “residentes”. Y no van muy bien armados. -Si son quienes yo creo, son todos niños bien de colegio privado. Hijos de empresarios que se piensan que pueden coger lo que quieran sin pedirlo. -Esos no suelen estar entrenados para ser máquinas de matar. Todo bien. -¿Y si ganamos, qué hacemos? -CUANDO ganemos, les llevaremos a donde está tu familia. -¿Mi familia? -Borja será muchas cosas, pero no es un asesino. O eso creo. Además, no creo que esos mindundis hubieran podido acabar con las tropas que decías que había aquí. Creo que se ha aprovechado de que los antiguos residentes se fueron a la ribera navarra. Dijiste que se estaban preparando para irse a la ribera ¿no? -Sí, pero tardarían al menos un año. -Ha pasado más de un año desde que te conozco, Mikel. -dijo María. -JO-DER. Vamos. -Mañana. Hoy toca descansar.

Al día siguiente hicieron lo planeado. Mikel fue a ver a Borja. -¡Hombre, el gran heroe de Donosti! -dijo Borja con sorna. -Suelta a esta gente. -¿Soltarlos? Si han venido ellos por voluntad propia. -No tienen derecho a voto, no tienen derecho a nada. Les tratas como esclavos. -¿Esclavos? No, no, qué palabra más fea. Aquí estamos en democracia. -¡Pero si no pueden votar! -A ver, hay que cumplir ciertos requisitos para votar. Requisitos lógicos como la mayoría de edad, la residencia... -Suéltalos. -¡Son libres de irse! -Pues me los llevo.

Mikel salió gritando “EL QUE QUIERA VIVIR MEJOR QUE ME ACOMPAÑE. YO OS TRAJE AQUÍ, PERO NO SABÍA QUE ESTOS HOMBRES HABÍAN TOMADO LA CIUDAD Y HABÍAN HECHO ESTO CON ELLA. SEGUIDME TODOS Y VIVIRÉIS EN CONDICIONES Y CON TODOS LOS DERECHOS. VIVIRÉIS EN IGUALDAD, EN COMUNIDAD”.

Algunas personas, sobre todo gente de la secta, antiguos esclavos y tal, se le acercaron. Y, como había previsto Nuria, aparecieron los secuaces de Borja a pararle los pies. -¡Tú no te vas a ninguna parte! -Pero si estos hombres son libres, pueden irse cuando quieran. Me lo ha dicho Borja. -dijo Mikel con sorna. -¡A por él! -dijo el que parecía el jefe de esos hombres.

De la nada salieron dos flechas. Cayeron dos hombres. Mikel cogió la wakizashi y el cuchillo y salió corriendo hacia sus enemigos mientras Iñaki y Nuria iban disparando flechas. Mikel vió como un hombre le apuntaba con un arco y le disparaba. Instintivamente, se agachó un poco y saltó a un lado, esquivando la flecha. Iba entendiéndolo. De la nada surgió una sombra y el arquero cayó al suelo. -María. -se dijo Mikel a sí mismo.

Cinco minutos después la pelea ya había terminado, la mayoría de los hombres de Borja estaban muertos o heridos. Mikel vió como Borja huía. -La última vez. -dijo Mikel y salió tras él.

Corrió y lo alcanzó con una patada en el costado. -¡No me mates! -Eres despreciable. Solo sirves para joder al prójimo. -¡No, no por favor! -No mereces vivir, no respetas la vida de los demás.

Mikel dudaba si matarlo o no, no era un asesino a sangre fría, pero sabía que si le dejaba ir se la volvería a liar. En esto llegó María. -Mikel, no le mates. Tú no eres un asesino. -¡Sí, haz caso a tu amiga!

Amaia se agachó al lado de Borja. -Ya lo hago yo. -dijo mientras le clavaba un kunai en el cuello. -¡María! -gritó Mikel. -Tú no eres ningún asesino. Yo sí lo soy. Es como debe ser.

Se levantó y se fue con Iñaki y Nuria.

Aquel día hablaron con los del pueblo. Se decidió quién se quedaba en Donosti y quien se iba a la ribera. Cuando llegaran se instauraría un sistema de comercio entre la ribera y Donosti, a fin de que todos tuvieran para vivir. Los que llegaran de Cantabria, Asturias y Galicia harían parada aquí y luego seguirían hacia la ribera. Una vez que dejara de haber migrantes, se desmantelaría la ciudad de Donosti.

¿Y ahora qué?

Mikel se sentía bloqueado, el robot gigante le miraba y le hablaba. Es más !sabía su nombre! -¿Qué coño? -¿No puedes moverte? Igual me he pasado, espera.

Mikel pudo moverse. -¿Qué me has hecho? -Oh, bueno. Supongo que es hora de contártelo. -¿Qué? -Esto era un juego. Y has perdido. -¿Un juego? -Permíteme que te lo cuente. Por cierto, puedes moverte libremente dentro de la nave. Si intentas salir cerraré la puerta.

Mikel se acercó al robot gigante, iba a matarlo por sorpresa y a seguir. Estaba acojonado pero iba pensando “instinto, instinto”. Mikel intentó saltar a por la luz del robot y coger rápidamente un kunai. Se quedó quieto. -No puedes. -¿PERO QUÉ? -No puedes atacarme. -¿COMO COÑO HAS...? -¿Me dejas que te lo cuente? Siéntate anda, que hay para rato.

Una parte del suelo cambió de forma y se hizo una silla. El robot se la señaló con uno de sus seis brazos. -Siéntate por favor.

Mikel se sentó, tampoco podía hacer otra cosa. Decidió que lo aprendido en meditación le debía servir en este momento, así que tomó aire y se relajó lo máximo que pudo, que no era mucho. -Somos extraterrestres. -Eso lo sé. -¿Me vas a cortar a cada rato? Lo digo porque entonces pido comida para llevar. -¿comida para llevar? -Es un chiste ¿no te gustan los chistes? Qué soso eres Mikel, en serio. -Eres uno de los robots que ha asesinado a la mayoría de la humanidad, no me caes bien. -Oh, qué rencoroso chico. -Muérete. -¡jajaja! ¿No decías que no morimos? ¿Que nos fundes? Bueno, da igual. Mira, me conecto y te cuento.

Mientras Mikel estaba sentado, el robot gigante fue a su sitio y se conectó a la vaina. Apareció una imagen ante Mikel. -Hace miles de años la tierra era así. Este video es real, te lo advierto. Ahí tienes a tus antepasados viviendo en cuevas. -¿Qué? -Sí, ahí más o menos llegamos nosotros. Vimos que todo iba bien y que os adaptábais al entorno. Así que decidimos poneros vigilancia. -¿Donde? ¿Para qué? -Nosotros protegemos los ecosistemas. -¿Qué? -La naturaleza ¿me dejas contártelo? –... -A lo que iba. Mientras fuérais respetuosos con la naturaleza se os dejaba vivir en paz. Pero claro, vosotros no podíais serlo, no. -¿Qué? -Inventáis lo que llamáis el neolítico. Cortáis árboles para tener terreno de labranza. Luego vais ampliando, cada vez menos árboles y más pasto, más huertas, más trigo. Y, no contentos con ello, descubrís la máquina de vapor, aprendéis a quemar carbón, gasolina... Y empezáis a contaminar hasta lo que no tocáis. -¿En serio? -¿Te parece poco? Pero bueno, no somos intervencionistas. Empieza el ecologismo, por puro egoísmo hay que decir, pero empieza. -¿Egoísmo? -Ecologia para salvar a la humanidad, al resto que le den ¿eso no es egoísta? –... -Y ya lo último, lo que ha hecho que no hayamos tenido más remedio que intervenir. Habéis inventado los viajes espaciales reales. -¿El qué? -John Smith ¿te acuerdas? Viaja a la velocidad de la luz. Eso le permite llegar a otros planetas con ecosistema. Os permitiría colonizar planetas y acabar con su ecosistema. No hoy ni mañana, pero sí en unas décadas. Y eso no lo vamos a permitir. -¿Y por eso nos extermináis? -¿Te parece poco? Bueno, da igual. Realmente no os exterminamos. Aquí y en otros lugares donde hemos tenido que intervenir, hemos inventado un juego. -¿Otra vez el juego? -Sí, decidimos unas normas a aplicar en ese planeta y entramos. -¿Juego, normas? -Mikel flipaba. -Te pongo un ejemplo con lo que sabes de aquí. No nos movemos por las noches, no entramos en bosques, tardamos dos segundos en disparar. Por cierto, buen trabajo con la zona roja. Si hubieras entrado hubieras muerto. -¿No son limitaciones reales? -No, claro que no. Si quisiéramos entraríamos en todos lados y os masacraríamos. -¿Y lo de que no funcionen las formas de energía? -¡Ah sí! ¡Lo de la aceleración! Me encantó esa explicación. Es de una simpleza absurda, pero me hizo mucha gracia. -¿No es así? -No, es mucho más complicado. Luego te lo explico ¿Tienes más preguntas? -Sí -Mikel quería ganar tiempo y sacar información, era su única oportunidad para sobrevivir a esto. -¿Y dejáis que os matemos como parte del juego? -Mira, ese es otro punto que debo concederte. Lo que ves son robots. Nuestros cuerpos reales están en el espacio, observándoos. -¿Y sabéis todo lo que le ocurre a cada persona del mundo? -Bueno, tampoco sois tantos. Piensa que, si vosotros que todavía estáis empezando a vislumbrar de qué va la física cuántica. Por cierto, menudas ideas de bombero que tenéis con la física cuántica. A lo que iba, que con vuestro nivel de tecnología tenéis satélites que sacan fotos a personas desde el cielo. Entonces imagínate qué podemos tener nosotros, que hemos superado esa etapa hace eones. -Pero tú te estás saltando tus propias normas, es de noche y estás despierto. -Oh, es que no conoces las normas, es parte de la diversión. Aquí dentro no cuenta el día y la noche, cuenta si estoy enchufado a la máquina o no. Y si estoy suelto al verte, puedo seguir hablando contigo después de enchufarme. -Sois unos sádicos retorcidos. Habéis acabado con la mayoría de la humanidad. -Ahora mismo queda poco más de un millón de humanos en el mundo. Que sepas que has quedado finalista. -¿Finalista? -De todos los humanos vivos, unos pocos estáis intentando matarnos. Hay un suizo que lo está haciendo muy bien, un americano, un brasileño... Y estabas tú. -¿Estaba? -Oh, sí. Tu partida ha terminado. Te estoy contando esto para hacer tiempo hasta el amanecer. Al amanecer entrará un robot de fuera y te fulminará. -Ya. Moriré. -Sí, deberías estar acostumbrado a esa sensación ¿no? Casi palmas un montonazo de veces. Que sepas que yo apostaba por tí. Los demás casi todos son militares de las fuerzas especiales y así. Tú eras el exótico. Pero has metido la pata. -¿Y si perdemos todos? -Ah. Sí. Cuando perdáis todos, que lo haréis, se acaban las reglas. Y ahí entramos a saco y os aplastamos. -Qué juego más siniestro. -Mi edad supera los dos eones, me merezco algo de diversión. -¿Eones? -Ay, perdón, mister electricista. Dos mil millones de años. -Ya ¿Y qué hay de la aceleración? -Bueno, la realidad es mucho más compleja. Como te he dicho, nuestro control sobre las partículas subatómicas es absoluta. Tenemos control incluso de lo que es más pequeño que los quarks, fermiones y demás. -¿Quarks? -Lo más pequeño que conocéis, por debajo del átomo. No merece la pena que te lo explique. La cuestión es que por debajo del átomo las reglas cambian. Y nosotros tenemos robots que actúan por debajo de ese tamaño. Básicamente, manipulamos las reglas de la física a nuestro antojo. Hemos decidido qué energía y cuanta podéis utilizar. Por cierto, también sois los únicos con electricidad. Jo, es una pena, érais los mejores hasta ahora. La mayor comunidad, la que mejor se integraba en la naturaleza, la que mejor vivía... Y ahora todo eso se acabó. -¿Y aquí? ¿Por qué no puedo matarte? -Porque me hicistéis gracia con la “aceleración”. He creado esa regla. Aquí no puedes acelerar demasiado. -¿Esa es la norma? -Aquí dentro he añadido esa norma, sí. -Pero rompes las reglas del juego. -Oh, no. Porque lo normal es que yo te aplastara. Mido 3,14 veces más que tú y soy irrompible para tí. Te piso y listo. Simplemente he hecho otro juego. -¿Irrompible? -dijo Mikel, tenía algo. Sacó un kunai. -Sí, estos robots están hechos de un material que no conocéis. Para que lo entiendas, es algo parecido al caparazón de los insectos. Pero mil veces más duro. -¿Y cual sería el método de exterminio si no quisiérais jugar? -preguntó Mikel intentando ganar tiempo. -Oh, podríamos lanzar los láseres desde el espacio. Daría igual que estuviérais en un bunker o en el mismo centro de la tierra. Un disparo, un muerto.

Mientras hablaban, Mikel se acercaba al robot, que seguía enganchado a la nave y sin mirarle. Cuando estuvo suficientemente cerca se puso a dar vueltas sobre sí mismo, como una peonza, y trató de apuntar con el kunai “instinto” se repitió. -¿Tienes alguna otra p...?

Mikel clavó el kunai en la luz del robot y este se apagó. -Enhorabuena, has pasado la prueba. -dijo el robot. Y se apagó.

-¿Pero qué? ¿Esto era parte del juego?-se preguntó Mikel intentando recuperarse del mareo.

Salió de allí corriendo. Debía advertirles a todos de lo que había pasado. Y de que había que seguir matando aliens para que estos no los masacraran.

Finisterre

-Oye María. -Dime novato. -Tenemos tres meses. -Ya veo que te sabes las estaciones, enhorabuena. -pffff... nada, déjalo. -No ¿qué? -Primero, deja esa actitud de mierda. Segundo, quiero que me enseñes. -¿Que te enseñe qué? ¿Las tetas? Eres un cochino. -Déjalo ¡IÑAKI! -DIME. -¿Quieres que entrenemos juntos este invierno? Tú pareces muy en forma. -No puedes seguirme, nene. -Lo veremos. -A mí no me dejáis fuera, machitos de los cojones. -corto Nuria. -¡OYE, OYE! ¡Que la cosa al principio iba conmigo. -dijo María. -Ya, pero tú eres un peñazo de persona y pasamos de tí. -Vaaaa... ¿Puedo jugar? Prometo portarme bien y enseñaros cositas chulis... -¿Seguro? -Que síiii... Pero que sepáis que sois unos sosos. -¡Bien! -Pero no os hagáis ilusiones, que yo me pasé casi veinte años entrenando todo el día para llegar a tener cierto nivel. En tres meses no aprenderéis casi nada. -Bueno, tampoco tenemos nada mejor que hacer. -dijo Nuria.

Y así, Mikel Iñaki y Nuria se pusieron a aprender de María. Mikel quería aprender a ser más sigiloso y más ágil. Los demás querían aprender a combatir. -Lo primero es entender el cuerpo. -¿Eh? -Estiramientos y meditación, queridos míos. Os vais a hartar. -No tengo tiempo para eso. -dijo Mikel. -Sin eso no puedes seguir, así que dale.

Nuria e Iñaki eran buenos meditando, pero a Mikel se le daba fatal. Se ponía nervioso, quería moverse, se ponía a pensar en todo lo que le había pasado en años anteriores... Era imposible. -Mikel, guapetón, o te relajas o no mejoras. -No puedo, es puto imposible. -Mira, está nevando. Ven conmigo y quítate la ropa. -¿Eh? -Vas a dejar de pensar, muchacho.

Mikel se quitó la ropa. -¿Te has follado a un tigre? ¡jajajajaja! -Tortura. -Oohh... ¿Mucho tiempo? -preguntó Iñaki. -Nada, un ratito. Enseguida me salvaron. -Nos tienes que contar tu historia, novato. -dijo María.-parece interesante. -Sí, un día escribiré un libro. -¿Sabes escribir? -preguntó María con sorna. -Eh, que me muero de frío ¿vamos? -Sí, sí, vamos. Chicos, dadle caña a la hoguera, la va a necesitar. Y preparad alguna bebida caliente.

María llevó a Mikel a una pequeña cascada que había cerca de la cueva. -Entra y ponte en postura de meditación. -Ni de coña. -Métete. Cinco minutos quieto y salimos. -Que no. -Pues se acabó el entrenamiento. -JO-DER.

Y se metió. Le dolía todo el cuerpo, no podía ni sentarse. -RELÁJATE Y PONTE EN POSICIÓN. NO PIENSES, ESTATE AHÍ QUIETO. -le gritó María. Pero era imposible. Dolía demasiado.

Mikel salió del agua, María le cogió del brazo y lo llevó corriendo a la cueva. -SECADLO Y PONEDLO AL LADO DEL FUEGO. DADLE BEBIDA CALIENTE.

Mikel fue entrando en calor, poco a poco. -Mañana otra vez. -Ni de coña. -Pues se ha terminado el entrenamiento. -Tú quieres matarme. -No. Quiero que seas capaz de sentarte debajo de una cascada helada y medites cinco minutos sin morir. Cuando lo consigas verás por qué quiero que lo hagas. -Estás muy mal de la cabeza. -¿Te crees que llegar a mi nivel es fácil? Tienes que romper barreras mentales y físicas todos los días. Superar tus límites. Y así, solo así, puedes tener una oportunidad de llegar al nivel. -¿Me estás diciendo absolutamente en serio que ESO es necesario? -Totalmente en serio. -Ok, pues hagámoslo. -Mañana. -No, en cuanto entre en calor. -¡ESE ES MI NOVATO!

Tardó tres días, pero consiguió estar cinco minutos sentado bajo la cascada. Sentía tal dolor en todo el cuerpo que le era imposible pensar en el pasado o en cualquier otra cosa que no fuera concentrarse en estar ahí. -Muy bien, has tardado menos de lo que pensaba. -le dijo María. -Me-mue-ro. -tiritaba Mikel.

Al día siguiente, María pìdió a Mikel que hiciera lo mismo que en la cascada, que visualizara el dolor y que se concentrara igual que bajo ella. Estuvo varias horas meditando, con la cabeza absolutamente desconectada. -Muy bien chico. Ahora podemos avanzar. -¿Y ahora? -Ahora añadimos el físico. -¿Seguimos estirando? -Igual que hasta ahora. -¿Seguimos meditando? -Igual que hasta ahora. -¿Entonces, cuanto tiempo entrenaremos? -Unas veinte horas al día. -Es imposible. -dijo Iñaki.-para un buen entrenamiento se necesita mucho descanso. -Descansarás ocho horas al día en meditación y dormiras un par de horas al día ¿te parece poco? -Muy poco. Cuando jugaba en el Athletic... -Esto no es fútbol, niño. Esto es... -Tortura. -cortó Mikel. -Algo parecido, sí. jajajajja -dijo Nuria -Es como se entrena para llegar a ser un ninja. -¿Así durante veinte años? -Más o menos. -Estáis mal de la olla. -¿Quien, los japos? -Los que os metéis a entrenar “eso”. -Oh, no me metí. Me metieron. -¿Eh? -Me quedé huérfana y me acogieron. -Aaaaahhh... eso explica muchas cosas. -¿Qué? -No, nada, nada. -dijo Mikel por joder. -¿¡QUÉ!? -No, no... -se unieron Iñaki y Nuria.

La cantidad de estiramientos fue bajando a medida que subía el entrenamiento físico, aunque siguió siendo intenso. Según María, tener un cuerpo elástico era básico para conseguir ser sigiloso y rápido. La meditación era la forma de descansar, dormir era para pasar la fase REM y poco más. Cada dos semanas tenían un día libre en el que no hacían nada.

Era Febrero cuando María les sorprendió. -Ahora a aprender. -¿Qué? -Tenéis un tono físico suficiente, sois capaces de vaciar la mente y habéis conseguido ser suficientemente elásticos. Toca aprender. -¿Por fin? -No será más fácil que antes. -Jo-der. -No tendréis fuerzas para eso. jajajjaja.

Tenían que aprender a moverse sin dejar huellas, sin hacer ruido. -El truco es meditar. -¿qué? -preguntaron todos. -Meditar es dejar la mente en blanco y actuar sin pensar. Si piensas tardas. -¿Qué? -Iñaki, cuando jugabas al fútbol ¿no había veces que hacías algo increíble por instinto? Un regate, un remate... -Sí, claro. -¿Y otras veces en las que tenías tiempo de pensar y al final era peor? -Sí, sí. Empezabas a pensar en cual era la mejor posibilidad y la cagabas. Un clásico. -Pues esto es lo mismo, pero llevado al día a día. -¿eh? -Moveros sin dejar huellas debe ser instintivo, el cuerpo debe moverse de forma autónoma. Si piensas, la cagas. -¿Estamos hablando de no dejar huellas en la nieve y así? -No, no flipes. Estamos hablando de no romper ramas, hojas, barro... Ese tipo de cosas. -¿Y a combatir? -preguntó Nuria. -No hay tiempo, lo siento. Pero el concepto es el mismo. Si naturalizas los movimientos y lo haces sin pensar, eres diez veces más rápido. -¿Pero? -a Mikel no le cuadraba. -Que andar es más fácil que pelear, claro. Tardaréis meses en aprender a moveros con sigilo con naturalidad, años en correr de la misma forma. A pelear de forma instintiva se tarda aún más. -Pues vaya. -dijo Iñaki. -Yo estoy contento. Un chico llamado Ekhi me enseñó a combatir y ahora soy más fuerte y agil que antes, así que seré mejor combatiendo, supongo. -¡eeehh! Eso hay que comprobarlo. -dijo María.-voy a preparar unas “armas” de madera haremos un pequeño combate. Con cuidado.

Unos días después tocaba día de descanso. -¿Lo haremos hoy? -No, hoy descansamos. -¿Entonces? -Mañana, despues de los estiramientos de la mañana. -Ok.

A la mañana siguiente, Mikel cogía un palo largo y María otro. -¿Esto es “hacer espadas”? La próxima vez me encargo yo. -Bueno, tienen la forma adecuada. No necesitamos mucho más. Pena de guarda, lo demás me vale.

Se pusieron frente a frente. Primero Mikel atacaba y María defendía. Evitando golpes en cuello, nariz, boca, articulaciones... -Primero respira y vacía tu mente. Intenta que todo sea automático, sin pensar. -Vale.

Mikel respiró hondo, cerró los ojos y... notó un toque en la cabeza. -Muerto. -¿Qué? -Que nunca cierres los ojos ante un adversario, novato. -¡No hemos empezado! -Sí, empezamos el día en que te conocí. A ver si aprendes eso. -Ok, ok. Otra vez.

Mikel volvió a respirar hondo, esta vez sin cerrar los ojos. Intentó relajar sus músculos y, de un movimiento extremadamente rápido, se lanzó a por María. María repelió el ataque con un pequeño golpe lateral. Mikel aprovechó la inercia para atacar el costado de María, pero esta ya se había preparado y se encontró con su palo ¡Qué velocidad tenía María, era imposible! -No pienses. -Sí. -No, no pienses. Estás pensando. Si piensas yo gano.

Mikel volvió a intentarlo, una vez, dos, tres, diez. No había manera. -Tengo que decirte que has mejorado mucho. -dijo María. -¿En serio? No he conseguido ni que eches un pie atrás. -Oh, me he movido. Me he movido mucho. Lo que tienes que hacer es atacar mientras meditas con los ojos abiertos, con el cerebro vacío. Que tu cuerpo actúe. -Es fácil de decir. -Bueno, siempre puedes quedarte aquí entrenando durante veinte años. Así seguramente lo conseguirás. -No tengo tiempo. -Por eso, date prisa y aprende.

A partir de ese día hacían una hora de práctica de combate diario mientras Nuria e Iñaki entrenaban sigilo. Era agotador, pero Mikel ya iba aprendiendo.

Y así llegó la primavera. -Después del siguiente día de descanso me voy, chicos. -anunció Mikel. -No estás preparado. -le dijo María. -¿Te das cuenta de que ya no vacilas tanto? Me has cogido cariño. -Sí, como a una pústula. -Sí, nosotros también tenemos que empezar a sembrar ya para tener cosecha. -dijo Iñaki. -¿Y yo? -dijo María. -Si quieres me acompañas y me sigues entrenando un poco. -le dijo Mikel. -O te puedes quedar a vivir con nosotros, como te hemos dicho mil veces. -le dijo Nuria. -Sí, sí, no, no sé ¿Me voy con la pústula o me quedo sujetando velas a la parejita? Lo pensaré.

Cinco días después tocó el día de descanso. Mikel preparó comida, cargó las maletas en la bicicleta y se dedicó a descansar. Le dolía todo el cuerpo de tanto entrenar, pero el dolor había cambiado, era más profundo, más llevadero. Era parte de él. -¿Esto es normal María? -¿Lo del dolor? Sí. -¿Y si dejo de entrenar una temporada? -Te dejará de doler y lo echarás de menos. -Qué duro. -Pero es así.

Al día siguiente, Mikel se despidió. María se había alejado de madrugada para no despedirse. -Qué pena, esperaba que viniera conmigo. -Siempre hace lo mismo, desaparece. -Bueno chicos, muchísimas gracias por todo. -A tí, eres muy grande tratando de salvar a tanta gente. -Si tenéis problema id a Donosti, en serio. Os ayudarán. -Lo guardamos de comodín, esperamos no tener que recurrir a él.

Unos abrazos y palabras amables después, Mikel partía.

Pasaron diez minutos y oyó una voz. -Ya eres lento, cojones. -Lo sabía. -¿Qué? -Vamos, anda.

Mikel y María avanzaron durante varias semanas. Se acercaban a Oviedo. -Aquí, un poco antes de Oviedo, cerca de Villaviciosa, hay un asentamiento muy grande. -¿Mucho? -Varios cientos. Y con capacidad de más. -¿Insinúas algo? -Que deberías usar este asentamiento como parada intermedia. -¿Eh? -Estás mandando a la gente a quinientos kilómetros por carreteras de montaña. Y desde Galicia más. -Ah, vale. Entendido. También podría mandarlos aquí y luego que hagan lo que quieran. -Si en Galicia hay tanta gente como en Cantabria y Asturias, no podrán acojerlos a todos. -Ok, ok.

Y así lo hicieron. Llegaron al asentamiento, se tomaron un descanso de un par de días y hablaron con los lugareños. Ellos le aseguraron que acogerían a la gente y que harían el esfuerzo de almacenar más comida para poder alimentar lo mejor posible a los que llegaran. Después siguieron camino hasta Leon. -Aquí se termina la parte llana. -dijo María. -Sí, a partir de aquí el sur es más montañoso. -Y aquí, después de matar a los aliens... perdón, robots, nos separamos. -¿qué? -Te sales de mi territorio. -¿Territorio? -¿No te han enseñado que conocer el terreno es básico? Yo me muevo al Norte de Leon y Burgos. No me salgo de ahí. -Pero necesito ayuda, todavía no he aprendido lo suficiente. -Has aprendido más de lo que crees. Ya no eres un novato. -Hace tiempo que no me llamas novato, es cierto. -Yo ahora tengo que decidir qué hacer. Has vaciado casi todo mi territorio, no puedo ayudar a la gente y no puedo apoyarme en casi nadie para sobrevivir. -Pero si tú no necesitas a nadie. -De una forma u otra, todos necesitamos a alguien. Pero yo no salgo de mi territorio a menos que me obliguen. -Debería ir con Iñaki y Nuria. -Es posible. -¿Esto es la despedida? -Oh, no, no. Ahora vamos a matar robots, que es divertidísimo. Luego ya nos despediremos.

Se acercaron a León. Había una vaina, pero aquello era lo más grande que habían visto jamás. -¿Hay vainas así? -Es la primera que veo tan grande. -¿Será especial? -No creo. He visto otras vainas grandes, aunque no tanto. Solo servían para almacenar más robots dentro. -Eso espero, qué bestialidad.

Aquella noche se acercaron en silencio. Mikel se dió cuenta de que era verdad, había aprendido mucho sobre sigilo. Iba andando sin pensar. -No te desconcentres. -le susurró María al darse cuenta de que empezaba a hacer ruido. -Perdón.

Y siguió caminando en sigilo por instinto.

No había luz roja, así que entraron a la vaina y avanzaron por aquel enorme lugar. Al fondo vieron al robot gigante. -¡Espera! -susurró María. -¿qué? -Hay más ¿Hay dos?

Mikel fijó la vista en la semioscuridad. Era cierto, había dos robots gigantes enchufados. Mikel le señaló por gestos que irían cada uno a por uno y que lo harían juntos. María asintió.

Cada uno ocupó su posición, sacaron sus armas y fueron a pinchar. Mikel pinchó medio segundo antes que María, pero ambos hicieron el trabajo sin problemas. -Se ha movido. -dijo María. -¿Qué? -Cuando tú has fundido el tuyo, el mío se ha empezado a mover. -No lo he notado. -Ha sido casi imperceptible, supongo que si hubieras venido solo hubieras muerto. -Joder. -Vámonos de aquí. Ya. -Sí.

Y salieron con cuidado. Miraron si los robots de fuera estaban muertos y así era. Así que se fueron a los bosques cercanos. -¿Y ahora? -dijo Mikel. -Ahora te quedas solo, muchacho. -¿Y si encuentro otra vaina con dos robots gigantes? -Pues te jodes. -No, DEBO MATAR ROBOTS. -Si hay dos robots gigantes no puedes. -¿Y utilizando la técnica de cuando hay luz roja? -¿Esperando fuera? Demasiado arriesgado. -¿Como? -Te escondes y matas a uno, los robots de fuera no mueren y te quedas vendido para todo el día. -Cierto. -Bueno, gran heroe de la humanidad. Me voy. -Ok. Dame un abrazo anda. -No, que te pones cachondo. -Ya no me enervas como antes ¿Lo sabías? -Tendré que hacer algo para remediarlo. -¿Nos volveremos a ver? -Sobrevive y nos veremos. -Sobrevivamos pues. -Sí.

Se dieron un gran abrazo y se despidieron. Le tocaba a Mikel recorrerse Galicia.

Mikel se dirigió al norte. Su plan era recorrerlo igual que hasta ahora, terminando en Finisterre. Encontró un montón de gente viva. Y casi todos en buen estado, ningún esclavista ni extrañas sectas. Parecía ser algo puntual. Se alegró.

Iba rápido, más de lo que esperaba. Entre su estado físico y la falta de problemas con la gente, podía recorrer muchos kilómetros al día. A finales de verano estaba entrando a Corcubión cuando vió una vaina al fondo. “¿Aquí? Si esto es muy montañoso, qué raro”.

La vina estaba al lado de Hermedesuxo, una pequeña zona agrícola entre montañas. Esperó a la noche. Era una vaina “normal”, lo que lo tranquilizó un poco. Seguramente habría un solo robot gigante. Además, no había luz roja, mucho más rápido.

Estaba entrando en la vaina, despacio, sin hacer ruido. Se acercó al robot gigante y se dió cuenta de que no estaba enchufado a la vaina como estaban los otros.

La cabeza se giró y escuchó una voz metálica. -HOLA MIKEL, BIENVENIDO.

Viaje al Oeste

-Oye María -Dime novato. -¿Por qué vienes conmigo? -¿Yo voy contigo o tú vienes conmigo? -¿Puedes dejar de ser tan gilipollas? ¿Por qué vienes conmigo? -Oh, porque me diviertes. -Por lo que veo, no me necesitas. -No, pero supongo que vas al Sur, hacia Osorno. -Sí ¿y? -Que allí hay vainas. Quiero ver como te las cepillas. -¿Como si fuera la tele? -¿Ves algo más interesante que hacer por aquí? Desde que cerraron los cines me aburro mucho. -Joder que imbecil eres, en serio. -¡jajajaja!! Me caes bien, novato.

De todas formas, María conocía todos los asentamientos humanos de la zona, lo que le ahorró tiempo a Mikel. En general la gente fue bastante receptiva y se preparaban para viajar a Donosti. Mikel esperaba no saturar Donosti, estaba mandando muchísima gente.

Un día llegaron al final de la cordillera, al fondo se veían tres vainas. -Vale novato. Tu turno ¿como lo haces? -Espero a esta noche para decidir. -Oh, mira, un par de robots se han perdido y están aquí al ladito ¿no les quieres ayudar a volver con su mamá robot gigante? -Joder que insoportable eres. Recuérdame que te corte el cuello una noche de estas. -¡Ya te gustaría!

Mikel bajó entre los árboles hasta encontrarse cerca de los robots, buscó ángulo de tiro y disparó. Robot fundido. Volvió a subir, María no estaba.

Enseguida apareció de la nada. -¡Es verdad que se pueden matar! -dijo divertida -¿Donde te habías metido? -Oh, buscando sitio en primera fila, no quería perderme detalle. -Como habrás visto, según matas a un robot, el otro huye. -Intenta huir. -¿Qué? -Mira.

El otro robot estaba en el suelo, cerca del primero. -¿Tú también matas robots? -Es el primero, solo quería probar. -¿Como lo has hecho? -Con un shuriken. -¿Le has acertado con un shuriken? -Claro. Por cierto, luego tengo que recogerlo, que no tengo tantos.

Esperaron a la noche. Perfecto, niguna vaina tenía luz roja. -¿Entonces? -preguntó María. -Voy, entro y reviento al robot gigante. -Iré contigo. -Nunca entramos dos. Uno se queda en la retaguardia. -¿Has tenido compañía? –...sí. -Oh... se pone triste... ¿algún otro novato que murió por tu culpa? -No. Y cállate.

No la aguantaba, era absolutamente inaguantable. Tenía ganas de arrancarle la cabeza cada vez que abría la boca.

Bajaron y corrieron hasta la primera vaina. Mikel entró en silencio. María le seguía. -Te he dicho que no entres. -susurró Mikel. -Un poco tarde ¿no? -respondió María.

Entraron y se encontraron al robot gigante enchufado a los mandos, como siempre. María estaba alucinada, aquello era nuevo para ella. Mikel se acercó y fue a fundir la luz pero, en un rápido gesto, María se puso delante, sacó la ninja-to y fundió al robot gigante. -¿Y ya está? -Tardan una media hora en perder toda la energía, pero al ser de noche no nos afecta. -Ah, eso solo es cuando los matas fuera ¿no? -Eso es. -Me dijiste que tenía más robots dentro y que los podía sacar. -Mira. -dijo Mikel señalando hacia arriba. -¡Espectacular! ¡Está lleno de robots!

Salieron y volvieron al bosque. Descansaron y al día siguiente se colocaron en la mejor posición posible para atacar la siguiente vaina. En tres noches habían terminado con las vainas de la zona. -¿y ahora? -Ahora voy al Norte y sigo buscando gente. -Ah, vale. Y ahí es cuando te encontré yo, yendo al Norte y encontrándote de morros con la secta. -Sí.

María conocía cada centímetro de terreno. Mikel iba en bicicleta y María le seguía corriendo. Mikel no forzaba la marcha, pero aquello era increíble, no podía ser que ningún humano pudiera seguir ese ritmo durante tantas horas al día.

Se pasaron semanas viajando juntos, yendo a asentamientos, liberando esclavos, matando asesinos, fundiendo robots. Hasta que un día le dijo... -Creo que puedo confiar en tí. -¿En serio? ¿Ahora? -Sí, bueno. Y que un poco más adelante están Iñaki y Nuria. -¿Como lo sabes? -Lo sé. Ven que te los presento.

Mikel siguió a María, pero ella fue acelerando el ritmo hasta que él no la pudo seguir. Iba a más de diez metros de ella cuando se paró y dijo. -¡BUH! -¡Ah! ¡JODER MARÍA, SIEMPRE IGUAL, COÑO! -gritó Nuria. -¡JAJAJAJA! ¿No vas a cambiar nunca? -Hola queridos. Traigo un juguete nuevo. -¿Un chico nuevo? -Sí, es novato pero tiene potencial. Os presento a Mikel.

Mikel estaba llegando justo en ese momento. -Hola. -Hola. -Hola. -¡Qué alegría, que hermanamiento! -se reía María. -¿Este es el chico nuevo? Parece que está preparado. -Sí, soy yo. Tú eres Nuria ¿Y tú Iñaki? Tu cara me suena. -Jugaba al futbol. -¿Profesional? -Sí. -De eso será. No seguía el fútbol, pero lo calzaban a todas horas en todos lados. -Sí, era famosete. -Y ahora ¡PUM! No eres nadie ¡jajajaja! -se reía María. -María, eres asquerosa. Deja a la peña en paz, en serio. -cortó Nuria. -Ba, ignórala. Siempre está a la defensiva, como si nada le importara. -dijo Iñaki. -Oye Mikel ¿te unes a nosotros? Unirte o algo, claro. -Tengo mucho que hacer, podéis venir conmigo si queréis. -Mikel quiere llegar al finisterre. -dijo María. -¿Y eso? -Tengo que salvar personas. -¿Qué? -Tenemos un asentamiento grande, de miles de personas en Donosti. -¿San Sebastián? Eso está lejos. -Sí, queremos movernos hacia la ribera navarra para conseguir mejores sitios para sembrar y pastorear. -¿Y allí no hay aliens? -Ya no. -Mikel es un asesino de aliens -dijo María con burla. -¿En serio? -Son robots. Y sí, se pueden romper.

Mikel les contó muchas cosas. A Iñaki y Nuria les pareció muy interesante, pero decidieron no ir todavía. -¿Y vendréis conmigo a Galicia? -No, tampoco. Aquí vivimos bien y así vamos a seguir por ahora. -Ok, como veáis. -Yo te acompaño un tiempo Mikel, que me divierto mucho contigo. -dijo María. -Lo mismo nos dijo a nosotros, un día se cansó y desde entonces nos vemos de ciento en viento. -le explicó Nuria. -Y siempre aparece de la nada, asustándonos. -añadió Iñaki. -Sí, sí, me voy haciendo a la idea. -Pero en el fondo es buena gente. Aguántala y ya está.

Iñaki y Nuria guiaron a Mikel a una cueva. -Es nuestro hogar, o algo así. Tenemos reserva de comida, un riachuelo limpio pasa cerca, hay caza... Se está bien. -¿No robáis? -¿Robar? ¿Nosotros? -JAJAJAJA -se reía María.-Una pequeña broma Mikel, no se te puede decir nada. -ME CAGO EN TUS MUERTOS, MARÍA, EN SERIO. -JAJAJJAA -se rieron todos.

Mikel decidió pasar unos pocos días allí, cogiendo fuerzas. Empezaba a refrescar y necesitaba estar fuerte. -Quédate a pasar el invierno, una cueva con una fogata es un buen sitio para pasar el invierno. -Tengo prisa. Quiero llegar a finisterre y volver con mi familia. -Si te vas seguramente morirás. -No sé, déjame pensarlo. Estaré unos días cogiendo fuerzas y luego decido ¿ok? -Ok. -Y gracias chicos. -Encantados. -Iñaki y tú sois encantadores. No como... -Sí, sí. Pero nos salvó la vida y nos enseñó a sobrevivir. -A mí solo me ha tocado los cojones.

Durante los días en los que Mikel estuvo allí hubo una gran tormenta. La pasaron bien gracias al refugio, pero empezaba a hacer frío de verdad y los días eran ya bastante cortos. -Si no es invierno, poco le queda. -Tienes razón. Igual debería quedarme. -Quédate hasta que empiece el calorcete, lo que antes era Marzo. Y luego sigues. -Sí, eso haré. Es mejor tardar en volver que no volver.

Mikel, Nuria, Iñaki y María pasaron allí el invierno.

Superviviente sorpresa

El primer día llegó al campamento esclavista. Se acercó con sigilo. Allí no vivía nadie. Vió los cadáveres o lo que quedaba de ellos. Decidió dormir allí y comer de lo que había allí. Por suerte tenían reservas. Al día siguiente empezaba el viaje de verdad.

Al amanecer cogió la bicicleta y se acercó a Santander. Todo limpio. Se metió en la ciudad por si quedaban supervivientes. Se encontró a unas cuantas familias que se habían puesto a sembrar en la zona del palacio de la Magdalena. Les explicó que había esclavistas, asesinos y demás y les convenció de ir a Donosti.

De ahí fue a Cabárceno con miedo. Allí podía haber animales peligrosos. Se acercó y vió a varios animales muertos. La mayoría no habían podido salir y, al no tener alimento, habían muerto. Allí no había gente. Fue hacia el sur. Sabía que hasta Burgos estaba limpio, debía ir más hacia el Este. Se dirigió a Villadiego, era lo lógico.

“Este-sur-este-norte, eso es lo que debes hacer, Mikel” se repetía mentalmente. La idea no era tanto acabar con las vainas como encontrar supervivientes, pero si encontraba alguna la iba a fundir. Eso estaba claro. Allí estaban, cuatro enormes vainas esperando a que las reventara. Aquella misma noche se acercó a la primera. Tenía luz roja pero había una pequeña casa justo fuera de la zona roja. Fundió robots, se metió en la casita y esperó al amanecer. En cuanto el robot gigante asomó, lo reventó de un flechazo. Esperó media hora y se fue de allí.

A la noche siguiente se fue a acercar a la segunda y se dió cuenta de que había dos muy cerca. Y sin luz roja. Un chollo. Se metió dentro de la vaina, fundió al robot gigante y se fue a por la otra. Así sí que se avanzaba rápido.

La tercera noche fue igual de fácil. No había luz roja, así que entró y fundió al robot. Subió a la zona montañosa.

“Si sigo a este ritmo, en unos pocos meses me cepillo la cordillera entera”. Se dijo a sí mismo. Aún así, no debía bajar la guardia. Bajar la guardia era estar a punto de morir, ya lo había comprobado demasiadas veces.

Subió por Aguilar de Campoo. Encontró otro asentamiento en Reinosa, pero era raro. Iban todos vestidos igual. Se acercó despacio a ver qué pasaba allí. Había silencio, demasiado silencio.

A mediodía un hombre con una túnica llamó a todo el mundo. Se pusieron a cantar una especie de rezos. -¿Pero qué...? -pensó Mikel.

Esperó y escuchó. Los rezos incluían frases como “salvadnos del mal humano, dioses venidos del cielo” o “los dioses sin brazos nos conducirán al paraíso”. ¡Era una secta que adoraba a los robots!

Aún así, debía bajar y hablar con ellos. Así lo hizo cuando acabaron el rezo. -Hola.

Todos le miraron, nadie le respondió. -¿Hola?

Nada. -Holaaaa

El hombre de la túnica se acercó. -Hola hermano ¿vienes a unirte? -¿Qué es esto? -Estás en la hermandad del dios redentor. Aquí adoramos a los auténticos dioses, que son los que vinieron del cielo a poner paz y amor en el mundo. -Han asesinado a la mayoría de la población mundial. -El mundo estaba en guerra, había hambre y enfermedades. Han venido a salvarnos de todo eso. Debemos rezarles para llegar al paraíso. -A la mierda. -Hermano, déjame decirte que...-dijo el de la túnica agarrándole del brazo. -¡SUÉLTAME! -Hermano, la violencia no es el camino. -Vale, vamos a hacer una cosa. Déjame subir ahí arriba. Al púlpito ese. Suelto mi monserga y me piro. -No puedo dejarte hacer eso hermano, es un lugar sagrado. -Pero has dicho que la violencia es mala ¿no? -Sí, pero... ¿donde vas?

Mikel se dirigió al púlpito. Como ya se suponía, aparecieron varios pacíficos hermanos armados con cuchillos y espadas cortas que le invitaron amablemente a alejarse. Así lo hizo. Salió corriendo hacia un pequeño montículo que había en un lateral y se puso a gritar. -¡GENTE! ¡HE MATADO DECENAS DE MILES DE ALIENS DE ESOS ASQUEROSOS! ¡PARA SER DIOSES CAEN COMO PUTAS MOSCAS SI LES PINCHAS EN LA LUZ DEL MORRO! ¡ESTA RELIGIÓN ES UNA FARSA, SI QUERÉIS VIVIR EN PAZ ID A DONOSTI! ¡ALLÍ TENEMOS SANIDAD, EDUCACIÓN, MANTAS Y HASTA POLICÍAS ARMADOS QUE OS PROTEGERÁN! ¡ALEJAOS DE ESTE CULTO TAN PELIGROSO!

Los pacíficos hermanos armados le empezaron a perseguir, pero Mikel era más rápido. Se alejó rápidamente y se escondió en el bosque. Se quedó cerca para espiar.

Tal y como esperaba, el de la túnica se fue al púlpito y soltó un precioso speech sobre las mentiras y que Mikel era un enviado del demonio. Se acercó por otro lado a ver si oía hablar a alguien. No hablaban, pero notaba el miedo en sus caras. Al anochecer se acercó a un pequeño grupo que estaba en una esquina, trabajando la tierra. Y, escondido, les habló. -Si queréis huir os puedo proteger. Aunque luego tendréis que ir solos hasta Donosti.

Varios de ellos salieron corriendo hacia donde sonó la voz. Otros se quedaron quietos, pero uno dió la voz de alarma. Enseguida aparecieron los hermanos armados. Mikel ya no quería jugar más. “En la oscuridad y con antorchas, parecen nuevos”. Disparó una flecha, otra y una tercera. Los otros seguían viniendo ¿estaban tontos o qué? Una cuarta flecha. Demasiado cerca “todos conmigo y en silencio” les dijo y los alejó hacia un lado. “Detrás de ese montículo, yo me alejo y me encargo”. Mikel desapareció en las sombras.

Se movía y disparaba. Así acabó con otros tres. Los que quedaban vivos no reaccionaban. “¿Pero qué?”. Bueno, daba igual. Estaba gastando muchas flechas, así que guardó el arco y sacó el cuchillo.

Se acercó por detrás y se quedó quieto esperando el momento. Se levantó y cortó un cuello. Se alejó a la oscuridad, se movió a otro sitio y fue a por otro.

Siguió hasta que todos los monjes armados cayeron. Entonces se levantó y salió al poblado. -¿QUEDA ALGUIEN QUE ME QUIERA ENFRENTAR? -gritó.-ME HE CEPILLADO A TODOS VUESTROS PACÍFICOS PROTECTORES. -¡Los dioses mandan que acabemos con ese demonio, hermanos míos. No tengáis piedad! -oyó decir al de la túnica. Tres hombres se acercaron sin mucha convicción, pero todo el resto se quedó quieto o se alejó a los bosques.

Mikel cogió la Wakizashi pero la mantuvo en su vaina, no necesitaba matar a estos pobres. Además, iban desarmados. Les golpeó en la cabeza y todos cayeron rápidamente. Se acercó al de la túnica. -Ríndete. -¡Por el amor de los dioses! -Tú estás zumbado, SON PUTOS ALIENS QUE HAN VENIDO A MATARNOS! -le gritó. -¡Debemos rezar! -A la mierda, te rajo. -¡No! ¡Perdóname! -Dime una cosa ¿quién inventó este culto? -¡Yo, fui yo! -Ok, súbete al púlpito y dí de qué va esto.

El de la túnica se subió al púlpito. -Antes de hablar quítate esa túnica, anda. -le dijo Mikel.

Se quitó la túnica y se puso a hablar. -LO SIENTO. TODO ESTO FUE IDEA MÍA. YO ERA EL LIDER DE UN GRUPO DE TESTIGOS DE JEHOVÁ Y SE FUE TODO AL CARAJO CON EL ATERRIZAJE DE LOS ALIENS, ASÍ QUE DECIDÍ APLICAR LO QUE SABÍA PARA SOMETER A LOS CRÉDULOS. Y ESTOS, CON ARMAS, SE ENCARGARÍAN DE SOMETER A LA GENTE QUE SE ACERCARA. -¡ES DECIR, QUE ESTA RELIGIÓN ERA MENTIRA Y QUE SE HA APROVECHADO DE VOSOTROS! -dijo Mikel. -¡OS PIDO PERDÓN! -¡A VER, LOS QUE QUIERAN VIVIR EN COMUNIDAD Y AYUDAR AL PRÓJIMO SIN RELIGIONES NI MIERDAS, QUE SE DIRIJAN A DONOSTI! ¡RECOMIENDO IR A ALGUNA GRAN SUPERFICIE DE DEPORTES A POR UNA BICICLETA PARA PODER TARDAR MENOS! ¡Y LLEVAD PROVISIONES, QUE TARDARÉIS EN LLEGAR!

La gente se acercó a Mikel a agradecerle lo que había hecho. Resultaba que, aparte de unos pocos convencidos, había muchos que; o bien estaban alló por supervivencia, o bien porque no les dejaban salir.

Mikel les explicó a todos como funcionaban las cosas allí. Y pidió que, los que fueran, advirtieran a Grijalba y demás del hombre de la túnica. Debía ser juzgado. Después de que Mikel le explicara que no existían las penas de muerte o castigos corporales, el hombre de la túnica aceptó ir y enfrentarse al juicio.

Mikel se alejó y se fue a dormir. Aún no se fiaba de esa gente. A la mañana siguiente siguió el camino. En Torrelavega encontró otro campamento grande. Se acercó despacio. Nada de esclavos, nada de sectas... Buena pinta. Entró. -Hola. -¡Alguien vivo! ¡Jefe! -Ah, vale. Tenéis jefe. -Sí, sí.

Se acercó un hombre grande. -Hola. Soy Manuel. El jefe de este poblado. -Hola, Mikel. -¿Necesitas nuestra ayuda? -Oh, no. He venido por si necesitáis la mía. -¿En serio? -Sí. -Pues no necesitamos nada, gracias. Vivimos muy bien. -Ya veo, ya. Oye ¿Por qué eres el jefe aquí? -Oh, porque soy el maś fuerte. -Ah, vale. Gran argumento. -¿Me estás retando? Te advierto que una vez vencí a un alien. -Qué interesante. -¿Me estás vacilando? -No, a ver, tranquilízate. Solo he venido a ver si os va bien. Que sepas que hay grupos de asesinos armados por ahí. También me he encontrado con una secta... -Ah, sí, los de reinosa. No son peligrosos. -Ya, pues me han atacado. Pero bueno, ya no hay secta. -¿Te has cargado a la secta? -Solo a los que me han atacado. A lo que iba. Que también hay esclavistas. -Ya ¿y? -¿Estáis preparados si os atacan? -¡Pues claro! ¡Yo los venceré a todos! -¿Vas bien armado? Porque los asesinos van muy bien armados y viajan en grupo. -¡Que vengan! -Vale, tú eres imbecil ¿ALGUIEN QUE TENGA CEREBRO POR AQUÍ?

Manuel se enfadó e intentó golpear a Mikel. Mikel esquivó fácilmente el golpe, le agarró del brazo y tumbó a Manuel. Sacó un kunai y lo colocó sobre su cuello. -Como te iba diciendo, si os atacan estáis muertos. -¡Hijo de puta! -Eh, eh, que te he vencido ¿Ahora yo soy el jefe de aquí o como va esto?

Una mujer se acercó. -Técnicamente sí. Manuel impuso la ley del más fuerte y así elegimos al gobernante. -Vale, yupi. Soy el jefe ¿Te suelto ya o vas a volver a atarcarme, Manu? -Vale, vale...

Manuel se alejó como un perro herido. Estaba muy enfadado. -A ver, que se acerque todo el mundo por favor. -dijo Mikel.

-Os voy a explicar de qué va esto. Tenemos un gran campamento en Donosti. Médicos, agricultores, artesanos... De todo lo que necesitaría una ciudad antes de la revolución industrial. Funcionamos sin jefes, las reglas básicas se van votando en referendum y todo lo que hay es de todos. Tenemos también antiguos militares convertidos en policías. Ellos están preparados para evitar asaltos de asesinos si los hubiera. Os recomiendo ir allí a vivir. Yo ahora sigo camino, tengo que llegar hasta Finisterre. -¿Te vas? -le preguntó la mujer. -Sí, sigo camino. -Pero eres el jefe. -Oh, bien. Pues deshago la regla del jefe anterior. Ya no hay ley del más fuerte. Aquí reina la anarquía y que cada uno haga lo que quiera. -¿En serio? -A ver, anarquía tampoco. Llamémoslo comunidad. Yo os recomiendo iros. Si decidís no hacerlo, sentaos a hablar y decidid entre todos como queréis vivir. -¿Entonces no eres nuestro jefe? -Si queréis un jefe, quedaos con Manu. Parece que las cosas van bastante bien aquí. -¿Conmigo? -dijo Manuel sorprendido. -Sí. Aparte de un poco bocazas, pareces un buen jefe. No veo a nadie desnutrido, tenéis viviendas decentes, ropa... Tiene buena pinta.

Manuel se tranquilizó, se sentaron y hablaron entre todos. Decidieron prepararse e irse a finales de verano. Mikel estaba contento con la decisión, aunque no añadió nada a lo dicho al principio. Cenaron todos juntos y Mikel se quedó a dormir. Por la mañana le invitaron a desayunar y Mikel se fue.

“Son buenos chicos, espero que lleguen bien a Donosti”. Se dijo y partió hacia Comillas por la costa. De allí empezaría a bajar, a ver qué se encontraba.

De repente, oyó una voz. “Eres un sobrado ¿Lo sabías?”

Mikel saltó de la bicicleta, cogió el arco y una flecha y se parapetó rápidamente. -¿Quién anda ahí? -Oohh... ¿ahora te pones tenso? -¿Quién eres? Muéstrate. -¿No sabes donde estoy? jajajaja, novato...

La voz sonaba por el Este, pero no podía estar seguro. Miraba, observaba movimientos, ruidos, algo. No había nada que diera pistas de donde estaba ¿era peligroso? ¿estaba armado? ¿Le había estado vigilando? Y si era así... ¿desde cuando? -Muéstrate. -¿No me quieres buscar? Prometo no matarte. -Muéstrate. -Vaaale, vaaale. Qué nervios, chico. Contra Manu estabas más tranquilo.

¡Estaba ahí el día anterior! ¿Era parte del pueblo? ¿Le había seguido desde allí? Imposible, se habría dado cuenta de que le seguían.

De repente, vió a una persona pequeña caer de un árbol cercano ¡Pero si ahí había mirado un montón y no se movía ni una rama! Imposible. -Ya me he mostrado. Mira, no llevo armas a distancia. Puedes venir. -¿Estás solo? -dijo Mikel mientras miraba alrededor ¿se había vuelto confiado? No podía ser. -Tranquilo novato, si quieres te llevo de la manita a buscar a tu mamá. -¿Estás solo? -aquella persona quería enfadar a Mikel, estaba claro. No podía bajar la guardia. -jejejeje... sí, sí. Estoy sola ¿Si me acerco me disparas? -Solo si pienso que eres peligroso. -Oh, soy peligrosa, pero no para tí. Por lo que he visto no eres mala gente, solo un poco novato y descuidado. Me acerco, pero no me dispares ¿vale?

Mikel esperaba, con la flecha cargada pero sin apuntar. Aquella sombra se empezó a acercar, vestida de negro, con la cabeza tapada... ¡Llevaba un arma colgada en la espalda! Inmediatamente Mikel apuntó. -¡Suelta el arma! -Ni de coña, novato. -¡SUELTA-EL-ARMA! -Que no. Yo no suelto mis armas. -¡O sueltas el arma o disparo! -Tú mismo.

Mikel decidió hacer un disparo de advertencia, la flecha pasaría muy cerca de su cabeza y daría en el árbol del que había bajado.

Justo antes de disparar vió como aquella persona se ponía tensa, bajaba el centro de gravedad, Mikel disparó. La persona se apartó de un salto. La flecha se clavó en el árbol. -¿Un disparo de advertencia? Me decepcionas. -Suelta el arma. El próximo disparo no será de advertencia. -dijo Mikel, dándose cuenta de que hubiera esquivado la flecha. -Dale. -No quiero matarte. Quiero que sueltes el arma. -A ver, novato ¿No te has dado cuenta de que hubiera esquivado la flecha? ¿TAN novato eres?

Mikel sentía que esa persona que tenía delante la podía matar en un instante. Nunca había sentido esa sensación ¿qué hacer? Estaba bloqueado. -¡Mira, el novato no sabe qué hacer! ¿Quieres que te lo diga yo? -Habla, pero no te acerques. -Te has dado cuenta de que, hagas lo que hagas, podré contigo. –... -Ese silencio dice tanto... Me encanta. Bueno, sigo. Y ahora deberías salir corriendo, pero supones que podría haber más gente. –... -Bueno, pues solo te queda una opción. Confiar en mí. Me acercaré y hablaremos. Si no soy de fiar, mueres.

Realmente no había otra opción. Si no se fiaba, estaba muerto. Si se fiaba, tenía una posibilidad. -Está bien, bajo el arco. Pero te quedas a una distancia prudencial. -¿que te permita sacar la Wakizashi? Muy lenta. Con una ninja-to como esta tendrías una oportunidad. -dijo señalándose el arma. -Por si acaso.

La persona se acercó, se quitó la capucha y se bajó la máscara que le cubría la cara. -Me llamo María. -Mikel. -Lo sé. -¿Eh? -Llevo días vigilandote. -No me había dado cuenta. -Lo sé ¿Vienes y nos sentamos? -Mantén la distancia. -Déjate de hostias y ven.

María le dió la espalda a Mikel y se desvió el camino. -Podrías aprovechar ahora para atacarme. -No quiero atacarte, solo quiero que no me ataques. -Lo sé, yo sí me fío de tí. -Si llevas días espiándome sabes a lo que te atienes. -A un novato que va de justiciero, sí. -No soy ningún novato. Llevo años sobreviviendo. -Ya, pues no me has detectado hasta ahora. Y tienes una técnica de combate mano a mano más bien floja, perdona que te lo diga. -Era cinturón negro de Judo. -Oh, qué miedo.

¿Quién coño era esta chica? ¿Como podía haberle seguido durante días sin que él se diera cuenta? ¡Le había seguido incluso yendo él en bicicleta, maldita sea! Mikel se fijó en como andaba, sin pisar nada que pudiera hacer ruido... ¿Y ese calzado? ¿Eran zapatos de ninja? -¿Te estás fijando en mis andares o en mis Tabi? -¿Tabi? -Las botas. -Ah. -¿Me estabas mirando el culo? Eres un cochino. -No, eh, yo, no... -¡jajajaja! Novato y vergonzoso. Me caes bien Mikel.

María se sentó en una roca y ofreció otra como asiento a Mikel. -¿Está suficientemente lejos? -¿Qué? -La piedra. -Ah.

Mikel se sentó. Tenso. -Vas muy bien armado, Mikel. -¿Quién eres? -María, ya te lo he dicho. -Ya ¿Qué quieres? -Tenía curiosidad. -Explícate. -¿No te vas a relajar? -Acabas de esquivar una flecha. -Ah, claro, claro. -¿Como coño haces eso? -Entrenamiento. -¿Puedes explicarte un poco? -A ver, tranquilo. Si quisiera matarte ya estarías muerto. Si quisiera desarmarte, estarías desarmado. Si quisiera inmovilizarte... -Estaría inmovilizado, ya. -Sí, eso. Que estés tranquilo. No tengo malas intenciones. Solo quiero saber de qué vas. -¿Yo? -Tienes nombre vasco, acento vasco. Hablas de una comunidad en Donosti ¿Qué coño haces aquí? -Quiero salvar gente. -Oh, el heroe. -No soy ningún heroe. -Eres demasiado novato para ser un heroe. -No soy ningún novato. -Aclárate chico ¿qué eres? -No lo sé. Yo solo quiero salvar gente y matar robots. -¿Robots? ¿Te refieres a los aliens? -Sí, son robots. -No se pueden matar. -Sí, es fácil. -¿Has matado robots? -Matar no, fundir. He fundido miles. -¿Miles? ¡Mira el heroe novato, qué majo! -¿Te estás riendo de mí? -dijo Mikel. -Oh, no, no. No te enfades, heroe mío. Salva a esta pobre princesa. -Si tan buena eres, funde robots. -No me hace falta, no entran en los bosques. -Ni funcionan de noche, lo sé. -¿No funcionan de noche? -Es la mejor manera de fundirlos. Se agrupan de cinco en cinco. Vas, te metes en medio y les revientas la luz. -Oh, qué fácil. No se me hubiera ocurrido. -Y luego hay que ir a la vaina y fundir al robot gigante. -¿Robot gigante? ¡Qué interesante! -Si no hay luz roja alrededor, se puede entrar y reventarlo. Si hay luz roja creo que los robots que hay dentro te atacan. -¿No lo sabes? -No he probado. -Ah, claro, claro. Entonces ¿si hay luz roja como “fundes” al robot gigante ese? -Por la noche mato robots de alrededor. Luego preparo un lugar defensivo y le disparo un flechazo al amanecer, cuando saca la cabeza para ver cuantos robots faltan. -¿Saca la cabeza? ¿Y si no lo fundes qué hace? -Al principio saca más robots de dentro de la vaina. Y cuando se le terminan empieza a salir a recoger robots averiados para repararlos. -Sabes mucho de ellos. -Es una larga historia. Cuéntame la tuya. -Oh, ok. Soy María, como ya te he dicho. Nací en Oviedo, pero pasé mi niñez en Japón y estudié con Masaaki Hatsumi, uno de los más grandes del Ninjutsu. Llegué aquí pocos meses antes del aterrizaje y puse en práctica todos mis conocimientos para sobrevivir. -¿Ninjutsu? ¿El arte marcial de los ninjas? -Uff... Es un poco más complicado que eso, pero algo así, sí. -¿Entonces eres una ninja? -Algo así. Digamos que tengo las habilidades necesarias para serlo. -¿Y vives sola? -Bueno, más o menos. Tengo un lugar de reunión preparado. Hay otras dos personas como yo que andan por ahí y de vez en cuando volvemos al lugar de reunión. -¿Más ninjas? -Oh, no, no. Son Iñaki, un chico de Bilbao, y Nuria, una chica de Gijón. -¿Saben sobrevivir? -Les he enseñado cosas básicas, se apañan bien. -Ah ¿y como vivís? ¿Robáis, asesináis o algo para sobrevivir? -¿Y qué si lo hacemos? ¿Piensas matarnos? -Debería. -Vale. Primero, no puedes. Segundo, no somos asesinas. -Ok ¿Qué hacéis? -Lo lógico, buscamos comida y, si las cosas van mal, robamos un poco de algún poblado. -Ah, ladrones. Está bien. -Hay que sobrevivir novato. -Podríais ir a vivir a ese pueblo y ayudar. -Qué aburrido eres, novato. Qué aburrido. -Es posible.

Mikel estaba absolutamente tenso. Aunque la conversación le decía que esa persona no iba a matarlo, su cuerpo se negaba a relajarse. Aquella persona era realmente peligrosa. -Oye Mikel, me gustaría hacer una prueba -Dime. -Soltamos las armas y me atacas. -¿Qué? -Quiero ver cuanto sabes. Prometo no hacerte mucho daño. -No. -Va, no seas aburrido. Si no tendré que atacarte con armas y ahí ya no puedo prometer nada. -No me das opción. -No, ninguna. -Entonces sí.

Mikel dejó todas sus armas, se quitó también todo lo imprescindible. Incluso se quedó descalzo. Necesitaría toda la agilidad posible para tener una oportunidad. No se creía que aquella persona no le fuera a hacer daño. -Bien, ven aquí y atácame como quieras. -Voy.

Mikel se acercó, se movió rápidamente a un lateral e intentó darle una patada en el muslo. Ella dió un saltito y se alejó. -¡Con ganas! -dijo María.

Mikel cerró los brazos frente a él para protegerse y entró de frente, con una patada al estómago. Ella dió un pasito a un lado, se acercó y golpeó suavemente en las costillas a Mikel. -Así no vamos a ninguna parte. O entras en serio o cojo las armas. -dijo María.

No quedaba otra, tenía que entrar a saco. Se puso en guardia, se acercó amagando un rodillazo e intentó agarrar a María para hacerle una llave. Ella dió un pasito lateral y luego un saltito hacia atrás. -Mejor. Otra vez.

Mikel lo volvió a intentar, esta vez dió un salto hacia adelante mientras intentaba golpearla con el puño en la cara. Ella se agachó rápidamente y se colocó de tal manera que la inercia de Mikel hizo que él se cayera al suelo. Ella hizo el amago de golpearle en el cuello. -Pum. Estás muerto. -dijo María.

Mikel se levantó, subió los brazos y se dispuso a atacar otra vez. -No, ya está. Ya he visto lo que quería ver. -¿Lo que querías ver? -Atacas con miedo a perder. Eso puede significar dos cosas. -¿Dos cosas? -O bien eres un machito de esos que no saben perder, o bien tienes algo que perder ¿Familia? –... -¡FAMILIA! Qué mono... -Deja en paz a mi familia. -¡jajajajajaja! El novato tiene sentimientos, me gusta.

Mikel cogió sus armas, María se tensó y también cogió las suyas. Pero Mikel se dió la vuelta y se alejó. -¿A donde vas? No te he dado permiso para irte. -No necesito permiso. Eres imbecil. Olvídame. -Oh, venga, no te enfades. Estábamos tan agustito... -Que me dejes. -Vaaale ¿si te digo donde hay un poblado de esclavistas me perdonas? -¿Esclavistas? -Va. Y hasta te ayudo a acabar con ellos. -Te escucho.

María llevó a Mikel a un pequeño valle muy escondido. Si hubiera ido solo, seguramente se lo habría saltado. -Mira, ahí tienes tu poblado. -dijo María. -¿Cuantos son? -Dieciocho esclavistas y más de sesenta esclavos. -Muchos. -Oh, no tantos. Esta noche tú te pones ahí a disparar y yo me encargo del resto. -¿Así de fácil? -Procura no matarme y será fácil. -Ok.

María era una persona muy desagradable, pero era realmente buena en lo que hacía. Sabía que ella podía acabar con todos ellos sin problema.

Cuando se acercaba la noche, Mikel cogió su saco de flechas y se puso en el sitio que le dijo María. Atacaría cuando se empezaran a encender las antorchas. El sitio era ideal y María le había dicho donde ponerse solo con ojear la zona. No, no podía ser. Ya lo tenía planeado de antes.

Mikel tensó la cuerda y disparó. Escuchó gritos y vió una sombra esconderse tras una de las cabañas. Mikel siguió disparando mientras veía como una sombra fugaz aparecía de la nada, le clavaba un kunai a un esclavista y volvía a desaparecer. Mikel tuvo tiempo de matar a seis esclavistas, del resto se encargó María. Increíble, era demasiado buena. Aquello no podía ser real.

Bajó al poblado, donde le esperaba María con las flechas que había recogido de los cadáveres. -¡Muy bien! ¡Seis disparos, seis muertos! ¡El novato tiene puntería! -No me llames novato. -Oye, heroe novato, que igual deberías hablar con esos ex-esclavos que están flipando. Seguramente no sabrán si queremos matarlos, convertirlos en sus esclavos o liberarlos. -Sí.

Mikel habló con ellos mientras María se encargaba de sacar los cadáveres de allí. Cuando los ex-esclavos se tranquilizaron y estallaron de alegría, Mikel fue a ver a María. -¿Qué haces? -No sé ¿alejar cadáveres? -¿Para qué? -Porque los cadáveres atraen depredadores ¿quieres que vengan los lobos? -Hostia, cierto. Te ayudo. -GRACIAS. Una señorita como yo no debería estar haciendo estos trabajos tan pesados. -Señorita los cojones. -JAJAJAJAJAJA

Aquella noche cenaron con los ex-esclavos. Mikel les explicó como estaban las cosas, como llegar a Donosti, les recomendó parar en la zona de Noja a descansar, etc. Después de cenar, María se alejó. -¿No duermes aquí? -No, yo duermo sola. -¿Eh? -Novato. Si duermes con gente, esa gente puede matarte. -Y yo pensaba que era desconfiado. -Esa gente a la que acabas de salvar puede ser despiadada y tú vas armado. Si quieren tus armas, te matarán mientras duermes. -Oh, cielos. Por eso no quieres irte a un poblado. -La paranoia es la primera norma de la supervivencia, novato.

Mikel durmió en una cabaña, aparte de todos los ex-esclavos. Decidió atrancar la puerta “por si acaso”. Aún así no durmió bien. A la mañana siguiente salió, enseguida apareció María. -¿Nos vamos? -Nos vamos.

Lesiones

Tardaron tres días en volver. Mikel no podía hacer fuerza con una pierna porque le sangraba y los ex-esclavos estaban realmente malnutridos. Por suerte tenían ayuda, comida y conocían los lugares, por lo que podían parar a descansar en pueblos y aprovechar las camas de las casas.

Al llegar a destino, Mikel llevó a todos al hospital de campaña. Debido a la cantidad de gente que llegó, hubo una llamada a todo aquel con conocimientos de medicina para ayudar. Los médicos hicieron un triaje de todos los que llegaron y los clasificaron por gravedad y por tipos de soluciones. Los que necesitaban atención médica o no estaba claro lo que tenían, los pusieron en una sala a la espera de que los médicos terminaran los triajes. Los que tenían simplemente cortes o deshidratación, los pasaron con los que estaban aprendiendo o con el personal de enfermería. A Mikel lo atendió un médico. -Qué de gente ayudando. -dijo Mikel. -Sí, es lo bueno de este sistema. Hay mucha gente que viene a aprender cosas básicas de medicina y nos sirven para hacer curas o ayudar a hidratar. Alguno está aprendiendo mucho y terminará por convertirse en médico. -¿Ah sí? Qué suerte. -Bueno, así funciona. Aunque ya no tengamos facultades de medicina, tiene que haber médicos. Mira tu hija, se le da genial y muestra interés. -¿Mi hija Uxue está aquí? Pero si tiene solo diecisiete años. -Ya, lo de los dieciocho años para entrar en la carreta ya terminó. -Ah, claro, tiene todo el sentido del mundo. -dijo Mikel sintiéndose un mal padre por no saber ni lo que estaba aprendiendo su hija. -Tienes el brazo roto. Una rotura bastante limpia además. Lo demás está bien. Las heridas no están infectadas. Mantenlas limpias y terminarán siendo solo una cicatriz. -Una más. -Sí, vas servido. Oye Mikel ¿Te duele o puedes aguantar? A lo mejor Uxue podría ayudarme a escayolarte el brazo. -No, aguanto bien. Pero déjala, que tiene mucho curro. -No, si yo la dejo trabajar. El que va a tener que esperar eres tú. Seguro que a ella también le hace ilusión curarte. -Ah, vale, entonces sí.

Mikel esperó varias horas para ser atendido por su propia hija. Mientras esperaba vió a Amaia sentada y curando heridas. -Mira como sigue ayudando en todo lo posible, aunque ella seguramente se pasará coja el resto de su vida. -dijo Mikel entre dientes.-Tenía que haber ido con ella, ahora no estaría así ¡MIERDA! -¿Qué mascullas? -le dijo Uxue. -¡Ah, kaixo maitia! -¿Has avisado a ama de que has vuelto? Yo creo que no sales vivo de esta. -¿Eh? -Te has ido sin avisar. Está muy preocupada. -¿En serio? -Joder. De verdad se te ha olvidado vivir en familia ¿no? -Esa lengua, no digas palabrotas. -Pon el brazo, anda. Así practico a poner escayolas antes de que ama te mate. -¿Estará muy enfadada? Igual tenía que haberla avisado. -Es un mínimo, sí.

El médico que había atendido a Mikel se pasó a supervisar, pero no dijo nada y dejó hacer a Uxue. -No te ha corregido. -Ya. -Eso es que lo haces muy bien. -Supongo. Ya he puesto muchas escayolas. -¿Cuanto tiempo llevas haciendo esto? -Empecé justo después de llegar. Estábamos sanos y ví que, aunque sobraban médicos, no había nadie aprendiendo medicina. Pregunté y me ayudaron muchísimo desde el primer día. -Sí, así se planteó en el referendum. -Sí, nosotros todavía no habíamos llegado. Me gusta el sistema. -¿De verdad? -Sí. Y ya me han contado que fuiste el impulsor. Que diste un mitin increíble, que todo el mundo te aplaudió y tal y cual. -¿Yo hice eso? -Supongo que las historias van cambiando con el tiempo ¿no? -Sí, supongo. Un día de estos te cuento lo que pasó. Pero que sepas que me engañaron. -¿Te engañaron para que te convirtieras en el lider espiritual del pueblo? -Es nuestro Lenin, jijiji... -dijo Julio mientras se acercaba. -¿Lenin? ¿El comunista?– preguntó Mikel. -No sé quién es. -dijo Uxue. -¿No lo aprendiste en el instituto? Oh, no, claro. No fuiste al instituto. Jijiji... -dijo Julio. -Mira Uxue, este es el hombre que me engañó para que soltara el rollo en la tarima. -Hola Julio. -dijo Uxue. -¿Le conoces? -preguntó Mikel. -Sí claro. -Tenía curiosidad por conocer a tu familia. -dijo Julio.-Me caen bien. -No les líes, te lo advierto. -dijo Mikel. -Oh, no, no. Solo venía a ver como estás. Otro día hablamos de liarte. Ahora descansa.

Y se fue. Entonces apareció Izaro corriendo. Abrazó a Mikel llorando. -¡ESTÁS VIVO! -Está bien, ama. Solo un brazo roto. No le quedarán secuelas. -¡CAPULLO! -dijo Izaro y golpeó a Mikel en la pierna donde tenía la herida. -¡AY! -gritó Mikel por el dolor. -¡Y MÁS AY QUE VAS A DECIR COMO TE VUELVAS A ESCAPAR SIN AVISAR A LA FAMILIA!

En medio de la bronca, Mikel vió a Amaia riéndose a lo lejos. Sonrió. -¡PERO NO TE RÍAS CACHO CABRÓN, QUE HEMOS ESTADO MUY PREOCUPADOS! -Izaro, Izaro maitia. Déjame explicarte. -¡NI EXPLICARTE NI LECHES, QUE ME TIENES CONTENTA! -Izaro por favor. -¡QUÉ! -Me voy a ir. -¿QUÉ? ¡NO! -Escucha. -¡QUE NO! -Hay mucha gente en la cordillera cantábrica. Hay que salvarlos. -¡PUES QUE VAYA OTRO! -No pueden, nadie más está preparado. Solo Amaia podía y ahora está coja. -¡QUE NO! -Izaro, maitia. Lo siento de verdad. Pero hay gente viva que necesita nuestra ayuda. Y tengo que ayudarla. -¿¡PERO CUANTO TIEMPO!? -Posiblemente tardaré años. -¡QUE NO!

La discusión era interminable. Mikel había tomado la decisión y no se iba a echar atrás. Izaro no lo iba a aceptar nunca. Al final les echaron del hospital de campaña por la escandalera que estaban montando. Por supuesto, la discusión siguió en casa. -Izaro, Mikel tiene razón. -dijo Txomin. -Gracias Txomin. -dijo Mikel. -¡NI DE COÑA! ¡TE HEMOS PERDIDO DURANTE DEMASIADOS AÑOS, NO TE PUEDES VOLVER A IR! -A ver maitia. Tengo más de cuarenta años. Solo queda una oportunidad de salvar a esta gente. Con cincuenta años seguro que estaré retirado por pura y simple incapacidad. -¿Y? -Que hay personas vivas a las que debemos salvar. Ya somos varios miles de personas aquí. Iremos a la ribera navarra y plantaremos un campamento. Y luego hay que llegar hasta el delta del Ebro. -¿Y ESO QUÉ TIENE QUE VER? -Que vamos a abandonar Donosti. Hay que salvar a la gente antes de que eso pase. Y antes de que yo sea demasiado viejo. Si no, todos ellos morirán. -¡PUES QUE LO HAGA OTRO! -¿Y quién lo va a hacer? No hay nadie preparado. -Yo lo haré. -dijo Ainara. -Posiblemente, dentro de unos años. Pero hasta entonces mucha de esta gente morirá. No podemos permitirlo. -¡Pero tú eres... tú eres...! -Ya lo sé Izaro. Ya lo sé. Pero tienes mucha familia aquí. Debes seguir. Y yo volveré. -¿Y si no vuelves? -Lo haré. -No lo sabes. Tú mismo me dijiste que eras un suicida con mala suerte. -Esa frase es mía. -dijo Amaia cortando la conversación.-Mikel tiene razón. Yo ya no sirvo para nada y no hay nadie más preparado. Dani tiene buena voluntad pero no es capaz. Y no lo va a estar. -¿Y yo? -dijo Ainara. -A tí te entrenaremos Ekhi y yo. En unos años estarás preparada, pero aún no lo estás. -dijo Amaia. -Yo también creo que debe irse. -dijo Nerea. -Y yo. -dijo Unai. -¡No, pero... NO! -dijo Izaro. -Lo siento maitia, es lo lógico. Hay vidas que salvar. -¿Cuanta gente quedará en el mundo? -dijo Txomin, dando por terminada la discusión. -No lo sé. Unos pocos millones, si hay suerte. -dijo Nerea reafirmando. -Éramos más de siete mil millones. -dijo Txomin. -¿Queda uno de cada mil? uffff... qué duro. -dijo Nerea. -No tenemos ni idea. Lo que sabemos es que si no salvamos a los del cantábrico, muchos morirán. -zanjó Mikel. -No te vayas Mikel, por favor. No puedo perderte otra vez. -suplicó Izaro. -Piensa que me voy de viaje de negocios. Como cuando me fui a Argelia a poner placas solares ¿te acuerdas? Me pasé semanas fuera con Uxue recién nacida. -Sí, Uxue casi sale volando por la ventana. -dijo Izaro. -¡AMA! -gritó Uxue. -¡JAJAJAJAJA! Es una sensación que hemos tenido todos los padres, por suerte no lo hacemos. -le dijo Nerea a Uxue. -¡OYE! -dijeron Ainara y Unai. -¡JAJAJAJAJA! -Mikel se reía. Estaba triste por abandonar a su familia, pero feliz al ver que cada vez estaba más integrado en ella. Poco a poco.

Unos días después, Mikel fue a ver a Julio. -Oye. -¡Hombre, el heroe lisiado! jijiji... -dijo Julio. -El otro día viniste a verme al hospital. -Sí. -¿Por qué? -Una visita de cortesía. -No me lo creo. -En serio. -Que no me lo creo. -Vale, vale. No eres tan zopenco como crees ¿sabes? -Menos coba. -Tenemos un nuevo referendum. -¿Ah sí? -Sí. -Y me necesitas para conseguir tus objetivos. -No, no. No es eso. El referndum es para decidir como hacer el paso a la ribera navarra. -¿Eh? -Muchos no se quieren ir. -Es lógico. -Sí, pero aquí tenemos escasez de comida, de sitio... Cuanta más gente viene, más problemas. -Ya. -Mi idea es crear un grupo polivalente para preparar el terreno. Limpiar maleza, preparar viviendas, acondicionar tierra de cultivo, capturar animales... -Es un buen plan. -Y luego ir enviando grupos poco a poco. Ir ampliando tierras de labranza, etc. -¿Y yo qué pinto aquí? -Me encantaría mandarte, eres el mejor de los “polivalentes”. Pero ya sé que te vas de turismo. -¿Ya lo sabes? -Lo sé todo, querido. -¿Entonces? -Necesito que me apoyes. -¿Hay otro plan? -Hay una serie de personas que prefieren que todo el mundo se quede aquí. -¿Tu idea es vaciar Donosti? -Sí. -Oye ¿Y mantener ambos sitios activos? Y que ambos pueblos colaboren. -Ya lo he pensado, pero me da miedo que se generen tensiones entre pueblos. -Bueno. Ese es tu trabajo ¿no? -¿Me estás insinuando que prepare un sistema de comercio justo entre dos pueblos? -No, te estoy diciendo que prepares un sistema de comercio justo sin dinero entre dos pueblos y que pueda crecer a más pueblos. -¿A más pueblos? Esto se pone interesante, jijiji... -La cordillera cantábrica tiene montes más bajos y más zonas llanas para vivir en la situación actual. -Es decir, que crees que encontrarás a más gente viva que en el pirineo. -Sí, eso creo. Y cuanto más grande es un pueblo, más dificil es controlarlo. Mi idea es que los pueblos sean siempre pequeños. -Mmm... déjame pensar sobre ello. Si tenemos muchos pueblos pequeños con comercio justo, cada pueblo debería tener lo más básico cubierto y apoyarse en otros para otras mejoras. Y tener un excedente por si algún pueblo hermano sufre algún problema. -Eehhh... ¿sí? -a Mikel ya se le escapaba la idea. -Tenemos radios de corto alcance, podríamos comunicarnos con soltura entre pueblos. Mmm... un sistema parecido al telégrafo, con saltos intermedios. -¿Eh? -Calla, estoy pensando. Si es el Ebro, podríamos navegarlo para transportar mercancias pesadas, aunque habría que investigar el tipo de barcos que necesitaríamos. El Ebro no es el Guadalquivir. –... -Y subir por los afluentes hacia el pirineo para tener acceso a otros bienes o para el pastoreo. -Eh... -Y podríamos incluso rotar a personas entre distintos pueblos, evitando la endogamia y fomentando la hermandad entre pueblos. Una especie de mini-erasmus. -¿Así piensas? -Así en frío. Si me das tiempo me hago un mapa completo de como debería funcionar el mundo. -Jo-der. -Tengo mucho que pensar, me voy ¡IKER! ¿donde estás? -dijo Julio mientras se alejaba en busca de Iker. -¿Y el referendum? -Ya no te necesito. Todo el mundo estará de acuerdo.

Pasaban los días y Mikel mejoraba del brazo. Ya ni se acordaba de las heridas. Izaro iba aceptando que Mikel iba a partir otra vez y los niños cada vez le entendían mejor. Pero Amaia no mejoraba. Hacía rehabilitación, descanso y lo que hiciera falta. No mejoraba nada. Eso significaba que los tendones estaban rotos.

El referendum fue como la seda. Ya que Julio había preparado el terreno. Dió la sensación de que Julio había perdido el referendum y que cada uno haría lo que quisiera. Solo Iker y Mikel sabían que eso era exactamente lo que Julio quería. Mikel se fijo en que no había ningún colaborador de Borja. Preguntó y le dijeron que se fueron todos juntos al destierro. Creían que andaban por Álava, pero tampoco lo sabían a ciencia cierta.

Llegó el invierno. Mikel ya estaba curado y se puso a entrenar fuerte para llegar bien a la primavera. En primavera partía. Empezó a ir con unos leñadores a cortar árboles para coger fuerza, por mucho que la entrenadora personal le dijera que no lo hiciera. Quería entrenar mientras era útil para la comunidad. Cuando no estaba cortando árboles, estaba entrenando con Ainara o pasando el tiempo con la familia. Uxue le enseñó cosas de medicina que le podían venir bien.

Llegó la primavera. Estaba preparado. -Suerte Mikel. Más te vale volver. -le dijo Amaia. -Volveré. -Como no vuelvas voy a buscarte con muletas y te traigo a rastras. -Ya te gustaría. -Pues sí. Me curaré y la próxima vez vamos juntos ¿vale? -Amaia... -¡ME CURARÉ! -Vale, vale...

Fue a ver a la familia. -¿No quieres recapacitar? -dijo Izaro. -Al menos haz como hacía Amaia, ir y volver cada poco tiempo. -dijo Txomin. -No, no puedo. Tengo que limpiar todo y salvar a mucha gente. Tengo prisa. -Pero es la última vez que vas. -dijo Izaro. -Sí, la última. No creo que mi cuerpo aguante otra más. -Aunque aguante. -cortó Uxue.– agur aita. -¿Me has llamado aita? -dijo Mikel con una sonrisa. -Eres mi padre ¿no? ¿O tenéis algo que contarme? -¡JAJAJAJAJA! No, no. Seguro que soy tu aita.

Se dieron un gran abrazo en familia. Xabi se unió el último. Seguía sin reconocerlo como su padre. -Cuando vuelva me pasaré más tiempo con todos. Sobre todo contigo, Xabi. –...sí, claro. -dijo Xabi. No le gustaba mucho la idea.

Cogió la bicicleta y partió en busca de supervivientes mientras él mismo se volvía a convertir en un superviviente.

Muerte

Antes del anochecer ya había llegado al destino. Dejó la bicicleta tras unos matorrales y se movió despacio hasta que encontró el pueblo esclavista. Allí estaban, portando antorchas y obligando a los esclavos a meterse en una especie de barracones mal hechos. Quería atacar de noche, pero estaba cansado después de tantos kilómetros en bicicleta. Además, le faltaba información. Se quedó a observar a ver donde se metía cada esclavista.

Esperó hasta bien entrada la noche y se acercó al pueblo en sigilo. Por suerte había traído el camuflaje de Ekhi y pudo moverse sin problemas. No encontró nada importante, pero se hizo un mapa de como era el terreno, de situaciones de ventaja/desventaja posibles y demás. “La información es poder”, pensó recordando a Julio. Y se fue a dormir a un bosque cercano, subido a un arbol. No pensaba arriesgarse ni a montar tienda de campaña.

A la mañana siguiente se acercó de nuevo al poblado, a observar. Allí había doce esclavistas y más de 50 esclavos. Según lo que sabía, si Mikel atacaba, era muy probable que los esclavos le ayudaran. Pero doce esclavistas eran pocos. Suponía que alguno seguía dormido, aunque podía ser que los esclavos hubieran matado a más esclavistas en la pelea anterior.

Ya había decidido por donde atacar. Se colocó en posición y esperó “dos flechazos, saco wakizashi y mato otros dos, saco puñal y pelea a dos armas hasta que pierda una. Termino con los seis kunais. Tengo que matar a un mínimo de dos personas con la katana y el puñal si quiero tener posibilidades. Si no salen muchos de dentro de las cabañas, se puede”.

Cogió el arco, le puso una flecha, dejó otras 5 flechas cerca por si acaso. Necesitaba que los enemigos estuvieran dispersos. Atacaría a uno lejano, dispararía una segunda flecha y, si eran muy lentos reaccionando, una tercera. Más era imposible.

Al rato salieron otros cinco esclavistas de las cabañas. Demasiados. Pero no había otro plan posible. Esperó al momento adecuado.

Vió que era el momento cuando vió a todos bastante separados unos de otros. Había dos juntos cerca de los esclavistas, mataría a uno de los dos con la primera flecha. Así alertaba a los esclavos al mismo tiempo que empezaba la matanza. Tensó el arco, disparó y acertó en el cuello. Cogió otra flecha y rápidamente disparó a otro que estaba lejos. No había tiempo para más, tenía a uno encima.

Esquivó un garrotazo mientras sacaba la Wakizashi. Con el mismo movimiento de brazo, acertó en el hombro del otro hombre, desarmándolo y dejándole el brazo colgando sin vida. Siguiente espadazo en el suello y al suelo. “Golpes mortales, que desarmen o impedir que se muevan, Mikel”, se dijo a sí mismo. Era la hora de demostrar que Ekhi le había enseñado bien.

El siguiente llegó solo, así que le soltó un estoque al cuello. No pudo ni intentar atacar. Mikel sacó el cuchillo de su espalda. Los esclavistas se había agrupado y atacaban varios a la vez.

Esquiva, defensa con Wakizashi y pinchar con el cuchillo. Uno al suelo. Esquiva, defensa con Wakizashi y pinchar con el cuchillo. Dos al suelo. Un ataque por la izquierda, defensa con el cuchillo y atacar con Wakizashi “¡Mierda! se ha atascado en su craneo”. Cogió un kunai para seguir a dos armas.

Mikel dió un salto atrás y se hizo un mapa. Le quedaban ocho esclavistas delante, tenía seis kunais y el cuchillo. Al fondo los esclavos se habían sublevado, pero poco podían hacer famélicos como estaban. Por lo menos entretenían a seis esclavistas. “Un momento ¿seis? Me he cargado ya a siete, aquí hay ocho y allí seis ¿veintiuno? Demasiados”. Por suerte, se notaba que ninguno tenía formación en el uso de armas.

Los ocho esclavistas estaban asustados y agrupados. Pero ninguno se atrevía a atacar. Eso le dió tiempo a Mikel a mirar a los lados. A su izquierda alguno de los enemigos había soltado un hacha. Era una oportunidad. Lanzó un kunai, saltó a un lado en el mismo momento en el que el kunai atravesaba un ojo y cogió el hacha del suelo. “Quedan siete, cinco kunais, un cuchillo y un hacha. Mejor que antes”. No hubo tiempo de más, le atacaron en grupo.

Mikel corrió de lado, no podía permitir que le rodearan. Se acercó al de más a la derecha, hachazo al hombro, agarcharse para esquivar a otro esclavista y rajar los tendones de la rodilla del primero. Le rozó un cuchillo en el antebrazo, pero nada grave. Quedaban seis esclavistas y ocho armas.

Los esclavistas pararon otra vez, pero esta vez a Mikel no le interesaba. Lanzó el hacha y acertó en el craneo de uno. Cogió un kunai y saltó contra ellos, clavando un kunai en el cuello de uno y otro a la altura de la boca del estómago del otro. Mal, la boca del estómago no impide que ataque. Sacar kunai, salto atrás, comprobar estado y deslizarse rápido. Esta vez sí. Kunai clavado hacia arriba, directo al corazón.

Quedaban cuatro y tenía 5 kunais. Lanzó uno, al cuello. Otro, a otro cuello. Los dos que quedaban empezaron a huir, pero vieron que de los otros seis esclavistas quedaban cinco en pie y que estos habían parado la rebelión. Se agruparon y volvieron, pero dieron tiempo a Mikel a recuperar kunais. Fue corriendo hasta la Wakizashi, le pisó la cabeza al cadaver y sacó la espada. Se escuchó un crujido del hueso quebrándose.

Los esclavistas se quedaron quietos, estaban realmente asustados “¡SON ABSOLUTAMENTE NOVATOS!” pensó Mikel.

Se fue acercando al lugar donde había dejado el arco, mirándoles. Ninguno se daba cuenta de que allí había un arco. Cuando estuvo justo encima del arco, se agachó, cogió el arco, una flecha y disparó, ¡bingo! Le daba tiempo a otra más. Y si seguían así de bloqueados, a una tercera. Disparó y acertó. Quedaban cinco. No atacaban, no huían. Otro disparo, otro muerto.

Los cuatro que quedaban atacaron a lo loco, los tres juntos. Volvió a disparar y acertó, pero esta vez fue un error. Tenía a los tres últimos demasiado cerca. Recibió porrazo directo en el brazo izquierdo. Posiblemente se lo había roto.

Rodó por el suelo, se levantó con la inercia y se quedó frente a ellos. Cogió un kunai con su mano derecha y lo lanzó, en el hombro “¡MAL! ¡NO FALLES MIKEL!”, no podía permitirse ni un fallo si ya le faltaba un brazo.

Cogió otro kunai, le quedaban dos en ese lado del pantalón. No podía coger rápidamente los del otro lado. Aún así, se lo lanzó al mismo de antes, “AHORA SÍ, EN EL CUELLO”. Quedaban dos, pero estaban muy cerca y solo podía coger un kunai. No podía perderlo lanzándolo.

Detrás de él había una antigua valla que le impedía moverse con tranquilidad, solo podía esquivar a los lados. Era un problema teniendo solo un brazo habil.

Uno de los dos tenía un cuchillo, el otro un bate de baseball. El del bate se abalanzó, Mikel se agachó para esquivarlo y le clavó el kunai en el plexo solar, no lo puso sacar. Además, al levantarse notó un pinchazo en la pierna, el otro esclavista le había rajado. Demasiada desventaja, no tenía tiempo de coger un arma ni capacidad de esquiva. Estaba perdido.

En aquel momento vió una sombra. Esta golpeó en la cabeza del esclavista que quedaba y cayó emanando sangre. Era un esclavo, que había cogido una porra del suelo y le había ayudado. -Gracias. -dijo Mikel. -¿Acabas de cepillarte a diecinueve personas para salvarnos la vida y me das las gracias? -Me acabas de salvar la vida tú a mí. Así que claro que te doy las gracias. Por cierto, soy Mikel, encantado. -Miguel. -¿Me ayudas hasta la mochila? Tengo que coserme las heridas. -Eres duro. -No quiero desangrarme por esta amena conversación.

La herida de la pierna y del antebrazo eran superficiales, se las vendó y lo dió por bueno. Utilizó una camisa de un esclavista muerto para hacerse un cabestrillo. Ya estaba listo. -Bueno, más o menos estoy sano ¿qué tal vosotros? -Estamos todos malnutridos y deshidratados. -¿Por lo demás bien? -¿Te parece poco? -Me refiero a heridas y tal. -No, bien, bien. -Hace un tiempo hubo otra revuelta ¿No os quedan secuelas de aquello? -¿Eres amigo de la rubia? Eso explica muchas cosas ¿sigue viva? -Sí. Tiene la rodilla jodida, lo demás bien. -Me alegro. -¿De aquella revuelta no quedan secuelas? -Si nos alzábamos nos pegaban con cuidado. Y mataban a alguno como escarmiento, pero a la mayoría nos mantenían sanos para que pudiéramos trabajar. -Golpes sí, huesos rotos no. Entiendo ¿Qué vais a hacer? Tengo un sitio. -¿Sitio? -Hay una comunidad en Donosti. Vivimos todos en igualdad. Cada uno ayuda todo lo que puede a la comunidad. Sin jefes, sin esclavos, sin hambre... También tenemos médicos. -Joder, parece el paraíso. -Supongo que es lo más parecido al paraíso en el mundo actual. -¿Videoconsolas tenéis? -dijo Miguel sonriendo. -No nos quedan existencias. -rió Mikel.

Se pasaron un par de días comiendo y bebiendo, para recuperar fuerzas. Luego cada uno hizo un pequeño equipaje y fueron a Santander a por bicicletas para todos. Empezaron el camino de vuelta y se encontraron a Dani acompañado de otras dos personas. -¿Pero a donde vais? -dijo Mikel sonriendo. -¿Sigues vivo? Íbamos a salvarte. -Ningún problema, todo bien. -dijo Mikel mientras iba en bicicleta a una mano porque tenía el otro brazo en cabestrillo.– ¿volvemos?

Y volvieron todos juntos.

Vuelta a la rutina

Amaia se había ido y Mikel sentía que le faltaba algo. Izaro se quedó con él durante horas y le apoyó todo lo posible. A ambos se les hacía raro estar juntos, pero mirándola a los ojos recordaba por qué la quería tanto.

Al día siguiente, Izaro y Mikel fueron a pasear hacia Ulía. Desde allí había vistas a la ciudad, la preciosa ciudad de Donosti estaba abandonada pero aún era espectacular. Se sentaron en la ladera a mirar. -¿Que tal Mikel? ¿Sigues echando de menos a Amaia? -Es como si me faltara un miembro. La busco sin querer. -Es normal, has compartido mucho con ella. -Te repito que no nos acostamos. -Ya, ya. No lo decía por eso. -Por si acaso. -Oye, hablando de eso... -¿Me vas a decir que te has acostado con Txomin? -¿Eh? No. Bueno, sí. Pero no te quería decir eso. -¿Eh? -No soy de piedra ¿sabes? -No, si no te lo puedo reprochar. Me parece normal. Son muchos años. -Mira, a nuestra edad en una relación abierta. -Tócate los cojones mariloli. -¡jajajaja! -¿Entonces de qué me quería hablar? -Pues eso, que no soy de piedra. -¿Quieres que echemos un polvo? -Sí. -¿Ahora? -Sí. -¿Aquí? -¡Que sí! ¿Pero qué problema tienes? -No, no, ninguno. Es que todavía no estoy bien... -Nunca te había visto ponerme excusas para no follar. -No es que no quiera, es que... -¿Pero qué coño te pasa? ¿No tienes ganas? -Sí, sí, pero... -¿Pero? -Tengo que enseñarte una cosa. -¿El qué? -Te conté que me torturaron. -Ah, cicatrices. -Sí. -No me importan. -No las has visto, siempre me tapo. -Ya, pero no me importan.

Mikel se quitó la camiseta. Izaro reprimió una mueca de asco. -¿Ves? Y las piernas igual. -¿Y la polla? -No, la polla bien. -Pues ven aquí.

Hicieron el amor. Fue tenso, frío y rápido. Mikel se dió cuenta de que Izaro no abrió los ojos en todo el tiempo, que no le acarició más que la espalda y los genitales. Lo entendía, no dijo nada.

Los días pasaban y la situación con su familia no mejoraba. Los adultos intentaban meterlo en la normalidad, a los adolescentes no les salía natural pero lo intentaban. El gran problema era Xabi, que no le conocía y le miraba con recelo. Mikel no le culpaba. De todas formas, se notaba que entre ellos tenían automatismos, complicidad y rutinas. Todas esas cosas no se cumplían en cuanto él estaba en medio. Si, por ejemplo, decidían poner la mesa para cenar, cualquier cosa que intentaba hacer Mikel era un problema y se chocaba con alguien que iba a por eso mismo, porque “eso siempre lo hago yo”.

En la cama las cosas no mejoraban mucho. También faltaba complicidad. Izaro estaba más a gusto si Mikel se dejaba la camiseta puesta y estaban sin ningún tipo de luz. Mikel no dijo nada ¿para qué? Sus cicatrices daban asco y eso no se solucionaba hablando.

Llegó un momento en el que se sentía más cómodo yéndose a hablar con Julio, Iker y, sobre todo Ekhi. -Julio, cuéntame como van las cosas. -Oh, muy bien. -¿Y ya está? -Sí, todo va bien ¿para qué quieres que alargue la historia? ¿Estás huyendo de algo? jijiji... -Vete a la mierda, sabiondillo. -Cada uno tenemos nuestro cometido aquí, Mikel. El mío es enterarme de todo. -Eres la maruja del asentamiento. -Sí, claro. La información es poder. -¿Eh? -¿Donde estás más seguro en el bosque? ¿En zona conocida o en zona desconocida? -En zona conocida, claro. -Porque tienes información de lo que hay, donde esconderte, por donde huir, donde conseguir comida... -Claro. -Pues aquí igual. Si quiero que todo vaya bien, me tengo que enterar de si algún otro Borja tiene planes de liarla. -¿Y ya está? -¿Te parece poco? Pero no, ya está no. Si alguien está enfermo y no lo quiere decir, yo consigo que un médico le visite “por casualidad”. O si alguien tiene conocimientos que no aprovechamos, yo intento que se aprovechen. -Manipulas. -Llámalo como quieras, tenemos que sobrevivir todos en igualdad y harmonía. Cada uno cumple su función en esto. -Pero tú no trabajas para la harmonía, manipulas. -La única diferencia entre Jaime, que es pescador, y yo, es el conocimiento. Él pesca y ya está. No se da cuenta de cuanto vale su pescado. Yo sí. -No me gusta. -Mira Mikel. Sabes que te aprecio muchísimo, pero déjame hacer esto ¿vale? -Quiero que me lo expliques para que lo entienda. -Vale, así en plan básico. Estamos en el neolítico. Tribus pequeñas que consiguen sobrevivir. En aquel entonces hubo una estructura jerárquica, un jefe de la tribu y tal. -Sí, vale. -Eso fue avanzando con los años, con el bienestar. -Aham. -Vayamos al siguiente nivel. Egipto. -Vale. -Tienen tanto bienestar que la población crece. Empiezan a tener tiempo para las artes, aprenden a escribir, etc. -Vale. -Pero el que era jefe de la tribu quiere ser más poderoso. -Sí. -Y se crea el ejército, con sus jefes. -Ya ¿puedes acortar? -Cuanto más grande la población, más diferencia entre poderosos y no poderosos. Eso es lo que quiero evitar en esta nueva oportunidad. -¿Oportunidad? -Llámalo como quieras. En este momento de la historia nos hemos fundido todo lo aprendido. Imperios, feudalismo, capitalismo... Todo eso no vale nada. Empezamos de cero. -Vale. Y no quieres que la humanidad vuelva a pasar por esas etapas. -Eso es. -No lo vas a conseguir. -No lo sabemos. Realmente ni siquiera sabemos si en la costa azul hay una población mayor a la nuestra. -Eso sería genial. -Si su población es mayor y deciden emplear la fuerza, nos convertiremos en sus esclavos. -Ya. -Lo digo por como ha sido durante la historia. -Joder, qué complicado. -Por eso tengo que manipular y enseñar a Iker a hacer mi trabajo cuando no esté. Debemos ser muchos y debemos estar convencidos de que es mejor este sistema igualitario. -Sin ricos ni pobres. -Cuando vayamos a la rivera, que no falta mucho, habrá más comida, animales... Tendremos más tiempo libre. -Ya. Y para entonces quieres que todo esté definido para que a nadie se le ocurra ser el jefe de la tribu. -Más bien, que si a alguien se le ocurre ser el jefe de la tribu, al resto le parezca mal y le expulsen del pueblo. -Vale, vale.

Días después, hablando con Ekhi, este le dijo. -Tienes que hacer deporte. -¿Eh? Estoy bien. -No, tienes que estar en forma. -No estoy a tope, pero tampoco estoy tan flojo. -¿Y si nos atacan? -Los robots están lejos. -Pueden caer nuevas vainas. O que unos robots lejanos se acerquen. Te necesito en forma. Eres nuestra única oportunidad. -Igual tienes razón. Mi trabajo es ese y debo estar preparado. -Habla con Lucía y Sandra. -¿quien? -Lucía es fisioterapeuta y Sandra es entrenadora personal. Quiero que estés a tope y luego vengas a entrenar armas.

Lucía y Sandra le mandaron a andar en bicicleta, a meterse en el río, a subir corriendo por el camino del funicular de Igueldo, hizo pilates, entrenamiento funcional... Y luego Lucía le daba masajes para relajar los músculos. En pocas semanas volvía a estar muy fuerte, posiblemente más que nunca.

Unas semanas después vinieron Amaia y Dani. Tenían mala cara. Mikel le dió espacio y, al día siguiente fue a donde ella. -¿Que tal? -Dani no vale. -¿Qué? -No aprende. Se asusta, se bloquea, no practica como si le fuese la vida en ello. -Dale tiempo, ya aprenderá. -No, es que le va la vida en ello y no lo entiende. Soy amable con él, pero no creo que funcione. -¿Pretendes irte sola? -No, no puedo. Debo tirar de él. Pero estamos yendo muy despacio. -¿Hasta donde habéis llegado? -Estamos a las afueras de Bilbo. -¿QUÉ? ¡Pero si ha pasado más de un mes! -Y todavía no hemos encontrado ninguna vaina. -Coño, claro. Hasta ahí está limpio. -Pues imagina cuando lleguemos a Santander. Vamos a tardar décadas en llegar a Galicia. -Iré contigo. -Que no pesao. Que tú te quedas a estar con tu familia. -No puedes ir tan lento. -Aprenderá o morirá en el intento. Por ahora creo que morirá. -¿Por qué crees que no aprende rápido? -Porque no ha sufrido como nosotros. -¿Tú crees? -Sabe que su familia está muerta pero no los vió morir ante sus ojos. Y no ha estado a punto de morir decenas de veces. -O sea, que le faltan traumas en la cabeza. -Puede ser. -Estar tan jodidos como lo estamos nosotros es lo que nos empuja a hacer esto ¿no? -Sí, creo que sí. -Busca a alguien así de jodido. -La mayoría han muerto. Si encuentro uno en algún asentamiento del camino a Galicia, me lo llevo. -Supongo que no hay otra. -Supongo que no.

Durante los días siguientes estuvo mucho tiempo con Amaia. Hablaron de todo, Mikel le ayudó con zonas de acampada, etc. Pero poco después se fueron otra vez. Mikel se volvía a sentir vacío.

Un día decidió ir a Alkiza, a ver a Luis. -Aupa. -¡Coño! ¡Aupa! -He venido de visita. A ver qué tal os va. -Bien, bien. Como ves, alguno del asentamiento se ha venido a vivir aquí. Más tranquilidad y tal. -Lo tenéis muy bien montado. -Es que realmente esto ya era muy rural. Hemos perdido la electricidad, los tractores y tal. Pero todo el resto... -¿Has conseguido algo más? -Estoy investigando formas de generar electricidad. -¿Qué has conseguido? -Sigo igual, lo ideal son 3.3v a 2A. He intentado poner generadores de 3.3v en paralelo para ver si consigo más potencia. -¿Y? -Nada. No hay manera de conseguir 6.6v con un amperaje decente. -¿Y ya está? -No, no. Pero sí es verdad que he perdido muchos días intentando conseguir más voltaje. -¿Qué más tienes? -Tengo sistemas de regadío automático, sensores de presencia, dispensadores de comida para gallinas... Cositas. -Eso está muy bien. -Sí, nos facilitará la vida. Pero quiero hacer cosas grandes y no sé como. -¿Cosas grandes? -Moler trigo, por ejemplo. -¿Con electricidad? -Sí, claro. -¿Y con la fuerza del viento o del agua? Como se hacía antes, con molinos. -¡Ala! ¿Te creerás si te digo que no se me había pasado por la cabeza? -¡jajajajaja! Supongo que si eres carpintero, todo son clavos. -¡Es la hostia! -El problema es harar el campo. -Necesitamos animales. -Eso es. No tenemos otra. -Pero hay pocos. -En la llanura hay un montón. Como tampoco hay depredadores... -Esa es otra ¿te han molestado los lobos? -Los he visto y, sobre todo, oído. -¿Y no te han atacado? -Hay excedente de animales y pocos lobos, no pasan hambre. -Esa es una gran noticia ¿no crees? -Mucho. Oye, una cosa. -Dime. -Me han dicho que en breve nos iremos a la rivera ¿os vais a venir? -Sí, algo he oído. No sé qué haremos. Tenemos que hablarlo. -Aquí vivís muy bien. -Sí, pero tenemos Donosti cerca. -¿Y? -Que nos ayudamos mutuamente. Nosotros producimos demasiada comida, pero ellos nos dan acceso a medicina, educación y otras necesidades. -Ah, claro. -Veremos.

Mikel volvió a casa dando un rodeo con la bicicleta. Puso la excusa de que necesitaba entrenar, pero nadie le preguntó ¿Realmente no era más que una molestia en su familia?

Días después, Ainara fue a buscar a Mikel. -Kaixo... aita. -Kaixo Ainara ¿te pasa algo? -No, no, nada. -¿Entonces? -Es que... -¿Quieres pedirme algo? -Sí. Bueno, no. -Dime, anda. Que no pasa nada. -Enséñame a matar. -¿QUÉ? -Enséñame a hacer eso que haces tú. -¿Piensas que soy un asesino? -Sí. -Bueno, supongo que no vas desencaminada del todo. Pero ¿quieres saber qué hacía yo antes de aprender a hacerlo? -¿Eh? -Que yo no iba matando gente a lo loco. Si quieres te cuento como era mi vida hasta que me reencontré con vosotros. -Sí por favor.

Mikel le contó como vivía. Sus noches bajo la lluvia o la nieve. Como cazaba, como se protegía del frío, etc. Ainara escuchaba sin pestañear. Luego le explicó como se fundían los robots, de noche. Intentó explicárselo para que lo sintiera, pero eso no era lo suyo. Daba igual, Ainara estaba imaginando como sería. Le asustaba pero le encantaba. Por último, le contó qué eran los asesinos, como actuaban y como acababa con ellos. -¡Eres un heroe, Mikel! -¡jajaja! ¿Ya no soy “...aita”? -Perdona, yo... -Que no pasa nada, joder. No soy tu padre, no merezco serlo. Intenté serlo durante un año y luego he estado años fuera de tu vida. No puedo pretender que ahora me quieras como a tu padre. -Pero los aitas dicen que... -Mira, vamos a hacer un trato. -Dime. -Tú me tratas con cariño, pero como te salga de dentro. Y a cambio yo te enseño técnicas de supervivencia y a disparar con el arco ¿de acuerdo? -¡SÍ!

Mikel y Ainara se empezaron a llevar cada vez mejor. Incluso Ainara le confesó que había un chico que le gustaba. Poco a poco se iba haciendo un vínculo entre ambos. Un día Ainara le sorprendió llamando “Osaba” a Mikel. -¿Osaba? -preguntó Nerea con curiosidad. -Sí ama. Mikel no es mi padre y no me sale llamarle aita. Pero le queremos mucho y creo que lo más lógico es que le llame “tío”.

La idea gustó y Unai adoptó el apodo. Sus hijos también le sonreían más, sobre todo Uxue. Ella no le iba a llamar “osaba” porque le crujía llamar así a su padre, pero entendía que esa era la relación que mantenían. A Mikel le alegró saber que poco a poco iba haciéndose un sitio en la familia. Él también había entendido que no sería nunca el padre de Uxue y Xabi, pero que podían quererse mucho. Mikel se adaptaría, siempre se adaptaba.

Tiempo después, Mikel estaba haciendo unas rutinas de entrenamiento en la playa de Ondarreta y escuchó a alguien gritar “¡SOCORRO!”. Subió corriendo a la carretera y vió a Dani junto con otro chico llevando una camilla en brazos. Gritó “¡AMAIA!” y fue a su encuentro.

Amaia estaba herida y había perdido el sentido. Vió que Dani y el otro chico estaban absolutamente agotados, así que la cogió en brazos y la llevó corriendo hasta el hospital. -¡UN HERIDO! -¿¡Qué le ha pasado!? -¡No lo sé, enseguida viene Dani y nos lo cuenta!

Los médicos la miraron y vieron que no había perdido demasiada sangre, sobreviviría. Empezaron a mirarla con más calma y encontraron una gran cantidad de cardenales por todo su cuerpo. Y sobre todo la rodilla derecha. La tenía hinchadísima. Entonces llegó Dani. Se sentó, le ofrecieron agua y él explicó. -Había un pueblo. -¡Sigue! -Tenían esclavos. Y yo... yo la cagué. -¡Cuéntanos qué le ha pasado! -Fui a enfrentarme a ellos cara a cara, sin pensar. Y Amai tuvo que venir a salvarme la vida. Al final, como vieron que ella era peligrosa y yo no, fueron todos a por ella. -¡QUE QUÉ LE HICIERON! -La golpearon y le metieron una cuchillada en la tripa. Yo... yo...

En estas apareció Grijalba. -Vale Dani. Tranquilo. Dinos la información que nos sirva para curarla ¿golpes en la cabeza, más cuchilladas? ¿cuchillo oxidado? ¿algo más? -No...creo que no. Le dieron un par de puñetazos en la cabeza, varias patadas. El cuchillo parecía estar limpio y también le dieron golpes con una porra. -¡PERO CUANTOS ERAN! -gritó Mikel. -Había más de 30. Amaia acabó con 5 y los esclavos se sublevaron. Por eso la dejaron en el suelo y yo aproveché para sacarla de allí. Este es Fran, era esclavo y escapó conmigo. -¡voy a matarlos a todos! ¡DONDE ESTÁN! -dijo Mikel con los ojos inyectados en sangre. -Mikel, cálmate. -dijo Grijalba. -No. -Dani, te ordeno que no le digas a Mikel donde ha sido. –...sí... señor. -¡Dani! ¡Te lo sacaré a hostias! -dijo Mikel.

Vinieron Txomin, Izaro y Nerea. Agarraron a Mikel y lo sacaron de allí. Estaba fuera de control. No le dejaron ir a verla durante días.

Cuando le dejaron ir, se la encontró consciente y sonriente. Aunque tenía toda la cara llena de cardenales. -Hola. -¿Estoy guapa? -Como siempre, mucho maquillaje para mi gusto. -Bien, bien... -¿Te duele? -Horrores, pero me pondré bien. -¿Qué dice el médico? -Le preocupa mucho la rodilla. La inflamación no baja. Ha dicho un montón de veces “QUIERO UNA PUTA RESONANCIA MAGNÉTICA” y “HARPAGOFITO COMO ANTIINFLAMATORIO ¿Y POR QUÉ NO UN POCO DE VUDÚ?” -Sí, algunos médicos no llevan bien la falta de herramientas modernas de medicina. -Y no me puedo quejar, parece que el harpagofito es una hierba de áfrica que crece en suelo arenoso. -¿Y como coño lo han conseguido? -Porque uno de los “médicos naturistas” que ha sobrevivido tenía en su casa. Ahora debe haber una pequeña plantación por ahí. -¿Y por qué no te ponen hielo como toda la vida? -Oh, porque no hay. -Ah, claro. -Me llevan al río dos veces al día y me sumergen en agua helada. -Qué alegría. -Sí, es un verdadero placer. -¿Te van a quedar secuelas? -No me lo quieren decir, pero supongo que me han reventado la rodilla. -¿No vas a poder andar? -Supongo que andaré con muletas el resto de mi vida. -NO JODAS. -Tranquilo, me adaptaré. -Oye, una cosa. -Dime. -¿Donde fue? -No te lo voy a decir. -¿Por? -Porque irás y los matarás a todos. -¿Por qué me conoces tanto? -Porque compartimos cerebro, idiota. -Pues dímelo. -No, en serio. Es por tí. Son muchos, es demasiado peligroso. -Estoy más preparado que nunca, he entrenado con una entrenadora personal y Ekhi me ha enseñado más cosas. -Me da igual, son demasiados. -Ok, ok.

Amaia se pasó semanas encamada, los médicos le confirmaron que creían que nunca volvería a andar normal. Aunque “no lo podemos saber con seguridad, ya que no tenemos las herramientas de diagnóstico adecuadas”. Amaia dijo que haría lo necesario para mejorar. Se puso en manos de Lucía, la fisioterapeuta, y empezó una rehabilitación sin ninguna expectativa de mejorar.

Mikel fue a hablar con Dani. -No te lo puedo decir, Mikel. -¿Por qué no? -Porque me lo ha ordenado el coronel. -No es coronel, es el jefe Grijalba. Ya no sois militares. -Pero... -Ni hostias. Se aprovecha de tus instintos militares para conseguir obediencia ciega. -Yo... -Mira Dani. Metiste la pata y lo sabes. El único que puede evitar que esos hijos de puta hagan daño soy yo y lo sabes. Déjame arreglarlo. -Yo... -Dime ¿tienen armas a distancia? -¿Arcos, hondas y cosas de esas? -Sí. -No, no tenían. -¿Armas cortantes? -Tienen un par de machetes o algo así. Y varios cuchillos pequeños. -¿Nada más? Es muy poco. -¿Te parece poco? -Teniendo en cuenta que pueden ir a una carnicería y coger cuchillos de carniero, sí. -Ah, cierto. Pues no vi más. -Ok. Ahora dime, ¿donde era? -Mikel, yo... -DÍ-ME-LO. –...al lado de Noja, tienen un campamento en los campos de aquella zona. -¿Llegando a Santander? ¿Noja, Ajo, Isla y todo eso? -Sí. -Bastante llano, buen sitio para cultivar, cerca hay bosques... No es mal sitio si no hay vainas cerca. -¿Qué vas a hacer? -Me voy. -¿Y yo qué digo? -Lo que quieras. Yo dentro de una hora ya no estaré aquí.

Mikel cogió la bicicleta y fue a hablar con Ainara. -Ainara, maitia. -Aupa osaba -dijo ella sonriendo. -Me voy. Díselo a la familia. -¿A donde? -A por los que han hecho eso a Amaia. -Voy contigo. -No. No estás preparada. Y será sangriento. -Pero no puedes ir solo. -Tengo más probabilidades si voy solo. Dile a la familia que les quiero más que a nada en el mundo. -¿Seguro? -Sí. Y dile lo mismo a Amaia ¿vale? -vale. -dijo Ainara sonriendo. -Eres la mejor. -le dijo Mikel dándole un abrazo. -Vuelve por favor. -Lo haré. Son tres o cuatro días y estaré de vuelta.

Mikel sabía que había pocas probabilidades de que volviera. Según le habían dicho, quedaban más de 20 esclavistas. No podía matar a tantos.

Cogió la bicicleta y se fue al refugio de Usurbil. Allí tenía preparada otra bicicleta y su mochila de supervivencia. Calculaba un día de camino, otro día de combate y, si sobrevivía, otro día de vuelta. Si necesitaba descansar, eran cuatro días.

Matar esclavistas era su próxima meta.

¿Qué es familia?

Mikel abrió los ojos. La luz le molestaba y no veía bien pero ahí estaba Amaia, a su lado con cara de alegría. Estaba más rellenita, se alegró.

¿Quién estaba a su lado? No lo veía bien, era una mujer. Sonreía mucho.

-¿Izaro? -¡MIKEL! ¡ESTÁS DESPIERTO! -No puede ser, estás muerta ¿estoy soñando? -¡No, no, no! ¡Mikel, maitia, mírame! ¡Soy Izaro, soy tu mujer!

Izaro le abrazó y ambos empezaron a llorar. Despues de muchísimo tiempo llorando abrió los ojos y vió que Amaia no estaba. Enseguida apareció, le acompañaban Txomin e Nerea, que estaban muy cambiados. Les acompañaban tres adolescentes y un niño de unos nueve o diez años, suponía que eran Uxue, Unai, Ainara y el pequeño Xabi.

Amaia se quedó en un discreto segundo plano, sonriendo. Uxue abrazó a su padre con amor pero de forma dubitativa, Xabi agarraba la mano de Nerea y no se acercaba. Luego vinieron Unai y Ainara, que le dieron un dulce beso en la mejilla y se alejaron. Para terminar Nerea y Txomin le dieron un gran abrazo y le dijeron “la familia está bien, todos estamos bien ahora que te vemos vivo”.

Llegó un médico y pidió a todo el mundo que se fuera un rato, que necesitaba comprobar como estaba. Todo el mundo se fue menos Amaia. -¿Eh? ¿Tú no te vas? -dijo Mikel, con los ojos llorosos. -Oh, no. Esto era una pequeña excusa. Necesitaba hablar contigo y sabía que si era por tí te pasarías el resto de tu vida mirando a tu familia con ojos llorosos. Nenaza. -¡Pero diles que vengan! -dijo Mikel. -No, espera. Mientras el doctor vé como estás, hablamos. Quiero contártelo yo, que luego seguramente nos veremos poco. -A ver, suéltalo. -Llegué aquí, hablé con Julio, Iker y el jefe Grijalba. Me pusieron al día de como van las cosas y les informé de lo que habíamos hecho. Entonces me dijeron que tu familia estaba aquí. -¿Qué pasó? -Que Iker, Julio y Grijalba están con los preparativos... jejejeje... ya sé que quieres saber qué pasó con tu familia. Pero me encanta verte así, tan vulnerable. Nenaza. -¡Pero dime! -Ok, ok. Fui a ver a Izaro, al principio no me reconoció porque estaba en los putos huesos. Hablé con ella y fui a ver al resto. -¿No conocías a Txomin e Nerea? -De vista, eran viejos para mí. -Ah, claro. Sigue. -Sí. Les expliqué donde estabas y lo que hacías. Que eres el puto superheroe de este cuento. Ya lo sabían y no les sorprendía. Me explicaron que, cuando vieron venir a los robots bajando por la pared salieron corriendo sin coger nada, que fueron a Zilbeti y que estuvieron unos pocos días allí escondidos. Que un día Nerea decidió volver a la cabaña y vió todo el rastro de pisadas de los robots, también vió que faltaba tu mochila de supervivencia y alguna cosilla más. Que sabían que estabas vivo y te buscaron durante días, pero no te encontraron. Al final tuvieron que seguir viviendo, esperaban que aparecieras por allí y como no lo hiciste pensaron que habías muerto. -¡Pero no debían volver! ¡Era muy peligroso! -Ya, eso les dije. Pero no lo sabían y no tenían otro sitio al que ir. -No se me había ni pasado por la cabeza que podían estar ahí. Hemos pasado tantas veces por al lado en estos años... -Ya, te pregunté una vez si querías ir a verlo ¿te acuerdas? -Sí. Y dije que no, porque solo servía para remover el dolor ¡Hubiera podido vivir con mi familia! -Ya, ya ¿sabes eso que me dices que no podemos culparnos por los errores pasados? Aplícate el cuento, majo. -Pero ¡ES MI FAMILIA! -No me grites, que no estoy acostumbrada. -Necesito salir de aquí. -No puedes. Estas deshidratado y malnutrido. -¿Y por qué no me ponen un gotero y me piro? -Porque han pasado muchos años y no quedan goteros. -Tómate este riquísimo brebaje con agua, sales, azúcares y miel. Te tienes que meter un par de litros al día. -¿Cuanto tiempo? -No sé, hasta que te recuperes. -Calculo que en tres o cuatro días estarás como para darte el alta, Mikel. -dijo el médico.– ahora me voy y hago pasar a tu familia ¿vale? -Sí, por favor. -dijo Mikel. -Ok. Yo me voy también. Estaré con Ekhi entrenando. -¿Entrenando? -Sí, en cuanto esté bien recuperada me voy hacia Cantabria. Ya sé que tú no vienes, pero las vainas no van a desaparecer solas. -¡No puedes ir sola! -Tú disfruta de tu familia, que ya has cumplido de sobra. Además, eres viejo. Tienes 43 años. -¿Tantos años han pasado desde que nos fuimos? -Sí. Yo acabo de cumplir 30. -Felicidades ¿cuando? -Hace dos días, cuando te encontramos tirado en la puta carretera. Puto suicida. -Hablaremos antes de que te vayas. Conseguiré que no te vayas. -No lo conseguirás, pero vale. Hablaremos.

La familia de Mikel volvió a entrar, se volvieron a abrazar, se dijeron miles de veces cuanto se habían echado de menos. Amaia se fue, feliz y triste a la vez. No se había sentido así de sola desde que murió su padre.

Al final los dos días de ingreso se convirtieron en cuatro. Al tener que beber el brebaje con suplementos naturales en vez de médicos, la hidratación se alargó más de lo deseable. Pasaron esos días hablando, contándose sus últimos años. Julio, Ekhi, Unai, Iker y el jefe Grijalba se pasaron varias veces, pero Mikel no tenía mucho tiempo para ellos.

Cuando le dieron de alta, Mikel se fue a vivir con su familia, empezaron la rutina y ahí se dió cuenta de que algo no iba bien. Miraba a su familia, 7 personas que se amoldaban al 100% entre ellas, que habían convivido prácticamente las 24 horas del día juntos durante los últimos 9 años. Y luego estaba él, que había sobrevivido solo o en compañía de Amaia. Que no sabía relacionarse con su mujer, sus hijos, sus mejores amigos y los hijos de estos. La época en la que consideraba a estas siete personas como su familia había quedado muy atrás. Tanto tiempo hacía que su propio hijo Xabi, de 10 años, no le conocía. La última vez que le vió gateaba y ahora le llegaba a la altura de la nariz.

Uxue tenía 17 años, se había convertido en una mujercita guapísima. Ella sí le recordaba, pero no le consideraba su padre. Realmente no lo era. Txomin había sido más padre para Uxue que él.

Unai y Ainara le miraban como a un extraño. Le conocían como “el padre de Uxue” y luego fue como un padre para ellos durante un año más o menos. Luego desapareció y lloraron su pérdida. Pero había pasado demasiado tiempo para dos adolescentes de 16 y 14 años.

Un día, Izaro le agarró la mano y le llevó a pasear. -¿Te acuerdas cuando éramos novios y te traía a la Zurriola a pasear? -Sí. -No te gustaba. -Estaba todo lleno de niños pijos repeinados intentando ligar. -Y a tí esas cosas no te gustaban, te gustaba la gente que iba de cara. -Siempre he sido así. -Todavía me acuerdo como ligaste conmigo. -¿Sí? Yo no. -Sí. Viniste y me dijiste “oye Izaro, que quería decirte una cosa. Que eres preciosa, hostias”. -¿Dije eso? -Yo ya estaba pillada por tí y no sabía como hacer para que un bruto como tú se fijara en mis insinuaciones. -Ni me daba cuenta de esas cosas. -No, ya lo sé. Te conozco, Mikel. -No sé si me sigues conociendo. Antes sí, me conocías mejor de lo que yo me conocía a mí mismo. -Por eso te he traído a pasear. Porque veo que estás fuera de lugar. -Tengo la sensación de estar viendo un teatro. Vosotros sois los actores, yo el espectador y a veces me pedís que interactúe. -Pero cuando lo haces queda artificial. -Exacto. -Lo sé. -¿Me sigues conociendo? -No... creo que no. Has cambiado mucho. Tanto en el físico como en lo mental. Eres más solitario, más callado, sueltas menos tacos y gritas menos. -¿Sí? No me he dado cuenta. -Y estás siempre atento, tenso. Como si siempre pensaras que algo nos va a atacar en cualquier momento. -Es la costumbre. -¿Los asesinos? -Sí. -¿Cuantos has matado? -Ciento cuarenta y tres -¿Te sabes el número exacto? -Son personas. -¿Y aliens? -Son robots, no aliens. No se mueren, los rompo. Pero he acabado con más de mil directamente y decenas de miles indirectamente. -¿Quieres decir matando a su jefe? Perdón, rompiendo. -Sí. Yo suelo decir que los fundo, porque les rompo la luz del morro. -¿Por donde disparan? -Eso es. -Estás aún más loco que antes. -Según Amaia, soy un suicida con mala suerte. -Por lo que me has contado de tus últimos años, es una buena descripción.

Se sentaron en Sagües. -Aquí nos parábamos a mirar. -Yo miraba el mar y tú la playa. -Realmente miraba a los surfistas con el neopreno bajado. -Viciosa. -Antes te gustaba, jiji... -Sí, creo que sí. Amaia siempre dice que... -De ella también quería hablarte. -¿Está bien? ¡Donde está! ¡Voy a ayudarla! -No, no, para. No le pasa nada. -¿Entonces? -¿Sois pareja? -¿Qué? ¡No! -¿Entonces? -Somos compañeros. -¿Nada más? No sería raro, sería normal. Pero quiero que seas sincero conmigo. -No, no, no. No somos nada sexual ni amoroso. No ese tipo de amor al menos. -¿”Ese tipo de amor”? Creo que debes explicarte un poco mejor. -Nos hemos salvado la vida mutuamente más veces de las que puedo recordar. Hemos sobrevivido a situaciones muy duras juntos, nos hemos curado heridas infectadas. He llegado a tener la sensación de que compartíamos cerebro. Ahora es parte de mí, la necesito para vivir. -Eso es amor. -Pero es otro tipo de amor. Como esos gemelos que viven toda la vida juntos y lo hacen todo juntos. Es ese tipo de amor. -¿Entonces?... -No, no nos hemos acostado. -¿Seguro? No me parecería mal. Y la chica siempre ha sido una preciosidad. -Seguro. Y no sigas por ahí, que me siento incómodo. -Con ese culito respingón... -¡CALLA! -¡Jajajaja! ¿Ves como sigues siendo el mismo? Te ponen incómodo el mismo tipo de cosas. -¿Tú crees? -Sí. Hablar de haber matado ciento treinta y tres personas... -Ciento cuarenta y tres. -Eso. Hablar de haber matado a ciento cuarenta y tres personas, sin problemas. Hablar que alguien tiene el culo bonito te supera. -¡Es que es distinto, joder! -Sí, por cosas como esas me enamoré de tí. -¿Y lo sigues estando? -Sí, lo estoy. Pero hemos cambiado mucho. Los dos. -Sí, supongo que sí. -No te niego que tú has cambiado más que yo. Eso es cierto, tanto en lo físico como en lo mental. Pero lo importante es que debemos volver a conocernos y a encajar los unos con los otros. -Ahora ya no hablas solo de tí. Mis hijos no me conocen. -Eso será lo más dificil, no te conocen lo sufiente y ahora les cuesta. -Su padre es Txomin. -¿Qué? ¡No! Su padre eres tú, pero él ha estado ahí más tiempo que tú. -Y ha ejercido de padre más que yo. Por cierto, lo habéis hecho increíble. -¡Gracias! Son buenos chicos, los 4. -Ya me he dado cuenta. -Eso sí, no voy a dejar que te los lleves a matar robots. -No lo pretendía. -¿No quieres que sigan los pasos de su padre? -Mejor electricistas, es un oficio de futuro. -Sí, jajajajajaja.

Decidieron volver. -Lo vamos a conseguir ¿vale? -¿Seguro? Sigo pensando que estoy fuera de lugar. -Ten paciencia, no lo fuerces. Poco a poco volveremos a las mismas dinámicas. -Eso espero. -Y quiero que traigas a Amaia a la familia. -¿Eh? -Sí, no es tu punto fuerte. Has dejado sola a Amaia. No tiene a nadie y tú te has alejado de ella. Está sola. -¡Jo-der! No lo había pensado. -Pues ahora vete a donde ella, pasa tiempo con ella también. E invítala a venir con nosotros. Con paciencia haremos que ella también sea familia. -Eres la mejor, siempre lo has sido y siempre lo serás.

Mikel le dió un beso y se fue a por Amaia. Izaro sonrió, pero era una sonrisa triste. Sabía que Mikel tenía razón. Ya no eran familia. Y no sabía si lo volverían a ser.

-Ni de coña -dijo Amaia. -¡Pero...! -Que no me voy a meter en tu familia. No me jodas. -¡Pero...! -A ver, Mikel. Que lo entiendo. No me quieres dejar sola. Que hemos pasado las de dios juntos y que somos super importantes el uno para el otro. Eso no lo has dicho pero sé que lo piensas. -¡Pero...! -Y yo pienso igual, pero no me voy a meter en tu familia. Tú has hecho tu trabajo. Has salvado miles de vidas, has abierto un camino hasta el puto delta del Ebro. Y me has enseñado a ser una ninja pija. -¡Pero...! -Eres de lo más elocuente ¿o sabías? Pero no, no voy a ir con tu familia. Ahora me toca a mí salvar vidas. En dos días me voy hacia Cantabria. -¡No! -No te he pedido opinión. Lo que sí tengo claro es que lo haré de otra forma. -Voy contigo. -Que no. Tú has terminado tu trabajo. Ahora tienes que volver a tu familia y seguir protegiéndolos. Te recuerdo que toda esta historia empezó porque querías proteger a tu familia. Ahora tienes la oportunidad de protegerlos. -¿Entonces? -Mira, te explico mi plan. Voy hacia Bizkaia, planto campamento y bajo lo justo hacia Burgos. -Eso ya está limpio. -Cierto. Pues a Cantabria. La cuestión es que no bajaré tanto como bajaba contigo. Solo quiero liberar los montes, que es donde puede haber gente viva. -Ok, así mucho más fácil. -Y cuando lleve unos meses y me sienta cansada, me vuelvo. Una vez aquí descanso unos días y me vuelvo a ir. Y así las veces que haga falta hasta Bayona. -¿Bayona? Eso está aquí al lado, en Francia. Y también está limpio. -La Bayona gallega, tonto. -¿Hay Bayona gallega? No tenía ni idea. -Al sur de Vigo. -Pero no puedes ir sola. -Me acompaña Dani. Ha estado entrenando. -¿Está preparado? -No, pero al principio no dejaré que se meta en líos. Ya se hará. -¿Y si no se hace? -Yo me hice y estaba menos preparada que él. -También es verdad. Entonces ¿no puedo hacer nada para convencerte? -No, no puedes. -¿Y no puedo ayudarte de alguna forma? -No, no puedes. Te toca disfrutar de tu vida. Te lo has ganado, heroe del pueblo. -¡Calla! -Te echaré de menos y estaré menos segura, pero me irá bien ¿vale? -No, no vale. Pero tampoco puedo evitarlo. -No, no puedes.

Mikel y Amaia se abrazaron un largo rato. Los dos días siguientes Mikel estuvo mucho tiempo con Amaia, no podía creer cuanto la echaba de menos ya. Y eso que no se había ido.

El día de la despedida Mikel lloró. -Quita llorica. -dijo Amaia entre lágrimas. -Has empezado tú, niñata.

Se volvieron a abrazar. Amaia y Dani partieron. Mikel se quedó mirando como las dos bicicletas se alejaban. Izaro le abrazó por detrás. Despues vino Txomin y le abrazó por un lado, Nerea le abrazó por el otro. Enseguida se unieron los cuatro hijos e hicieron un círculo para abrazarlos a todos. Mikel volvió a llorar.

Estaba en casa, estaba en familia.

Partida y regreso

Llegaron a la sierra de Guara y encontraron un buen sitio para acampar. Aislado del viento, escondido y dentro de un gran zarzal. Montaron la tienda temporalmente fuera y Mikel se puso a hacer un agujero en las zarzas mientras Amaia iba a cazar algo. Unas horas después tenían cena, pero no buen cobijo. -Vas muy lento. -Ya, intento no pincharme y esas cosas. -Sigues yendo lento. -Ok, vamos a alejarnos a hacer fuego, cenamos y mañana sigues tú. -Vale ¿y tú mañana qué haras? -Oh, quejarme de que vas muy lento y descansar. -Jejeje... ni de coña ¿qué harás? -Iré a la parte sur, a ver si veo más vainas. -¿Otras tres? -Ojalá.

Al día siguiente Amaia terminó el agujero. Mikel entró y, aprovechando su mayor altura, le dió más espacio interior. Ahora tenían un agujero de 5x5 metros con dos metros de altura. De sobra. Mientras tanto, Mikel vió dos vainas. -Pero tenemos un montón de zarzas fuera, llaman la atención. -He tirado unas cuantas al río y otras las he ido dejando un poco lejos, pero así es muy lento. Haremos una fogata. -Claro, eso no llama la atención. -No la haremos aquí, nos alejaremos un poco. -Vale, a quién no le gusta una buena hoguera de San Juan. -¡Cierto! No estaremos lejos de esas fechas ¿no? -No creo.

Pensaron en ir a Huesca a por una tienda de campaña más grande, pero había una vaina demasiado cerca, así que tuvieron que hacerse cargo de ella. Por suerte, no tenía luz roja. Al día siguiente pudieron ir a Huesca con tranquilidad y llevarse una tienda de 3x4 metros. Tenían sitio de sobra incluso para estar de pie dentro de la tienda. Si llovía estarían cómodos. En los días siguientes cogieron sillas y mesa de camping, un par de colchonetas hinchables para dormir, un hinchador, platos, vasos... Estaban como pocas veces. -Me recuerda a Vitoria. -dijo Amaia. -Ya. Y a mí. -Me pone triste. -¡Es verdad! No me he dado cuenta, perdona. -Nada, no te preocupes. Si vamos a estar tiempo por aquí, tendré que adaptarme. -Tenemos que subir a pirineos, bajar a por la otra vaina y mirar al Oeste, a ver si hay más vainas.

Primero fueron a por las vainas. Pudieron encontrar y acabar con 4 vainas desde ese campamento. Luego fueron hacia el norte y se metieron por los pirineos. Viajes cortos de dos o tres días. Había que peinar toda la zona en busca de asesinos y/o supervivientes. Encontraron varias decenas de personas, a las que enviaron a Donosti asegurándoles que el camino por lo llano estaba ya limpio de robots. Entre las personas que encontraron, vieron a dos personas que tenían pinta de asesinos. -Los seguiremos despacio, a ver qué hacen o dicen. -Ok. -Que no nos vean.

Les siguieron durante dos días, en los que escucharon lo que hablaban y de las barbaridades que habían hecho. Aún así, decidieron seguirles hasta estar absolutamente seguros. Al tercer día Mikel se cansó. -Voy a hacer de cebo. -No. -No quiero esperar más. Si me atacan los matas. -Que no. -Bueno, entonces los mataré yo a espadazos, pero prefiero que no lleguen a mí.

Y se alejó de Amaia hasta ponerse a la vista de los presuntos asesinos. Estos empuñaron sus armas y se pusieron a perseguirle gritando las barbaridades que le querían hacer. Dos flechas certeras después, Mikel volvió y los cacheó a ver si encontraba algo decente. -Nada. -Joder ¿pero cuantos asesinos hay? -Si lo piensas, es una buena técnica para sobrevivir a corto plazo. -Ya, la gente normal se preocupa de la comida y ellos se la roban. Mínimo esfuerzo, máximo beneficio. -No creo que sean “tantos” como dices. De los millones de personas que había, unos pocos cientos han decidido hacer esto para sobrevivir. -Ya, pero ha resultado ser de las mejores técnicas de supervivencia ¿no? -Exacto. -Malditos psicópatas... -Antes del aterrizaje también era una buena táctica. -¿Matar? -Hacer lo necesario para conseguir tu objetivo, sin importarte qué ocurriera con los demás. -No compares. -No comparo, son dos mundos distintos. Pero todos hemos conocido al trepa, al que estaba dispuesto a traicionar a su madre por 1000€, etc. Algunos de ellos se han convertido en esto. -Es posible. -Y la buena gente, supongo que... -Los que han tenido suerte, siguen vivos. Los que no... -Y luego estamos nosotros, que ya no tengo claro si somos buena gente o psicópatas. -Ya, cada vez nos cuesta menos matar gente ¿verdad? -Verdad.

El verano fue duro, mucho calor y muchas caminatas por la montaña. Pero se aseguraron de que toda la zona quedaba limpia. Al terminar el verano tocaba avanzar. El siguiente trimestre fue parecido, en Lleida, acamparon en el Montsec y acabaron con 7 vainas. Bajaron a la capital a por provisiones. -Según el mapa, aquí hay mucho territorio que limpiar. -Sí, quiero llegar hasta Alcañiz o más allá. -Mucho, demasiado. -Podemos hacer viaje en dos etapas. -¿Como? -Por ejemplo, para llegar a Alcañiz podemos parar en Serós-tossals de Montmeneu una noche. Es bosque bajo y rastrojo, pero podemos encontrar algo para ocultarnos. -¿Y los asesinos? -No hay asesinos fuera de los grandes bosques. -¿Seguro? -Sí, porque no se puede sobrevivir allí mucho tiempo. -Ok, ok ¿Y haremos lo mismo con otras ubicaciones? -Sí, no tenemos otra. -Será una paliza. -Volveremos a descansar aquí después de cada uno de esos viajes. -Tardaremos mucho. -Es lo que hay.

Limpiar esa zona fue más duro de lo esperado, así que hasta la primavera siguiente no fueron capaces de ir hacia la siguiente zona de acampada, la Garrotxa. -¿Qué tal aquí? -Me gusta la zona, pero no será fácil ocultarse bien. -Ya, hay que encontrar una zona más frondosa. -Hay otro tema. -¿Qué? -Que aquí hay mucho valle grande entre montañas y bosques. -Habrá que visitarlos todos. -Sí. cuando terminemos quiero subir hasta pirineos y recorrerlos hasta la costa. -¿Hasta aquí? ¿Colera? -Sí. -Claro. Y de ahí quieres ir bajando por Costa Brava. -Hay mucho bosque de pinos por aquí, podemos ir bajando sin grandes problemas hasta Tortosa. -Ah, claro -dijo Amaia mirando el mapa- y ahí acampamos en el parque natural dels Ports. -Eso eso. Lo único malo es que estos son bosques mediterraneos, mucho menos frondosos y escarpados que los nuestros. -Ya me había dado cuenta. Nos tendremos que adaptar. -Adaptarse es sobrevivir. -Y una vez hecho eso, en teoría volvemos. -Eso es, en teoría. -Llevamos más de un año y no hemos hecho ni la mitad del camino ¿no? -Un tercio, creo. -Vamos a tardar mucho. -A partir de Tarragona o así no creo que debamos preocuparnos de los asesinos, es zona menos boscosa. -Lo que también es malo para nosotros. -También. Lo que es de verdad bueno es que, como hasta ahora hemos tenido buenos asentamientos, hemos llegado muy abajo. Tenemos limpio casi todo el recorrido del Ebro. -¿Qué nos faltaría? -El principio, desde Tudela hasta Miranda de Ebro o así. -¿Es decir? -Que después de limpiar la zona del delta del Ebro tenemos que ir allí y seguir limpiando. -Y tendremos que dar la vuelta entera por los pirineos. -Sí, yo no me la jugaría a coger la autopista. -Ya. Y es una pena, porque por la autopista tardaríamos como cuatro o cinco días en llegar. -Sí, tardaremos semanas. Pero podemos aprovechar los campamentos que hemos ido dejando por el camino. -Sí, así podemos descansar mejor.

Y así lo hicieron. El campamento de la Garrotxa fue el último que tuvieron en condiciones, a partir de ahí se fueron moviendo un poco cada pocos días, debido a que el terreno no les permitía avanzar mucho cada día. Tardaron tres años más en llegar al Delta del Ebro. -No podemos seguir Mikel, hay que volver. -Casi lo tenemos Amaia. -Llevamos años y cada vez vivimos peor. Gran parte del equipo de calidad que traíamos se nos ha roto y lo hemos sustituído por cosas de menor calidad. -Era lo que había en esos grandes almacenes. -Ya, pero eso hace que estemos peor. -Ya. -Tenemos algunas herramientas oxidadas, nos duele todo el cuerpo, nos hemos curado demasiadas heridas. -Ya, ya. -Necesitamos comer de verdad. No podemos seguir viviendo de bayas y caza. -Ya, en pirineos nos seguíamos encontrando con gente que tenía huerta y tal, pero hace años que no vemos a nadie. -Nos tenemos que volver. -Estamos al final. Hay que hacer esto. -No aguantaremos tanto tiempo. -Mira, tengo una idea. -Dime. -Nos separamos para cubrir más terreno. -¿Qué? ¡Ni hablar! -dijo Amaia sorprendida. -¿Por qué vamos juntos y en silencio? -Ya, por los asesinos. -Y aquí no hay asesinos. -Ya, ya sé que no hemos visto ninguno en años. -¿Pero? -Que no me fío. -Amaia. Te repito por enésima vez que no fue tu culpa. -¿¡Pero tú te has visto el cuerpo!? -Que síííí... cosas que pasan en supervivencia. Pero tú no tuviste la culpa y además me salvaste. Esa y otras veces. -Pues no pienso dejar que te pase algo otra vez. -Me pasará, este viaje ha tenido sus sustos. -Nada como lo que nos pasaba antes. -Razón de más para aflojar un poco y ganar velocidad. -Ni de coña, no hemos tenido grandes sustos porque cumplimos a rajatabla. -Amaia: o nos separamos o tardamos más en volver. No hay otra opción. -Vale, vale. Pero no nos separamos mucho ¿vale? -Vale.

Aún así tardaron más de tres meses en terminar de limpiar toda la zona que les quedaba. Aquel otoño empezaron a volver. Y decidieron hacerlo por los alrededores de Manresa, aprovechando siempre los bosques y las montañas. Estaban tan cansados que hicieron una larga parada en el Montsec. Allí cerca encontraron un grupo de gente con una gran huerta y animales. Esperaban encontrárselos allí y comer bien unos días. Así fue. Una vez que recuperaron fuerzas, siguieron camino hasta la Sierra de Guara, donde hicieron otra parada larga. De allí a Lumbier, rodear Pamplona y a Urbasa. -Mikel. -Lo sé. -Pero... -Sé que estamos al lado de Donosti. -¡Pues vamos! -No, hay que terminar el trabajo. -Me tienes hasta el coño Mikel. -Si quieres, vete. -¿Ya empezamos? -Esto es zona conocida y controlada. Si veo cualquier problema, subo y ya está. -No, no me gusta. -Estamos en Urbasa, si bajo el puerto de Opakua estoy en Vitoria. Vitoria está limpio. -Sigue sin gustarme. -Pues quédate. Yo me quedo a terminar. -No puedo. En serio, no puedo más. Me duele absolutamente todo el cuerpo. Necesito descansar, comer bien, recuperar peso. -En cuanto vuelva haré lo mismo. -Por cierto ¿cuanto pesaremos? -No sé, creo que no hemos estado tan delgados en nuestra vida. -Si peso menos de 45kg te pego. -No seas bruta ¿como vas a pesar 45kg? -¿Pero tú me ves? ¡Que parezco una puta anoréxica! -¡Ya somos dos! -No, tú pareces un torturado de Vietnam. -También, también ¡jajajajaja! -Mikel. -Sí, que te vas. -Lo siento, lo siento de verdad. Es que no puedo. -Es normal, yo también estoy al límite. Pero si terminamos esto les dejamos el camino libre a todos. -Vale, vale.

Y Amaia se fue. Mikel montó el campamento cerca del nacedero del Urederra. Conocía la zona y le parecía adecuada. Podía subir a Urbasa en un momento y usarlo como torre de vigia. También tenía río y, si bajaba un poco más, unos pocos pueblos en los que podía conseguir alguna cosa. Estaba tan cansado que cada vez tardaba más en hacer salidas porque su cuerpo le decía basta. Aún así, consiguió llegar a Miranda de Ebro a por la última vaina. Habían pasado varios meses más desde que Amaia se fue. Mikel cogió su bicicleta y se encaminó hacia Vitoria. “Por la puta carretera” pensó. No podía más, necesitaba llegar. Paró un día en aquel campamento que montó con Amaia y su padre, años atrás. Estaba tiritando, malnutrido y dolorido. Durmió poco y mal. Al día siguiente cogió por Alsasua, puerto de Etxegárate, Beasain y a Donosti.

Llovía a mares, era invierno y hacía frío. Mikel iba tambaleándose en la bicileta. Entraba a Donosti por Lasarte, pero decidió desviarse por Añorga. No se veía capaz de subir la pequeña cuesta que le llevaba al cruce entre coger la autopista a Zarautz o entrar a Donosti. Una vez en la ciudad, fue hacia la playa de la Concha, pero no llegó. Se cayó de la bici. No tenía fuerzas para levantarse y se desmayó. Estaba a tres kilómetros del destino y era absolutamente incapaz de llegar, si no aparecía nadie por allí, moriría.